Las ideologías políticas son públicas, le hablan a la sociedad. Expresan intereses de las clases sociales, sin embargo, se expresan en una coyuntura política particular. Esto hace que el discurso ideológico público se autocensure, se mesure y busque disfrazarse para engañar. En la tribuna pública la ideología dominante se ve influenciada por los sujetos a […]
Las ideologías políticas son públicas, le hablan a la sociedad. Expresan intereses de las clases sociales, sin embargo, se expresan en una coyuntura política particular. Esto hace que el discurso ideológico público se autocensure, se mesure y busque disfrazarse para engañar. En la tribuna pública la ideología dominante se ve influenciada por los sujetos a los que les habla, por la correlación de fuerzas y por el campo de batalla ideológico.
La búsqueda de hegemonía hace que los intereses clasistas de la ideología dominante se oculten buscando engañar. El interés de una clase o de algún sector de ella, se presenta como interés general, se miente sobre los propósitos últimos. Las ideologías dominantes suelen hablar de progreso, bienestar y modernidad en público, como una careta discursiva que oculta los verdaderos intereses, la reproducción de capital y las ganancias económicas para unos cuantos.
La ideología dominante tiene distintos ámbitos de expresión. Uno público que está mediado por la intención de convencimiento-engaño y otro privado-«oculto» en dónde la ideología se transparenta. Mantener esa separación es clave en la construcción del dominio clasista. James C. Scott identificó esta división entre discurso público y privado, como un mecanismo central para el mantenimiento de una dominación particular.
Transparentar la ideología dominante es clave en la batalla de las ideas. Mostrarla como la ideología de una clase y al servicio de ella permite politizar la realidad. ¿Qué hablaran un tecnócrata y un oligarca en privado, en confianza? ¿Cómo se expresaran sobre las clases subalternas? ¿Con qué sistema social soñaran?
El ámbito privado se mantiene en secreto, ahí es el lugar en donde se deciden las estrategias de acción, es ahí donde se construye el discurso público pensando en la batalla ideológica por la hegemonía. En privado se expresan con mayor trasparencia las ideologías políticas.
El discurso privado es de difícil aprehensión, se expresa en «corto», entre amigos de la misma clase y poder. Hay momentos de tensión política en donde parte del discurso privado se hace público, quedando al desnudo los rasgos más violentos y clasistas de la ideología dominante.
Los periodos de tensión política, las discusiones acaloradas y el anonimato de las redes sociales son episodios y espacios donde se filtran los discursos privados-«ocultos» a la arena pública. Es importante prestar atención a estos discursos porque son la expresión más pura de la ideología dominante.
El discurso privado, apenas bosquejado en momentos de enfrentamiento o de imprudencia, muestra las características fundamentales de la ideología dominante. En el discurso privado el carácter clasista se hace transparente, el odio a los de abajo, el desprecio por sus vidas y sus luchas, adquiere formas grotescas, racistas y clasistas. Y es que las ideologías, aunque se disfracen, representan los intereses de las clases sociales en lucha. La batalla ideológica pasa por quitarle la máscara a la ideología dominante.
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