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Ignorancia culpable

Fuentes: Rebelión

            Llama la atención y da vergüenza que, en esta campaña electoral, las encuestas de opinión den la ventaja al binomio presidencial de Daniel Noboa y Verónica Abad sobre el de Luisa González y Andrés Arauz. Noboa representa la empresa que acumula la mayor cantidad de dinero -y de deuda- del país y es una de la mayor fortuna del continente. Sabemos que esta riqueza es principalmente el fruto de la explotación de los trabajadores de sus 200 empresas nacionales. El segundo binomio representa una experiencia exitosa -como nunca antes- de gobierno durante 10 años. ¿Por qué una tal ceguera? La mayoría de los ecuatorianos no quiere reconocer a sus explotadores de dos siglos y prefiere continuar siendo sus esclavos. ¿No tendrá esta mayoría ecuatoriana “¡bolsillo de pobre y cabeza de rico!”, creyendo que todos podemos ser ricos como los banqueros y los empresarios. ¿Cuándo nos daremos cuenta que la acumulación de riqueza es el fruto de la explotación de los pobres por los ricos? Ellos necesitan de nuestra entrega y sumisión para enriquecerse siempre más… y no van a permitir nunca que nos enriquezcamos… ¡a costa de ellos!

            Según estas encuestas, se ofrece a nuestros dominadores en bandeja de plata nuestro consentimiento alegre. ¿Los seis años de desgracias que estamos viviendo no nos bastan? ¡No hay peores ciegos que aquellos que no quieren ver! Además el binomio de Noboa-Abad nos lo dicen de frente: El Estado está al servicio de los empresarios; la salud, la educación, el empleo, la vivienda, la seguridad no son derechos; la mujer debe ser sumisa y quedarse en casa; las minas y el petróleo son de libre explotación; las privatizaciones son la solución; los salarios se deben congelar; los impuestos a los empresarios deben bajar y sus deudas deben condonarse… Nos lo dicen en la cara y no lo queremos escuchar.

            Hay que decir también que todos, unos más y otros menos, somos culpables de esta situación de preferir la explotación a la dignidad, la sumisión a la libertad, la verdad a la mentira. Hemos dejado crecer el individualismo, la indiferencia, la corrupción, la droga en nuestros hogares, entre nosotros y en nuestros barrios. Hemos preferido encerrarnos en nuestras casas en vez de reunirnos. Eso es la señal de ‘la dulce trampa de la decadencia’. Nos gusta más tomar cerveza en la calle, ver novelas y series televisivas, pasar horas y horas en el celular o embrutecernos con las noticias de la televisión nacional… en vez de organizarnos entre familias, vecinos, trabajadores, desempleados y entre cristianos. Parece que nos gusta más arrastrarnos de rodillas que andar de pie. Hemos perdido la humanidad de saludarnos, de encontrarnos, de compartir, de ser compasivos, de preocuparnos los unos por los otros, de construir relaciones de amistad y de trabajar juntos por un país mejor.

            Una mayoría de católicos y de evangélicos atrasados siguen creyendo con sus pastores que la política es algo sucio, cuando desde un siglo en la Iglesia católica se nos dice que “la política es la mayor expresión de la caridad cristiana”, como acaba de repetirlo el papa Francisco. Esta mayoría espiritualista no quiere saber nada de la ‘Doctrina Social de la Iglesia’ que tiene más de 130 años de desarrollo: Parece que no han salido de la Edad Media cuando se creía que a Dios le tocaba resolver nuestros problemas, a los santos hacer milagros si se los sobara los pies, y a los padrecitos considerarlas personas sagradas a quienes se les debe obediencia ciega y dinero abundante. Mientras no saldremos de una religiosidad supersticiosa y comercial, los católicos no verán más allá de las derechas políticas: Es la enfermedad del ‘pensamiento simplón’..

            ¿Cuándo vamos a despertar y salir de esta cárcel del miedo para ser personas de cuerpo entero, compañeros de camino ancho, amigos de verdad los unos con los otros, cristianos de ojos abiertos? ¿Por qué nuestras familias no son escuelas de ternura, de compartir, de responsabilidad y de fe viva? ¿Por qué la educación escolar no es un espacio de aprendizaje de ser personas autónomas, de la vida en común, de la fraternidad y de la solidaridad? ¿Por qué los grandes medios de comunicación nos mienten, nos engañan y nos manipulan sin ninguna vergüenza? ¿Por qué las prédicas desde los púlpitos limitan el mensaje de Jesús a una moral sexual obsoleta que lo quiere controlar todo?

Nos hemos dejado llevar por el camino de la facilidad, la superficialidad y de la maldad y no queremos reconocerlo. Nos refugiamos en las tinieblas en vez de buscar la luz, nos engañamos al creer que otros van a resolver nuestros problemas, nos reímos de los que se esfuerzan de hacer el bien, criticamos a los que abren caminos nuevos, desconfiamos de los jóvenes, odiamos a los que no piensan como nosotros… No hacemos el esfuerzo de cultivarnos, informarnos en medios alternativos, aportarnos nuestro granito de arena a lo bonito que hacen otros. Los cristianos nos quedamos mayoritariamente en una fe adormecedora, en un Jesús de ojos azules y de pelo rubio y en un Dios castigador y milagrero… tan alejado del mensaje de Jesús.

            Las soluciones existen, los caminos nuevos existen, una vida mejor es posible, un país diferente está en marcha, nuevas maneras de ser Iglesia están vivas en muchas partes. Basta abrir los ojos y las puertas de nuestras casas, basta encontrarnos y conversar, basta mirar y preguntar, basta querer vivir humanamente y actuar dignamente. Eso depende de cada uno de nosotros y de nadie más… Hace falta creer en nosotros mismos, ser honestos y transparentes, confiar los unos en los otros, decidir vivir de pie. Si comenzamos vamos a sorprendernos de encontrar nuevas amistades y nuevos compañeros, conoceremos el sabor de la lucha colectiva, del emprendimiento exitoso, de la verdadera felicidad, y de un Dios humano el extremo, amigo fiel y liberador con nosotros.

            Nuestra ignorancia es culpable, y culpable también nuestra pasividad, porque otras maneras de vivir, de convivir y de creer son posibles y en marcha. ¡Despertemos a la realidad actual! Así nos construimos como personas dignas y como pueblo valioso. Seamos juntos los artesanos de un Ecuador mejor.

Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.

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