Me pregunta un joven conocido por mis reacciones primeras, «primis primis» diría un tomista, por la tensión que ha causado entre los islámicos la publicación en Dinamarca de ciertos dibujos satíricos ante los que se consideran insultados. La prensa occidental, como todas hoy manipulada desde diferentes poderes que la dominan, presenta en su aplastante mayoría […]
Me pregunta un joven conocido por mis reacciones primeras, «primis primis» diría un tomista, por la tensión que ha causado entre los islámicos la publicación en Dinamarca de ciertos dibujos satíricos ante los que se consideran insultados. La prensa occidental, como todas hoy manipulada desde diferentes poderes que la dominan, presenta en su aplastante mayoría el conflicto como una contradicción entre libertad de pensamiento o expresión, principio de soberanía, y derecho al respeto del llamado «otro» sea este inmigrante en el propio país o extranjero. A mi modo de ver este enfoque no es del todo incorrecto ideológicamente pero evita hablar del contexto en el que se desenvuelve. Esto es un contexto de ocupación despiadada de Palestina, y de guerra de lel llamado»Occidente», capitalista y depredador, hacia sociedades y países, en su mayoría islámicos, que se instrumenta, desde el poder y los sometidos medios de difusión de masas para hacen olvidar a la población del al actor militarmente más fuerte, el supuesto interiorizado valor moral de la fundamental diferencia entre responsabilidades morales colectivas o individuales. Valor este que se supone prevalece en los países llamados democráticos y avanzados. Esto no es cierto; desde los «castigos» de la aviación de la Alemania nacional-socialista en los Países Bajos, hasta Desde, Oradour, Hiroshima, etc. la respuesta bélica ha sido la de no distinguir entre el alcance o límites de responsabilidad individualizada y responsabilidad colectiva. El fracaso que las débiles normas legales sobre protección de las ciudadanos civiles no directamente implicados en la guerra total, pretendieron conseguir, para «humanizar» el criminal contexto de las luchas armadas, nos da prueba fehaciente de la preterición de la moral superior de responsabilidad individual o individualizada ante el crimen. Se aplica al «endogrupo» de «nosotros» la responsabilidad individual, mientras que al exogrupo (de ellos o del otro) se le aplica una feroz norma vengativa de responsabilidad colectiva, supuesta o inventada. El cinismo moral de Ben Laden ante el crimen de las simbólicas, pero habitadas «torres gemelas», y de su «culpables» habitantes (muchos de ellos no especuladores sino trabajadores), puesto que habían»participado» en la elección (en la que muchos no tenían derecho de voto) del torturador y asesino Emperador Bush II, y la indiferencia del mismo Bush II hacia la existencia, hipócritamente reconocida y lamentada, de miles de personas de carne y hueso reducidas a la categoría de «daños colaterales» se pueden parangonar desde el punto de vista de cualquier ética o decencia humana. Hace muchos años que he dejado de participar en una idea de trascendencia divina pero me parece infinitamente más blasfematorio el hacerse eco de que «Dios» ( de quien decimos los gallegos se predica un poderoso hombro) recomendara una criminal invasión de Irak ( hablando con este democráticamente electo individuo) que el dibujar a un profeta con un arma en el turbante. Los «dibujantes» daneses deberían recordar que en los reinos de las Españas decimos, para evocar un despropósito que eso es como: «representar a un Santo Cristo con un par de pistolas». Mis amigos islámicos deberían combatir la criminal depredación del Imperio con una eficacia creciente sin ofenderse por la simbólica distracción del equivalente a: «un par de pistolas». Aunque no sea este el caso de su Profeta, quizás ellos las necesitan.