Comunidades apartadas del país producen sus propios alimentos y mejoran sus condiciones de vida con apoyo de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (Cosude).
Aún bajo el impacto y las dificultades impuestas por la covid-19, muchas mini industrias cubanas ratificaron la valía de su bregar a lo largo de todo el país. Sus buenos resultados a nivel local lograron garantizar en sus inmediaciones diversos productos de alta calidad y muy necesarios en la cocina criolla.
Un recorrido por territorios que atiende el equipo del Centro de Desarrollo Local y Comunitario (Cedel), entidad cubana de investigación y desarrollo adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, permitió conocer experiencias exitosas en localidades cubanas de difícil acceso.
En Buey Arriba, municipio montañoso de la oriental provincia de Granma, la transformación de una antigua dulcería de construcción rústica dio forma, olor y sabor a los sueños de los pobladores de esa comunidad, cuando un colectivo de 14 obreros mejoró sus condiciones de trabajo gracias al aporte tecnológico que transformó el equipamiento procesador de alimentos y humanizó la obra manufacturera.
Despulpadora, envasadora, vaporizadores, selladoras, insumos y otros equipos eficientes y modernos beneficiaron a campesinos de diferentes localidades y posibilitaron ampliar las variedades de productos, como pulpas de guayaba, de tomate, dulce de fruta bomba, vinagre, entre otros renglones alimenticios.
Pero eso no lo es todo…
Juan Francisco Rodríguez, coordinador del Programa de Fortalecimiento de Capacidades Municipales (Prodel) en Buey Arriba, municipio montañoso situado en la oriental provincia de Granma, relata cuánto cambió el destino de muchas producciones de alimentos que antes se perdían por la falta de una infraestructura adecuada para procesarlas.
“Si bien el arranque fue complejo ya se cosechan los frutos de la siembra que truecan lo natural en variado y apetitoso”, relata este hombre más conocido por Pancho, que mira la pequeña repostería como una bella hija a quien hay que criticarle lo mal hecho para que crezca derecha.
La oportunidad reside en sacar el máximo de las cosechas. Robert Luis Durán, en su natal Imías, municipio de la oriental provincia de Guantánamo, resalta el buen aprovechamiento de las frutas de temporada como el mango, en la actualidad. “Se elaboran mermeladas y dulces en el procesamiento de productos como frutabomba, tomate y plátano”, indicó.
La producción de alimentos y las industrias locales se afianzan en una perspectiva de progreso, entre las líneas que incluye la Estrategia de Desarrollo Municipal, asesorada por Cedel. Así se infiere de las experiencias que comparte el especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente, Miguel Ángel Romero Llerena, desde Madruga, municipio de la occidental provincia de Mayabeque.
La fábrica El Álamo de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Pedro González, en Madruga tiene un gran potencial. El encargo recae en seis obreros, cuatro de ellos, mujeres, quienes producen pulpas y conservas a partir de las cosechas locales, para su venta a la comunidad de Pipián y resto de la población de Madruga.
“Ahora ellos tienen el reto este año de recuperar la inversión del inmueble en tanto su aporte fortalece el autoabastecimiento alimentario en la zona. El dulce de fruta bomba es la conserva más comercializada, la preferida”, comenta Romero.
Las reposteras en un municipio u otro sienten como propias la nueva tecnología, en un inicio desconocida, y con sus manos hiperkinéticas sacan el mayor rendimiento a las frutas y hortalizas.
Apoyo de Cosude
Concretar esa realidad en una quinta parte de los municipios cubanos, ha sido posible a partir de la implementación hace ocho años del Programa Prodel, que financia la Agencia Cosude en Cuba, como buena conocedora del contexto cubano, de sus bienes y bondades, asi como de los cambios en la gestión del tejido económico local.
Cosude respalda desde 2012 estos procesos sinérgicos que inspira la labor del equipo multidisciplinario de Prodel en 27 municipios del país con un empuje renovador de las rutinas, la agroindustria y el emprendimiento.
“En tiempos de covid-19, las industrias del proyecto han hecho una contribución relevante a la disponibilidad de alimentos en el escenario de la localidad como parte del autoabastecimiento”, señala Mayra Espina, Oficial de Programas de Cosude en Cuba.
De hecho, dicha infraestructura emergió como una de las variables que sentó pautas en la contingencia por el coronavirus, según destacó convencido el ingeniero Iroel Cantillo Cartaya, desde la coordinación de Prodel en San Antonio del Sur.
Un ejemplo sustentable es ese territorio guantanamero donde se reanimó el entorno fabril del establecimiento El Mambí para el bienestar de sus once reposteros y la incorporación de otros cuatro, la mitad mujeres para dejar asentada una nueva página en la historia del establecimiento.
Así se logró la diversidad de la gama de productos que supera la cifra de la fase de puesta en marcha. Son datos que lo ejemplifican de manera fehaciente y grafican cómo fue posible aportar una producción promedio mensual de unas cinco toneladas de puré de tomate, casi cuatro toneladas de dulce en almíbar de fruta bomba, y similares cifras de mermelada de guayaba y fruta bomba.
Participación ciudadana
“La producción de alimentos a nivel local fue fundamental para enfrentar la covid-19 y cumplir con las medidas que impone restricción de movimiento. Esenciales han sido hasta ahora las iniciativas de Prodel que se mantuvieron produciendo en medio de la pandemia”.
Así lo reafirma Mailyn Esther Castro, coordinadora nacional de Prodel e investigadora de Cedel, quien además detalla que la conexión de la iniciativa guarda nexos con enfoques de género en la aspiración de que no quede fuera de la intervención de sus acciones, la reducción de algunas de las brechas sociales que perturban aún el desarrollo comunitario.
A su vez, Luis Miguel González Ramos, coordinador de Prodel en Nueva Paz, municipio de Mayabeque, agrega:
“Una lección aprendida en estos años del programa es que las iniciativas locales y la innovación demandan mayor participación ciudadana para hacer viables la novedad científica y tecnológica en el tiempo.
“En las industrias alimenticias locales un objetivo será fortalecer la producción de frutales en cada consejo popular como garantía de la venta de las cosechas como materia prima para aumentar el procesamiento en mini industrias y luego llevar los surtidos al restaurante, puntos de ventas a la población, entre otros destinos”.
En el período de implementación de Prodel fueron auspiciados 19 proyectos para el desarrollo de mini industrias de elaboración de alimentos, distribuidas en 13 municipios, con un alto impacto en el encadenamiento productivo y la formación de capacidades con el fin de contribuir desde la introducción de tecnologías a la proyección de los municipios cubanos como innovadores.
Buen uso de recursos
Ellos han usado bien, para el manejo local del impacto de la epidemia, sus medios materiales y humanos, insisten los expertos de Cosude ante las evidencias del caso cubano.
“Mini industrias como las de los municipios de Placetas, Manatí, Calixto García, Buey Arriba y San Antonio del Sur se mantuvieron con resultados favorables en la superación profesional, la transferencia tecnológica y el rediseño de procesos dentro de la moderna gestión”, aprecia Yarbredy Vázquez, economista y también subdirector científico de Cedel, sobre el impacto de Prodel, y agrega:
“Seis de los 10 proyectos de producción de alimentos de la muestra, cumplen con los criterios financieros adoptados como condición, recuperaron la inversión y generaron utilidades. Las mini industrias de Calixto García, en Holguín y Manatí , en Las Tunas, tuvieron la Tasa Interna de Retorno (TIR) de 171 por ciento y 257 ciento, respectivamente, lo que da cuenta de una gestión de éxito del proyecto que merecería estudios posteriores en los ámbitos organizativos de los procesos.”
El protagonismo de la gente potencia el desarrollo
La selección para el donativo incluyó los municipios con un uso inteligente de proyectos de cooperación, y en última instancia, de manera especial, visualizó el potencial del desarrollo local que hoy existe en Cuba y cómo la descentralización consensuada y aprobada en la Constitución, permitirá a partir de su implementación, elevar el poder de resiliencia con la participación de la ciudadanía, crear nuevas redes con la motivación de las fuerzas productivas y contribuir al desarrollo del país en la era pospandémica con una mejor gestión de los gobiernos locales.
Potenciar el desarrollo local no parece difícil cuando la gente se percata de que es protagonista de su propia realidad y la defiende con el imaginario de valores, símbolos y antecedentes culturales e infraestructura que le circunda.
Y es entre la gente común, desprejuiciada y de estirpe emprendedora, donde se despeja mejor la presunción de que los municipios cuentan para gestar, por ejemplo, la sostenibilidad alimentaria.
Tampoco nadie pensaría, ni sus diseñadores, que diseminar un proyecto como Prodel pudo ser variado en funcionalidad y repercusión socioeconómica como el montaje de pequeñas industrias de conservas de frutas y vegetales desde Mantua, Pinar del Río hasta Imías, en Guantánamo, cruzando llanos y montañas. Y siendo así, ese grupo fabril deja una impronta de cómo lograr la conexión de cadenas productivas con cierta efectividad y disímiles lecciones de un territorio a otro.
Al parecer, después de todas las brechas, se pueden vencer los estereotipos y marcados vaivenes de un sector como el agrícola en Cuba. (2020)
María de los Ángeles Romero, Comunicadora del Centro de Desarrollo Local y Comunitario (Cedel)