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La naturaleza del capitalismo hace prácticamente universal la categoría de "enemigos" a quienes engañar, vigilar y reprimir

Inimicus somos todos

Fuentes: Rebelión

 El famoso semiólogo italiano Umberto Eco en una de sus más recientes conferencias hablando de la identidad de las naciones, en particular la de su país, hacía desprevenidamente una apología de la existencia de enemigos, pues estimaba que Italia en los últimos sesenta años había carecido de ellos, y por tanto era la península un […]

 El famoso semiólogo italiano Umberto Eco en una de sus más recientes conferencias hablando de la identidad de las naciones, en particular la de su país, hacía desprevenidamente una apología de la existencia de enemigos, pues estimaba que Italia en los últimos sesenta años había carecido de ellos, y por tanto era la península un caso anodino por su carencia, un faltante indispensable en la personalidad italiana. Decía:

«Tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual media nuestro sistema de valores y mostrar al alcanzarlo nuestro valor. [1]«
Afirmó que la adopción como enemigo al ‘otro’, concretamente, al inmigrante, es fácil de realizar dada su dificultad para hablar la lengua de la nación a la cual se emigra, y a esto era justamente a lo que hacía referencia el vocablo ‘bárbaro’, pues «como es sabido hace alusión a un defecto del lenguaje y por tanto, de pensamiento [2]«. Empezando por la última expresión, ‘defecto del pensamiento’, la cuestión es bien discutible, ya que definir como defectuoso o limitado un pensamiento en circunstancias de habitar una cultura diferente, es colocar cualquier inmigrante (lo hemos sido y los seremos, los relatos de nuestros ancestros lo acreditan), en la categoría de quienes son incapaces, minusválidos o limitados por su constitución física; en otras palabras, convertir una valoración determinada por una particular situación histórica y social, en una categoría de objetividad científica que pretende imponerse como concepto discriminatorio a través de la razón, implicando un artificio de separación.

Al final de su disertación Eco, justamente hace eco, de los planteamientos del politólogo Samuel Huntington, quien hablando de su nación EE.UU., afirmó luego del derrumbe de la Unión Soviética en 1991, que no podían vivir sin enfrentarse a algún enemigo [3]; el italiano parafrasea al estadounidense:

«Al parecer no podemos pasarnos sin enemigos, la figura del enemigo no puede ser abolida por los procesos de civilización. [4]»

Claro, Huntington, habla concretamente de que no se puede detener el aparato bélico imperial por el accidental hecho de que su detestado enemigo durante unos 45 años, ya no se le oponga, al menos como lo hacía por entonces con una ideología atrayente a buena parte de la población del planeta. Tanto para el semiólogo y el politólogo, establecer un ‘enemigo’ es fundamental en la construcción de lo que conocemos como civilización, seguramente por aquello de la virtud cohesionadora de una amenaza real o ficticia. Al respecto, ya hacia inicios del siglo XX Georg Simmel había percibido esta conveniencia interna de los gobernantes de poseer un ser hostil a quien invocar cuando la casa entra en ‘crisis’ [5], es decir, en los momentos en los cuales quienes se estiman como dominados empiezan a verse a sí mismos como tratados como aquel ‘otro’, por aquella minoría cínica que dice ser su compatriota pero a la vez les tiene subyugados.

La historia es amplia en relatos de estos casos y las guerras civiles son su momento ejemplarizante. Más aún, matizando la alegre y despreocupada opinión de Eco de la ausencia de enemigos y por tanto de acciones bélicas, en Italia, como en Europa, si hubo enfrentamiento entre encarnizados contendores luego de la Segunda Guerra Mundial; bueno, un bando causó la abrumadora mayoría de las bajas al otro. El semiólogo de Padua omite una guerra en territorio italiano emprendida por las huestes de la OTAN, bastante cruel por cierto, la ya tristemente famosa ‘Operación Gladio’. Los muertos allí no fueron pocos y dentro de los mismos italianos esto era una auténtica guerra civil; en un bando estaban el Partido Comunista Italiano (PCI) y el Partido Socialista Italiano (PSI), del otro se apostaba la inefable CIA, el Servicio Secreto Italiano con el ejército Gladio, y terroristas de derecha apoyados políticamente por la conservadora Democracia Cristiana (DCI) [6]. El saldo de aquella desigual confrontación fue de 491 civiles muertos y 1.181 heridos o mutilados [7], fundamentalmente en múltiples ataques con bomba. ¿Piazza Fontana en Milán en 1969, Brescia en 1974, o la Estación de Trenes en Bolonia en 1980, le dicen algo a Eco?

Por entonces los enemigos del gobierno italiano apoyado por el de Washington eran los ‘comunistas’ y sus locos deseos de llegar al poder, no obstante los ataques en sí, fueron dirigidos contra el grueso de la población escogida al azar en operaciones terroristas de Falsa Bandera, empleadas para desprestigiar a aquellos en sus osadas pretensiones de poder, en momentos en los cuales el PCI era el más fuerte de Europa Occidental. Y a decir verdad, lograron su objetivo. Detrás de esta belitre estrategia de guerra encubierta estuvo el anticomunismo visceral del gobierno estadounidense.

Una vez puesta en su sitio la mala memoria de Eco, debemos retornar a aquella categoría de ‘el otro’, como diría Sartre, el ‘enemigo’ (inimicus en latín, en sentido personal), la cual resulta ser causante de verdaderos ambientes de angustia en determinados momentos, como cuando son colocados específicos individuos a manera de culpables de muchas cosas abstractamente estimadas de peligrosas (las reuniones, la deliberación, la presión social, la libertad de expresión), alterando lo definido como ‘plácida tranquilidad social y política’; esto es, las relaciones de dominación al interior del capitalismo de la desposesión generalizada.

En un mundo de complejidades cibernéticas inimaginables para la persona común y a la vez de invasivas fuerzas embozadas hasta en tu ordenador (o eso nos insinúan que ocurre), los ‘enemigos’ contemporáneos son erigidos al por mayor, en concordancia con desarrollos del capitalismo de acumulación por desposesión expandiéndose, incluso en lugares otrora respetados por su nivel de justicia social.

En circunstancias así, y con una comunicación humana mediada en sus formas masivas por la tecnología, esta va siendo fungida como sofisticado y omnipresente grillete social, precisamente contra la gran presión emergida del vasto crecimiento de los desposeídos en todas las formas. Ahí están a la vista ciberprogramas como el XKeyscore enmarcado en verdaderas estrategias de acechanza extendida del tipo Digital Network Intelligence (DNI) de la kafquiana NSA, con capacidades tecnológicas aún por ser determinadas, pero de la cual se hace evidente una completa estrategia de abusos y cinismo [8], actuando por encima de cualquier instancia judicial, inmiscuyéndose en casi toda comunicación telefónica o correo electrónico a voluntad de los ya cada vez menos secretos y más ominosos entes de espionaje, lo cual nos permite apreciar una era de absolutismo desconocido en las sociedades [9]. Qué decir de aquel innominado programa cibernético destinado al control de múltiples identidades en línea (denominadas ‘títeres’), las cuales realizan calculados comentarios en espacios de comunicación social, generando falsos consensos sobre específicos temas, procurando acosar opiniones no deseadas por el gobierno de Washington, sofocando comentarios e informes contrarios o divergentes a los objetivos estratégicos de este [10]; toda una trampa política dirigida directamente a adulterar la realidad, pretextando para ello una «lucha contra la ideología extremista y la propaganda antiestadounidense« [11]. Es muy difícil ya no sentir la ocurrencia de una guerra contra aquel personaje ‘hostil’, que en definitiva constituimos los afectados por la pauperización global. Las acciones en el campo de la manipulación (Operaciones Psicológicas) contra la población van escalándose en agresividad y falsificación de la realidad. Naturalmente, el ‘enemigo’ es identificado y proscrito por las instancias represivas correspondientes, a través de lo estimado como un avieso comportamiento; son todos y cada uno de aquellos que aunque sea pacíficamente se atreven a dudar, preguntar, ser solidarios o acometen el revolucionario arrojo de decir: ¡No! Estos enemigo-hostiles, sean externos o internos, poseen un origen cercano, con una triste historia que no puede ser olvidada.

En 1937 en la Alemania nazi un decreto del jefe de la SS Heydrich Himmler «desencadena una campaña contra los ‘enemigos interiores’, la cual permite el arresto de todos los insociables… [12]‘ ¿Y quiénes eran? Pues los socialistas, comunistas, libre pensadores, homosexuales, gitanos, testigos de Jehová, y demás (los judíos eran estimados como no integrados a la nación, y no calificaban siquiera para esta categoría). Aquellos intrínsecamente opuestos, dudosos, horrorizados, o no concordantes con los ominosos principios del nacionalsocialismo alemán fueron calificados de ‘hostiles’ ¿Brutal antecedente no?

Al presente los tipos de ‘enemigos’ establecidos dadas las políticas, sociales y económicas vigentes, adquieren en el terreno de lo hechos el papel de ‘hostiles irreductibles’, es decir, una condición invariable en el tiempo y el espacio, a causa de la misma naturaleza del sistema capitalista, el cual violentamente desposee a nueve décimas parte de la población mundial, sobre todo en las más recientes décadas; tal situación estructuralmente de despojo no parece ser reversible en un futuro próximo por la mera voluntad de quienes se benefician de tamaña afrenta a la humanidad. Justamente esta abrumadora mayoría pauperizada es la razón de que no haya sido intentado un encerramiento y posterior exterminación, como ocurrió no hace mucho tiempo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial con las etnias y grupos sociales citados, los cuales fueron colocados mediante intrincadas fórmulas jurídicas como enemigos ‘sustanciales [13], es decir, con quienes no se puede compartir la existencia biológica y no pueden ser redimidos.

Para el historiador recientemente fallecido, Eric Hobsbawm, la política global de la potencia militarmente imperante los EE.UU., aplicante por la fuerza de tales principios, está dirigida, esencialmente, a pesar de las ostentaciones mortíferas en el resto del mundo, al interior de su propio país [14]; concretamente podemos entender esta idea cuando nos referimos al conservador y ensimismado centro de Norteamérica, flanqueado por las costas orientadas hacia el exterior.

De allí nacen en una medida aún por evaluar, las decisiones de guerra externa iniciada por el gobierno de Washington en el presente siglo (Afganistán, Iraq, Libia, Líbano, Somalia, etc.), las cuales no son si lo observamos bien bajo estos aspectos de política interna, ni irracionales, ni incontrolables [15]. En el momento de escribir estas líneas, Siria es amenazada directamente con un ataque justificado con dudosas presunciones y testimonios que recuerdan los pretextos anteriores a la agresión a Iraq de 2003.

El primer tecnócrata ejecutor de tales estrategias es el mismo jefe de Estado domiciliado en la Casa Blanca, con base en su gigantesco aparato burocrático de espionaje el cual «decide que es indispensable para este planeta que siga siendo una zona de tiro libre de aviones, fuerzas especiales de ocupación, de cualquier objeto peligroso que se pueda arrojar…. [16]» Justificado lo anterior por todos los medios habidos y por haber de la manipulación y la mentira, al consumo doméstico inicialmente y luego para los pueblos sometidos a régimen clientelar. La retórica mediática se orienta inflexiblemente hacia propósitos de acondicionamiento de la ejecución de planes de control interno con espionaje masivo e invasión y acosamiento externo simultáneos, los cuales son, sin ambages, plenamente interdependientes [17] en la primera potencia militar del orbe.

Ya no es tan creíble que las instituciones sociales y políticas estadounidenses de raíz democrática, puedan detener tal ofensiva autoritaria; en cierta manera las certezas del espionaje masivo han erosionado la legitimidad y la autoridad gubernamental del gobierno en Washington entre sus ciudadanos, lo cual unido a las mismas circunstancias pero agravadas en el extranjero, dejan ver una potencia poco estable en el sistema-mundo y por tanto fuente inagotable en sí misma de turbulencias [18]. Como lo dijo escueta pero claramente el expresidente Jimmy Carter: «Estados Unidos no tiene una democracia en funcionamiento [19]«. Revelaciones como las de Edward Snowden, las cuales sencillamente confirman lo que ya veníamos sospechando, nos dirigen hacia el indicio de que de una u otra forma universalmente somos estimados como ‘enemigos internos’ no ya dentro de un país o región, sino del planeta entero; el espionaje en la escala planteada por las revelaciones de estos tiempos nos permite inferir un posicionamiento erga omnes en el rol de ‘hostiles’ potenciales al sistema social político y económico imperante. De allí a ser calificados con el epíteto recurrente de ‘terroristas’ por quienes se arrogan la capacidad de adjetivar, sólo es cuestión de oportunidad; en estricto sentido, ello nos sitúa como una especie de extranjeros ilegales, incómodos, superfluos, subversivos, una especie de alienígenas en nuestra propia tierra. Un sentido de la desposesión humana inimaginable hasta ahora.

De conformidad con los fundamentos civilizatorios capitalistas actuales, son tan númerosos los inconformes potenciales que el mantenimiento de un estado permanente de emergencia es indispensable a los poderes dominantes. Así todo opositor político y recientemente cualquiera que ose exponer a la luz pública el despotismo contemporáneo, es representado tajantemente como un temible insurgente.

Lo que significa en general los individuos que toman a pesar de la fuerte corriente social y mediática, el castigo o el destierro posiciones anti-guerra, pro derechos económicos y sociales, y por la aplicación de los derechos humanos, en su enfrentamiento valiente con el status quo estadounidense, se refleja en a personas como Julian Asange hombre visible de Wikileaks perseguido tramposa e implacablemente por organizar una forma de transparencia política, con pena de muerte y todo invocada por el periodista de la revista Times cercano al Pentágono, Michael Grunwald [20]; de su lado Bradley Manning, intentando colaborar en esta labor fue por dos años encerrado sin ser sometido a juicio (violando la tradición legal de siglos), obligado al arrepentimiento y condenado cual criminal de guerra, con una fiscalía militar que le endilgó el cargo de ‘ayudar al enemigo’ sin prueba alguna; o el acosado Snowden por su revelación-confirmación del espionaje dictatorial extendido.

Con un panorama de tales características se puede avizorar claramente la incipiente reinstauración de una auténtica contrainsurgencia [21] en variados espacios de la vida cotidiana de Estados Unidos; no podemos dejar de tener muy presente que contrainsurgencia equivale a terrorismo de estado. ¡Qué podremos esperar el resto de los mortales! Si el capital es global, también lo han de ser la desposesión resultante y la represión tiende a mantener el estado de cosas en tales términos ominosos; no obstante, se establece la dirección centralizada de la coerción, por ahora, en instituciones pentagonales y afines.

Inimicus, una categoría militarizada de adversario con perversos antecedentes, creciendo en su valoración de ser lo irreconciliable al sistema, es la etiqueta que pende sobre los habitantes humanos del planeta, como una Espada de Damocles, estemos donde estemos. He allí un nuevo sentido de la llamada ‘Globalización‘ del capital, la correlativa mundialización de la esta categoría haciéndola apta para la represión extendida.

Notas

[1] Umberto Eco. Construyendo al Enemigo. Random House Mondadori. Barcelona 2012. Pag.15

[2] Eco. Pag.16

[3] » Para los pueblos que buscan su identidad y reinventan la etnicidad, los enemigos son esenciales, y las enemistades potencialmente más peligrosas se darán a lo largo de las líneas de fractura existentes entre las principales civilizaciones del mundo «. Choque de las Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial. Paídos. Buenos Aires 2001. Pag. 15

[4] Eco. Pag.34

[5] Georg Simmel. «Las empresas combativas propenden mucho más que las pacíficas a asegurar, ya desde su nacimiento la cooperación del mayor número posible de elementos normalmente separados…» El Conflicto Social Del Antagonista. Ediciones Sequitur. Madrid 2010. Pag.80.

[6] Daniele Ganser. Los Ejército Secretos de la OTAN. La Operación Gladio y el Terrorismo en Europa Occidental. El Viejo Topo 2007. Pag. 105 ss.

[7] Ganser. Pag.129

[8] El cinismo viene de la misma Casa Blanca. Remember when Obama said the NSA wasn’t «actually abusing» its powers? He was wrong. Andrea Peterson. The Washington Post. Agosto 15 2013. http://www.washingtonpost.com/blogs/the-switch/wp/2013/08/15/remember-when-obama-said-the-nsa-wasnt-actually-abusing-its-powers-he-was-wrong/

[9] Glenn Greenwald . The Guardian. XKeyscore Una herramienta de la NSA que recoge «casi todo lo que un usuario hace en Internet«. Traducido por Rebelión de http://www.theguardian.com/world/2013/jul/31/nsa-top-secret-program-online-data/print

[10] El ejército de Estados Unidos manipula las redes sociales para fabricar la realidad. Matrizur.org / Agencias. 14-08-2013. http://www.matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=27720:el-ejercito-de-estados-unidos-manipula-las-redes-sociales-para-fabricar-la-realidad&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

[11] Ibídem.

[12] Yves Ternon. El Estado Criminal. Genocidio en el Siglo XX. Ediciones Península. Barcelona 1995. Pag. 165

[13] «‘Enemigo sustancial’ quiere decir. Independientemente de las circunstancias, menos designado por el otro que designado por su misma naturaleza; permanente, irreductible en el sentido de que no puede ser reducido a otra cosa o transformarse en otra cosa, sino que sólo puede disfrazarse y ocultarse.» Yves-Charles Zarka. Un Detalle Nazi en el Pensamiento de Karl Schmitt. Anthopos Editorial. Barcelona 2007. Pag.45, 46.

[14] Eric Hobsbawm. Paz y guerra en el Siglo XXI. Editorial Crítica, Barcelona 2007. Pag.38,39

[15] Hobsbawm. Ibídem.

[16] Andrew Bacevich. ¿Una Guerra Eterna? Mayo 28 2013 http://www.tomdispatch.com/blig175704

[17] Hobsbawm. Pag.369

[18] Immanuel Warllerstein. El Espionaje del Gobierno de EE.UU. http://www.jornada.unam.mx/2013/08/24/opinion/020a1mun

[19] Paul Craig Roberts. Obama’s Syria Moment. Another Western War Crime In The Making. AUGUST 27, 2013. http://www.counterpunch.org/2013/08/27/another-western-war-crime-in-the-making/

[20] Desde su twiter expresó el 17 de agosto: «estoy ansioso por escribir la defensa del drone que mate a Asange«. Corresponsal de «Time» ansioso porque EE.UU. asesine a Julian Assange. Agosto 19 2013 http://canarias-semanal.org/not/9976/corresponsal_de__time__ansioso_porque_ee_uu__asesine_a_julian_assange/

[21] La cual tiene antecedentes muy claros en por ejemplo planes concretos de control social violento de la propia población de los EE.UU. durante los años sesenta, como la Operación Garden Plot. Peter Dale Scott. La Desestabilización Sistémica. La Estrategia de la Tensión a Través del 11 de Septiembre, el Asesinato de JFK y el Atentado de Oklahoma City. Red Voltaire. Abril 23 de 2013. Nate Jones, «Document Friday: «Garden Plot»: The Army’s Emergency Plan to Restore «Law and Order» to America«, National Security Archive, 11 de agosto de 2011.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.