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Insania macondiana

Fuentes: Rebelión

No me gusta el rótulo, pero sintetiza aquello que se hace o se pretende cometer con Venezuela. Es cínicamente delincuencial a nivel de esos estados que encarcelarían a quien rompiera una vitrina, vendido y negado por las oposiciones hasta las almas que están por venir a este mundo y es increíble que ocurra porque no […]

No me gusta el rótulo, pero sintetiza aquello que se hace o se pretende cometer con Venezuela. Es cínicamente delincuencial a nivel de esos estados que encarcelarían a quien rompiera una vitrina, vendido y negado por las oposiciones hasta las almas que están por venir a este mundo y es increíble que ocurra porque no se cuidan ni las formas. El descarado y brutal. Este Macondo es más insólito que el otro, por la desmesura ramplona de la politiquería internacional; sin las metáforas del mágico asombro de la novela, al revés lo que instala es una rabia honestísima con la pandilla estafadora de gobernantes, el crimen cometido a plena luz del día y con infinidad de testigos. Es un Macondo sin humor con bajas simpatías, solo hastío, vergüenza, añoranzas sesenteras y amargura filuda. Son algunos gobernantes de América y de Europa, que a su momento serán medidos por la absurda vara del cangrinaje que usan ahora con la República Bolivariana de Venezuela. Y cuando se creía que el lambonaje era referencia del pasado vuelve recargado y más rastrero. Con el nombre que se bauticen: pandilla de Lima, organización de estaduchos de la minúscula américa, club de los escupen para arriba o yo qué sé. La pacotilla no está en el nombrecillo son sus acciones serviles y gratuitas.

El negocio de los gringos malos es la riqueza mineral venezolana. ¡Ah, Nicolás Maduro! Por ahora es el héroe, con sus errores y aciertos es garantía endeble, aun batallando con el descrédito mediático y con la poquita fe de media nación dudando de su liderazgo. Sostenido por el chavismo necio (en la versión trovera de Silvio Rodríguez) y militante. El padrino de la White House no va repartir el botín venezolano con nadie ni siquiera con Canadá (¿o sí?). No repartirá nada con Perú, tampoco Brasil y mucho menos con Argentina. Su mezquindad es señal de identidad. Apoderado del petróleo venezolano jugará a conveniencias con el precio mundial del barril, por ahí algo ganará Europa. Y perderán exportadores petroleros como Ecuador y Colombia (cabrea decirlo, pero lo tendremos merecido).

Caben las repeticiones de las lecciones políticas de los Gobiernos estadounidenses: America for north americans, claro que se acuerdan. Y esta otra : America does not have friends only its interests [1] . Son frases que resumen la doctrina o la estrategia fundacional de los Estados Unidos. ¿Los venezolanos, mujeres y hombres? Les importa menos que un gramo de coltan [2] . O un litro de agua dulce o un gramo de oro. ¿Por qué no ‘salvan’ a Haití? ¿Por qué no ‘salvan’ a Honduras? ¿A los palestinos de su cuentagoteo mortal? Así es. ¡Hay víctimas que salvar en todos los continentes! Pero se les ocurrió el desventurado Macondo venezolano, predicho en El otoño del patriarca. De todas maneras son otras vidas y otras novelas y mezcla a Los Sopranos con Babilonia en la definición política de la Nación Rastafari, nada es decente ni elegante, todo es bestial y procaz. Y quienes no tengan bisagras en la región lumbar tendrán un prontuario en las cadenas de televisión.

Ellos se empeñan en cumplir a satisfacción su alcahuetería. Ellos son gobernantes de pelajes distintos, clase política de clasificación imposible, dueños de medios de comunicación retornando al pasado y cierta credulidad popular. El primer logro: acomodar un confuso retrato de Nicolás Maduro con el hijo de Bendición Alvarado. O quién sabe. Están inventando el patriarca imprescindible en la persona de Juan Guaidó, con los otoños de la decrepitud política necesarios para robarse las riquezas minerales venezolanas. ¿Está en punto de rocío el chavismo para prevenir ese retoño? Algo es cierto: el mundo ya no es tan ancho y enajenarlo podría no ser tan fácil.

El «rudo embajador Mac Queen (pudo haberse apellidado Bolton) le replicó que ya no estamos en condiciones de discutir, excelencia, […] salga a la calle y mírele la cara a la verdad, excelencia, estamos en la curva final, o vienen los infantes o nos llevamos el mar, no hay otra, excelencia,…» [3] Es condena macondiana para esta América, que empezó a llamarse así desde el primer arranche mineral del colonialismo español. El portento garcía-marquesiano describe las Venezuelas que son y vendrán: «de modo que se llevaron el Caribe en abril, se lo llevaron en piezas numeradas los ingenieros náuticos del embajador Ewing para sembrarlo lejos de los huracanes, en las auroras de sangre de Arizona, se lo llevaron con todo lo que tenía dentro, mi general, con el reflejo de nuestras ciudades, nuestros ahogados tímidos, nuestros dragones dementes,…» [4] .

¡Ay, este Macondo otoñal y patriarcal sin el mar! Es América del siglo XIX con matrices desinformadoras del siglo XXI contando el cuento que somos una ‘raza’ ingobernable y las repetidoras locales amplifican en lunfardo del vecindario local para motivar disgustos pavlovianos, por ejemplo, los malos de esta América venezolana o ecuatoriana, argentina o colombiana, son quienes les conocen las costuras a la babilonia imperialista y se oponen al arranche. La pandilla de los buenos está convirtiendo a Venezuela en Apocalipsis Now, confiscándole decenas de miles de millones de dólares depositados en sus bancos, incautándole el oro y des posesionándola de sus empresas (por ejemplo, CITGO). Es gana-gana macabra. Y bandidezca sin importar el frac, la corbata, el idioma, el color de la casa presidencial o el casino de juego de los Estados chiquitos e idiotas. Los negociantes de armas, si el chavismo resiste, ya hacen las cuentas. También los del negocio de la reconstrucción si en mala hora tiran bombas por el gusto de tirarlas. Esa sopa podrida y vidriosa es servida, en tres tandas, a la gente americana, a pesar de la indigestión algunos, de verdad, creen que el ‘malo’ es Nicolás Maduro y Donald Trump el libertador. Guaidó es comparsa de utilería.

La patria es un negocio para unos y «tantas cosas bellas» [5] para otros. Y como es negocio de bandidos, sin importar himnos y banderas, entonces , the business is to dispatch with the big spoon [6] . Qué más da. Pensándolo mejor, ya no asombra robarse un país delante de millones de ojos, usando de espejismo algo llamado ‘libertad’ o con cualquier otra zanganada de ocasión. Venezuela, país convertido en pordiosero con su propio dinero en las arcas de los bandidos que lo acanallan, al país no le venden medicinas ni alimentos, hasta el buen gentilicio se lo han decomisado. Un chin de xenofobia para condimentar el veneno. Un día estas acciones serán estudiadas como el atraco supremo en complicidad con una cuadrilla de gobernantes que no recibieron nada para sus países. Ni siquiera el cochino agradecimiento del ratero.

 

 

Notas:


[1] América (o sea los Estados Unidos) no tiene amigos solo sus intereses.

[2] El coltán -también llamado en su origen coltan– es un mineral metálico negro y opaco compuesto por los minerales columbita y tantalita. El coltán no es una denominación científica que se corresponda con un elemento en concreto. La denominación corresponde a la contracción del nombre de dos minerales bien conocidos, la columbita (COL), óxido de niobio con hierro y manganeso (Fe, Mn)Nb2O6, y la tantalita (TAN), óxido de tántalo con hierro y manganeso (Fe, Mn)Ta2O6. El coltán es una solución sólida entre ambos minerales. Es decir, ambos minerales se combinan en proporciones no definidas. El coltán es relativamente escaso en la naturaleza y es un claro ejemplo de materiales que han pasado de ser considerados simples curiosidades mineralógicas a estratégicos para el avance tecnológico, debido a sus aplicaciones. Es utilizado en casi la totalidad de los dispositivos electrónicos (Fuente Wikipedia).

[3] El otoño del patriarca, libro en pdf, p. 179.

[4] Óp. Cit., p. 179

[5] Rubén Blades, de la canción Patria.

[6] Significa: el negocio es para despacharse con la cuchara grande.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.