Con el auge de las herramientas de IA generadoras de contenido, cabe cuestionarse los desafíos éticos y sociales que deberá abordar esta tecnología en desarrollo.
El término Inteligencia Artificial (IA) se ha vuelto tendencia en redes sociales y hasta en conversaciones cotidianas en Cuba.
El actual boom llegó a partir de sus nuevas variantes para generar contenido, si bien desde hace 50 años se viene experimentando en ese campo de la informática, y hoy se aplica dentro y fuera del ciberespacio, como en los traductores y transcriptores automáticos, motores de búsqueda, viviendas inteligentes, entre otros usos.
Estos softwares que imitan aspectos de la inteligencia humana aprenden constantemente de la información oscilante en múltiples conjuntos de bases de datos; luego la procesan y de ahí dan rienda suelta a la imaginación; por supuesto, a partir de las orientaciones del usuario.
Al no necesitar líneas de código de programación para entender una orden, logra estrechar la brecha entre el usuario promedio y un mundo digital enrevesado de algoritmos. Gracias a eso, ha ganado popularidad entre la gente.
Estas aplicaciones están cambiando la forma en la que las personas interactúan con la tecnología.
La IA generativa está transformando el mundo de la creatividad y la comunicación, por ejemplo, con chatbots (según el diccionario de Oxford, un programa informático basado en la inteligencia artificial que es capaz de mantener una conversación con un internauta, sobre un tema específico) y programas que pueden crear obras de arte o música.
Ya se incluye en las rutinas productivas de empresas publicitarias o es utilizada por escritores ante las crisis de inspiración, o por músicos en la búsqueda de nuevas melodías. En general, son muchas las ventajas que ofrece.
Consecuencias negativas
Pero no todo es ganar-ganar. Las consecuencias del auge de la IA generativa también pudieran ser devastadoras.
Existe el riesgo, por ejemplo, de una automatización de la creatividad. ¿Qué sucederá cuando las herramientas de IA puedan producir contenido creativo de manera más eficiente que los humanos? ¿Se volverán obsoletas las habilidades humanas?
Cada vez son más las empresas de la industria de la tecnología y el entretenimiento que se apoyan en tales programas, una tendencia que conlleva inevitablemente a la pérdida de empleos en el sector e, incluso, de habilidades humanas: a medida que las IA se vayan volviendo más sofisticadas, la dependencia de estas por parte de las empresas aumentará y la intervención humana perderá su primacía.
Llegados a ese punto, se atentará de paso contra la originalidad y la diversidad de los contenidos de las IA, pues estas se retroalimentan por ahora de las creaciones de usuarios guardadas en bases de datos.
¿Llegará el momento en que las IA se retroalimentarán de sus propias creaciones? Aunque todavía sea una previsión imprecisa, eso significaría un monótono desenlace.
La ética de un robot
En torno a las IA surgen más desafíos éticos. Al fin y al cabo, ¿cómo se puede garantizar que estas se utilicen de manera responsable? De hecho, existe el temor de que se empleen en la fabricación de noticias falsas o la manipulación de la opinión pública.
De hecho, ya ha sido denunciada por su uso en fake porn (porno falso), a partir de fotos de playa y otras compartidas por usuarias de redes sociales, que son transformadas en desnudos sin su consentimiento.
Otro peligro es el sesgo. Si los conjuntos de datos que sirven para entrenar al software están sesgados, la IA también lo estará, y el resultado podría ser una propagación de estereotipos y discriminación por medio de los contenidos que genera.
Para evitar ese riesgo, se trata de incluir variedad de voces y perspectivas en los datos de entrenamiento. También existen técnicas de preprocesamiento de información para eliminar atributos irrelevantes o modificarlos de manera que sean más equilibrados, neutros. Y se realiza una auditoría y monitoreo continuos de las IA, con el objetivo de detectar el sesgo en tiempo real, y corregir así los algoritmos.
Otro conflicto recae en la propiedad intelectual. Cuando una IA crea un producto original, ¿quién es el dueño de los derechos de autor? ¿El creador de la herramienta, el usuario que la utiliza o la IA misma? Estas preguntas aún no tienen una respuesta clara.
Para asegurar que las herramientas de IA se utilicen de manera responsable, resulta vital establecer un marco ético y legal que regule su uso, fomentar la transparencia y estipular medidas preventivas de seguridad.
Las IAs en Cuba
El eco del boom de las inteligencias artificiales generativas ya resuena en Cuba. Si bien continúan las restricciones en la navegación en internet para los usuarios cubanos, provocando que la mayoría de las herramientas de IA no sean accesibles dentro del país, los internautas ya acceden a algunas mediante VPNs (en español, redes privadas virtuales).
A través del sitio web de Poe, se puede acceder directamente a varias herramientas como Sage o la famosa Chat GPT. Con Bing Image Creator, de Microsoft, se pueden generar imágenes a partir de descripciones textuales. Pero son varias las herramientas gratuitas que pueden ser utilizadas desde Cuba. Aquí les presentamos algunas:
Herramientas de IA generadas con imágenes y texto
Dentro de la isla caribeña, al “boom” aún le falta ruido por hacer. Las herramientas de IA seguirán popularizándose y probablemente llegue pronto el momento en que se conviertan en algo habitual. Solo haría falta que, en el proceso, se encuentre un equilibrio entre su potencial transformador y la necesidad de abordar sus implicaciones éticas y sociales.
Fuente: https://www.ipscuba.net/espacios/inteligencia-artificial-el-debate-tambien-llega-a-cuba/