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Internacionalismo

Fuentes: https://la-sociale.online

La palabra internacionalismo tiene un significado muy claro. Se refiere a la relación entre naciones. Si el Manifiesto del Partido Comunista de 1848 anunciaba que «los obreros no tienen patria» y que, por tanto, «los proletarios de todos los países se deben unir», se trataba en primer lugar de tomar nota de una situación en la que la burguesía consideraba a los obreros como apátridas, ya que, la mayoría de las veces, no se les consideraba ciudadanos (el sufragio universal masculino sólo se consiguió en Francia en 1848 y en el Reino Unido en 1867). Pero al mismo tiempo, Marx y Engels, en contra de los anarquistas, encomendaron a los partidos obreros la tarea de conquistar el poder del Estado. Y así se darían una patria. En segundo lugar, se trataba de rechazar las guerras entre naciones y de reafirmar el compromiso de los trabajadores de todos los países de unirse contra la burguesía. Esta fue la doctrina de todos los partidos socialistas hasta aquel fatídico mes de agosto de 1914.

Pero el internacionalismo no es ni globalismo ni cosmopolitismo. Para que haya internacionalismo, tiene que haber naciones. El internacionalismo es el reconocimiento de las naciones y la exigencia de su igualdad. Marx lo dijo una y otra vez: «un pueblo que oprime a otro no puede ser libre». Así que los trabajadores ingleses sólo podrían ser libres cuando Irlanda lo fuera. En la reunión de St Martin’s Hall de 1864, cuando se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, la Primera Internacional, la liberación nacional de Irlanda y Polonia, dos naciones especialmente cercanas a los corazones de los «padres fundadores» del movimiento obrero internacional, figuraba en el orden del día.

El capitalismo, en cambio, es globalista porque su expansión no conoce límites, ni políticos ni morales. Los capitalistas estadounidenses consideran que la única nación con derecho a existir es la que ellos dominan por completo y que las demás deben estarles supeditadas. Los imperialismos en general niegan los derechos de las naciones que invaden o descomponen desde dentro hasta controlar todo el funcionamiento de esas naciones apoyándose en las clases dominantes locales, esas burguesías «compradoras» de bienes, adquiridos y pagados, como vemos con la mayor claridad en Sudamérica. Pero, en la medida de lo posible, al capitalismo le gustaría prescindir de los Estados nacionales. Por eso, la destrucción de los Estados-nación más antiguos está a la orden del día en el continente europeo, a través de la máquina de guerra atlantista que es la Unión Europea.
Por tanto, hay dos reglas básicas del internacionalismo: en primer lugar, defender la soberanía nacional de la propia nación y, en segundo lugar, prohibir que el propio Estado participe en guerras de conquista y en cualquier forma de imperialismo. Estas dos normas son inseparables.

Un ciudadano sólo puede ser libre en una república libre. Esta máxima del republicanismo supone oponerse a todo sometimiento a cualquier poder exterior, pero también a toda forma de desintegración interna de la comunidad política por las diversas facciones «comunitarias» o religiosas.

Fuente: La Sociale https://la-sociale.online/spip.php?article55

Traducción: Carlos X. Blanco

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.