Nada de lo que nos rodea es objeto, todo es sujeto.
André Breton[1]
Es nuestro país. Ecuador, aquel que malvive un impreciso momento que se podría titular como: Believe It or Not![2] A la pregunta ‘¿por qué?’ Se responde con la precisión del cabreo, porque gobierna el terraplanismo más engañoso, además de farsante, mientras aprovechan el diluvio internacional ultraconservador. La ineficiencia gubernamental es engañosa, para que ningún análisis acierte. Y si acaso alguno se aproxima es por la ética minuciosa del escribidor . El Gobierno de míster D. Roy Gilchrist Noboa corresponde a ese capitalismo angurriento y cree que su misión única es el enriquecimiento a lo bruto de su grupo plutocrático. Su estilo de manejar el Estado ecuatoriano es copia de otros tiempos que se creían irrepetibles, no obstante está ahí, en el palacio del V barón de Carondelet (Francisco Héctor Luis de Carondelet). ¿Ganó? Eso dijo el CNE, desconozco el verdadero significado de esas siglas. ¡Ja! El man se empoderó de la tramufia electoral y se pasó por el forro leyes de obligatorio cumplimiento, convirtió la administración estatal en su bolsillo para limosnear al electorado (el artificio periodístico se empecina en llamarlos bonos) y tuvo la decencia de no prometer, durante su mandato, la inmortalidad de sus votantes. Pero eso sí dijo, palabras de menos o de más, que establecería el nuevo Ecuador decimonónico. Ahí fue cuando le funcionó el terraplanismo político: cualquier fantasía disparatada era considerada como hecho posible. Realismo bochornoso. ¿El altísimo desempleo? ¿La crisis en el sistema de salud? ¿La cantidad desmesurada de asesinatos en determinadas ciudades? Fácil de responder con el absurdo terraplanismo político y no por absurdo repetido, culpar a Rafael Correa. Y encuentra creyentes.
El boca en boca informa que míster D. Roy Gilchrist tiene un potente think thank que se las sabe completas y cien más por si les falla u olvida alguna. Ese par de anglicismos significan aljibe de la imaginación. Para imaginar maldad o bondad, según a quien perjudique o beneficie, hay que conocer al detalle el material humano (¡!) que se va a trastornar. Y rumorean que tienen mapeados nuestras pulsiones y emociones de millones, por la extrapolación de grupos de muestras. ¿Fábula del desbarajuste social o realidad técnica experimental? ¡Quién sabe! Es la plantación en clave de país del siglo XIX con artilugios del siglo XXI. Mejor dicho, cambian los instrumentos del afrentoso dominio, pero no su esencia, por eso este jazzman, recurriendo a la sociología política, no escribe ‘república’ y les muestra el paisaje de 200 mil km2 de la plantación. Quizás, la aristocracia hacendataria los descubre como mayorales digitales a quienes integran el aljibe de pensamiento. ¿Certezas o dudas? Elijan, por favor… Hasta ahora el sesudo aljibe cumple a cabalidad aquello que el presunto dueño de esta hacienda-país anhela, aquí esta analogía: la maldad está en los detalles, así sean mínimos, hasta las equivocaciones de la camada gubernamental son volteadas a favor de míster D. Roy Gilchrist Noboa. Se presume que el club ministerial y gerencial administra los suministros intelectuales e intencionales del aljibe del raciocinio. ¿Será así? Amanecerá y veremos, decía un ciego optimista, seguramente ecuatoriano. Algo es indudable, ninguno de los funcionarios (adiós a la noción constitucional de ‘servidor público’) se destaca por alguna claridad conceptual del oficio que cumple. Tal vez, no sea necesario, porque a quién le importa la eficiencia si el joropo es cualquier veleidad plutocrática. Así fue en las haciendas y así es un país gestionado como tal.
A esta añeja plutocracia gobernante se la puede atornillar, sin grasa argumentativa, en la clasificación habitual como derecha ultra, con tonelaje deshumanizante de clasismo, racismo, autoritarismo (a milímetros de ser dictadura) opresivo y angurriento. El teorema de la angurria recargada indica que es ese insaciable deseo de poseer la riqueza colectiva del país desdichado. El Ecuador de hoy, sin reparos y con paros indispensables. Y si teorema es cualquier verdad demostrable en matemáticas, en sociología y economía políticas son las dificultades de la gente de las barriadas y parroquias rurales ecuatorianas. La plutocracia del Ecuador va por el máximo de apropiación sin importar los medios ni los términos medios. Ella no bromea, no porque no quiere, resulta que los chistes, de sus bocas plutocráticas a nuestros oídos proletarios, son desabridos y aun así tienen público crédulo. Es posible que minoritario, pero radicalizados hasta la necedad insospechable. La plutocracia ecuatoriana va por el total de los bienes públicos y por tiempo sin fin, para que no sea misión imposible están armando cierto embrollo constitucional del carajo, para el 16 de noviembre se consultará sobre el ciudadanicidio y el derecho a ser país independiente. Antes quizás creería que serían imposibles tales preguntas plebiscitarias, pero ahora sospecho que una parte de la ciudadanía compra caro, crudo y podrido. Dicho aquello sin doble sentido. Eliane Brum tiene un Amazonas de razón: “…no son tiempos para exigir solo lo mínimo”[3]. La diversidad ecuatoriana debería aprender (la letra con sangre entra) de la programada operación en lo fundamental privatizadora y demostrativa de esta clase plutocrática al pretender maximizar, legitimar y constitucionalizar su desmesurada avaricia. Míster D. Roy Gilchrist Noboa va por el todo o totalmente todo (no incluye “o nada”), porque muy pronto el anticorreísmo será afrecho electoralmente inservible. Así como ya lo es el antisocialismo o el anti izquierdismo. Aunque los aljibes de pensamiento ya habrán activado las ‘maquinaria semiótica de control’[4], para imponer otros antis. O renovarlos porque ya son arcaísmos.
Las batallas políticas, peleadas por la diversidad cultural ecuatoriana, de estas semanas septembrinas y octubrinas (2025) tienen aquello de mandato ontológico y cognitivo: seamos realistas, pidamos lo (im)posible. O las barricadas cierran calles y carreteras, pero abren (amplias) vías. No importan las décadas transcurridas desde aquellos clamores juveniles. La contradictoria rebeldía poética entre imposibilidad conservadora y realidad popular, podría considerarse como algo surrealista. También el Ecuador, de estos últimos años, es un país surrealista pero de otra condición. ¿Cuál es? Míster D. Roy Gilchrist promete hacernos la vida de cuadritos y encuentra suficientes apoyos electorales para sus impensables bravatas. Esa gestión irracional de la realidad política más próxima de aquellos colectivos de ciudadanía alcanzados por odios oníricos a cierto enemigo fantástico. Believe It or Not! ¿Cómo explicar el aborrecimiento a las políticas públicas favorables pagadas con nuestros impuestos? ¿Acaso aceptan esas ciudadanías estas penalidades económicas familiares para sostener el anti-no-sé-qué? Un país extraviado en el surrealismo político -igual que Estados Unidos, algunos países europeos o quizás Argentina- motiva a renovar los análisis culturales. Sin embargo, mal de muchos consuelo ilógico de pendejos. Las últimas respuestas políticas combativas de los movimientos sociales demuestran que aún se tiene intacta el ánima cimarrona del humor. Y el humor moviliza, solidariza y al final triunfa en el combate decisivo. El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez sentenció: “el poder (político, JME) no controla el humor”[5]. Y ese poder no puede controlar el humor popular como combustible metafórico de la inconformidad, por los límites sociales y culturales de las tribus oligárquicos. “El poder político es en buena medida la capacidad de alguien —de una persona o de un grupo— para imponerle a la sociedad una versión del pasado”[6]. La plutocracia dominante reconfigura el poder de su angurria como gobernanza geométrica de una plantación del siglo XIX. Believe It or Not!
A esta plutocracia las ideología le valen… Míster D. Roy Gilchrist Noboa según el golpe de viento mediático saca letreros de la chistera oportunista: centro-central, centro-zurdo, zurdo-centro o ninguneo ideológico. Hay probabilidad que el aljibe de laastucia recomendará artificio y descaro, en diferentes proporciones según la temperatura del descontento popular. Es decir, alcanzar simpatía con escasa empatía. (¡Ay, Ecuador caíste en una emboscada malafesiva!) Pero cualquiera valora no aquello que se dice sino aquello que se hace y la clase plutocrática gobernante estira sus méritos para colocarse en la fila de la derecha ultra apocalíptica mundial. Apocalíptica hasta en todos los sentidos, inclusive en los más sorprendentes: políticos, religiosos, sociales, culturales hasta éticos. Por estos días, con las prisas de la avaricia proponen una consulta popular para consagrar la anomia que acelere la apropiación descarada de los bienes estatales ecuatorianos. Eso sin contar la oferta descarada de miles de kilómetros cuadrados territorio nacional a Donald Trump, pero al Dictador Naranja más le interesa el petróleo de Venezuela. (¡Hum, Ecuador también tiene petróleo!) Hay malos presagios en referencia al republicanismo ecuatoriano. El rótulo nuevo Ecuador no ocultará la plantación decimonónica en que pretenden convertir a nuestro país equinoccial. Si triunfa la irracionalidad[7] organizada porque funcionaron las artimañas plutocrática.
[1] André Breton (1896-1966). Nacido en Francia. Escritor, poeta y teórico del surrealismo.
[2] Traducción: Aunque usted no lo crea.
[3] Los estadistas actúan, Eliane Brum. Diario El País, de España. Página digital del 30 de septiembre de 2025-22:30.
[4] Préstamo a Fernando Buen Abad Domínguez , del artículo “El show” como conjuro de yerros o derrotas electorales. Publicado en Aporrea, página digital, el 7/10/2025 12:16.
[5] Juan Gabriel Vásquez: «Nadie lee ficción, ni mucho menos la escribe, si está completamente contento con el mundo como está armado». JOT DOWN, entrevista realizada por José Serralvo.
[6] Ibidem.
[7] Es el triunfo de la irracionalidad organizada, frase de un artículo de Fernando Buen Abad Domínguez. “El show” como conjuro de yerros o derrotas electorales. https://rebelion.org/el-show-como-conjuro-de-yerros-o-derrotas-electorales/
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