Al emprender mis estudios universitarios, allá para el año de 1986, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico me acompañaba la esperanza de formar un espíritu crítico en mis estudios en Sociología. Vana esperanza. Al no ser por ciertas lecturas previas como Los condenados de la tierra de Franz Fanon, […]
Al emprender mis estudios universitarios, allá para el año de 1986, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico me acompañaba la esperanza de formar un espíritu crítico en mis estudios en Sociología. Vana esperanza. Al no ser por ciertas lecturas previas como Los condenados de la tierra de Franz Fanon, Las venas abiertas de América latina de Eduardo Galeano, La lucha por la independencia de Puerto Rico de Juan Antonio Corretjer, la poesía de Luis Llorens Torres, Corretjer y Luis Palés Matos, y Salario, precio y ganancia de Carlos Marx, recomendadas y discutidas con algunos maestros de mis años de escuela superior, mi pensamiento hubiera caído presa de la filosofía irracionalista que comenzó a dominar los estudios académicos en la isla a mediados de los años ochenta. A esos maestros formados en años de gloria mi deuda eterna.
En este ensayo me propongo trazar algunas reflexiones sobre la hegemonía de la filosofía irracionalista en los departamentos académicos de la Universidad de Puerto Rico, sobre todo en los campos de las humanidades y las ciencias sociales, y exponer el daño intelectual que las llamadas corrientes posmodernistas, irracionales, han causado a la formación de un pensamiento científico revolucionario para entender y transformar la sociedad. La hegemonía de esta escuela irracionalista ha producido consecuencias sobre el compromiso de los intelectuales que ha llevado a empobrecer la producción de una teoría científica en la academia puertorriqueña. Mis reflexiones estarán atadas a los tejidos que la experiencia de vida tiende sobre el análisis y el estudio. Por ello, el tono testimonial que en momentos, además de reflexivo, tendrá este ensayo.
Luego de la aventura del posmodernismo irracionalista y a causa del acomodo institucional de un marxismo académico y de un débil nacionalismoi, nos encontramos en un desierto intelectual en el que la generación de un pensamiento o teoría crítica parecen piezas arqueológicas. No obstante los avatares del irracionalismo, el marxismo como instrumento de análisis y transformación de la sociedad sigue siendo una herramienta útil unida a reflexiones que se vienen discutiendo en el campo de la filosofía de la ciencia. Una de esas reflexiones es la que el filósofo indio Roy Bhaskar propone con el nombre de realismo crítico.ii
También, los nuevos descubrimientos científicos en áreas como la física moderna y la neurocienciaiii nos pueden arrojar luz, caminos analíticos por donde poder transitar en estos tiempos de incertidumbres creadas a conveniencias de unas posturas ideológicas cuyo fin es legitimar el poder hegemónico de la sociedad de mercado. Sostengo que el marxismoiv como herramienta de análisis tiene que nutrirse de los nuevos descubrimientos en las ciencias naturales y sociales, así como de las innovaciones tecnológicas para poder nutrir de dinamismo y fuerza dialéctica el análisis materialista de la historia. La relación entre los descubrimientos científicos, la filosofía e historia de la ciencia y el marxismo, como método de análisis para la acción, trazarán el sendero para salir del irracionalismo y sus secuelas, el escepticismo y el relativismo radical.
Por último, analizaré como todo este movimiento ha tenido sus consecuencias en el lugar que los intelectuales deben poseer en la sociedad. El compromiso social de los intelectuales hoy parece un tema de la racionalidad clásica ya superado por un nihilismo y un narcisismo perniciosos. Al desterrar a los intelectuales del compromiso social se ha saboteado las capacidades de la producción de un pensamiento y una teoría científica para la transformación social. Las consecuencias inmediatas, y a largo plazo, de todo este proceso ha sido la legitimación del orden social capitalista colonial en que vivimos. La academia puertorriqueña ha sufrido de una nueva colonización intelectual.
El irracionalismo posmoderno en la academia puertorriqueña
El universalismo occidentalista de la universidad de Jaime Benítez y su contraparte el proyecto independentista-socialista radical comienza a desvanecerse en los años setenta. A partir de los años ochenta asistimos a una segunda colonización con la hegemonía del occidentalismo de las teorías irracionales del posmodernismo anglo-francés.v
Esta corriente seudocientífico-filosófica de la realidad se anida, como señalé anteriormente, en los años ochenta en la academia puertorriqueña, específicamente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Hoy es la corriente dominante en los Departamentos de la Facultad de Humanidades y de los demás recintos y unidades del sistema universitario público. Es preciso exponer una definición clara de dicha corriente, antes de hacer un recuento de lo que creo han sido las consecuencias nefastas de esta perspectiva especulativa de la realidad en los estudios universitarios.
Para Alan Sokal y Jean Bricmont,vi el posmodernismo es una escuela de pensamiento que se caracteriza por el rechazo más o menos explícito de la tradición racionalista de la Ilustración, por producciones teóricas desconectadas de cualquier evidencia empírica, y por un relativismo epistemológico y cultural con el cual se define a la ciencia como una narración, un mito o una construcción social. El padre intelectual del posmodernismo (posestructuralismo) fue lo que se denominó el Estructuralismo. El estructuralismo proviene de la palabra latina structura (del verbo struere) que posee, en sus inicios, una definición arquitectónica. El concepto sigue su desarrollo hasta que en los siglos XVII-XVIII el término se modifica por analogía con el cuerpo humano. El concepto vuelve a ser funcional a partir del siglo XIX con Spencer, Morgan y Marx. Aunque en Marx es poco frecuente.vii Sin embargo, el término fue consagrado a finales del siglo XIX por Emile Durkheim en Las reglas del método sociológico (1895).viii El estructuralismo tiene su origen entre los psicólogos que buscaban una alternativa a la psicología funcional a comienzos del siglo XX, sin embargo, el estructuralismo como corriente se sistematiza con el desarrollo de la lingüística y desde este campo de estudio, impacta a las ciencias humanas. A partir del Curso de Lingüística General de Ferdinand Saussure y de la Escuela de Praga, especialmente con Troubetzkoy y Jakobson, se va a generalizar el uso del término estructura y estructuralismo. Luego será el lingüista danés Hjelmslev quien utilizará el término lingüística estructural en 1939. Desde entonces el concepto impactó a las ciencias humanas para abrirse a un proceso de formación del estructuralismo como escuela o corriente intelectual desde los años de 1950 hasta tomar su más clara cristalización en el año de 1966.
En un intento de periodización de esta corriente, Dosse nos dice lo siguiente:
Existen varias formas de apropiación del estructuralismo en el campo de las ciencias sociales. Más allá del juego de los préstamos, las correspondencias, de una contigüidad que nos toca descubrir, siguiendo el consejo de Barthes a los futuros historiadores del estructuralismo, se puede efectuar una distinción que no oculta las fronteras disciplinares: por un lado, un estructuralismo cientificista, representado especialmente por Claude Levi-Strauss, Algiras-Julien Greimas o Jacques Lacan, que por lo tanto atañería a la vez a la antropología, la semiótica y el psicoanálisis; y por el otro, contiguo a esta búsqueda de la Ley, un estructuralismo más flexible, más ondulante y tornasolado con Roland Barthes, Gérard Genette, Tzvetan Todorov o Michel Serres, que se podría calificar de estructuralismo semiológico. Por último, existe también un estructuralismo historizado o epistémico donde encontraríamos a Louis Althusser, Pierre Bordieu, Michel Foucault, Jacques Derrida, Jean Pierre Vernant y de forma más general la tercera generación de lo Annales. Pero, más allá de estas diferencias, se puede observar una comunidad de lenguaje y de objetos que da a veces la impresión de leer el mismo libro a pesar de las variaciones de estilo y de disciplina que separan a un Barthes, un Foucault, un Derrida, un Lacan…ix
Dosse sostiene que el momento faro del estructuralismo como corriente intelectual fue el año 1966. Ya para el 1968 y los acontecimientos en París, el reflujo de su influencia se acrecienta, aunque se instalan de forma programática en la propedéutica universitaria. El impacto en las ciencias humanas no fue al unísono pues cada disciplina tiene su temporalidad. Aun así, disciplinas como la antropología, la lingüística, la sociología y el psicoanálisis creyeron encontrar en el estructuralismo un modelo científico. En la disciplina de la historia la influencia estructuralista avanza más tarde. Dosse, al historiar la influencia de esta corriente en el contexto universitario establece lo siguiente: «Desfases temporales, fluctuaciones disciplinarias en estos juegos de intercambio del campo intelectual: en todo caso, el estructuralismo permitió entablar numerosos diálogos, multiplicar coloquios e investigaciones fecundas, trasladar la atención de forma activa a los trabajos y avances de las disciplinas vecinas. Un periodo intenso, animado por pensadores que en su mayoría buscaban articular sus investigaciones con su práctica social.»x
Sin entrar en las aportaciones desiguales de la escuela estructuralista, por falta de más espacio, me interesa llamar la atención a los denominadores comunes. Uno de ellos es lo que Dosse denomina, el lenguaje común. El impacto de la lingüística fue central hasta tal punto que el inconsciente freudiano fue definido como un lenguaje por el psicoanálisis lacaniano. El lenguaje considerado como fundamento ontológico ya había sido propuesto por Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena. Otro aspecto unido a la centralidad de la lingüística fue el carácter antihumanista. Como nos dijera Raman Selden; «… los mismos estructuralistas han utilizado este adjetivo para poner de relieve su oposición a todas las formas de crítica literaria en las que el sujeto humano sea la fuente y el origen de significado literario.»xi Con estos postulados los estructuralistas ponen de relieve los aspectos que los posestructuralistas o posmodernos van a radicalizar: la extremada y absoluta descentralización del sujeto y la concepción de lo real, la realidad física natural y social, como meros actos de lenguaje. Estas dos visiones sobre la realidad llevaron a los estudios académicos a una concepción neoidealista de la realidad.
De forma paralela a la traslación histórica del estructuralismo al posestructuralismo posmoderno, el desarrollo del marxismo occidental confinó al marxismo, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, a un mero sistema de especulación filosófica. El divorcio entre teoría y práctica paralizó la riqueza teórica del marxismo como instrumento de análisis. Los trabajos realizados por sociólogos franceses como Nicos Poulantzas y las especulaciones lacanianas de Althusser abrieron la puerta a lo que en la era del prefijo pos se denominó posmarxismos. Los trabajos de Poulantzas como Las clases sociales en el capitalismo actual y Estado, poder y socialismo, textos que junto a los de Andre Gorz, iniciaron una interpretación simple de las clases sociales en el capitalismo de posguerra. El foco de sus interpretaciones simplistas centralizaron el mundo del trabajo a nivel de la circulación (de los servicios) sin adentrarse en los cambios producidos en el nivel de la producción capitalista local y global, sin atender el efecto de las innovaciones tecnológicas ni de las crisis cíclicas que pone sobre la palestra de la sociedad los conflictos entre las clases sociales. Estas consideraciones posmarxistas unidas a la descentralización del sujeto que los posmodernos instalaron en la academia occidental, junto a la teoría foucaultiana del poder, la crítica al meta-relato o al concepto de totalidad, la crítica absolutista de la Ilustración y del pensamiento científico, la caída de la Unión Soviética y el fortalecimiento del bloque capitalista, la teoría del fin de la historia fueron las semillas intelectuales de la actual situación irracionalista de la academia puertorriqueña desde la década de 1990 al presente.
David Harvey en su texto La condición posmoderna: Investigaciones sobre los orígenes del cambio cultural (1990; 1998) nos dice sobre la teoría del poder de Foucault que éste:
… creía que sólo mediante un ataque multifacético y pluralista a las prácticas de represión localizadas podía estructurarse algún desafío global al capitalismo que no cayera en las múltiples represiones del capitalismo bajo nuevas formas. Sus ideas apelan a los diversos movimientos sociales que surgieron durante la década de 1960 (feministas, gays, grupos étnicos y religiosos, autonomistas regionales, etc.), así como aquellos que se desilusionaron de las prácticas del comunismo y de la política de los partidos comunistas. Sin embargo, Foucault, en particular a causa de su rechazo deliberado a cualquier teoría global del capitalismo, deja abierta la cuestión de la senda por la cual esas luchas localizadas podrían sumarse a un ataque progresista, más que regresivo, contra las formas básicas de la explotación y la represión capitalistas. El tipo de luchas localizadas que Foucault parece alentar no ha tenido el efecto de desafiar al capitalismo, aunque, por cierto, Foucault podría responder razonablemente que sólo tendrían ese efecto unas luchas libradas para cuestionar todas las formas del discurso del poder.xii
El programa foucaultiano ha calado no sólo en el irracionalismo posmoderno sino en la izquierda que ante su crisis política se ha limitado a intentar modificaciones en el discurso del estado capitalista. Ciertamente, como apunta Harveyxiii, esa alternativa no ha desafiado al capitalismo, ni a la rapacidad de una burguesía imperialista que, ante la crisis económica, busca sus fuentes acumulación sometiendo a las grandes mayorías a la miseria y al hambre por todos los escenarios, a nivel nacional como internacional. La localización de las luchas , la parcelación de estas persigue deslegitimar las teorías de la revolución que se han fraguado en los países subdesarrollados. La diferencia histórica consiste en que aun con los errores de los proyectos revolucionarios de liberación nacional y social, esa teoría se probó en la práctica, dirigidas por un pensamiento científico, y produjo resultados concretos todavía hoy perecederos. Las nuevas teorías posmodernas del poder son construcciones lingüísticas, muy entretenidas para los jugadores, similares a los modelos abstractos de la econometría, que tienen muy poco que ver con la realidad social y su transformación, porque no se trata de transformar la realidad sino de ingeniar formas de expresión. En cierta medida, no sólo es una vuelta al idealismo sino a la sofística antigua.
Lyotard sostiene que el vínculo social es meramente lingüístico y está determinado por un número indeterminado de juegos de lenguaje. La sociedad es concebida como átomos sociales en unas redes flexibles de juegos de lenguaje. El conocimiento es poder definido como forma lingüística. Para estos filósofos, el uso diferenciado de los trucos de lenguaje crea lenguajes y poderes institucionales. El poder es conocimiento que es igual a lenguaje. Si la transformación social y del mundo natural solo se puede librar en el terreno del lenguaje entonces no es raro que el desastre ecológico siga su curso acelerado y que los niveles de pobreza en el globo, o en esta isla cósmica como le gustaba decir a Engels, y en la sociedad puertorriqueña hayan aumentado exponencialmente en las últimas décadas,xiv ante la ausencia de propuestas efectivas formuladas por los intelectuales a estos problemas.
La atomización lingüística del mundo no permite una representación unificada de la realidad. Y si para transformar el mundo se hace necesaria dicha representación unificada, los posmodernos contestarían que no se debe intentar. De esa manera, se abre paso una especie de pragmatismo norteamericano en donde la acción solo se concibe en la región de un determinismo local en relación a alguna comunidad interpretativa cuyos significados perderían todo sentido fuera de esa limitada región. Nuevamente, la parcelación de las luchas, la superioridad del fragmento, la reducción de la resistencia al cuerpo individual, de ahí la exageración hasta la náusea del concepto de deseo, todo en dirección a deslegitimar, y desprestigiar, la noción de sujeto revolucionario y del mundo como una totalidad posible de transformar.
Al igual que los estructuralistas, los posmodernos intentaron darle cierta cientificidad a sus postulados, aun cuando su crítica a la racionalidad científica de la modernidad es absoluta. Ya Alan Sokal y Jean Bricmont, han señalado lo desacertado desde un punto de vista epistemológico de la extrapolación de algunos conceptos de la matemática, la física moderna y la biología realizada por los filósofos más influyentes de esta corriente posmoderna.xv
En los capítulos de su libro titulados intermezzo, Sokal y Bricmont aprovechan para reflexionar sobre algunos problemas epistemológicos en la filosofía de la ciencia, criticando el relativismo absoluto, el solipsismo y los intentos de generalizar o clasificar el método científico. La metodología científica debe implantarse partiendo de la naturaleza de la disciplina científica, sea natural o social.
Los autores en su crítica a los filósofos posmodernos, hacen la salvedad que ellos no desautorizan a éstos en sus particulares disciplinas, si en el mal uso de los conceptos provenientes de las ciencias naturales. De esa misma manera, no paso juicio sobre las concepciones posmodernas en la arquitectura sino en las concepciones de esa corriente en el ámbito de las ciencias sociales, incluyendo a la historia, la literatura y la crítica literaria.
Los estragos intelectuales y académicos de esta corriente han sido devastadores. Ante una realidad social colonial capitalista en crisis permanente, sin reserva alimentaria, con una economía de la droga en ascenso acelerado, con unos índices de pobreza, problemas de salud y de violencia, la producción académica puertorriqueña ha optado por los juegos de lenguaje. El nihilismo y el narcisismo productos del posmodernismo criollo ha llegado al extremo no solo de negar la existencia de la realidad sino de la existencia antropológica de la cultura puertorriqueña. Otro efecto que ha causado la inmersión de la academia en la corriente posmoderna es la institucionalización del pragmatismo, los economistas y los científicos sociales en carrera de llenar sus bolsillos de dólares se han convertido en asesores de las instituciones coloniales. Los historiadores han sido más tímidos pero algunos de ellos han logrado obtener espacios de conveniencia como los historiadores neomuñocistas y los que se han dedicado a trazar una historia apologética de las familias e instituciones burguesas de la colonia.
La coincidencia de estos dos movimientos tiene que ver con el auge del irracionalismo en la academia y con el debilitamiento de las posibilidades de la producción de una teoría científica de la sociedad puertorriqueña. Dicho proceso ha determinado la redefinición del compromiso del intelectual para con la sociedad.
Harvey, al ofrecer ejemplos de cómo el irracionalismo posmoderno se ha vuelto hegemónico, nos dice que hasta el Papa Juan Pablo II y el Rey Juan Carlos de España expresaban sus opiniones en los términos de la posmodernidad. En 1991, un amigo y yo ante los sofismas irracionales del profesor del curso de Sociología del Estado, de forma muy intuitiva decidimos regalarle un afiche del Papa Juan Pablo II, al cierre del mismo.
El compromiso intelectual y la crisis de la cultura de los letrados
Los estructuralistas franceses con Claude Levi-Strauss a la cabeza, enterraron la figura que durante los años cincuenta y sesenta logró vincular el trabajo intelectual y el compromiso social en Europa, Jean Paul Sartre (una necesidad edipal que también exhibieron semiólogos como Roland Barthes y el escritor peruano Mario Vargas Llosa). Además, de El ser y la nada, dos obras adicionales ¿Qué es la literatura? y Crítica de la razón dialéctica fueron el blanco de los ataques de los estructuralistas.
La cárcel del lenguaje, expresión que tomo de Jameson, les llevó a distanciarse de todo compromiso intelectual para con la sociedad. El intelectual (sea sociólogo, biólogo, físico, político, filósofo o novelista) debía tener un solo objetivo, hacer su obra. Su único compromiso debía ser su trabajo intelectual. Es el estructuralismo lingüístico el que va a sentar las bases de la huida hacia el nihilismo y el narcisismo de los intelectuales en occidente y en la academia angloamericana. La crítica a la racionalidad clásica de los intelectuales interviniendo en los procesos sociales se generaliza y se convierte en hegemónica. El intelectual contemporáneo pretende construir una coartada en su ser. Difícil empresa en un mundo real determinado por la crisis económica del capitalismo y sus efectos sociales que producen movimientos, estallidos, revoluciones, pobreza, narcotráfico, contaminación ambiental y toda una secuela de problemas por atender. Ante esta imponente realidad, se está con el capitalismo y su defensa a ultranza, se le busca reformas amortiguadoras a sus efectos o se está en contra. Todos los entramados lingüísticos y textuales tratando de salir de esa realidad pretendiendo justificarse con discursos seudo-filosóficos al uso se constituyen en una defensa del actual sistema de producción social capitalista. Pretender negar el estatuto de la realidad y su acción sobre esta, constituye una coartada en el ser que persigue vivir en una selva sagrada, apartada del mundo social.
Bajtin, en su ensayo de principios de los años veinte, Hacia una filosofía del acto ético, nos dice al respecto:
El mundo como contenido del pensamiento científico es un mundo singular, autónomo, más no aislado, sino integrado, mediante el acto ético real, en el único y global acontecimiento de ser (sobytie bytiia). Pero este acontecimiento único de ser (edinstvennoe bytie-sobytie) ya no es pensado, sino que es, se lleva a cabo real e irrevocablemente, a través de mí y a través de los otros; por cierto, que también en el acto de mi propio proceder en cuanto a conocimiento (postupok poznania), se vive, se afirma de un modo emocional y volitivo, y en esta vivencia-afirmación integral la cognición no representa más que un momento. La unicidad singular no puede ser concebida, sino que tan sólo puede ser vivida participativamente. Toda la razón teórica no es sino un momento de la razón práctica, es decir, de la razón que viene de la orientación moral de un sujeto en el acontecimiento singular de su ser. Este ser no puede definirse en categorías de una conciencia teórica indiferente, sino que se determina mediante las categorías de una comunión real, es decir, de un acto ético, en las categorías de una vivencia eficientemente participativa de la singularidad concreta del mundo.xvi
Es sumamente interesante como esta reflexión de principios del siglo pasado todavía conserva una actualidad y pertinencia inevitable. Para Bajtin, el sujeto tiene una función en el mundo y está integrado y comprometido con el mismo en la acción. La unicidad del ser para con el mundo por medio de su acción en el espacio es fundamento indispensable para la forma en que aprehendemos el mundo natural y social. Los últimos estudios en la neurociencia coinciden con las apreciaciones de Bajtin. La raíz de la cognición además de tener un eje endógeno, la comunicación de las neuronas por medio de la acción de los axones (que transportan energía) en las membranas, también posee un eje exógeno que es fundamental y que tiene que ver con la función de los sentidos sensoriales, como instrumentos de la función de las neuronas, y el desplazamiento de la especie en el espacio creando un proceso de ensayo y error que induce al desarrollo de funciones cerebrales como la mente y el pensamiento o el desarrollo de la reflexión.xvii Dicho proceso, la acción del sujeto sobre el mundo, ya lleva contenida un compromiso con el mismo, ya sea un compromiso de derecha, de izquierda o de centro, incluso hasta religioso.
Las nuevas investigaciones en la neurociencia ubican al lenguaje como un instrumento epistemológico, como una herramienta que nos ayuda a aprehender de forma prolongada el mundo natural y social. El mundo no es el lenguaje. Esa premisa científica significa una ruptura cognoscitiva con el giro lingüïstico del irracionalismo posmoderno y con la coartada en el ser que han impuesto como programa intelectual.
Si bien, la abundante investigación científica sobre la naturaleza y la sociedad sigue produciendo información y hechos fácticos, la academia puertorriqueña en términos generales ha asumido el irracionalismo como horizonte epistemológico. Una de las primeras tareas de sus exponentes, provenientes de la izquierda marxista en sus distintas modalidades, es emprender un ataque ideológico al nacionalismo y a los sectores de la izquierda socialista. No bastó con exorcizar al marxismo y al nacionalismo anticolonial de las aulas académicas sino que hay que emprenderla contra la izquierda política organizada. Su primera embestida política fue su crítica a los sectores políticos de izquierda y sindicales que se opusieron de forma militante a la venta de la Compañía Telefónica por el gobierno de Pedro Rosselló González. La crítica posmoderna se realizó en una revista, dirigida por ellos, titulada bordes y que luego uno de sus exponentes más visibles, Carlos Pabón, volviera a retomar en su libro Nación posmortem. En ambos escritos se culpó a la izquierda nacionalista por haber impuesto su intransigencia política cosa que imposibilitó un manejo más flexible del conflicto. Los filósofos irracionales posmodernos al no estar vinculados al proceso de lucha no se percataron que la llamada izquierda nacionalista era y es casi inexistente, y que no tuvo, ni tiene la fuerza para dirigir un proceso huelgario. Fabricaron un muñeco de paja con el cual pelear. Sin embargo, lo que registramos fue un apoyo a la política de privatización del gobierno de Rosselló González y una profunda molestia por la resistencia de diversos sectores amplios del pueblo en contra de la venta. Lo mismo sucedió con la lucha contra la Marina de Guerra de los Estados Unidos en Vieques. Parecería que los movimientos de la realidad les causan molestia, le incomodan, porque no se ajustan al mundo fantasmagórico que llevan en sus cabezas.
De la misma manera en el 2001, luego de los ataques del 11 de septiembre, este grupo de filósofos irracionales publicaron en el periódico Diálogo de diciembre de ese año , un artículo endosando los ataques del imperialismo estadounidense a Afganistán. El artículo lo titularon ´´ La amenaza fundamentalista global: un punto de vista independiente´´ , utilizando de una forma ahistórica a Marx, bajo su premisa que el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo significó una revolución progresista (argumento que hoy tenemos que ajustar al desarrollo histórico de los acontecimientos, sobre todo a los efectos de la acumulación capitalista sobre el planeta y la especie), entendieron que las miles de toneladas de bombas sobre ancianos, mujeres y niños afganos se justificaba. Su aliciente, según ellos, es que era un apoyo crítico. La barbarie y destrucción que causan las bombas desde el aire a una sociedad no se puede justificar con ningún apoyo crítico. Pudieron justificarlo apoyando de forma abierta y sincera al imperialismo. Ahora, apoyaron al imperialismo y a sus singulares condiciones de vida colonial desde la hipócrita y sarcástica postura del apoyo crítico. De nuevo, en ese artículo desdichado para ellos, volvieron a pelear con una izquierda de paja, solo existente en sus mundos imaginarios.
Lo peor de este proceso no es que desde su irracionalismo apoyen o no a las fuerzas políticas del poder imperialista. Ese es su acto ético y por ello son responsables. Lo peor no es que la emprendan contra la cultura puertorriqueña (no criticándola para mejorarla sino negando su existencia), que la emprendan contra los movimientos estudiantiles llamándoles turbas, contra los movimientos sindicales, entre otros. Lo peor es que conviertan su apostolado irracional en los programas académicos del país. De esa manera, tronchan toda capacidad universitaria para el desarrollo de un pensamiento y una teoría científica que impacte de forma coherente a la sociedad.
La vida en el lenguaje y en la coartada en el ser sume a los estudiantes en un pesimismo nihilista y narcisista sin precedentes en la historia puertorriqueña. La investigación histórica se ha convertido en una especulación metafísica de lo que sea o para ensalzar las figuras del muñocismo. Los profesores de economía se han convertido en asesores a sueldo del gobierno y de las empresas, sin desarrollar planes ni propuestas para un desarrollo local y verdaderamente sustentable. Los sociólogos andan en la metafísica francesa que importaron en los años ochenta o en una sociología positivista norteamericana sin ninguna aplicabilidad a la sociedad nuestra.xviii Los críticos literarios en su mayoría andan divirtiéndose con los signos de un lenguaje que muy poco tiene que ver con nosotros como sociedad.
Este estancamiento del mundo letrado puertorriqueño incentiva el callejón sin salida de nuestra sociedad colonial. El intelectual comprometido con su ser, con su palabra y con su bolsillo pierde de perspectiva el conjunto de la sociedad. Sería injusto sumarle todas las culpas a los filósofos irracionales de la posmodernidad. Ellos ocuparon el lugar que se propusieron y lo han desmontado, los centros académicos. Por su parte, la izquierda anticolonial en todas sus vertientes también ha sido presa del giro lingüístico y de la aceleración y virtualidad de los medios de comunicación masiva. Sin embargo, su mayor responsabilidad recae en la no discusión a fondo de los efectos del irracionalismo en la vida cultural y política del país, y en no poder elaborar una crítica sistemática para el debate ideológico.xix Este último aspecto, así como la responsabilidad de los científicos naturales, lo desarrollo en otro trabajo en proceso.
Aspectos generales del naturalismo crítico
En los últimos años, en el mundo de la filosofía de la ciencia ha advenido un teórico fundamental, Roy Bhaskar. Sus trabajos A Realist Theory of Science (1975; 1997) y Dialectic: The pulse of Freedom, (1993) crean las bases para una nueva forma de estudiar la naturaleza y la sociedad desde una perspectiva materialista.xx
Bhaskar alejándose del giro lingüístico y de la extrapolación indiscriminada de conceptos y teorías de las ciencias naturales realizada por los filósofos irracionles, y que Sokal y Bricmont expusieran de forma clara y sin lugar a dudas, nos define su realismo o naturalismo crítico como una unidad fundamental del método entre las ciencias naturales y sociales. Nos previene de caer en el reduccionismo (identidad entre materia y sujeto) y en el cientismo que expone que no hay grandes diferencias metodológicas en el estudio de la materia y el sujeto. Para Bhaskar es obvio que para el estudio de la sociedad se deben considerar métodos específicos. El método científico para el naturalismo crítico no es un enfoque terminado y fijo si no todo lo contrario es un método que se específica según su objeto de estudio.
Para el naturalismo crítico la evaluación crítica del positivismo y la hermenéutica es fundamental como también el reconocimiento del carácter objetivo de la realidad con sus propios mecanismosxxi de causa y efectos, y su propia estratificación. Para Bhaskar es un hecho que la naturaleza es y existe independiente de nosotros. Al ocuparse de la sociedad la perspectiva cambia pues la sociedad no puede existir sin nosotros. Ello supone una perspectiva epistemológica importante. El método científico, como exponen Sokal y Bricmont, no puede ser convertido en una metodología universal ni en un esquema cerrado. El método científico debe concebirse abierto y riguroso según los problemas a estudiar. Esta perspectiva es central para el marxismo, pues este elaboró las concepciones de materialismo dialéctico y materialismo histórico partiendo de los descubrimientos y experimentos científicos en su momento histórico. Los avances científicos y tecnológicos llevaron a crear una perspectiva de estudio de la sociedad y la naturaleza muy singular en la filosofía occidental. Marx y Engels pecaron de eurocentrismo en algunas ocasiones y en otras rectificaron dicha perspectiva a la luz de un método de estudio de la realidad que no era cerrado, ni dogmático, si no abierto y dinámico. Esa perspectiva es la que Roy Bhaskar rescata en el naturalismo crítico. Su interés es el conocimiento generado por experimentos científicos y la investigación científico social. Bhaskar crítica que la investigación se rija por la imposición de las estructuras de nuestra mente al mundo y a la sociedad. Las deducciones en el campo de la investigación no son fijas si no históricamente temporales.xxii
Una de las aportaciones de Bhaskar para el marxismo es su consideración y rescate, en cierta medida, del materialismo dialéctico. Su esbozo de un método dialéctico crítico de argumentación vuelve a poner sobre ejes apropiados la dialéctica materialista. La consideración de los métodos y técnicas de investigación, tanto para la ciencia natural como la social, como instrumentos epistemológicos transitivos, no dogmáticos, aleja la confusión que las filosofías irracionales han sostenido de subsumir la epistemología en la ontología. Estas aportaciones de Bhaskar complementa las aportaciones de Sokal y Bricmont.
Con la crisis política y epistemológica del marxismo, luego del año de 1989, esta perspectiva revolucionaria no cabe duda que entró en una crisis en la que todavía permanece. Una crisis de conocimiento profundo de la realidad. La perspectiva marxista en Puerto Rico ha adolecido de un estudio concreto de la realidad sobre la cual operar. No basta con repetir modelos de análisis económicos de la academia estadounidense o europea sin emprender un análisis de la economía política de la colonia con la perspectiva en el horizonte de una transformación revolucionaria. El marxismo puertorriqueño en sus análisis de los últimos años se ha dedicado a ofrecerles recetas al estado colonial y al imperio, intentando abrir caminos de reformas pero no de transformación revolucionaria. Han convertido la perspectiva marxista en un ejercicio heurístico, en el uso y manejo de categorías fijas como si la realidad colonial no fuera una dinámica, aunque la estructura económica del coloniaje sea reproducida y mantenida por el poder imperialista en la isla. En otras palabras, hemos convertido el método de análisis del marxismo en uno cerrado, de categorías fijas, en consignas reproducidas desde los años ochenta, citando programas de transición de los años cuarenta, sin analizar de forma científica el contexto social puertorriqueño del nuevo siglo.
Creo conveniente, regresar a la perspectiva abierta, dinámica y científica del marxismo enriqueciéndolo con las nuevas perspectivas producto de la investigación y experimentación científicas, tanto de la naturaleza como de la sociedad, que se vienen creando en la filosofía de la ciencia, en la neurociencia, la física, la biología y en las investigaciones sociales que se están realizando en el campo del marxismo, sobre todo por investigadores del llamado Tercer Mundo. Volver al simple postulado, y a la misma vez complejo, de entender la realidad para transformarla desde la perspectiva revolucionaria. Para ello, los postulados del naturalismo crítico de Roy Bhaskar, entre otras, pueden ser un camino de comienzo muy rico.xxiii
Notas
i Cuando describo al marxismo académico como uno pedestre me refiero a la enseñanza de los conceptos marxistas de una manera esquemática y dogmática. Claro, siempre hay sus excepciones. Cuando hablo de un débil nacionalismo amelonado me refiero a toda una tradición de la izquierda independentista que surge con fuerza política a partir del año de 1976 en el Partido Socialista Puertorriqueño. Luego esta corriente política cristaliza en la universidad en el año de 1984 con el triunfo electoral de Rafael Hernández Colón y el Partido Popular Democrático, y la presidencia de la UPR de Fernando Agrait. Vale aclarar que el melonismo arropó a los marxistas como a los nacionalistas.
ii Roy Bhaskar llamó a su filosofía naturalismo crítico pero los estudiosos de sus postulados han impuesto la denominación de realismo crítico. En mi uso y estudio de la obra de Bhaskar utilizaré el término de naturalismo crítico por parecerme más apropiado.
iii Sobre todo los estudios y descubrimientos en la neurociencia realizados por neurobiólogos como Rodolfo L. Llinás y Humberto Maturana, entre otros.
iv Utilizo el marco conceptual del marxismo por entender que la fortaleza de dicho concepto todavía no ha sufrido la expropiación de su significado en el mundo de la filosofía irracionalista posmoderna. En el mundo académico estadounidense y europeo (angloeuro-occidental) el concepto de teoría crítica se utiliza para denominar de manera indistinta campos como el posmodernismo, el estructuralismo, el marxismo, el culturalismo y el narrativismo. Esa manera de operar lleva a crear una madeja de tinieblas conceptuales que no son propias para la investigación científica. De hecho, cuando utilizó el marco conceptual marxista o del materialismo histórico lo denomino precisamente como marco conceptual por entender que una teoría es una hipótesis probada y validada como un hecho; teoría de la gravedad, teoría de la evolución de las especies, etc. Hay en el campo conceptual del marxismo algunos análisis que se acercan a esa cualidad de la teoría científica, por ejemplo la teoría de las crisis cíclicas del capitalismo.
v En esta nota me refiero a al proceso ideológico colonial en la confección de los estudios universitarios. El autonomismo diseñó una visión hispano-puertorriqueñista colonial de la historia y la cultura de nuestro país con la generación del treinta. Algunas voces fuera de la academia respondieron de forma crítica a esa definición. No obstante, esa fue la visión ideológica de nuestra cultura diseñada por la academia. Luego esa visión es reforzada por el occidentalismo y la política de la casa de estudios de Jaime Benítez. La política de Benítez sufre la embestida de la fuerza ideológica del marxismo y las luchas anticoloniales en el Tercer Mundo. A ello se une la radicalización del movimiento estudiantil y de algunos intelectuales que ponen en jaque la institución confeccionada por Benítez. Para finales de los años ochenta la crisis de las luchas anticoloniales, la crisis de los estados socialistas y el viraje de los intelectuales hacia posturas reformistas abren las puertas de la academia a la invasión de las teorías irracionales del posmodernismo y del giro lingüístico.
vi Ver su libro titulado Imposturas intelectuales, (199).
vii Solo en la Crítica de la economía política de 1859….. volver al respecto
viii François Dosse. Historia del estructuralismo. Tomo I: El campo del signo, 1945-1966. Akal. Madrid, 2004.
ixIbid, 13.
xIbid, 14. También, debemos recordar que los estrucutralistas se vieron influenciados por la traducción que hiciera Tzvetan Todorov de los textos de los formalistas rusos titulada Teoría de la literatura de los formalistas rusos en 1964. Por otro lado, el encuentro entre el etnólogo Claude Levi-Strauss y Roman Jakobson abono a esa influencia de los formalistas rusos en los estrucutralistas que en cierta forma fueron los continuadores del programa investigativo de los formalistas.
xi Raman Selden, Meter Widdowson, Meter Broker, La teoría literaria contemporánea , 2001, pp.88. El estructuralismo según el estudio de Maurice Corvez abarcó los campos de la antropología, la lingüística, la etnología, el psicoanálisis, el marxismo, la literatura, la crítica artística y a la historia de las religiones.
xii David Harvey, pp.63.
xiii El mismo Harvey establece lo siguiente: ´´ Pero estos cambios, cotejados con las reglas elementales de la acumulación capitalista, aparecen más como desplazamientos en la apariencia superficial que como signos del surgimiento de una sociedad poscapitalista, o hasta posindustrial.´´ pp.9
xiv Existen otras posturas muy cercanas en la tradición posmoderna que definen la realidad como un entramado de textos o la textualización de la misma como se deduce de la deconstucción de Jacques Derrida.
xv Sokal y Bricmont, op. Cit.
xvi Bajtin, p. 20.
xvii Ver libro de Rodolfo R. Llinás, El cerebro y el mito del yo: El papel de las neuronas en el pensamiento y el comportamiento humanos , (2003).
xviii Esa sociología en ocasiones asume lo que se ha denominado culturalismo partiendo de una concepción idealista de la cultura. Despojando al concepto de sus raíces materiales como la definiera en su momento Raymond Williams.
xix En algunos momentos hemos realizados esbozos para el estudio metódico y científico de la realidad. Dichos esbozos se han quedado en las fronteras de grupos pequeños, aislados de las fuerzas sociales, sin ningún impacto real en la sociedad.
xx Bhaskar continua y aporta a la mejor tradición filosófica marxista de trabajos como Dialéctica de la Naturaleza y el Anti-Dhuring de Federico Engels, y de El Capital de Karl Marx.
xxi El concepto de mecanismo para nada tiene que ver con la noción newtoniana al respecto.
xxii Aquí solo he expuesto los postulados generales del naturalismo crítico en la filosofía de la ciencia. El lector interesado puede remitirse a los textos de Bhaskar.
xxiii Uno de los campos de los cuales debemos estar al tanto son los adelantos en los estudios del genoma. John Sulston en entrevista con Jorge Halperín nos habla de la importancia de los descubrimientos científicos en este campo para la sociedad humana en El genoma y la división de clases: Conversaciones con Jorge Halperín (2007). Al igual que los trabajos en la física cuántica que realizan científicos como Zvi Bern, Lance J. Dixon y David A. Kosover.
Raúl Guadalupe de Jesús, Ph.D. Profesor de lengua y literatura en la Universidad de Puerto Rico en Bayamón y en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Poeta, ensayista e historiador.
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