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Jorge Arrate: «No me gusta la izquierda que se mimetiza con la derecha»

Fuentes: Rebelión

No es hora todavía de balances, afirmó la semana pasada la presidente de Chile, Michelle Bachelet, parlamentarios de la Concertación (la alianza que gobernó ese país en los últimos 20 años) y dirigentes de partidos que la integran. Pero el triunfo de la derecha chilena, agrupada en la «Alianza para el cambio» que encabezó el […]

No es hora todavía de balances, afirmó la semana pasada la presidente de Chile, Michelle Bachelet, parlamentarios de la Concertación (la alianza que gobernó ese país en los últimos 20 años) y dirigentes de partidos que la integran.

Pero el triunfo de la derecha chilena, agrupada en la «Alianza para el cambio» que encabezó el ahora presidente electo Sebastián Piñera, no implica solo un cambio en el país, sino que sus consecuencias son analizadas de cerca por quienes acompañan la política regional. Al triunfo de la derecha chilena se suman otros avances del mismo sector: el de Ricardo Martinelli, en Panamá; y el golpe de estado en Honduras, que puso fin al gobierno constitucional de Manuel Zelaya y que será sustituido la semana que viene por Porfirio Lobo.

Pero la derrota de la Concertación ha encrespado las aguas políticas chilenas y las voces pidiendo moderación no siempre son escuchadas. Camilo Escalona, Secretario General del Partido Socialista, que con la Democracia Cristiana conforman la columna vertebral de la Concertación, afirmó que el suyo fue el único partido de esa agrupación que trabajó institucionalmente por el demócrata cristiano Eduardo Frei, derrotado por Piñera.

Razones

Fue Jorge Arrate, candidato que recibió poco más de 6% de los votos en la primera ronda electoral, quedando en cuarto lugar y, por lo tanto, excluido de la segunda ronda, el que avanzó algunas consideraciones políticas sobre la derrota de la Concertación.

Arrate fue ministro de Educación y Secretario General del Partido Socialista, al que renunció para encabezar una alternativa de izquierda en las elecciones pasadas, en las que no tenía ninguna posibilidad de triunfo y predicciones de votos muy inferiores al 6,1% que finalmente alcanzó.

Arrate habló el martes 19, en un diálogo convocado en la Fundación Clodomiro Almeyda, sobre «Cómo construir más izquierda».

El debate, que no escapó al desconcierto en que están sumidos los militantes socialistas, le sirvió para adelantar algunas propuestas, entre las que destaca la afirmación de que «no me gusta la izquierda que se mimetiza con la derecha».

«Se fue configurando en Chile una sociedad que se fue desplazando hacia la derecha. La pauta de los debates era puesta por la derecha. Me impresiona que Piñera haya asumido el triunfo en un discurso en el que no pronunció la palabra ‘cobre», destacó, refiriéndose al principal producto de exportación chileno, que aquí llaman el «sueldo de Chile».

Pero ahí mismo le recordaron que Piñera acababa de referirse al asunto, sugiriendo abrir lo que queda de la empresa nacional Codelco a la inversión privada. La propuesta no solo prendió las luces de alarma entre los trabajadores y sectores políticos opuestos a ese criterio, sino también en las fuerzas armadas, que reciben el 10% de los ingresos brutos de la empresa. Eso significó unos 4,2 mil millones de dólares, entre 2006 y 2008. La idea de Piñera es poner las acciones de Codelco en la bolsa y abrir la empresas a inversiones de la empresas de pensiones, entre otras.

Además de la palabra «cobre», clave, para Arrate, en la definición de una política de desarrollo nacional, el dirigente se lamentó que las propuestas de reforma a la Constitución heredada del régimen militar, hayan pasado a «una quinta fila».

Y es que esa constitución consagra un régimen binominal en el que solo tienen espacio dos grandes coaliciones políticas, las que, precisamente, se enfrentaron en la segunda vuelta presidencial.

«A Chile le falta una izquierda. Estoy proponiendo unir fuerzas, pero desde una posición determinada. El gobierno de unidad nacional (que propuso Piñera, pero que no ha tenido acogida por parte de la oposición) es consagrar la existencia de dos grandes sectores y excluir el resto. Eso es lo que hay que romper», afirmó Arrate.

Su balance inicial sobre las causas de la derrota de la Concertación incluyeron cuatro temas, que definió así: Partimos con la constitución de 1990 y seguimos con esa constitución; partimos con la educación y la salud privatizadas y siguen privatizadas; partimos con el problema mapuche y seguimos con ese problema (refiriéndose a los conflictos por la tierra que los mapuches mantienen en la zona sur del país); partimos con una gran disparidad social y seguimos con esa disparidad.

A la privatización de las inversiones del cobre se suma otra propuesta de sectores empresariales para desregular la contratación de mano de obra y reducir el salario de los jóvenes para combatir el desempleo que llega a 28,4% entre los de 15 a 19 años y a casi 20% entre los de 20 a 24 años, comparados con el índice nacional de desempleo, que es de 9,1%.

Contraste

Mientras en Chile la derecha se alista para retomar desde el gobierno su agenda y el presidente electo lanza los primeros ataques al mandatario venezolano, Hugo Chávez, la presidente Bachelet viajaba a Bolivia, para asistir a la toma de posesión de Evo Morales, que inició su segundo mandato la semana pasada.

Chile y Bolivia mantienen una disputa más de centenaria desde que la Guerra del Pacífico, ganada por Chile, dejó Bolivia sin litoral marítimo, desde 1879.

Pero las miradas del presidente electo apuntan hacia el otro enemigo en esa guerra, el Perú, su gobernante, Allan García, con quien tiene mucho mayores afinidades políticas.

El triunfo de Piñera ha puesto de relieve el próximo cambio en la política internacional chilena. Las críticas del presidente electo a Chávez hicieron reaccionar la cancillería, que le pidió abstenerse de hacer declaraciones sobre temas internacionales antes de que asuma la presidencia de la República, el próximo 11 de marzo.

Las relaciones con Perú son también particularmente delicadas, precisamente cuando los dos países dirimen en La Haya un pleito por límites marítimos. La posición conservadora de García, sin embargo, facilitaría el acercamiento entre ambos, dejando encapsulado el tema fronterizo y evitando que contamine otros aspectos de las relaciones.

Probablemente todo lo contrario ocurrirá con Bolivia, donde el presidente Evo Morales impulsa una política muy distinta al modelo neoliberal que encarna Piñera.

El otro aliado natural de Piñera es el colombiano Álvaro Uribe, quien, seguramente, aspirará a un tercer período presidencial y que manifestó su satisfacción por el triunfo conservador en Chile.

La victoria de la derecha chilena alimenta también las esperanzas de sus aliados en Brasil y Argentina y podría contribuir a una importante modificación en el escenario regional.

El nuevo presidente panameño anunció, cuando asumió el poder, su aspiración a encabezar un reposicionamiento de la derecha en la región, una propuesta que al presidente Oscar Arias no le resulta incómoda, como quedó en evidencia el mes pasado, en la reunión que sostuvieron en San José con el presidente electo de Honduras, para tratar de «legalizar» ante la comunidad internacional la situación en ese país.

Si a esto se suman las crecientes dificultades del presidente Barack Obama, en los Estados Unidos, y la conformación de un escenario favorable a los conservadores en las elecciones parlamentarias de este año, estará surgiendo una nueva situación política en el hemisferio.

Si nos atenemos a lo ocurrido en Chile, esa situación tiene como característica una profunda división de la sociedad. Como ocurrió en Costa Rica en las elecciones pasada, el triunfo de la derecha se dio por dos o tres puntos porcentuales, en un escenario en el que las políticas privatizadoras no cuentan ya con el respaldo mayoritario de hace 25 años, y en medio de una crisis económica que los deja sin sustento.

El desafío, en ese escenario, es construir una alternativa capaz de despertar el entusiasmo de un elector que, como en el caso de Chile, prefiere no asistir a las urnas. «Hay más de 12 millones de chilenos mayores de 18 años y participaron en estas elecciones cerca de 6,9 millones», recordó Arrate en su análisis de la situación política chilena.