Soy feliz soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad Silvio Rodríguez Este sábado he visto sentidos abrazos, rostros de dolor y muestras de lealtad. Esta tarde fui testigo de llantos contenidos y lágrimas desatadas que corrieron por los cauces del lirismo y la palabra dada. […]
Soy feliz
soy un hombre feliz
y quiero que me perdonen
por este día los muertos de mi felicidadSilvio Rodríguez
Este sábado he visto sentidos abrazos, rostros de dolor y muestras de lealtad. Esta tarde fui testigo de llantos contenidos y lágrimas desatadas que corrieron por los cauces del lirismo y la palabra dada. La poesía, la metáfora, la música y el gesto fueron parte de este escenario de unidad y entrega.
Este 6 de abril me reencontré con la memoria, con la historia y con el dolor de muchos hombres y mujeres comprometidos con la justicia, con la verdad y el futuro de la humanidad. Son hombres y mujeres que siguen luchando por el definitivo destierro del olvido y la desmemoria.
Estábamos frente a la Embajada de los Estados Unidos en el Estado Español. Hacíamos una clara denuncia ante la impunidad por la muerte de un hombre que empuñó su cámara para hacer de los hechos una historia multiplicada.
Diez años atrás -el 8 de abril de 2003-, la soldadesca yanqui asesinó al fotógrafo español José Couso. La artillería del ejército de los Estados Unidos lo aniquiló porque supo encarar su oficio de fotorreportero ante una profesión que urge dignificar. Estaba en el en el hotel Palestina del convulso Irak. Cubría los hechos de una guerra en la que han muerto cerca de un millón de personas.
Asumió la entrega a su labor como una única ruta posible ante el desenfreno de la mentira, de la manipulación y de la tergiversación de la historia.
El asesinato de José Couso fue ejecutado por la IIIª División de Infantería Acorazada del ejército norteamericano. La intención era clara, aniquilar las sedes donde se alojaba la prensa comprometida y honesta.
Los tres presuntos asesinos del fotógrafo siguen en libertad. ¿Sus identidades? El Teniente Coronel Philip DuCamp, el Capitán Phillip Wolford y el Sargento Thomas Gibson.
Estos no son los únicos responsables de su muerte. El genocidio cometido en Irak es un claro crimen de lesa humanidad. Los expresidentes de los Estados Unidos, Inglaterra y España, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar junto al portugués José Manuel Durão Barroso, -actual Presidente de la Comisión Europea- han de ser llevados ante los tribunales de la justicia. Son los autores intelectuales de una guerra brutal y cínica.
Cada año mueren no pocos periodistas que asumen el reto de hacer obra con la verdad, con los hechos, con la noticia. Couso simboliza la dignidad y la entereza de una profesión de alto riesgo. Su muerte es una buena razón para no renunciar a los más elementales principios del ser humano.
La honradez, el apego a la verdad, el sentido del deber y la gallardía, son los pilares que nos han de acompañar en nuestras vidas frente a los que nos quieren doblegar poniendo como pedestal la sacrosanta democracia del capitalismo
Los que estamos vivos le debemos a Couso parte de nuestra felicidad, parte de nuestras fortalezas. Su labor periodística nos ha permitido entender este mundo corrompido y cínico. Con José Couso tenemos una infinita deuda de gratitud. Ante esa concluyente verdad nos toca tomar la palabra, la imagen, el arte y las ideas para ser consecuentes con su tiempo que es el nuestro.
Tenemos que hacer obra por todos. Este es el punto de partida ante una larga batalla que terminará con la dignidad plena de todos los hombres y mujeres de esta tierra. José Couso forma parte de los referentes humanos de los que nos debemos de apertrechar para seguir en pie ante esta colosal batalla. Su muerte no ha de ser en vano.
Octavio Fraga Guerra es editor del blog www.cinereverso.org
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