El lunes 27 de junio de este año, se despidió de nuestro mundo físico, Fina García Marruz, mujer cubana excepcional del mundo de las letras y de la historia, quien fuese la compañera de vida, esposa de ese otro incansable trabajador de la cultura hispanoamericana, Cintio Vitier, que ya es decir bastante.
Nacer en Cuba, reconocerse entre esa fabulosa familia de pueblos identificados por la insularidad de su patria y por su fervorosa admiración ´a José Martí, les hace muy grandes, el haberse dedicado con toda la paciencia y el amor hacia los más altos valores de Cuba y en general a Latinoamérica y El Caribe. Y dentro de su seno familiar contaron además, con el advenimiento de dos hijos que también muchos aportes hicieron en el campo de la música a nuestro continente, nos referimos a José María y Sergio Vitier.
Leyendo la biografía de Josefina García Marruz, encontramos estas notas: nació el 23 de abril de 1922 en La Habana, le faltaban algunos meses para cumplir los cien años, fue investigadora, ensayista, poetisa y crítica literaria; formó parte del histórico grupo poético de la Revista Orígenes (1944 – 1956), del cual formó parte, José Lezama Lima. Desarrolló un gran trabajo en el campo de la investigación en la Biblioteca Nacional de Cuba y en el Centro de Estudios Martianos, amén de ser una de las personas que trabajó en el equipo que ha venido compilando y ordenando la obra de Martí en la edición de sus obras completas. Su obra literaria ha sido muy reconocida, tanto en Cuba como fuera de ella, se le otorgó el Premio Nacional de Cultura en 1990, la Orden José Martí en 2013, honrada también con las órdenes Félix Varela y muchos reconocimientos más, como el Ciudad Granada Federico García Lorca en 2011.
A Fina García Marruz le conocimos en el año 2015 en el Memorial José Martí de La Habana, fue en una actividad donde se homenajeaba a los “Cinco Héroes Cubanos”, que habían sido detenidos en los Estados Unidos cuando cumplían misiones de protección a la República de Cuba. Fina estaba rodeada de muchas personas que le demostraban su respeto, cariño y reconocimiento por la gran trayectoria en su trabajo literario y en la investigación y por ser una gran cubana. Se le recuerda por sus Poemas (1942), Transfiguraciones de Jesús en el monte (1947), Las miradas perdidas (1951), y los poemarios, entre otros, Visitaciones, Viaje a Nicaragua y Créditos de Charlot. La obra martiana de esta autora se considera de obligada consulta para los que inicien sus estudios en torno a la vida y la obra del cubano universal. De ella vamos a presentar una faceta de su trabajo en la que destaca el impacto que tuvo Venezuela en la obra de José Martí.
José Martí, el Apóstol, el gran Héroe Nacional de Cuba tuvo una estancia de seis meses en Venezuela en 1881, en donde desarrolló un importante trabajo creativo en la poesía y el periodismo, además que desarrolló una importante labor en la docencia. Entre los estudiosos de Martí se ha llegado a la conclusión de que en el gran poeta latinoamericano, es en Caracas en donde se desencadenan con más fragor las fuerzas creadoras de Martí, en el estudio, el análisis de nuestras realidades, en sus aportes a la educación, al periodismo, a la literatura, al ideario de la segunda independencia, a la conclusión de la gran marcha por la soberanía latinoamericana, inconclusa aún en ese tiempo por cuanto no se había conseguido la libertad de Cuba y Puerto Rico. Ello lo constataron, tanto García Marruz como Pedro Pablo Rodríguez, dos de las más grandes autoridades en el conocimiento y análisis de la obra martiana. Al respecto afirma Fina García Marruz que Venezuela es para Martí “el comienzo de su gran oratoria política, su gran crónica periodística, y su definitiva entrega a una causa que deja de ser nacional para ampliar su radio de visión a todo el Continente”
Dentro del trabajo de investigación que venimos desarrollando en nuestro país, próximo a editarse con el título de “Venezuela y los venezolanos en la obra de José Martí”, tomamos debida nota del artículo “Venezuela en Martí” de Fina García Marruz, que fue publicada en el Anuario del Centro de Estudios Martianos (Vol. 5. 1982 p. 26 – 77). Es un importante aporte sobre el impacto que deja Venezuela en José Martí:
“Breve fue la estancia de Martí en Venezuela pero fulminante, y de definitiva importancia en su concepción de la América, que se enraíza en las experiencias de su niñez, empieza a gestarse conceptualmente en México y a conformarse en Guatemala -cuna volcánica de sus desgarrados Versos Iibres- pero que sólo encuentra su completez definitiva en Venezuela, Decimos “concepción” de la América y no “ideario americano” de Martí, porque el pensamiento puede abstraerse de la forma en que se expresa, sin alterar por ello su contenido y en Martí esa “forma” de belleza es inseparable del contenido mismo, como sucede en un poema. Si pensar es, en cierto modo, generalizar, ´concebir´ no es sólo crear algo adentro, sino querer darle vida afuera. La concepción, ya desde la palabra misma, está entrañada a la vida, es un nacimiento nuevo.
Si en México había sentido la impotencia de la palabra para expresar lo inefable, si en España la sintió recargada y vacía de vida, es en Venezuela donde irá a madurar esta concepción de un ajuste tan perfecto de contenido y forma que ´si falta alguna palabra de lo escrito falte algo esencial a la idea´, porque ´el que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la vaina [nótese el símil significativo], ese tiene estilo´. Es en Venezuela’ que su palabra empieza no sólo a acercarse al acto sino a demandar su transformación en acto heroico, a hacerse ella misma ceñida y batalladora como una espada, es aquí que siente a su palabra también hija de la espada de Bolívar.
Todos los que han estudiado la evolución del estilo de Martí advierten, a partir del 81, un cambio radical. Se señalan dos textos fundamentales: ´El carácter de la Revista Venezolana, aparecido en su segundo número, y el prólogo que al año siguiente dedicó al poema del Niágara del venezolano Pérez Bonalde, ambos relacionados sin duda con el comienzo de una nueva expresión americana. Lo que sí creo se ha subrayado menos es la relación de ese vuelco de su estilo con Venezuela misma. Venezuela está en el centro de dos etapas perfectamente diferenciadas de su expresión: la de México, y -tras la etapa transicional de Guatemala- la de Nueva York, coincidente con los últimos catorce años de su madurez de escritor y revolucionario.
Es el comienzo de su gran oratoria política, su gran crónica periodística, y su definitiva entrega a una causa que deja de ser nacional para ampliar su radio de visión a todo el Continente. ´De América soy hijo: a ella me debo´ -dirá en carta de despedida de Caracas a Fausto Teodoro de Aldrey, en este mismo año de 1881. ´Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna. Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mí un hijo´”.
Así concluimos este humilde y fraternal homenaje a la gran poeta, ensayista, investigadora y crítica literaria cubana Josefina García Marruz.
Wolfgang R. Vicent Vielma, Licenciado en Geografía, Trabajador de la Casa de Nuestra América José Martí y Profesor de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.