El pibe Juan, el exilio y el pan duro Por segunda vez, José Gelman desembarca en Buenos Aires. La primera vino huyendo de Ucrania con un pasaporte falso para no ser reclutado. Ahora le acompañan su mujer y sus dos hijos. En su retina se contienen las algaradas de 1905, la persecución de […]
El pibe Juan, el exilio y el pan duro
Por segunda vez, José Gelman desembarca en Buenos Aires. La primera vino huyendo de Ucrania con un pasaporte falso para no ser reclutado. Ahora le acompañan su mujer y sus dos hijos. En su retina se contienen las algaradas de 1905, la persecución de la policía zarista, el regreso a Rusia a comienzos de la revolución de octubre y la desilusión después de asistir al destierro de Trostky. Juan Gelman nace dos años después en el barrio de Villa Crespo en 1930.
En 1941, enamorado perdidamente en verso de una vecina de once años, el pibe Juan empieza a escribir. Publica su primer poema en la revista Rojo y Negro. Según recuerda, durante esos años de la infancia su hermano Boris le leía poemas de Pushkin en ruso. Se imbuye en Dostoievsky, Tolstoi, Andreiev, Victor Hugo. A la edad de quince años ingresa en la Juventud Comunista.
Uniendo inquietudes junto a Héctor Negro, Hugo Ditaranto, Julio César Silvain crea el grupo de poesía «El pan duro» con el fin de autopublicar sus libros y de ofrecer recitales públicos de poesía en bibliotecas y clubes de barrio. En uno de esos recitales, conoce a Raúl González Tuñón, el poeta consagrado que el grupo toma como referente más importante. En 1956, «El pan duro» edita «Violín y otras cuestiones«. González Tuñón redacta el prólogo.
Entre 1959 y 1962 publica «El juego en que andamos«, «Velorio del solo» y «Gotán», libros donde el tono de confidencialidad se hace presente con prosaísmo intencionado; mezcla lo literario y lo ordinario, el cliché y la retórica del tango. La vida cotidiana aparece atenuada por pequeñas maravillas, relampagueos y metáforas paradójicas, pero también salpicada por la impotencia, la denuncia ante la injusticia, la soledad y la muerte. Un discurso enfurecido a ratos, tierno después, sarcástico y esperanzador.
Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.
En 1964 se aleja definitivamente del PC, «absolutamente convencido de su derechismo» («es decir/ la revolución es así/ se critica/ todo el tiempo a sí misma/ separa/ a cada rato/ vuelve sobre lo que empezó para empezarlo otra vez»). Discutía la cuestión internacional, discutía la línea política nacional y llegó un momento en que no había discusión posible. Un año más tarde publica un cuadernillo en La Habana, que se fue ampliando hasta recopilar nueve libros en 1971, «Cólera buey», donde Gelman simboliza una furia poco menos que castrada, una lucidez que hace amargo lo imposible. El tema político se manifiesta desnudo, concreto. Es la época la militancia y el desengaño. Se trata de una etapa de crisis donde la poesía entra en quiebra, en ruptura, habla asimismo de la esencia misma de la poesía, a través de una gran diversidad de recursos, como la invención de heterónimos, de «otros» como Yamarrokuchi Ando y John Wendell, dos de las identidades que asumen el sujeto poético y se manifiestan a través de simuladas traducciones de poemas.
El exilio, el horror y Si dulcemente
En 1976, Gelman se decide correr el riego -estaba amenazado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina)- y entrar clandestinamente a Argentina cuando su fotografía es exhibida en afiches junto a otros «subversivos». El 26 de agosto la dictadura militar secuestra a sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, y a la mujer de éste, María Claudia Iruretagoyena, embarazada de siete meses. Pronto ese manojo de nombres se unirá a la lista de los detenidos-desaparecidos. Gelman cree que su nieto habría nacido en un campo de concentración. En adelante su vida será nómada; vivirá alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Alterna su actividad política contra la dictadura militar con trabajos de traducción para la UNESCO. Muchos años después se sabrá que su hijo, secuestrado en el campo de concentración Automotores Orletti, fue ejecutado la noche del 13 de octubre, y su cadáver arrojado al canal de San Fernando, oculto en un tambor de aceite.
Para muertear a la muerte, Gelman escribe «Carta abierta«, integrada en «Si dulcemente«, poemas del dolor austero, de ternura desatada, una elegía descarnada, preguntadora: deshijándote mucho/ deshijándome/ buscándote por tu suavera/ paso mi padre solo de vos/ pasa la voz secreta que tejés/ paciente/ como desalmadura de mi estar/¿niñito que pasás volando por los trabajos grandísimos?/ ¿atando?/¿desatando?/¿atando para que no me quepa en vos?/¿me fuese afuera de este dolor?/¿a dónde?/¿qué país sangrás/para que sangre carnemente?/ ¿por dónde andás/tristísimo de tibio?
En 1977 Gelman se adhiere al Movimiento Peronista Montonero de resistencia a la dictadura argentina. Dos años después, decide abandonar el Movimiento, en desacuerdo frontal con su verticalismo militarista. Lo tachan de traidor y lo amenazan de muerte – ya acumula dos.
Comienza el exilio. Juan hace un gesto con los hombros y apoya decididamente la insurgencia en Nicaragua y el Salvador.
«Hechos y relaciones» (1980) es el primer libro del exilio y el lenguaje aquí es más áspero, pesimista, el dolor por las muertes de los compañeros (Haroldo Conti, Francisco Urondo y algunos más), el desarraigo, la melancolía. Gelman juega con la lengua, incluso violentándola con la invención de palabras, cambiándolas de género, conjugando sustantivos y adjetivos como verbos. El soliloquio se llena de preguntas, de dudas y de respuestas que son iguales a las preguntas.
En 1982-1983 publica «Citas y comentarios; hacia el sur» y «Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota)». A pesar del fin de la dictadura militar con la asunción del presidente Alfonsín, no puede regresar. Gana el premio «Boris Vian» por «Com-posiciones» y «Eso» (1987).
Comienza a colaborar en el diario Página/12. Muchos escritores e intelectuales reclaman públicamente contra la proscripción judicial de Gelman: Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Alberto Moravia, Eduardo Galeano, Octavio Paz, etc. El 7 de enero de 1988, la Cámara Federal de la Capital Federal modifica la resolución del juez Pons, y lo exime de prisión bajo caución juratoria. Regresa a la Argentina en junio, luego de trece años de persecución judicial y exilio. Publica Interrupciones I. Anunciaciones. Vuelve a marcharse, a México, «por el amor de una mujer» y donde encontrará un hogar estable.
El teléfono suena. Su madre ha muerto. Minutos después recibe una carta de ella fechada veinte días antes. «Carta a mi madre» será su respuesta. Carlos Menem indulta a 216 militares condenados o procesados por crímenes violatorios de los derechos humanos. Entre los 64 ciudadanos considerados miembros de organizaciones guerrilleras que Menem también indulta está Gelman. El poeta protesta en una nota en Página/12. «Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos».
La década de los 90 se inaugura con la identificación del equipo de antropología forense. El tumulto de huesos eran los restos de su hijo Marcelo, asesinado de un tiro en la nuca. Gelman publica Salarios del impío (1993), Dibaxu (1994) y «Ni el flaco perdón de Dios» en coautoría con su compañera Mara Lamadrid, un libro donde se reúnen testimonios de hijos de detenidos-desaparecidos. Llega el reconocimiento nacional y se le otorga el Premio Nacional de Poesía. En el acto de entrega del premio, Gelman repasó la política socioeconómica del gobierno de Carlos Menem adjetivándola de genocida, habló de «los esbirros de la dictadura militar que pasean impunemente por las calles del país y por los cargos públicos» y dedicó su premio a las «víctimas con vida» de la dictadura, «a las víctimas que se dio en llamar desaparecidos, a los que luchan en las rutas de Jujuy en las carpas [de protesta de los maestros] de Buenos Aires», a su hijo y nuera desaparecidos y «al hijo o hija de ambos».
El primer dato concreto fue a través de una de las supervivientes uruguayas. Había indicios sólidos de que una prisionera embarazada había sido trasladada a Uruguay. En mayo de 1998 se pudo confirmar que una muchacha prisionera en Montevideo, había sido ingresada en noviembre de 1976 en el Hospital Militar para dar a luz. El dolor sufrido impedía hablar a los supervivientes. Se inicia una campaña judicial y de prensa, que incluye un intercambio público de correspondencia con el Comandante en Jefe del Ejército Teniente General Balza, contra el General Eduardo Cabanillas, responsable del robo de su nieta o nieto nacido en cautiverio; y más tarde, por el mismo motivo, con el presidente Julio María Sanguinetti del Uruguay, Después de una tenaz búsqueda que incluyó polémicas públicas con el Comandante en Jefe, el teniente general con el presidente, encuentra e identifica a su nieta, residente en Montevideo. «Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él». En septiembre se le otorga el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
Juan localizó a su nieta. No odia. El encuentro es una certeza, el único legado que le ha dejado su hijo.
Desde el exacto centro de la muerte, celebrando la vida
Quizá los lectores se han acostumbrado a que la poesía combatiente, la escritura política, afirme todo lo que tiene que decir sin rodeos, sin oropeles sintácticos o metáforas alucinadas. La crítica, los seguidores de la poesía metafísica, figurativa y los ciegos siempre han tachado al poema político de escaso en palpitaciones poéticas, de dejar todo el espacio lírico a la desnuda verdad, a la consigna. Pero Gelman convierte un sustantivo como Dictadura en un verbo, pisotea los cánones del pensamiento estereotipado y llama a lo femenino masculino y viceversa. Se pregunta si Dios fuera una mujer. El contragolpe afirmativo, creador, ha subsistido a la barbarie y al horror de los milicos, la picana y la desaparición de sus seres queridos. Así mismo, Gelman utiliza interminablemente las interrogaciones, pregunta frente al silencio, se cuestiona duda, interpela al horror.
Como escribe Benedetti, Gelman hace delirar a las palabras, las retuerce, las interroga, las aprieta. «El poeta hunde sus palabras en la realidad e indaga en su fuero interno, siempre en busca de las raíces de esos sentimientos, y es precisamente, al reflexionar sobre la compleja y mutua relación entre el mundo exterior y el interior, cuando admite, citando a Paul Eluard, que puede coincidir la circunstancia exterior y la circunstancia del corazón.»
«La lengua, tal como la hablamos, calla más de lo que puede llegar a decir, sobre todo en relación con los sentimientos e incluso con los pensamientos. Claro que había circunstancias exteriores de todo orden en esos años que me hacían sentir cada vez con más fuerza la distancia que hay entre la imaginación que explora la vivencia y la posibilidad de que ésta se pudiera expresar del modo más preciso y rico posible. En esta estética, lo sensitivo, biográfico, emocional, social, son el alimento de su poesía; sin embargo, estos elementos se disuelven, se fusionan en su propuesta de lenguaje hasta casi ser imperceptibles.»
La búsqueda de Gelman no desiste, como su obra lucida y resistente. Miles de personas firmaron pero el gobierno uruguayo decidió que el caso de la desaparición de la nuera del poeta se encuentra amparado en la ley de caducidad, por lo que no se realizará una investigación para tratar de determinar su paradero. Juan Gelman contesta:
«Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay
Dr. Jorge Batlle Ibáñez
De mi consideración:
Usted ha cometido hoy un acto de injusticia más ominoso aún que el crimen que encubre. No quisiera estar en sus zapatos. Son los zapatos de un hombre que llega a su estación terminal con la conciencia oscura, la decencia mutilada y la hombría de bien desvanecida.
Lo compadezco.
Buenos Aires, 28 de noviembre»
El juez federal argentino Sergio Torres decidió llevar a juicio oral la causa que juzga a los responsables de los delitos de lesa humanidad cometidos en la Operación Cóndor, coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur (Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay y Bolivia) en los años 70.
De esta manera el Tribunal Uno aceptó la competencia en este caso, al decidir la elevación a juicio oral, como recientemente lo adelantó a este periódico el fiscal Miguel Ángel Osorio.
Irán a juicio oral el ex dictador Jorge Rafael Videla y otros 16 militares entre los que se encuentran varios de los generales de la pasada dictadura, como Eduardo Albano Harguindeguy, Cristino Nicolaides, Luciano Benjamín Menéndez, Antonio Domingo Bussi, Santiago Omar Riveros, Ramón Genardo Díaz Bessone, Antonio Vañek, Juan Pablo Saa, Jorge Carlos Olivera Rovere, Carlos Landoni y Ernesto Arturo Alais, entre otros.
Este juicio -uno de los más importantes que se realizarán en el país- tiene su inicio en la década de los años 97, pero a finales de 1999 fueron presentados casos específicos de la Operación Cóndor, con suficiente documentación, y luego se pasó a etapa testimonial y probatoria.
Entre los delitos de lesa humanidad que se les imputan está el caso de la nuera de Juan Gelman.