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Juventud rebelde y valiente en Ecuador

Fuentes: Rebelión

Quiero recordar esta semana la masacre de La Casona de Guayaquil, ya que el 29 de mayo ha sido designado como el día de los estudiantes ecuatorianos en homenaje a esos héroes estudiantiles muertos y apresado en esa fecha de 1969.

En estos tiempos en que los estudiantes protestan en muchos países de América Latina o defienden su revolución en Cuba, Venezuela y Bolivia, es bueno recordar hechos relevantes de nuestro pasado reciente porque son hitos referenciales que nos permiten entender el papel de la juventud en la vida tanto sólo cultural, como social y política de nuestros países.

La Casona Universitaria Pedro Carbo es un edificio patrimonial de la ciudad de Guayaquil. Fue construida en 1898, hecha en su totalidad con madera. Allí se encontraban las facultades de Medicina y Jurisprudencia. En la actualidad se usa como centro de difusión cultural. En cuanto al señor Pedro Carbo Noboa, fue un político guayaquileño que fue presidente de Ecuador y falleció en 1894.

La década de 1960 es recordada por el alcance mundial del despertar y de las grandes manifestaciones de los estudiantes secundarios y universitarios en muchos lugares del planeta. En Francia tuvieron lugar las masivas protestas de ‘mayo del ’68, en Venezuela surgieron las guerrillas estudiantiles, en Guatemala y Perú las guerrillas juveniles, en Uruguay la Juventud Tupamara. En el mismo año 1968 se dio el asesinato del Che Guevara en Bolivia.

En 1965, el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) colaboró con el fortalecimiento de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE). En eso años varios dirigentes del MIR y la FESE fueron detenidos, torturados y asesinados por las fuerzas policiales del presidente José María Velasco Ibarra que se declaró dictador en 1970. Por el año 1969, los estudiantes contestaban el filtro excluyente que representaban los exámenes de ingreso a las universidades, los cuales impedían el acceso de los sectores populares a la educación universitaria.

En este ambiente de tensiones y reclamos se da la toma de La Casona Universitaria de Guayaquil. El gobierno de Velasco Ibarra no acepta los reclamos y envía los militares con un batallón de paracaidistas para desalojar a los estudiantes. Estos abren fuego y se da la masacre de 30 jóvenes bachilleres mientras otros 140 son apresados, maltratados y torturados. Por el impacto del 29 de mayo en las luchas democráticas nacionales, las universidades ecuatorianas no solo decretaron el libre ingreso sino que incluyeron el cogobierno universitario, a partir del cual representantes de docentes, estudiantes y trabajadores participaron en la dirección universitaria.

Bien puede ser recordada esta matanza vergonzosa que cumplió en días pasados su 52° aniversario, siendo el 29 de mayo el día nacional de los estudiantes ecuatorianos. En esta oportunidad, es buen recordar también a la heroína popular Rosita Paredes Jumbo. Ella también fue asesinada en Guayaquil el 11 de agosto de 1973, víctima de la represión de la dictadura militar encabezada por el general Guillermo Rodríguez Lara. Tenía 21 años. Herida en la cabeza por un policía durante una manifestación, fue ingresada en la Clínica Guayaquil del Dr. Roberto Gilbert. Sin embargo ahí se negaron a intervenirla si no se cancelaba los ‘valores’ de la operación. Este tiempo valioso hasta encontrar el dinero solicitado le costó la vida a Rosita.

“¡Prohibido olvidar!” esta sangre derramada, haciendo memoria de estos mártires de un sistema de gobierno que pone primero el dinero a toda costa antes que los derechos y la vida de las personas, en particular de los jóvenes. Lastimosamente muchas universidades se han vuelto un apéndice enfermo de las empresas capitalistas nacionales e internacionales para producir profesionales sumisos y cómplices de tantas desgracias. Hoy este sistema de muerte ha inventado las drogas y los celulares para controlar y embrutecer a los jóvenes. Por la falta de empleos y de futuro digno muchos estudiantes se dejan engañar, cayendo en sus garras mortíferas. Es especialmente grave para los jóvenes indígenas que se dejan deslumbrar por “las flores del mal” del sistema neoliberal. Ya han perdido la batalla los que olvidan o dejan de hablar su idioma creyendo los cantos de sirena que les llevan a la desculturización y la deshumanización.

Desde la madurez adulta de unos y la fe cristiana liberadora de otros apoyemos a los jóvenes que luchan con su entusiasmo, su generosidad y su valentía por un Ecuador digno, equitativo y fraterno. “¡Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías y cuna de la esperanza, que no les asustan ni las balas de los policías desalmados y el ladrar de la conservadora jauría!” A todos nos toca ser solidarios con ellos y “pelear hasta que valga la pena vivir”.