Recomiendo:
0

Kafka, el hijo

Fuentes: Rebelión

Franz Kafka es el hijo que desea alcanzar una metamorfosis para huir del padre. El alumno que ha decidido rebelar su imaginación para desatender las lecciones del anquilosamiento. Más que un maestro que ha llegado al límite de su atrevimiento, Kafka es el consecuente aprendiz, que por desaprobado necesita ir a más. El sujeto negado […]

Franz Kafka es el hijo que desea alcanzar una metamorfosis para huir del padre. El alumno que ha decidido rebelar su imaginación para desatender las lecciones del anquilosamiento. Más que un maestro que ha llegado al límite de su atrevimiento, Kafka es el consecuente aprendiz, que por desaprobado necesita ir a más. El sujeto negado a encontrar un espacio en el lugar del «todo está hecho». Y quizá sea su condición de excluido uno de los puntos que lo siguen vinculando con lectores y escritores. El individuo, que en uno u otro tiempo, cierra los ojos y no halla similitudes entre su yo natural y el entramado superficial del afuera. Kafka huyó del padre que le imponía una realidad. Pero huyó convertido en literatura. Y desde su fuga creó la ficción del condenado que desvive sin conocer la causa de su condena.

Ediciones Irreverentes celebra los 100 años de La metamorfosis con una antología de autores que reinterpretan la obra de Franz Kafka. Antología Kafka, edición literaria de Pedro Amorós con ilustraciones de Alexander Pilko, es una reunión de herederos del gran proceso kafkiano. En el inicio del prólogo, Amorós describe con acierto el porqué de Kafka y el porqué de este encuentro: «Franz Kafka llevaba una vida doble. Por las mañanas trabajaba en una compañía de seguros, por las tardes se recluía en su habitación para dedicarse a la escritura. Sin embargo, no quería dedicarse exclusivamente a la literatura. Se convenció a sí mismo de que iba a pasar su vida frente a una puerta cerrada. Esta imagen se convierte en la figura que define su existencia: el hombre que espera, el excluido, el rechazado, el extranjero… Dudaba de la realidad, hasta el punto de desear la huida. Anhelaba volar, alejarse de la tierra… En las mejores obras de Kafka brilla una mágica fluidez, un flujo incontenible que arrastra las palabras, una inspiración poética grandiosa. La literatura se convierte en Kafka en una especie de altar ante el cual se sacrifica. Y ese sacrificio lo lleva a permanecer sentado, escribiendo durante largas noches, en el silencio, en la soledad…»

Inaugura la antología Pedro Antonio Curto, un escritor que en nuestros días tiene mucho de la mirada de Kafka. Curto es un observador que cuestiona y avanza; la mirada que atraviesa la muralla. A su cargo tiene la interpretación de Carta al padre en La otra carta; el hijo aún se sigue rebelando de los errores del padre. Pedro Pujante escribe El congreso, un relato sobre doce monjes que rezan e interpretan los textos del creador de El castillo. Estefanía Farías describe en ¿Y tú, qué has hecho? un espejismo, quizá la ensoñación del lector de Kafka. Raúl Hernández Garrido despliega su homenaje a la imaginación del autor checo en Un eclipse, un acto de fe en la ficción como creadora de realidades. Nelson Verástegui adapta en La desmaterialización la desgracia de Gregor Samsa, acaso la desgracia circular como estrategia de dominio. Arquímedes González también acude a la pesadilla, pero como simulación, en Un corazón perdido. Kalton Harold Bruhl se asume El otro para contar el encuentro de un escritor suicida de nombre Max Brod. Fernando Veglia hace de su historia, Intuiciones, un paseo por las calles del sujeto que se convirtió en bicho. Francisco Legaz se encarga con poderosa imaginación de uno de los relatos más actuales de Kafka, El artista del hambre, esta vez creado en clave de separación y soledad bajo el título Un artista ¿de qué? Pedro Amorós toma el título Contemplación (el primer libro publicado de Kafka) para visitar la tumba del autor de El castillo en el nuevo Cementerio Judío de Praga y recorrer las calles de Kafka, entre la admiración y el delirio. Miguel Ángel de Rus hace honor a la ironía del drama kafkiano, en Mitad cordero, mitad gato, toro al final. En el exterior del laberinto siempre alguien se ríe. Agustín Cadena se pregunta ¿Quién cree en los escritores?, la historia de una lectora que persigue la sombra de Kafka (o la proyección de su deseo). Un relato que camina entre el deseo y el sueño, la ficción y la realidad. Otra narración que indaga en la transformación de la realidad es La mirada de Kafka de Teresa Galeote, una pintora se inspira en la imagen de Kafka e imagina encuentros con él. Cierra el libro Piso 20, una creación de Melanie Taylor que presenta a Kafka como un autómata que escribe telenovelas y sueña con escribir una propuesta original.

14 relatos se articulan con las ilustraciones de Alexander Pilko para recorrer el espacio Kafka. Palabra y mirada parecen hablar desde espacios cerrados para decirnos que la realidad es una abstracción del poder. Y que el hijo aún golpea la puerta.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.