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Reseña de Elogio de la homosexualidad, de Luis Alegre Zahonero

Kant, las saunas y los cuerpos oscuros

Fuentes: El viejo Topo

No se escandalicen por el título de esta reseña. Hay mucho respeto por Kant en el libro que comentamos (un guiño al Elogio de la locura de Erasmo) y también, claro que sí, por las saunas y los cuerpos gozosos. ¡Como debe ser! Somos cuerpo almado. Aunque puede parecer otra cosa inicialmente éste es también […]

No se escandalicen por el título de esta reseña. Hay mucho respeto por Kant en el libro que comentamos (un guiño al Elogio de la locura de Erasmo) y también, claro que sí, por las saunas y los cuerpos gozosos. ¡Como debe ser! Somos cuerpo almado.

Aunque puede parecer otra cosa inicialmente éste es también un excelente libro de filosofía del autor. De la buena, de la que tiene que ver con la vida y con el disfrute humano.

Si tuviera que escribir una franja publicitaria para este Elogio de la homosexualidad escribiría algo así como lo siguiente: «divertido, mordaz, lúcido, crítico, partidario de la felicidad, conocedor de lo que habla, ayuda para praxis libres, para pasarlo y recomendarlo a las amistades…». No la tengo que escribir pero la suscribo. Y doy la idea para futuras reediciones.

Eso sí, una advertencia: si ustedes son heterosexuales con cosmovisión anexa muy pero que muy clásica este no es su libro… O mejor dicho, pensando un poco mejor, girando lo que debe ser invertido: ¡este es su libro! Les va a sentar de maravilla, casi como una reconversión política-cultural acelerada en 25 lecciones y una coda final. Y probablemente, alguna cita en algún lugar que -hasta el momento, sólo hasta el momento- no suelen frecuentar.

Si son heterocuriosos (¿quién no lo es?, ¿cómo no vamos a serlo?), están más protegidos. No tengan ninguna duda: es también su libro. Se lo van a pasar pipa.

No hace falta presentar al autor. Su libro más reciente: El lugar de los poetas. Un ensayo sobre estética y política, Akal, 2017. Conviene tenerlo cerca, no es una aporía, al leer este nuevo libro del coautor El orden de El Capital. Del Capital a los poetas y luego a las saunas… ¡Real como la vida (epicúrea) misma!

La estructura de este Elogio: Nota sobre el lenguaje inclusivo. Presentación del autor. 1. Introducción. 2. Lo natural y lo construido (naturaleza y performatividad). 3. La libertad de creación. 4. Heraldos de un mundo mejor. 5. G, L, B, H, T, I, Q… y el fin de la heterosexualidad.

Este Elogio de la homosexualidad es, como su nombre indica, un elogio valiente y sin cortarse un pelo de la homosexualidad. Sin límites observables.

Es, además, un libro alegre. No sólo por aquello de los gays y el gay saber sino, seguramente, por el propio apellido del autor, y en sintonía con un epicureísmo filosófico abierto a nuevas experiencias (y a las viejas por supuesto). Recuerden las simpatías de Luis Alegre por el joven Marx que se doctoró con Demócrito y Epicuro.

Es, además de divertido, un libro con curiosas y atrevidas sugerencias. Lean, por ejemplo, su «Nota sobre el lenguaje incluso». Se anuncia un concurso con premio. ¡Nada menos que un lote de libros útiles para profundizar en todo lo desarrollado en este ensayo! ¿No van a concursar? No se corten que la vida es breve.

Por supuesto es también un libro de filosofía. Desde la primera página, un libro, por así decir y en homenaje a Markus y a Heller lukácsianos -¡casi nadie recuerda en la Budapest de principios de 2018 al gran Lukács!-, de filosofía de la vida cotidiana. De la buena. Nada que ver con el «pensamiento positivo» o sandeces anti-heterocuriosas afines.

También es un libro político, fuertemente político. En el mejor sentido de la palabra: nos sugiere mil ideas sobre cómo pensar y ordenar de forma más humana e interesante la vida en la ciudad. Nuestras vidas, sus vidas.

El libro, además, habla mucho de sexo, lo cual -aceptémoslo sin sonrojarnos- siempre es interesante (incluso para viejecitos como el firmante de esta nota). Sin pasarse más de lo debido (que ya es mucho). Lo señala LAZ en las primeras páginas: «No es que el sexo sea lo único a la que nos dedicamos los homosexuales en la vida. Por ejemplo, yo dedico más tiempo a mi trabajo como profesor que al sexo y, en los últimos años, he dedicado todas mis fuerzas a fundar Podemos, algo de lo que estoy humildemente orgulloso» (p. 13). Añade, y el añadido está entre lo mejor, más divertido y más golpeador: «Ahora, una vez creado, he decidido ya dejar que los heterosexuales lo destruyan a partir de Vistalegre 2 (utilizando las ilusiones de la gente para medirse sus cosas)». Por supuesto que esa afirmación no es un análisis riguroso, es discutible y tiene algo de malicia y provocación… pero es alegre y muy divertida.

Elogio de la homosexualidad es además un libro muy bien escrito que se lee como una novela divertida e interesante, muy interesante. Como aquellas primeras locas novelas de Eduardo Mendoza. Como El misterio de la cripta embrujada por ejemplo.

Libro recomendable no sólo para señores maduros o no tan maduros, pero muy politizados, los lectores de esta página por ejemplo, sino para jóvenes y no tan jóvenes, incluso para encuentros o seminarios sobre las dudas que todos tenemos sobre nuestra sexualidad (no uniforme, no homogénea) y sus prácticas.

Libro, además, valiente, incluso en el lenguaje. Si hay que decir amor se escribe amor, y si hay que decir sexo, follar o imaginar, se escribe sexo, follar o imaginar. Sin problemas. ¿Por qué deberíamos tenerlos?

En síntesis: un libro para todos (y también, creo, para todas), con crítica agudas a la cosmovisión conservadora-hetero y con una clara apuesta no sólo por la homosexualidad sino por una nueva mirada homo sobre el mundo, la sexualidad y los seres humanos. Hasta tal punto es esa la finalidad que el autor, acaso por compromiso vital y apuesta filosófica, no cree oportuno (¿por el momento?) señalar las notas críticas que contiene, inevitablemente, una apuesta de esta características.

Una observación: es una lástima de LAZ no cite en ningún momento a Paolo Conte y su «Sparring Partner»: Una calma più tigrata, più segreta di così, prendi il primo pullmann, via tutto il resto è già poesia. Está en sintonía con el mensaje de este elogio.

Queda pendiente justificar el título de la reseña: ¿Kant, saunas, cuartos oscuros? En el libro encontrarán la solución del acertijo. No hace falta que vayan, a no ser que lo deseen (no pasaría nada, no nos pongamos tontos y mojigatos), a ningún cuarto oscuro o alguna sauna.

Eso sí, puestos a no cortarse yo tampoco me corto. Creo que Alegre Zahonero piensa mal un tema que aparece varias veces en sus páginas (no es esencial, en todo caso, en el libro): la prostitución llamada o considerada voluntaria, lo que él llama a veces «trabajo sexual». Señalo también, como no podía ser de otra forma (¡no se puede hablar de todo!), que algunos temas laterales o relacionados no están presentes en esta reflexión. Por ejemplo, el de la paternidad o maternidad subrogada.

Un escritor, filósofo y gran amigo, Santiago Alba Rico, lo ha visto muy bien y me ha pasado el apunte. Luis Alegre tiende a sustituir el proletariado clásico de las tradiciones obreras por el LGTBI como matriz y motor desencadenante de la emancipación universal. ¿Exagera? ¡Pues que exagere! No está mal exagerar en ocasiones aunque no acertemos del todo.

Se trata, pues, de sentir, resistir y pensar (y vivir por supuesto) en mundos con coordenadas más libres que, como el diría el pota, ya podemos imaginar y practicar. Elogio de la homosexualidad nos enseña a ello; no es una enseñanza insustantiva. Nada de eso.

 

Fuente: El Viejo Topo, febrero de 2018, n.º 361, pp. 81-82.