En un mundo tan confuso como el nuestro, aparentemente pleno de matices, con tantas entrada y salidas, encrucijadas, para vivir en él más que nunca, igual que en una selva llena de fieras, es necesario traer consigo un kit de sobrevivencia mínimo, razón por la que el objetivo de este ensayo es el de presentar […]
En un mundo tan confuso como el nuestro, aparentemente pleno de matices, con tantas entrada y salidas, encrucijadas, para vivir en él más que nunca, igual que en una selva llena de fieras, es necesario traer consigo un kit de sobrevivencia mínimo, razón por la que el objetivo de este ensayo es el de presentar (bajo la óptica de los autores, claro) un kit de sobrevivencia que consta de tres principios de conducta capaces de orientarnos en nuestras opciones, decisiones, perspectivas, teniendo en cuenta el compromiso con la construcción de un mundo justo, socialista, de paz fuera del cementerio; pleno de futuro y tolerancia.
El primer principio de conducta es: en una encrucijada, nunca tome el camino de la forma de vida estadounidense (en realidade, forma de muerte). La primera herramienta para este kit de sobrevivencia en la selva del dinero, que se tomó a todo el planeta, es el de evitar a cualquier costo el american way of life (hoy, of death): el estilo gringo de vida/muerte. Tenga cuidado y esté preparado para enfrentarlo 24 horas al día, con las armas del pensamento, de la creación, de la libertad, de la solidaridad, de la cooperación, del conocimiento de sus engranajes internos y externos, así como de sus devastadoras implicaciones en el mundo actual.
El american way of life (death) vive engañosamente del siguiente imperativo categórico: «¡Sea diferente!» Esta es la razón por la cual tendemos, todos nosotros, a valorar a quien estilisticamente actúa como diferente, de tal suerte que ser democrático, inteligente, despojado, libre, interesante, seductor, expansivo, alegre; ser, en definitiva, gente buena, un hermano, está inevitablemente ligada al modo de comportamiento e individual de vestirse, de hablar, de cortar el cabello, de reír, de actuar: modo, bien entendido, estrechamente ligado a lo que usualmente llamamos american way of life o estilo yanqui de ser diferente a los demás seres del planeta.
Todo es reeditado para vender/meter gato por liebre
Como se sabe, en el capitalismo, la publicidad es el alma del negocio. Para vender mercancías, es necesario antes consagrar su relevancia en el corazón de nuestra vida diaria, instando a nuestros deseos, o incluso fabricándolos, por medio de incesante publicidad, de tal suerte que la magia de la publicidad está relacionada con su reto de hacer que tal o cual artefacto, completamente innecesario para la vida, pierda esta su condición esencial, de inutilidad, y se transforme mágicamente en mercancía sin la cual no podemos vivir más, si queremos ser punta de lanza del american way of life y, por lo tanto, si no queremos que otros piensen que somos anacrónicos, severos, duros, despóticos, autoritarios, momias aburridas de otra época que, publicitariamente, nos dicen, ya se fue.
No es casual, en este sentido, que, como centro del capitalismo, su punto publicitario sísmico, los Estados Unidos de América sean y operen al mismo tempo como mercancía y publicidad permanente de ellos mismos, de manera que el american way of life no es otra cosa que el concepto publicitario de un país que se vende a sí mismo como mercancía de democracia, de creatividad, de alegría, en fin, de vida. El principio o precipicio fundamental del american way of life es, por lo tanto, la publicidad, entendida como vender/meter gato por liebre. Y como todo, en este contexto, es mercancía, pero ante todo es publicidad de sí y al mismo tempo de la mercancía-mayor, EUA, razón por la cual no es absurdo afirmar que el cine estadounidense, antes que arte e ingenio, es publicidad de sí como cine y a la vez publicidad del american way of life, argumento que vale para la democracia gringa, para la vida cotidiana del gringo, para, quédense pasmados o no, las guerras que EUA realizan sin cesar en todo el mundo.
Lo que llamamos industria cultural o medios masivos de información (ya no de comunicación) puede ser simplemente traducido, simultáneamente, como el medio y el mensaje («El medio es el mensaje»), para jugar con McLuhan, de la y en la empresa mundial de publicidad del y en el american way of life. Tal empresa mundial de vender/meter gato por liebre, ella misma una mercancía, transforma todo en publicidad, incluso y hasta principalmente las situaciones que deberían ser negativas, como las guerras, que este modelo dispendioso e inútil tiene que hacer para mantenerse; o catástrofes naturales, como la del huracán Katrina, que inundó la ciudad estadounidense de New Orleans, revelando la pobreza y el abandono, por parte del Estado, de la población afroamericana; o aun la violencia de un asesino serial (serial killer), en una escuela, en una universidad, en la sesión de un filme: todo es reeditado y remasterizado para hacer valer (vender/meter) el gato por liebre del american way of life… o, peor, of death.
Guerras para sostener lo insostenible
Es por esto que la herramienta o principio que debe ser usado y asumido sistemáticamente, en una diversidad de situaciones de nuestro diario vivir, para que podamos producir una sociedad realmente libre, es: no crea en él ni mucho menos desee el estilo estadounidense de vida. Para ser modesto, el american way of life es el peor estilo de vida que jamás existió: una mentira, una trampa, una farsa. No es la vida deslumbrante que nos venden, sino la propia muerte parasitando a la vida, porque vive como parásita de las vidas ajenas, impidiéndoles producir sus libres expresiones, sanguijueleándolas y sometiéndolas a través del prejuicio, del racismo, de la explotación, de la guerra.
El american way of life es un parásito tan avasallador que se enquistó en todas las situaciones de la vida social, la nuestra. Está en el modelo de economía, llamado neoliberalismo, sobre todo teniendo en cuenta su dimensión especulativo-financiera y su contraparte bélica, cara y sello, una vez que vive o monta su farsa publicitaria volviéndose um asesino serial (serial killer) de todo lo que pulsa, vive, crea, trabaja y ama. Está, con raras y honrosas excepciones, en la creación literaria, en las tramas de los filmes que vemos, en la música que oímos, en fin, en la producción cultural contemporánea, a través de la publicidad engañosa de artefactos estéticos que nos venden/meten el gato por liebre de multiplicidades humanas engañosas, narcisistas, como si fuesen multiplicidades vitales, libertarias, plásticas, revolucionarias. Está en la dimensión política de la actualidad, incapaz de asumir una política de los y para los pueblos, colectiva, común, fundada principalmente en la justicia económica, por lo tanto en la lucha por el fin del american way of life porque este tiene como premisa incuestionable la defensa de la riqueza individual, concentrada en el estilizado y auto-publicitario individuo aislado. Está en el contenido de los medios arrodillados al capital, no al deseo de informar bien ni con la verdad, sino para reproducir lo que dijera Goebbels en la Alemania nazi: «Miente, miente, miente, que algo queda…», que luego Hitler modificó para advertir: «Una mentira mil veces dicha se convierte en verdad» y así, con la ayuda del filósofo político Carl Schmitt, ya radicado allí, EUA transformó en la forma más eficaz de decir verdades mintiendo todo el tiempo, con la rodilla en tierra del resto del mundo. Está en la dimensión teórica, que produce publicitarias teorías cuyo objetivo de base es el de descalificar, criticar, negar, odiar y rechazar toda perspectiva teórica emancipatoria, colectiva, realmente preñada de vida, de futuro. Está en el amor…
El segundo principio de comportamiento es: en una encrucijada, nunca elija el camino de intereses del imperialismo american way of life. Si rechazar audazmente al american way of life constituye el primer principio que debemos tener, para que sobrevivamos como colectividad en el mundo actual, de tal manera que tengamos condiciones de futuro, el segundo principio es el de rechazo claro e invendible en relación con el imperialismo gringo, que también puede ser llamado imperialismo del american way of life, por la sencilla razón de que este, el estilo yanqui de vivir, sólo existe y se impone como modelo planetario porque tiene una fuerza bélica de vanguardia tecnológica violenta para al mismo tiempo protegerlo, sostenerlo con nuevas tecnologías y alimentarlo de consumo de lujo, narcisista, razón por la cual las guerras de saqueo contra Irak, Libia, Afganistán, Somalia, Yemen, Irán, Siria, en fin, todo el planeta, son planificadas e implementadas sin piedad para, en primer y último término, sostener lo insostenible: el parásito estilo gringo de vivir.
¿Quién tiene coraje para vivir en la actual Libia?
Rechazar al imperialismo al servicio del american way of life es, pues, un principio fundamental para la garantía de la vida en la Tierra. Pronto para la garantía mínima de justicia, paz y democracia en el presente y el futuro de los pueblos. En época de publicitarias y genocidas guerras humanitarias, como la actual, es necesario dejar bien claro lo siguiente: la intervención imperialista es la más inhumana, la más violenta, la más genocida, la más insostenible, siendo, pues, siempre la peor opción a considerar: la que nunca, bajo ningún pretexto, debe ser siquiera contemplada, mucho menos deseada, bajo la pena de ser o llegar a ser cómplices de innombrables holocaustos contemporáneos, tan bárbaros e inaceptables como el de los judíos en la II Guerra Mundial.
Los ejemplos actuales de holocaustos provocados por la intervención imperialista son muchos, más que suficientes, por lo tanto, para aprender de nuestros indecibles errores tácticos, estratégicos, éticos, edípicos, dogmáticos, ingenuos, basta considerar, como ejemplo muy reciente, la intervención en Libia, motivada publicitariamente para salvar al pueblo libio del supuesto despotismo de su líder, Gadafi. Aunque la verdad es muy otra: los estadounidenses, ayudados por sus «perritas falderas» (Harold Pinter) Inglaterra y Francia, fueron por los 237 mil millones de euros que, Gadafi, ingenuamente, había depositado previamente en los bancos europeos, creyendo en una supuesta bondad del socio/sucio imperialista. Pero, faltaba lo peor: para no dejar huella del entuerto había que liquidar al innocent man llamado Muamar el Gadafi. Y así se hizo: crimen que luego se justificó (?).
Para cualquier persona mínimamente sensata, honestamente apta para hacer comparaciones, cuál es la clara respuesta a las siguiente preguntas: ¿cómo era la vida del pueblo libio bajo el régimen de Gadafi y como es hoy, teniendo en cuenta los efectos de la intervención imperialista en Libia? ¿Quién de nosotros tiene, sobre todo los que defendieron la intervención imperialista en Libia, el coraje suficiente para vivir en la actual Libia, un país totalmente destrozado, invadido por mercenarios extranjeros, un infierno en la Tierra?
La subordinación a los intereses del american way of life
El tercer principio de comportamiento es: en una encrucijada, nunca elija el camino de la dictadura mediática local e internacional. La tercer herramienta de comportamiento, para completar un kit básico, de sobrevivencia y perspectiva de justicia para el mundo actual, es la que habla de la necesidad igualmente invendible de rechazo al cimiento o consenso impuesto, aunque alegremente, por el sistema mundial de comunicación al servicio a un tiempo, cara y sello, del american way of life y de su «holocáustico» brazo armado, el imperialismo american way of life. Que todos deberían saber que es american way of death.
Tal rechazo (abierto, despojado, sin siquiera titubear un segundo) debe darse en relación a los dos modos al mismo tiempo tácticos, estratégicos y plegables de la programación producida por la sonriente dictadura mediática internacional, a saber: 1) la programación demagógica, bajo la forma de seriados, filmes, novelas, «apoyo» a demandas comunitarias locales, programas de concurso; 2) y la programación abiertamente reaccionaria, en un contexto en el que la primera sirve para escamotear las verdaderas intenciones de la segunda. Queremos decir, primero se engatusa demagógicamente a la población para, en una situación u otra, cobrar factura a través de la exigencia patriarcal y amenazadora de complicidad y subordinación a los dictámenes de los intereses del american way of death. Bueno, life… al fin y al cabo es igual, tratándose del imperialismo gringo. Él disfraza a la muerte con ropajes de vida y no puede evitar mostrar a la vida sino a través de la muerte.
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