1.- La comercialización de la imagen del Che Conlleva una doble vertiente : – por una parte, neutraliza el contenido subversivo del pensamiento del Che, lo vacía de su esencia revolucionaria. – por otra parte, mitifica aun más al Che, y millones de gentes se identifican, consciente o inconscientemente, con valores de rebeldía, de […]
1.- La comercialización de la imagen del Che
Conlleva una doble vertiente :
– por una parte, neutraliza el contenido subversivo del pensamiento del Che, lo vacía de su esencia revolucionaria.
– por otra parte, mitifica aun más al Che, y millones de gentes se identifican, consciente o inconscientemente, con valores de rebeldía, de ética, de pureza, de justicia, de redención de los pobres, de solidaridad, etc.
2.- Los intentos de «recuperación»
En la sociedad capitalista, la burguesía lo recupera todo, o lo comercializa todo, incluso la vida (distorsionada) y sobre todo la muerte de los revolucionarios… ¡Un revolucionario muerto es un buen revolucionario, por inofensivo…! Siempre andan con la película del bueno y del malo. Pero con el Che, el tiro les sale por la culata.
3.- ¿El «modelo soviético»?
A partir del fracaso de la «ofensiva revolucionaria» y de la «zafra de los diez millones», dos iniciativas que no tienen nada que ver (como se ha dicho erróneamente) con el pensamiento del Che, Cuba adopta, fundamentalmente por necesidad, el «modelo soviético», pero tropicalizado. Fidel dice hoy día que no fue por convicción, que siempre tuvo sus dudas…
Había una gran identificación entre Fidel y el Che, y a la vez un «reparto de papeles». La radicalización rápida del proceso revolucionario contradice la llamada concepción «etapista».
4.- La supuesta oposición Che/ Fidel
Fidel influyó más en el Che que a la inversa. Los dos dirigentes, sobre el fondo, compartían criterios políticos, ideológicos, estratégicos, muy cercanos. Nada hasta hoy día atestigua divergencias fundamentales entre Fidel y el Che. Convergen en los mismos objetivos internacionalistas, antiimperialistas, «trilateralistas», etc. Quizás en el Che con mayor «impaciencia», pero una impaciencia no exenta de razón en el contexto de la época.
5.- ¿Es Cuba una dictadura?
En Cuba, dado el enfrentamiento con los EEUU y la agresión permanente que es el bloqueo, existen ciertos límites objetivos a la libertad de expresión. Es difícil abrir plenamente las puertas en un ambiente de fortaleza asediada. Hay que contextualizar los procesos. Se hacen en condiciones internas y externas que rigen su manera de plantear los problemas. El tema de las libertades supuestamente amordazadas es un caballo de Troya del imperialismo contra Cuba. Poco se habla de otros derechos que existen en Cuba, y no tanto en los EEUU: derecho a la salud, a la enseñanza y a la cultura para todos, entre otras cosas.
6.- «¿Y si el Che viviese?»
Es difícil contestar la pregunta: «¿Y si el Che viviese?» Con síes, no se puede pensar ni analizar la historia. Ese enfoque teleológico distorsiona cualquier análisis. Digo y repito: no se pueden descontextualizar los procesos ni estudiarlos desde criterios anacrónicamente retrospectivos. Las condiciones de hoy no son las de los años 60.
7.- El guevarismo en Cuba
La supervivencia de Cuba tras la caída de la URSS atestigua que Cuba no era verdaderamente un satélite de Moscú, sino un proceso autóctono, endógeno. Cuba no es ningún injerto. La revolución nace de una historia, de la necesidad de realizarse como nación soberana; no llega con los tanques del Ejército Rojo. Cuando a finales de los 80 empieza un proceso de «rectificación de errores», la revolución intenta volver a sus raíces propias, alejándose del modelo soviético distorsionador. Se redescubre el pensamiento del Che, y empieza un movimiento esperanzador. Lamentablemente, la caída del Muro de Berlín obliga al «periodo especial» para sobrevivir. Ya no se trata de planificar a largo plazo, sino de llegar al mañana sin pasar hambre. Ha sido un desafío colosal, de altas consecuencias políticas, morales, sociales, pero que Cuba ha sabido sortear en condiciones aún muy difíciles. Con la «batalla de ideas», de nuevo la revolución se vierte hacia la necesidad de valores humanos, morales, nuevos, dañados por la corrupción, la burocracia, la economía subterránea, las desigualdades entre los que tiene divisas, y los que no las tienen …, todo ello agudizado por la crisis estructural que exige para sobrevivir la reintroducción de algunos mecanismos de mercado, un nuevo modelo económico, pero en el marco de una economía globalmente planificada. Al Che, no sabemos lo que le hubiera parecido, era muy crítico frente a los mecanismos de mercado; pero opino que, pese a todo, vive aún en los tanteos, en las grandes dificultades, y en la resistencia de Cuba. Aunque haya que cuidarse de los modelos, Che sigue siendo fuente fecunda para todos los revolucionarios, señalando horizontes y perspectivas.
8- La «modernidad» del Che
La «modernidad» del Che (aunque me cuido de la palabra), radica en su concepción del socialismo y del comunismo como una construcción permanente, como un movimiento de transformación, y no tanto como un camino predeterminado; radica también en su concepto de un hombre completo, un «hombre en su totalidad», como dijera Anibal Ponce. El Che prolonga el humanismo de los pioneros del marxismo en América latina: Ponce, Mariátegui, Mella… Globalmente, su pensamiento no es sistemático, ni cerrado. Se inserta en una lógica de respuesta a problemas teóricos y a realidades concretas.
Pero lo más importante, en mi criterio, acerca de la actualidad del Che, me parece su concepción del socialismo como una ética social, un proyecto de civilización… y a la vez, la manera suya de rehabilitar al individuo (arrinconado por el sovietismo), de atribuirle un papel primordial como factor fundamental del proceso de cambio, de situarlo en el centro mismo de la construcción de una nueva economía, de una nueva sociedad.
En las enseñanzas del Che para hoy, cabe insistir también en el énfasis que ponía en la ética, en la necesidad de una vida ética. Una ética concebida no sólo como una cuestión moral, sino como un resorte económico, político, etc. En los países capitalistas, la crisis de la política hoy día se debe, entre otras cosas, al déficit de ética, de valores, de sentido… En el proyecto guevarista, la exigencia ética resulta estructurante. Es condición imprescindible y previa a cualquier cambio progresista.
9.- El revisionismo histórico
Asistimos, desde la caída del Muro de Berlín, a una ofensiva revisionista reforzada: se trata de desprestigiar, incluso criminalizar, cualquier intento de superar el capitalismo. De ahí, la saña de los liberales y de unos seudointelectuales cortesanos, contra el Che. Unas veces, se le enfrenta a Fidel, se le desvincula de la revolución cubana; otras veces, se le presenta como el «verdugo de la Cabaña». Intentan, sin grandes resultados, matar al rebelde, erradicar cualquier ética de la solidaridad, del compromiso altruista, y fundamentalmente dar crédito a la idea de que «no hay alternativas al capitalismo».
Además, las derechas quieren liquidar toda valoración moral para enjuiciar a la política. El pensamiento del Che desbarata semejante intento. Exige al contrario una ética máxima, incompatible con la ley del dinero. El Che nos enseña, aún hoy día, que se puede hacer política sin chanchullos, sin privilegios, sin ambiciones personales, sin profesionalización, sin burocratización excesiva. En fin, una nueva manera de ejercer el poder. Todo ello resulta insoportable a las derechas.
10.- El Che, patrimonio común y no excluyente
La crisis del sistema hegemónico es tan grande hoy que patentiza muchos aspectos del pensamiento del Che. Frente al pensamiento cínico, desengañado, a la retórica de la resignación, el Che deja claro que hay un porvenir, e incluso una trascendencia posibles, con condición de planteárselo ya, a la vez como construcción inmediata y perspectiva. En cada lucha, en cada resistencia, brotan nuevos valores.
Aprovecho la oportunidad para deshacer el tópico del Che que «no se ensució las manos». Nada más falso. El Che se entregó a la gestión diaria de un banco, de un ministerio, con eficacia y manos limpias. No se quedó mirando desde el andén. Su prestigio intacto desborda hoy todavía todos los bandos políticos de la izquierda; los intentos para recuperarlo, «instrumentalizarlo», resultan politiqueros, ramplones y vanos. Che es patrimonio común. El «hereje» marxista promueve no sólo una ética, sino también una estética. Como Gardel, de quien dicen que «cada día canta mejor», el Che habla cada día más claro a la gente de hoy.
Jean Ortiz es profesor en la Universidad de Pau (Francia), coordinador de Che, plus que jamais (Ed. Atlantica, Biarritz, 2007)