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La campaña que necesitamos

Fuentes: Crónica Digital

El debate presidencial visto por un número importante de chilenos, significó instalar en los medios de comunicación social la candidatura de Jorge Arrate. Ese es un hecho indesmentible. Esta «nueva realidad» ha significado alegría, e incluso un dejo de sobreexcitación, en los adherentes a la candidatura del Juntos Podemos, se escucha a quienes dicen que […]

El debate presidencial visto por un número importante de chilenos, significó instalar en los medios de comunicación social la candidatura de Jorge Arrate. Ese es un hecho indesmentible.

Esta «nueva realidad» ha significado alegría, e incluso un dejo de sobreexcitación, en los adherentes a la candidatura del Juntos Podemos, se escucha a quienes dicen que en condiciones igualitarias las ideas del conglomerado fluyen y que el cerco impuesto por los medios oficiales tiene sus limitaciones, en definitiva nos dicen que la visibilización de la propuesta es un gran avance para la izquierda.

Sin embargo, en otro contexto político el ex-candidato Tomás Hirsch, despertó un gran interés, sobre todo antes de llamar a votar nulo en el balotage. ¿Qué diferencia existiría entonces, entre el efecto provocado por Hirsch en las elecciones anteriores y el de Arrate hoy? A nuestro juicio ninguna, en la medida que las mediciones de los resultados de la izquierda pasen únicamente por su capacidad de visibilización.

Algunas Claridades

El padrón electoral que enfrenta la izquierda es prácticamente el mismo de 1988, las condiciones políticas son las distintas, con una Concertación de Partidos por la Democracia resquebrajada y una derecha enfervorizada bajo la idea del triunfo, la crisis económica no provocó un desborde de las demandas de los trabajadores, sino la imposición del miedo a perder las fuentes laborales, generando trabas que recién a estas alturas del año se comienzan a romper, con el movimiento de los forestales, los funcionarios municipales, la salud, la amenaza de paro de los profesores y la negociación del sector público.

Una campaña de nuevo tipo

Estas circunstancias hacen imprescindible una campaña de nuevo tipo, ligada a los gremios, a los movimientos sociales, donde se rinda cuenta a la ciudadanía de cuántos nuevos sindicatos ha aportado esta campaña, cuántas agrupaciones culturales nuevas, cuántos nuevos comandos del Juntos Podemos, es decir, cuánto poder real tiene la izquierda hoy. Por tanto, no basta con impulsar iniciativas electorales si estas están completamente divorciadas del mundo social y de las reivindicaciones de los trabajadores.

En definitiva, el escenario actual no permite errores, ni vacilaciones. El comando de la izquierda tiene que rendir cuentas a la ciudadanía de sus gastos de la campaña, la transparencia no tiene que ser un discurso, debe ser una práctica cotidiana que comienza con un desglose peso a peso de los egresos de la campaña, como por ejemplo donde se explique a la izquierda el por qué de inversiones publicitarias tan costosas en algunos medios y en otros de reconocido compromiso, no.

Si no lo hace, el Juntos Podemos hipoteca su fuerza de futuro, porque su arenga destinada a romper la exclusión, basada en una ética distinta se transforma en una monserga vacía. Nuestra querida Gladys Marín, tenía plena conciencia de las contradicciones que se viven en los periodos eleccionarios, de ahí que en uno de sus discursos, entregará elementos esenciales para la elaboración de la campaña de nuevo tipo: «No vamos a abandonar los procesos electorales siempre y cuando las elecciones sirvan para hacer lucha social y política y convertir estos eventos electorales en lucha social y política», proclamaba la extinta y carismática líder de toda la izquierda chilena.

La campaña electoral que necesitamos, exige una clara acción política y social transparente, exige solidaridad, exige inclusión, con ello se puede dar un salto cualitativo, así podremos decir que este esfuerzo, desde la izquierda y el progresismo sirvió para algo.