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La cobardía del diputado

Fuentes: Rebelion

Bajo una leve garúa del Valparaíso antiguo, alguien me preguntó qué para que escribía si ningún tropel de relámpagos había tocado mis intentos, que nadie jamás me escucharía, que para eso había que nacer envuelto en cantos gregorianos, y que yo había nacido casi por casualidad, sin campanario alguno. No supe que decir, pero con […]

Bajo una leve garúa del Valparaíso antiguo, alguien me preguntó qué para que escribía si ningún tropel de relámpagos había tocado mis intentos, que nadie jamás me escucharía, que para eso había que nacer envuelto en cantos gregorianos, y que yo había nacido casi por casualidad, sin campanario alguno. No supe que decir, pero con la garganta en jirones sólo atiné a decir: simplemente escribo para encontrar el amor y eludir a la muerte. El amor lo encontré en un cerro del puerto a la medianoche en punto, acariciados por el resplandor de una luna llena. No pude eludir a la muerte que, como una gran mancha oscura, me susurró en la nuca muchas veces mientras ésta devoraba sonriente a millares de chilenos y chilenas. La dictadura vino acompañada de la muerte, o la muerte de la dictadura. Da igual, porque por mucho tiempo después de aquel 11 de septiembre de 1973, sólo hubo ramalazos de luz en el centro del terror. Y aquellos destellos de esperanza surgieron y comenzaron a expandirse el mismo día del golpe militar. Fue el presidente Salvador Allende quien trazó el horizonte de esperanza al señalar » que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor».

Lo dijo mientras se enfrentaba al colosal poder de fuego de las Fuerzas Armadas de Chile. Guerra desigual que, como contraparte, halló en Allende un paradigma de coraje y dignidad. 39 años después, un desconocido diputado de la derechista Unión Demócrata Independiente – Ignacio Urrutia – manifestó su odio visceral al decir que Allende fue un cobarde por suicidarse. Lo hizo en medio de un minuto de silencio para honrar la memoria de aquel presidente que denunciaba la traición militar. Lo hizo al amparo de la Cámara de Diputados. Eso es cobardía. Lo hizo, a pesar de que el diputado fue elegido gracias al sistema electoral binominal que le asegura un puesto en el parlamento. Salvador Allende murió defendiendo la democracia y el diputado Urrutia vive tranquilamente gracias a la no-democracia. Eso es cobardía.

Fue este martes brumoso, como el día del golpe militar, que decidí escribir mi ira, aunque no haya nacido entre cánticos gregorianos. Lo hago por la brutal tristeza que me produjo la muerte de Allende y del sueño de una sociedad justa en la que creíamos y por la cual luchábamos. Lo hago sólo para formularle algunas preguntas al diputado Urrutia. Lo hago sabiendo que ni le importará mi palabra y que menos aún le provocaran molestia, porque así son los cobardes. Lo hago por todos aquellos hermanos que ofrendaron sus vidas en la lucha contra la dictadura. Eso es coraje.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuera tímidamente, para condenar a los torturadores que desgarraban piel y alma; que violaban mujeres y niñas, que lanzaban prisioneros al mar, que quemaban con soplete las manos para eliminar las huellas dactilares de sus víctimas?. Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo un susurro, para condenar los violentos allanamientos a las poblaciones, los enfrentamientos falsos que le costaron la vida a tantos jóvenes. O cómo cuando los organismos represivos hacían detonar cargas explosivas para luego acusar, sin vergüenza alguna, que a estos «terroristas» les había explotado una bomba que intentaban colocar en alguna calle de Santiago? Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo un soplo de angustia, para denunciar el horror del degollamiento de Santiago Nattino, Manuel Guerrero y José Manuel Parada? Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo un frágil momento, para denunciar la matanza de los campesinos de Lonquen?. Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo por pudor, para denunciar el asesinato de Rodrigo Rojas y el que se quemara viva a Carmen Gloria Quintana? Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo levemente, ante la masacre de Corpus Christi, cuando asesinaros sin remordimiento alguno a doce jóvenes que habían sido detenidos y torturados? Eso es cobardía.

Diputado: Ud. que cree en Dios ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo quedamente, para rezarle a aquel Dios y pedirle piedad para con las victimas y condena a los victimarios? Eso es cobardía.

Diputado: ¿Alguna vez levantó su voz, aunque fuese tan sólo discretamente, para denunciar al dictador Pinochet quien se autodeclaró demente para evitar la cárcel? Eso es cobardía suya y de Pinochet.

Tal vez sí nací por casualidad y quizás sí escribía para encontrar el amor y eludir a la muerte. El amor perdura y la muerte sigue rondando en las palabras del diputado Ignacio Urrutia.

Dr. Tito Trico, sociólogo