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La confirmación estadística de una falsa ilusión electoral

Fuentes: Rebelión

En mi última columna de opinión publicada en varios medios de comunicación alternativos sostuve lo siguiente: «De acuerdo con la opinión de la mayoría de los expertos electorales las actuales reglas y normas electorales como las establecidas en la Ley 21.200 favorecen al estatus quo político institucional dominante. Es decir, más que favorecer a la derecha política, beneficia, en última instancia, a las posiciones políticas e ideológicas que procuran defender la continuidad histórica del capitalismo. Independientemente, de la forma que asuma ya sea el Estado o el régimen, el interés de esos sectores es evitar la transformación de la sociedad».

Los cálculos electorales realizados por Pepe Auth, publicados en el diario La Tercera (2 marzo de 2021) relativos a la composición de la Convención Constitucional próxima, confirman mi apreciación antes señala. Esta Convención será dominada por los sectores políticos y sociales vinculados a la defensa del capitalismo. Según los datos aportados por Auth, la derecha obtendría un 43,4%, la Unidad Constituyente un 31,6% y Apruebo Dignidad un 19,6%, y los independientes 4,4%.

Aunque la oposición política al gobierno de Sebastián Piñera y de Chile Vamos sería mayoría con un 51,2% esa cifra no tiene ninguna importancia ni es relevante, pues, lo que esta en juego en esa Convención no es el gobierno de la derecha política sino algo mucho más relevante y significativo tanto histórica como político y económico-social que dice relación con la continuidad del régimen económico prevaleciente, esto es el capitalismo neoliberal.

De allí que no es adecuado ni pertinente analizar la correlación de fuerzas políticas al interior de la próxima CC como si esta fuera una replica de la Cámara Legislativa, eso es un error. Lo correcto es analizar esa composición de acuerdo al clivaje entre la continuidad del régimen capitalista con un neoliberalismo corregido, neoliberalismo social, por ejemplo como lo ha denominado el precandidato de Renovación Nacional Mario Desbordes y un capitalismo democrático, es decir, con ampliación de derechos sociales u otros, como son los planteamientos de sectores que tanto se localizan en la Unidad Constituyente, entre los independientes e incluso en organizaciones políticas de Apruebo Dignidad.  

Al trabajar con ese clivaje todo nos indica que los sectores procapitalistas llegarían aproximadamente a un 80% de los asientos de la Convención Constitucional. Los sectores procapitalistas no solo se agrupan en la lista presentada por el Chile Vamos (UDI, RN, Evopoli, el PRI y el Partido Republicano) sino también en la Unidad Constituyente (PS, PPD, DC, PR, PRO y Ciudadanos) para nadie sería sorpresa que en este grupo los sectores procapitalistas son dominantes, la historia de los últimos 30 años así lo confirma. Ahora, la suma de ambos grupos, llegan al 74%, por cierto, que elementos diferenciadores entre ello, pero, lo que me importan remarcar aquí es su consenso en torno a continuidad del sistema capitalista. Sumemos algunos Independientes, por ejemplo, a los que resulten electos de los denominados “Independientes no Neutrales”, ese porcentaje podría elevarse un par de puntos, o sea, llegar a 78. Agreguemos, algunos procapitalistas de Apruebo Dignidad, la continuidad del capitalismo está más que asegurada.

Por lo tanto, es más que evidente que los grandes derrotados serán todos aquellos sectores políticos y sociales que han sostenido y sostienen que en la CC se podrían modificar o transformar aspectos fundamentales y centrales del régimen económico imperante, no es solo una falsa ilusión, sino, a estas alturas ya, una sandez política e histórica.

Los datos que aporta Auth, confirman, por otra lado, también mi tesis de que la insurrección social y política que se expresó en octubre del 2019, especialmente, aquella que se manifestó entre el 14 el 25 octubre 2019, en contra del capitalismo neoliberal de esta fenecida. El cierre de la rebelión no solo tiene que ver con el acuerdo político del 15 de noviembre, sino fundamentalmente, por que los sectores de la izquierda institucional aceptaron jugar en el escenario político institucional establecido en ese acuerdo. Esto quedo en evidencia al aprobarse la Ley 21.200 que fijo las reglas y normas que rigen el proceso cambio constitucional. Estas reglas fueron pensadas y establecidas con el objetivo político de trabar y frenar cualquier cambio institucional-constitucional que modificara no la Constitución Política de 1980 sino la estructura de poder y el funcionamiento y reproducción del proceso de acumulación capitalista neoliberal.

Como hemos sostenido modificar la CP80/2005 es posible, eso no se discute. Lo que nosotros sostenemos es que ello implica no modificar nada, absolutamente nada, de la base material del sistema capitalista. Este, dada la correlación de fuerza que un pro-capitalista reconocido como Pepe Auth otorga a ese sector, tendremos capitalista neoliberal reformado, liberal o socialdemócrata de derecha, por mucho tiempo.

Seguir insistiendo que la CC es una oportunidad para cambiar la historia inaugurada en 1973, reafirmada en 1990, es un equívoco total.  Las fuerzas políticas y sociales anticapitalista deben seguir organizándose, potenciando sus posturas ideológicas y políticas e iniciar un nuevo proceso de insurreccional. Una primera acción sería abstenerse de participar en los procesos electorales de abril de 2021, en otras palabras, dejar a las fuerzas procapitalistas, solos y deslegitimados. Y, los abstencionistas activos, sean la mayoría efectiva como los han sido desde 1997 en adelante. Objetivo sería, que la abstención sea superior al 60% de las y los electores. Segundo, los sectores anticapitalistas, sigamos organizándonos para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente popular, inclusiva, paritaria, que redacte una CP popular para confrontarla con la Constitución que las burguesías van a escribir en la CC. Tercero, declararse en movilización social activa, preparar y convocar a una huelga general con el objetivo de boicotear el proceso constitucional, demandar la renuncia de toda la clase política gubernamental y legislativa. Tres tareas políticas urgentes para superar el oscuro futuro que nos espera.