Si la idea tapada de los poderosos (Bilderberg entre ellos) es diezmar la demografía mundial que se dispara; si para ello cuentan con distintas técnicas: desde los efectos más o menos directos y colaterales de las guerras de invasión hasta la simple marginación social y el desdén hacia los más necesitados de cada país, ahí […]
Si la idea tapada de los poderosos (Bilderberg entre ellos) es diezmar la demografía mundial que se dispara; si para ello cuentan con distintas técnicas: desde los efectos más o menos directos y colaterales de las guerras de invasión hasta la simple marginación social y el desdén hacia los más necesitados de cada país, ahí tenemos lo que no se puede explicar de otra manera…
Europa, siguiendo la estela de Estados Unidos donde los altos ejecutivos de los bancos y fondos de inversión más poderosos pasan a ocupar los puestos de máxima responsabilidad económica del Gobierno, se apresta a entregar descaradamente el poder político a los tecnócratas que no son sino émulos del método de los estadounidenses. Así es como los banqueros se van adueñando del poder político para reforzar aún más el suyo fáctico.
No creo, como dice Marco Schwartz, que haya una «relación incestuosa» entre política y finanzas. A mi juicio lo que hay es un proceso de succión directa del poder político desde el dinero, a cargo de los que profesan la doctrina de la «depuración» progresiva de la población mundial. Y la depuración progresiva es, ni más ni menos, que el asesinato lento y más o menos selectivo de la humanidad «sobrante», la parte de ella más débil orgánica y socialmente. Lo afronta ese poder, emboscado en el simple interés capitalista abrazado a la postre por todos -nazis, fascistas, conservadores pero también ya los socialdemócratas, laboristas y similares-, que domina al mundo. Y no para en mientes en los procedimientos. Todos valen. De ahí la insensibilidad de esos mutantes ante la degradación colectiva, el empobrecimiento y la depauperación que a cualquier ciudadano común del mundo sobrecoge si no se encuentra entre los directamente afectados.
Detectada la intención más o menos manifiesta o larvada de esos monstruos ligados entre sí como las vainas de la planta de alubia, y descontada la inteligencia destructiva de los seres humanos que han descollado en la historia, esta teoría mía de la conspiración del poder económico para practicar la depredación sin preocuparse de las consecuencias en cada país por separado y para la humanidad en su conjunto, explica la retirada virtual del poder político, incapaz de resolver lo que el otro no le permite resolver, en favor del poder de los expertos en «finanzas»
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