La carta que aquí reproducimos, fechada en verano de 2008, es un texto que Joaquín Miras, su autor, dirigió a sus compañeros de Espai Marx. En ella señalaba: «El autor del que tomo la idea sobre los participantes de las derrotas y que estuvo en el ejército de Von paulus, es el gran historiador Reinhart […]
La carta que aquí reproducimos, fechada en verano de 2008, es un texto que Joaquín Miras, su autor, dirigió a sus compañeros de Espai Marx. En ella señalaba: «El autor del que tomo la idea sobre los participantes de las derrotas y que estuvo en el ejército de Von paulus, es el gran historiador Reinhart Koselleck».
Miras es autor de numerosos artículos sobre republicanismo socialista, es colaborador de El Viejo Topo, miembro del consejo editorial de sin permiso y autor igualmente de Repensar la política, refundar la izquierda. El Viejo Topo, Barcelona. Sus trabajos suelen aparecer también en las páginas de www.rebelion.org
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Queridos amigos: alguno de vosotros me ha escrito para preguntarme por qué le doy importancia a los textos de estos autores que estoy leyendo [Franz Neumann, Otto Kircheimer] y de los cuales os he enviado el resumen del libro de uno de ellos.
[…] Creo que desde 1945 hasta -para poner como emblema una fecha- 1989, Europa ha estado fuera del mundo de la política. Con estallidos que fueron reconducidos al pacto previo, por ejemplo los dos estallidos que coinciden en 1968: Waldek Rochet [ex secretario general del PCF] recibe «órdenes de Moscú» de abandonar la movilización revolucionaria en Francia y «los rusianos» invaden Checoeslovaquia, etc: meros «accidentes del recorrido» dentro del pacto previo que se saldan con la liquidación de quienes se quieren salir del pacto, pero se mantiene la «cárcel dorada». Presos pero en la playa, como le pasó a Lukács en 1956, quien, tras ser ministro en el gobierno de Imre Nagy, es detenido por los «rusianos» y encarcelado…en un palacio rumano a la orilla del mar; ahí es donde Lukács llegó a la conclusión de que, definitivamente, Kafka era un autor realista.
Durante todo este periodo de decenios, la teoría política que se hizo, aunque partiera de autores anteriores, era falsa o floja en un doble sentido: desde la fuerzas oficiales dominantes en la izquierda, era mera elaboración ad hoc, para mostrar que lo que se hacía -aceptar el statu quo- era lo propuesto, lo elaborado, lo indagado por los autores que lucharon antes, que no era sino la continuación de su obra, etc. Desde los intentos de «romper el cerco» también era floja porque resultaba una teoría sin práctica; no era un filosofar praxeológico, no había conexión con problemas intelectuales sugeridos por la realidad de una praxis social. Se convertía como mucho en buena filología, en buena academia, y muy a menudo ni eso. Se trataba simplemente de condenar a los que no pensaban como uno mismo.
Para haber logrado al menos alguna productividad habría que haber partido de una idea, la que asumían los menos que fueron los más fructíferos: la idea de que 1945 fue una derrota. Esta posición se asumió, efectivamente, entre algunos de los que habían estado, p. e., en el ejército de Von Paulus -los menos, también, de entre ellos, los no «transformistas», porque los más -Heidegger entre ellos- «nunca habían sido», «nunca habían sabido» «siempre lo habían dicho»… -. El derrotado -esto es, el que acepta que ha habido derrota- piensa que ésta no es una consecuencia mecánica inevitable del pasado, que hubo en su momento múltiples posibilidades abiertas de actuación, y puede replantearse, en consecuencia, en qué se equivocaron: Hobsbawm, Sacristán, etc. lo hicieron a partir de un determinado momento. El Lukács posterior al «balneario rumano», Passolini y su consciencia de la derrota de la Resistencia, también. En esto el derrotado tiene ventaja sobre el triunfador que parte de que esa salida estaba insita en la lógica de los acontecimientos (permitidme hacer un poco de virtud con la necesidad) .
La teoría última que tenemos, que fue orgánica de un mundo social en lucha, de unas praxis reales masivas, es en consecuencia la de estos otros individuos de los años treinta : a comenzar con el coloso único que sabe plantearse el problema genético: cómo se hace una revolución, esto es, cómo se construye un sujeto revolucionario, cómo pasa del no ser al ser un sujeto o bloque social ahora inexistente, aun habiendo condiciones de posibilidad de que exista si se hace lo que se debe hacer. Este coloso solitario en su tarea se llama Antonio Gramsci (nos dice además: ¿a que no adivináis por qué es grande Maquiavelo? Porque se propone construir un sujeto, no lo da por construido, sabe que se debe crear y trata de pensar cómo se crea; es la lectura más aguda e interesante de Maquiavelo). Gramsci reflexiona desde la derrota y, también, aún desde la praxis, pues todavía había praxis y lucha en el mundo exterior a la cárcel.
Estos autores además recogen la experiencia de lucha de sociedades complejas, con sujetos sociales posibles a construir a partir de colectivos muy diferenciados propios de sociedades fordistas, técnicamente desarrolladas. Son testigos, pues, de unas políticas prácticas que ellos ven estar dirigidas de forma errada, simplificadora, con el rechazo de la lucha de masas, o con el rechazo de las constituciones o con el rechazo de que sea interesante el amparo legal, etc en una situación de feroz ofensiva del capitalismo que es capaz de construirse su apoyo de masas.
Hasta aquí la primera razón de este ir hacia atrás. La segunda es que el mundo presente es consecuencia de la salida del empate estratégico y el reparto de poderes de 1945 que instaura el largo periodo de «cárcel dorada» que se ha saldado con la derrota hasta la aniquilación de una de las dos partes: se ha producido el deshielo (el hielo, el frío, la sociedad congelada existió en los dos lados del telón aunque en el occidente capitalista no se conservaran los hoteles de los años treinta, con sus salones art decó, sus fieltros, sus terciopelos, sus espejos de marcos sobredorados, ni las orquestas con violines, al estilo de Praga o de Moscú) y se ha producido de la peor de las formas posibles, con el triunfo incontestable del capitalismo frente al enemigo y con la situación de emergencia del capitalismo que está en una situación de poder desatado destructivo y de caos infinito.
Nuestro mundo ha entrado nuevamente en actividad política; la derecha ha declarado la lucha de clases sin mediaciones y vivimos un mundo muy semejante al de los años posteriores a la primera guerra mundial y a los años treinta, y tan peligroso como aquel, salvo por el hecho dramático de que nosotros, la izquierda, no somos ahora sujeto político de masas.
Se trata pues de reflexionar y aprender sobre los trozos de reflexión escrita por los más lúcidos entre ellos.
Disculpad la longitud de la nota.