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La creatividad en el pensamiento económico del Che

Fuentes: Rebelión

Aunque esta es una nueva versión, «La creatividad en el pensamiento económico del Che» de Carlos Tablada Pérez apareció originalmente en el número 39 de mayo-junio de 1989 en la revista cubana Cuba Socialista (páginas 66-95). Nosotros lo reproducimos de la edición en español de la revista norteamericana Nueva Internacional N°2, 1991, páginas 71-99. El […]

Aunque esta es una nueva versión, «La creatividad en el pensamiento económico del Che» de Carlos Tablada Pérez apareció originalmente en el número 39 de mayo-junio de 1989 en la revista cubana Cuba Socialista (páginas 66-95). Nosotros lo reproducimos de la edición en español de la revista norteamericana Nueva Internacional N°2, 1991, páginas 71-99.

El artículo fue escrito en 1988, luego de la aparición en 1987 del libro del mismo autor: Ernesto Che Guevara. Hombre y sociedad. El pensamiento económico del Che, premio Casa de las Américas en ese mismo año (Este libro se está reeditando actualmente en Cuba y Argentina. Ya lleva 30 ediciones, casi medio millón de ejemplares vendidos, fue traducido a nueve lenguas y publicado en 13 países). En el artículo Carlos Tablada responde de cierta manera a la conferencia pronunciada por Carlos Rafael Rodríguez -antiguo polemista del Che-, publicada en Cuba Socialista (en el N°33, mayo-junio de 1988) con el título «Sobre la contribución del Che al desarrollo de la economía cubana» y también al debate que Carlos Tablada tuvo en 1988 con 73 profesores de la Escuela de Economía de la Universidad de La Habana.

El texto se inscribe en los debates y polémicas que se abrieron en Cuba a partir de las críticas al pensamiento proveniente de los soviéticos y la reivindicación pública que Fidel Castro hiciera del pensamiento teórico del Che cuando se cumplían veinte años de su asesinato en Bolivia.

Excepto donde se indique, las notas de este artículo son de Tablada, quien ha editado esta nueva versión aparecida en Nueva Internacional, cambiando sólo pequeños detalles estilísticos de la versión que salió publicada en Cuba. En los lugares donde se citan fragmentos específicos, Nueva Internacional ha agregado fuentes adicionales donde se puede encontrar dicho material.

Carlos Tablada (Cuba, 1948) es un economista de la Universidad de La Habana y ha trabajado en la administración de empresas estatales cubanas. Estudió el pensamiento del Che entre 1969 y 1986, cuando terminó de redactar su libro. Además de su investigación sobre el Che, ha publicado varios otros libros y trabajos sobre los problemas del capitalismo contemporáneo, la globalización y las alternativas. Actualmente trabaja junto a François Houtart.

La Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara agradece al autor la autorización de la publicación de su trabajo en REBELIÓN [Fin de nota introductoria].

La creatividad en el pensamiento económico del Che

Por Carlos Tablada

Una de las tareas a la que nos ha convocado Fidel en el proceso de rectificación es el estudio riguroso de las ideas de Ernesto Che Guevara sobre la construcción del socialismo y el comunismo. Su pensamiento es un rico manantial de ideas y soluciones para la construcción de la nueva sociedad. Este conjunto de ideas aplicadas y comprobadas por él en la práctica, es aún bastante desconocido, pero su importancia abarca todo el mundo.

Cuando nos adentramos en el pensamiento de Che comprobamos la vigencia que tiene, y esto no es de extrañar porque Che, al igual que su maestro Fidel, es un visionario, un hombre capaz de atisbar más allá de lo inmediato: mira el bosque y los árboles. Ambos, como se percibe hoy con meridiana claridad, previeron muchas cosas que el decursar histórico está confirmando.

La humanidad necesita de ideas frescas, de puntos de vista nuevos. Del pensamiento de Che Guevara la humanidad puede nutrirse, porque él caló profundamente en la naturaleza de sus problemas.

Todo país socialista se encuentra ante el doble problema de lograr la eficacia de los sistemas de dirección y gestión económica y administrativa y la formación de nuevos valores humanos, ajenos al individualismo, al egoísmo, es decir, ante la tarea de desarrollar la educación comunista de los trabajadores como factor de creación y crecimiento de la sociedad socialista.

Por otra parte, si bien el entorno internacional ha sufrido cambios a lo largo de estos últimos 20 años, las situaciones, las condiciones histórico concretas, los problemas sociales y económicos de Asia, Africa, América Latina e incluso de los países desarrollados, en lo esencial son prácticamente los mismos que motivaron y dieron origen al pensamiento y acción del Che.

Si existe alguna diferencia, esta estriba en que las contradicciones y los conflictos se han agudizado más; se han incrementado la miseria, la pobreza, la explotación, el desamparo, la desigualdad. La deuda externa se ha multiplicado por cien. Se ha hecho más explosivo el mundo en que vivimos.

También la conciencia política y la comprensión de los procesos económicos y sociales por parte de millones y millones de latinoamericanos, africanos y asiáticos han crecido mucho en estos 20 años.

Y en los países capitalistas desarrollados, cada vez mayor número de personas comprende que no es posible que coexistan en el mundo los logros de la ciencia y la técnica y el bienestar de sociedades con enormes recursos, y una parte mayoritaria de la humanidad sumida en el desvalimiento y opresión que hemos apuntado.

No se pueden desmembrar las contribuciones de Che

En nuestro país, en ocasiones se suscitan dudas e interpretaciones parciales sobre el pensamiento económico de Che. Entre ellas he podido captar que algunos sólo le reconocen que fue un buen y gran aplicador del marxismo-leninismo y que el Sistema Presupuestario de Financiamiento creado por él respondió a las necesidades concretas de la primera etapa de la revolución. A partir de la aceptación de las dos afirmaciones anteriores sólo es posible utilizar de Che ideas sueltas y que no constituyen el centro de su pensamiento: algunas partes, métodos de trabajo, su exigencia, sus controles -contabilidad, costos, auditoría-, su espíritu organizativo; que tuvo el mérito científico de aplicar lo general de la teoría marxista-leninista a lo particular: la construcción del socialismo en Cuba de los primeros años de la revolución. Sin embargo, los que sostienen este punto de vista generalmente también sostienen que la eficacia del Sistema Presupuestario de Financiamiento no pudo ser verificada en la práctica; que el Sistema Presupuestario de Financiamiento adoleció de una centralización absoluta de las decisiones económicas.

Aún es necesario profundizar más, comprender y asimilar cabalmente el valor del pensamiento de Che para la construcción del socialismo y el comunismo.

Nosotros, los cubanos, debemos ser los primeros en desentrañar, exponer y sistematizar sus aportes a la teoría y a la práctica marxista-leninistas. Y el proceso de rectificación reclama también, como señala Fidel, emprender esta tarea como punto de partida fundamental para la supresión definitiva de nuestros problemas.

Fidel Castro y Che Guevara expresaron desde los primeros años de la década del 60 la necesidad del análisis crítico en la construcción del socialismo y denunciaron los peligros que acarrea andar por los caminos trillados del capitalismo; la vida les ha dado la razón. Por todo lo anterior, Che se dio a la profundización en el estudio de la teoría y a hacer de ella un arma para la construcción práctica de la nueva sociedad.

Che, junto a Fidel, se percató 25 años atrás del estancamiento, esquematismo y dogmatismo en que había caído una importante corriente del pensamiento revolucionario y ambos han de considerarse como los precursores de un nuevo enfoque en las ciencias sociales marxistas y en particular en la economía política del socialismo, en la teoría y en la práctica de la construcción del socialismo y el comunismo.1

Fidel Castro, en su discurso pronunciado en conmemoración del Día Internacional del Trabajo, el Primero de Mayo de 1966, afirmó:

Podría decirse que si bien la técnica industrial, la ciencia en general se ha desarrollado de un modo increíble, la ciencia social está todavía bastante subdesarrollada. Y oímos fórmulas, leemos manuales, pero nada enseña tanto como una revolución, que a la vez hay que saber apreciar y valorar en toda su importancia la experiencia de los demás pueblos, cada pueblo ha de esforzarse no en copiar sino en dar aporte a esa ciencia subdesarrollada como son las ciencias políticas y sociales.

Nosotros vamos desarrollando nuestras ideas. Entendemos que las ideas marxista-leninistas requieren un incesante desarrollo; entendemos que un cierto estancamiento se ha producido en este campo, y vemos incluso que a veces se aceptan, bastante universalmente, fórmulas que en nuestra opinión se pueden apartar de la esencia del marxismo-leninismo.2

Entre las ideas de Che y de Fidel hay un alto grado de identidad y de coincidencia. Fidel y Che tienen los mismos principios, los mismos objetivos y la misma creencia en la transformación del hombre.

Por ejemplo, el concepto de desarrollo es prácticamente idéntico en los dos. En 1979 Fidel lo resumió y definió de la siguiente manera: «Desarrollo es, principalmente, la atención al ser humano, que ha de ser el protagonista y el fin de cualquier esfuerzo por el desarrollo».3

Che no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar al hombre, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el socialismo con «las armas melladas que nos legara el capitalismo»,4 porque no se puede avanzar hacia el comunismo si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en la sociedad anterior.

El socialismo no es un sistema acabado, perfecto, en el que se conocen todos los detalles y están inscritas todas las respuestas. Nuestro sistema tiene fallas, deficiencias y aspectos por desarrollar. Che Guevara buscó soluciones dentro de los principios socialistas a los problemas concretos de la implantación del régimen socialista en Cuba y a las faltas que encontraba en las elaboraciones teóricas sobre el periodo de transición.

Por supuesto, no sería lógico aplicar en 1989 en forma mecánica, exactamente igual, cada solución que Che pensó y puso en práctica hace 22 años. El propio Che no lo hubiera hecho así, nunca fue su estilo de pensamiento. La sociedad cubana y el entorno internacional han sufrido cambios a lo largo de este periodo. Pero sí pienso que el sistema de dirección de la economía que surja -llámese como se llame- como resultado del proceso de rectificación, no pasará por el cálculo económico sino que transitará más bien por el pensamiento de Che y de Fidel.

El estudio del marxismo hecho por Che

Existe la idea, dentro y fuera de Cuba, que el conocimiento de la teoría económica marxista por Che se inicia en 1959 a raíz de su nombramiento en cargos con perfiles económicos (Jefe del Departamento de Industrialización del INRA, Presidente del Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industrias)5 y más concretamente con la llegada del hispano-soviético doctor Anastasio Mansilla, profesor de económica política.

Tal idea no se corresponde con los hechos. Entre los 16 y 17 años Ernesto traba conocimiento con escritos de Carlos Marx, Federico Engels y V.I. Lenin; entre otros, con El capital [Marx] y el Manifiesto del Partido Comunista [Marx y Engels]. A esa edad inicia la redacción de un diccionario filosófico. En sus años de estudios universitarios analiza otras obras, como Anti-Dühring [Engels], El imperialismo, fase superior del capitalismo y El estado y la revolución [Lenin].

En sus viajes por América Latina y el Caribe, antes de 1959, no sólo ejercía sus conocimientos médicos e investigaba sobre la alergia, sino también y fundamentalmente se daba al estudio de la historia y la cultura de los países que visitaba, recorría sus museos, sus ruinas; le apasionaban la arqueología, las culturas indígenas y lo más avanzado del pensamiento social.

El conocimiento de la realidad americana lo llevó a sumergirse cada vez más en el estudio del marxismo-leninismo. En su correspondencia familiar y trabajos escritos entre 1954 y 1956 se aprecia hasta qué punto se entregó de lleno a estudiar sistemáticamente el marxismo-leninismo y en particular la economía política, la estadística y demás disciplinas afines. Veamos:

En el último grupo, el de los países imperialistas en plena expansión, solo está Estados Unidos -el gran problema de Latinoamérica-. Uno se pregunta ¿por qué en los Estados Unidos, país industrializado al máximo y con todas las características de los imperios capitalistas, no se sienten las contradicciones que colocan al capital y el trabajo en pugna total? La respuesta hay que buscarla en las condiciones especiales del país norteño. Salvo los negros, segregados y germen de la primera rebelión seria, los demás obreros (los que tienen trabajo, naturalmente) pueden gozar de salarios enormes comparados con los que comúnmente dan las empresas capitalistas, debido a que la diferencia entre lo requerido normalmente por las necesidades de la plusvalía y la paga actual es compensada con creces por grupos de obreros de dos grandes comunidades de naciones: los asiáticos y los latinoamericanos.6

La Habana me llama particularmente la atención para llenarme el corazón de paisaje, bien mixturado con pasajes de Lenin.7

Estoy fuerte, optimista, subo frecuentemente a los volcanes, voy frecuentemente a visitar ruinas, leo frecuentemente a San Carlos y sus discípulos.8

Aunque, en realidad, de mi vida propia tengo poco que contar ya que me la paso haciendo ejercicio y leyendo. Creo que después de estas saldré hecho un tanque en cuestiones económicas aunque me haya olvidado de tomar el pulso y auscultar (esto nunca lo hice bien). Mi camino parece diferir paulatina y firmemente de la medicina clínica, pero nunca se aleja tanto como para no echarme mis nostalgias de hospital. Aquello que les contaba del profesorado en fisiología era mentira pero no mucho. Era mentira porque yo nunca pensaba aceptarlo, pero existía la proposición y muchas probabilidades de que me lo dieran, pues estaba mi citación y todo. De todas maneras, ahora sí pertenece al pasado. San Carlos ha hecho una aplicada adquisición.9

Por supuesto, todos los trabajos científicos se fueron al cuerno y ahora soy sólo un asiduo lector de Carlitos y Federiquito y otros itos. Me olvidé de contarle que al detenerme me encontraron varios libritos de ruso, amén de una tarjeta del Instituto de Intercambio Mexicano-Ruso, donde estudiaba el idioma por problema de reflejos condicionados.10

Yo, en tren de cambiar el ordenamiento de mis estudios: antes me dedicaba mal que bien a la medicina y el tiempo libre lo dedicaba al estudio en forma informal de San Carlos. La nueva etapa de mi vida exige también el cambio de ordenación; ahora San Carlos es primordial, es el eje, y será por los años que el esferoide me admita en su capa más externa . . . Además, tenía que llegar a una serie de conclusiones que se daban de patadas con mi trayectoria esencialmente aventurera; decidí cumplir primero las funciones principales, arremeter contra el orden de cosas, con la adarga al brazo, todo fantasía, y después, si los molinos no me rompieron el coco, escribir.11

En casa del guatemalteco doctor Alfonso Bauer, Ernesto se escondió en vísperas de su salida en el Granma. En 1977 Bauer concedió una entrevista y contó, entre otras cosas, el estado de la habitación que ocupó Che:

Encontramos su habitación hecha un pandemonium, la cama sin hacer, la bombilla del mate por aquí, el reverbero por allá, las prendas de vestir regadas, y una media docena de libros abiertos como si hubiesen sido objeto de lectura simultánea; entre ellos se encontraba El estado y la revolución, de Lenin; El capital, de Marx; un manual de cirugía de campaña y un libro mío: Cómo opera el capital yanqui en Centro América.12

En mi opinión, los aspectos fundamentales del pensamiento y de la práctica de Che tienen vigencia si los adecuamos, a los cambios que han tenido lugar, pero sin alterar la esencia de su punto de partida crítico de ciertas concepciones en la construcción del socialismo como tránsito hacia la sociedad comunista.

Partiendo del axioma básico de que «el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción»,13 Che se dio a la tarea de buscar un sistema de dirección que, sustentado en ese enfoque, se apoyara en

• las técnicas contables más avanzadas que permitían un mayor control y una eficiente dirección centralizada; los estudios y la aplicación de los métodos de centralización y descentralización que efectuaba el monopolio;

• las técnicas de computación aplicadas a la economía y a la dirección; los métodos matemáticos aplicados a la economía;

• las técnicas de programación y control de la producción;

• las técnicas del presupuesto como instrumento de planificación y control por medio de las finanzas;

• las técnicas de control económico por métodos administrativos;

• la dirección participativa de la masa, la motivación directa del trabajador, su identificación con el producto final; y

• la experiencia práctica y teórica de los países socialistas.

Quisiera subrayar que para Che la construcción del socialismo y del comunismo es un fenómeno de producción, organización y conciencia. No es sólo una tarea administrativo-técnico-económica, sino una tarea ideológico-técnico-político-económica. Che subrayaba la importancia de la integralidad de estos elementos.

El pensamiento económico de Che hay que verlo dentro de su concepción del sistema de dirección de la economía para la construcción socialista, esto es, en el Sistema Presupuestario de Financiamiento; su insistencia en el hecho de considerar como elemento primordial el desarrollo de la conciencia y como objetivo final el hombre nuevo. Todo ello se expresa en que, simultáneamente con la creación de la base material y técnica del socialismo, hay que desarrollar la educación que garantice la creación de una conciencia y, consecuentemente, la formación del hombre y de la mujer nuevos.

Con el Sistema Presupuestario de Financiamiento, Che persigue organizar la economía y lograr la máxima eficiencia en la gestión económica; profundizar y desarrollar la conciencia de las masas, y cohesionar y desarrollar el sistema socialista mundial.

El logra teórica y prácticamente desarrollar los aspectos del sistema y unirlos en un todo único de forma armónica y lógica, y llama a su vez al partido y a la juventud [Unión de Jóvenes Comunistas] a desarrollar un fuerte trabajo ideológico como fuerza material activa.

Es poco conocido que el Sistema Presupuestario de Financiamiento funcionó con un alto grado de eficiencia a pesar de las circunstancias que entonces prevalecían nacionalmente y en el Ministerio de Industrias, que poseía en aquel momento el 70 por ciento de la producción industrial del país (las industrias azucarera, ligera, básica, parte de la alimentaria, mecánica, de materiales de la construcción, farmacéutica y otras), alrededor de 260 mil trabajadores, 48 empresas consolidadas y aproximadamente 1500 establecimientos con un valor de 1500 millones en medios básicos, de ellos, 930 millones de origen capitalista.14

El Sistema Presupuestario de Financiamiento funcionó a pesar del bloqueo norteamericano; del robo de cerebros y de cuadros con cultura de la administración que emigraron hacia Estados Unidos; de la carencia de técnicas y cuadros de todo tipo (el Ministerio de Industrias y sus dependencias no llegaron a tener más de 473 ingenieros);15 de las dificultades por la falta de piezas de repuesto, materias primas y materiales; del millón de habitantes recién alfabetizados; de los bajos niveles de calificación de la fuerza de trabajo; de la falta de cultura laboral de los trabajadores; de contar con administradores con segundo grado de la enseñanza primaria.

Me pregunto si las empresas cubanas han logrado el nivel de organización, control, gestión, eficiencia y sistema que tenían las empresas consolidadas de Che en diciembre de 1964. Por mi experiencia personal, pienso que no. Considero que no hemos alcanzado las disciplinas financiera y de cobros y pagos, el control de inventarios, la exactitud y veracidad del dato primario, los análisis de costos a nivel de unidad que poseían las empresas de Che en diciembre de 1964.

Se plantea que pueden aprovecharse subsistemas del Sistema Presupuestario de Financiamiento, desgajarlos e injertarlos en el cálculo económico. El Sistema Presupuestario de Financiamiento es un sistema coherente con una estructuración interna basada en premisas teóricas y prácticas debidamente sustentadas. Lo anterior resulta importante para no perder de vista el enfoque sistémico al abordarlo y su característica vital: admite su permanente enriquecimiento e innovación. Che hace el Sistema Presupuestario de Financiamiento porque no comparte el cálculo económico.

El Sistema Presupuestario de Financiamiento no tiene antecedentes y no debe confundirse por su nombre con sistemas presupuestarios existentes en etapas anteriores en los hermanos países socialistas y posteriores en nuestro país. Por sus principios esenciales y métodos no tiene igual.

El plan económico y la conciencia política

Quiero detenerme en la relación entre la concepción general de Che sobre la economía política del socialismo, la teoría de la transición y los sistemas de dirección, y quiero hacerlo porque es una de las que más se presta a confusión y a las más diversas interpretaciones. Para algunos compañeros no existe, para otros no es lo esencial; no se capta en su profundidad y creatividad el aporte trascendental de Che.

En el libro El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, afirmamos que resulta necesario diferenciar entre las formas de conducción de la economía desde el punto de vista técnico (y Che era de la opinión de que se tomaran estas técnicas de donde estuvieran más desarrolladas para adaptarlas a la nueva sociedad sin temor al contagio con la ideología burguesa, siempre que esto se limitara a la adopción o asimilación de normas técnicas de dirección y control de la producción) y las formas de conducción en su aspecto ideológico, que para Che no deben perdurar y desarrollarse sobre la base de mecanismos económicos, de incentivación y de criterios de dirección de la economía inherentes al régimen de producción capitalista. Vale decir, Che acepta la asimilación crítica de los adelantos tecnológicos en la dirección y control económicos, pero rechaza la utilización y desarrollo de las armas melladas que nos legara el capitalismo para lograr la motivación de los productores.

La caracterización del periodo de transición al socialismo y al comunismo, ni aun en sus primeros momentos, no tiene por qué venir dada por la ley del valor y demás categorías mercantiles que su uso implica. Su presencia en la transición al socialismo se incluye entre las limitaciones heredadas y como tal debe abordarse.

Che opinaba que la economía política en la Unión Soviética y en los países de Europa oriental no había captado y desarrollado en toda su dimensión lo nuevo de la sociedad socialista y comunista. Llamaba a pensar más en la ley económica fundamental. A esta ley le recalcaba el orden moral y político.

Estimaba que la planificación debe calificarse como la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas.

Che profundizó en Marx, Engels y Lenin. Y el concepto de plan aparece vinculado a los conceptos de revolución anticapitalista y dictadura del proletariado. Significa la síntesis de un nuevo modo de hacer la historia. Expresa el hecho de que por primera vez en la historia de la humanidad los hombres se arrogan el papel de transformar la sociedad conscientemente.

El plan constituye el único instrumento que admite desarrollar las fuerzas productivas, hacer realidad la formación de nuevas relaciones humanas, la creación de un hombre nuevo y la llegada al estadio de la sociedad comunista, siempre y cuando su elaboración e implementación se realicen bajo determinadas premisas, o sea, que no sea considerado un instrumento mágico para resolver problemas. El plan es creado por el hombre y forma parte de las concepciones generales de él. Para Che el plan no es tampoco un fetiche ni una camisa de fuerza, sino un instrumento básico para la construcción de la sociedad socialista.

Che pensaba, pues, que reducir este concepto a una noción económica es deformarlo a priori y limitar sus posibilidades. El plan, para Che, abarca el conjunto de las relaciones materiales (en la acepción que Marx da al término).

Por esa razón, la planificación debe considerar y conjugar dos elementos:

1. La creación de las bases para el desarrollo económico de la nueva sociedad, su regulación y control.

2. La creación de un nuevo tipo de relaciones humanas, del hombre nuevo.

Estos nos plantea un principio del plan y, por tanto, del periodo de transición imposible de omitir, so pena de deformarlo y poner en peligro el proyecto comunista mismo: la eficacia del plan no la podemos enjuiciar solamente por la optimización de la gestión económica y, por ende, de los bienes económicos que posea la sociedad, ni por las ganancias obtenidas en el proceso productivo. Su eficacia estriba en su potencialidad para optimizar la gestión económica en función del objetivo que se persigue: la sociedad comunista; vale decir, en su aptitud para conjugar la racionalidad social con la racionalidad económica, en la medida en que logre que el aparato económico contribuya a crear la base técnico-material de la nueva sociedad y al mismo tiempo coadyuve a la transformación de los hábitos y valores de los hombres que participan en el proceso productivo, y ayude a crear e inculcar los nuevos valores comunistas.

Raúl Castro lo explica así:

Pero dejemos a un lado las discusiones teóricas y las críticas injustificadas que desde 1953 -hace 15 años y en el transcurso de los mismos-, en peores condiciones que ahora, estamos acostumbrados a escuchar. ¡Serán los hechos y nuestro pueblo en definitiva los que digan la última palabra!

No negamos lo difícil del camino, sobre todo cuando es necesario romper con esquemas prefabricados, con dogmas anquilosados, con mitos establecidos, teniendo además que seguir luchando firmemente contra muchas deficiencias que aún tenemos nosotros.

Cuando un pueblo adquiere conciencia de lo que es capaz de hacer, lo lleva a cabo con una pasión revolucionaria, arrolladora y contagiosa.

Que espíritu de trabajo crea espíritu de trabajo, que conciencia engendra conciencia, que valor y fe engendran valor y fe, que actitud honesta engendra más actitudes honestas, que amor a toda la sociedad, a todo el pueblo y a toda la humanidad engendra más amor entre los hombres; pero si predicamos el egoísmo, el dinero engendrará más egoísmo, la ambición engendrará más ambición, el oportunismo engendrará más oportunismo, la corrupción engendrará más corrupción, el feroz individualismo engendrará más individualismo. ¡Por eso nos negamos a erigirle un altar al dios «dinero» y postrarle a sus pies la conciencia de los hombres!16

Che descubre que la casi totalidad de la literatura sobre la economía política del periodo de transición carece de un instrumental conceptual original, acorde con la materia de que se intenta apropiar. De tal modo se fuerza al propio objeto de estudio desde el punto de vista teórico cuando se le aplican las categorías marxistas pertenecientes al análisis del régimen capitalista. Con ello, la teoría pierde la posibilidad de situarse críticamente frente a la nueva realidad.

Che percibe que siempre ha sido oscuro el significado de las palabras «cálculo económico»; su significación real parece haber sufrido variaciones en el transcurso del tiempo. Hay que tener bien en cuenta que esta forma de gestión administrativa no es una categoría económica definitivamente necesaria y obligada. El cálculo económico constituye un conjunto de medidas de control, de dirección y operación de empresas socializadas que se da en un periodo histórico con características peculiares en un grupo de países socialistas.

Che nos alerta que debemos tener aprensión en utilizar la práctica como rasero sin la más mínima abstracción teórica y en hacer uso indiscriminado de la apologética.

Desgraciadamente, a los ojos de la mayoría de nuestro pueblo, y a los míos propios, llega más la apología de un sistema que el análisis científico de él.17

El cálculo económico está indisolublemente ligado para su funcionamiento con las armas melladas que nos legara el capitalismo. No puede funcionar sin los mecanismos y las categorías económicas capitalistas que extrapoló del sistema capitalista de libre concurrencia, asimilándolas no como limitantes del socialismo sino como virtudes añadidas a este.

Esto es, si se emplean esas categorías, y las estructuras económicas y sociales y las relaciones que éstas describen en la sociedad capitalista, será difícil apropiarse de una realidad de la cual se desconoce su peculiaridad en el plano teórico.

La ley del valor es uno de los elementos de la teoría económica marxista extrapolado de su contexto como la ley fundamental del movimiento del capitalismo y convertido en uno de los pilares fundamentales de más de una teoría sobre la económica política del periodo de la transición al socialismo. En el análisis crítico, realizado por Che, reside uno de los aportes mayores que hizo a la teoría marxista-leninista.

La posición de Che referida a la ley del valor y a su utilización y demás categorías capitalistas en la gestión económica del periodo de transición y en la creación de la teoría de la construcción de la sociedad comunista, se sintetiza en los aspectos siguientes:

1. Negación de la vigencia rectora de la ley del valor en el periodo de transición al comunismo.

2. Distinción entre admitir la existencia en el periodo de transición de una serie de fuerzas, de relaciones capitalistas que obligadamente han subsistido, de las que la ley del valor -dado su carácter de ley económica, esto es, de expresión de tendencias- pudiera dar explicación; y afirmar la posibilidad de utilizar de forma consciente y preeminente en la gestión económica la ley del valor y demás categorías que implica su uso.

3. Rechazo a que la caracterización del periodo de transición al comunismo, ni aun en sus primeros momentos, tenga que venir dada por la ley del valor y demás categorías mercantiles que su uso requiere.

4. Rechazo a la concepción que no sólo preconiza la utilización de la ley del valor y de las relaciones monetario-mercantiles en el periodo de transición, sino que además afirma la necesidad de desarrollar dichas relaciones, que logran su mayor desarrollo en el capitalismo, como vehículo para alcanzar la sociedad comunista.

5. Negación de la inevitabilidad del uso «de la categoría mercancía en la relación entre empresas estatales» y consideración de «todos los establecimientos como parte de la única gran empresa que es el estado».18

6. Necesidad de establecer una política económica tendente a extinguir paulatinamente las relaciones antiguas, entre las que se incluyen el mercado, el dinero (en tanto se distorsionan sus funciones) y, por tanto, la palanca del interés material directo o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de estas.

Al respecto, Che explicaba:

Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no puede determinarse de antemano, pero las características del periodo de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a la nueva etapa.

La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas. Lo contrario haría suponer que la tarea de la construcción del socialismo en una sociedad atrasada, es algo así como un accidente histórico y que sus dirigentes, para subsanar el error, deben dedicarse a la consolidación de todas las categorías inherentes a la sociedad intermedia, quedando sólo la distribución del ingreso de acuerdo al trabajo y la tendencia a liquidar la explotación del hombre por el hombre como fundamentos de la nueva sociedad, lo que luce insuficiente por sí solo como factor del desarrollo del gigantesco cambio de conciencia necesario para poder afrontar el tránsito, cambio que deberá operarse por la acción multifacética de todas las nuevas relaciones, la educación y la moral socialista, con la concepción individualista que el estímulo material directo ejerce sobre la conciencia frenando el desarrollo del hombre como ser social.19

7. Rechazo a la práctica de utilizar indiscriminadamente las categorías capitalistas. Las categorías capitalistas, tales como «la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera»20 en la construcción de la nueva sociedad, toman rápidamente existencia per se, imponiendo a la postre su propia fuerza en las relaciones entre los hombres.

8. Admisión que el libre juego de la ley del valor, en el periodo de transición al comunismo, implica la imposibilidad de reestructurar las relaciones sociales en su esencia, al perpetuarse «el cordón umbilical» que une al hombre enajenado con la sociedad y que conduce, cuando más, a la aparición de un sistema híbrido donde el vuelco trascendental de la naturaleza social del hombre y de la sociedad no llegará a producirse.

9. Afirmación de que: «En nuestra posición el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción; y que no se puede llegar al comunismo por la simple acumulación mecánica de cantidades de productos, puestos a disposición del pueblo. Ahí se llegará a algo, naturalmente, de alguna forma especial de socialismo. A eso que está definido por Marx como comunismo y lo que se aspira en general como comunismo, a eso no se puede llegar si el hombre no es consciente. Es decir, si no tiene una conciencia nueva frente a la sociedad».21

Che considera como parcialmente existente la ley del valor en las condiciones de un país que construye el socialismo, debido a los restos que quedan de la sociedad capitalista basados en la producción y cambio mercantiles generalizados.

Por ello, el Sistema Presupuestario de Financiamiento reconoce la ley del valor, las relaciones monetario-mercantiles y la mercancía como tal sólo en función de las relaciones que se establecen entre el estado, las cooperativas y los individuos y, en escala internacional, en el comercio exterior. No acepta las relaciones monetario-mercantiles dentro del sector estatal y niega a su vez la existencia de la mercancía en las relaciones entre empresas estatales.

En este periodo no se deben desarrollar las relaciones monetario-mercantiles sino las nuevas relaciones socialistas, y la ley del valor no se debe eliminar por decreto sin que tiene que experimentar un proceso de extinción paulatina en tanto se desarrollen las nuevas formas inherentes al sistema que construimos.

A medida que van pasando a manos del estado revolucionario los medios de producción, surgen y se establecen nuevas relaciones de producción. A esta etapa debe corresponder una nueva concepción de la producción, de sus móviles y de sus fines; nuevos modos de operar los mecanismos de control, organización, dirección e incentivación.

Marx y Engels alertan al respecto:

Todas las anteriores revoluciones dejaban intacto el modo de actividad y sólo trataban de lograr otra distribución de esta actividad, una nueva distribución del trabajo entre otras personas, al paso que la revolución comunista va dirigida contra el modo anterior de actividad.22

En esta etapa suelen perdurar medios de producción en manos de capitalistas y pequeños productores privados y cooperativistas. Pero aún en este momento en que existe producción mercantil para un sector de la esfera productiva, el estado revolucionario, con las medidas que va tomando tanto en el plano social en general como en el estrictamente económico, hace que se modifique sustancialmente el funcionamiento de la ley del valor. Medidas tales como la rebaja de los alquileres de las viviendas, la asistencia médica y social en general gratuita o a «precios por debajo de los estipulados en el mercado», el control y la fijación de los precios con vistas a combatir la especulación contrarrevolucionaria, el control de divisas, el control del comercio exterior, el control del comercio interior mayorista, la entrada a la vida económica del país en revolución de sectores que hasta ese momento se hallaban marginados, las medidas tendentes a liquidar el desempleo, etcétera, dictan en la práctica la imposibilidad de que rija la ley del valor.

La ley del valor aquí no establece la cantidad en que se producen las mercancías; el número en que se intercambian estas; la proporción en que se adjudica la fuerza de trabajo entre los diferentes sectores de la economía, y el modo en que se asignan los recursos entre estos sectores. La ley del valor ha perdido su capacidad reguladora. El hecho de que los precios no se formen espontáneamente, como resulta de la fluctuación de la oferta y la demanda en el mercado, con todas las consecuencias e implicaciones que ello trae y que explican la forma automática, anárquica y también brutal en que se establecen las proporciones y el equilibrio en la sociedad capitalista, tiene una importancia esencial. La dirección de la revolución, en esta etapa, establece la distribución con arreglo a su proyecto político, a las condiciones concretas del país y del resto del mundo, y a su poder político-ideológico-militar, no sobre la base de la ley del valor.

Lo importante son los datos globales de los costos y de los beneficios económicos y sociales.

¿Qué quiere decir esto? Que sobre la base del análisis exacto y riguroso de los costos de producción y del valor de los bienes producidos, el socialismo puede establecer racionalmente precios por encima o por debajo del valor de aquellos, intercambiándolos a condición de que mantengan globalmente los índices de rentabilidad (entendido aquí como «rentabilidad» global de la gestión social productiva, que no encierra más que la existencia de un plusproducto) y eficiencia requeridos y de que la suma de los precios coincida tendencialmente con los valores creados.

Se pudiera ver en ese hecho la prueba de que la ley del valor rige en el socialismo en última instancia, ya que se precisa de dicho equilibrio económico y social global.

Puro sueño. Asegurar el plusproducto social necesario es un rasgo inherente a cualquier sociedad so pena de desaparecer. Este principio elemental, esta racionalidad económica no es la ley del valor. La ley del valor es, simplemente, la teoría que explica el modo en que ese equilibrio se establece, espontáneamente, en la sociedad burguesa. El plan, por su parte, es el modo en que se obtiene este equilibrio de manera consciente y racional en las sociedades socialista y comunista.

Por otra parte, está claro que la función del plan, y la ventaja que su existencia supone en relación con el capitalismo, no estriba en establecer cuánto cuesta elaborar cada producto para fijar el precio de un artículo específico. La función del plan es otra: ser instrumento de la construcción racional y consciente de la nueva sociedad. Su ventaja principal radica precisamente en que no tiene que someterse, como el empresario capitalista, al nivel de rentabilidad de una unidad de producción o de todo un sector productivo, sino que puede financiar centralmente, y con arreglo a proporciones globales, toda la gestión social. La clave de su éxito es, por otro lado, el rigor, detalle, exactitud y minuciosidad que se alcance en la obtención de los datos y el análisis de estos para establecer las proporciones que aseguren la reproducción exitosa de las relaciones de producción socialistas.

Che veía en el análisis del costo el modo fundamental de medir la eficiencia de los establecimientos y de las empresas, un método de control de dirección, y el modo idóneo para optimizar el gasto de trabajo social y poder reducirlo por unidad e incrementar realmente la productividad y la eficiencia del establecimiento, de la empresa, de la rama y de la sociedad.

Lo anterior es fundamental para entender lo nuevo que plantean Che y la revolución cubana en este plano. No se trata que Che quisiera quemar etapas, se impacientara y pretendiera imprimirle un ritmo superior al históricamente posible con un desarrollo acelerado de la conciencia.

No olvidemos que algunos, a casi 36 años del ataque al cuartel Moncada23 y a 30 años del triunfo revolucionario, no entienden aún la esencia de nuestra revolución porque están presos de los dogmas y de los esquemas. Nuestra revolución es, desde el Moncada, «rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios».24

Che simplemente plantea que hay que ocuparse desde un inicio de la creación de la nueva conciencia, de la nueva moral, simultáneamente con la ocupación de desarrollar la base material y técnica de la nueva sociedad.

El comprendía que la nueva conciencia era el resultado de un proceso progresivo de transformación de las estructuras sociales de las que inevitablemente surge y que, por tanto, las posibilidades de transformar al hombre estaban dadas más que por los llamados a la conciencia por la transformación de las relaciones sociales de producción y la correcta selección de las palancas motivadoras de su acción.

En «El socialismo y el hombre en Cuba» precisa y expone sintética pero brillantemente las causas que motivan la carencia de la teoría revolucionaria y particularmente de la economía política del socialismo, algunas de las cuales hemos expresado:

Si a esto se agrega el escolasticismo que ha frenado el desarrollo de la filosofía marxista e impedido el tratamiento sistemático del periodo, cuya economía política no se ha desarrollado, debemos convenir en que todavía estamos en pañales y es preciso dedicarse a investigar todas las características primordiales del mismo antes de elaborar una teoría económica y política de mayor alcance.

La teoría que resulte dará indefectiblemente preeminencia a los dos pilares de la construcción: la formación del hombre nuevo y del desarrollo de la técnica.25

«La ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución», señaló Che. Ambos desempeñan papeles contradictorios, de sentido contrario:

Podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista.26

La medición de los gastos de trabajo social es una ley de todo modo de producción. En la sociedad socialista y en la sociedad comunista esta medición es y será:

-Por un lado, más exacta, más consciente, no espontánea.

En esencia, se va alejando cada vez más de la medición mercantil. No toda medición del gasto de trabajo social tiene que estar vinculada al desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles.27

La diferencia está en que en la sociedad mercantil la producción, la distribución y la reproducción del gasto de trabajo social se establecen a posteriori, mientras en la sociedad socialista su planificación es a priori.

El problema radica en que el peso ideológico del fetichismo mercantil continúa presente en la conciencia de los hombres y estos creen seguir viendo ley del valor, mercancía y relaciones monetario-mercantiles cuando en realidad es su contrario.

Creemos que la inconsecuencia de los defensores del cálculo económico se basa en que, siguiendo la línea del análisis marxista, al llegar a un punto dado, tienen que dar un salto (dejando «el eslabón perdido» en el medio) para caer en una nueva posición desde la cual continúan su línea de pensamiento. Concretamente, los defensores del cálculo económico nunca han explicado correctamente cómo se sostiene en su esencia el concepto de mercancía [entre las empresas e instituciones] en el sector estatal, o cómo se hace uso «inteligente» de la ley del valor en el sector socialista con mercados distorsionados.28

La ganancia contra las necesidades sociales

Pienso que el cálculo económico crea cierto fetichismo; en la ganancia se oculta y se descuida lo esencial: la producción, producir a tenor con un surtido para satisfacer las necesidades sociales. Es decir, se mide la eficiencia de la producción por la ganancia y la rentabilidad, esto es, por categorías propias del mercado, valores que alcanzan su máximo desarrollo en el capitalismo, en tanto que pueden obviarse los valores de uso consustanciales a la satisfacción de las necesidades, como objetivo central en el socialismo.

Marx explica lo que ocurre en una sociedad mercantil, burguesa, capitalista, donde la propiedad privada determina que la única forma que tienen los productores aislados de relacionarse entre sí es a través del mercado. En este sentido, las diferentes magnitudes de trabajo se regulan entre sí a posteriori, de forma anárquica, espontánea, utilizando como criterio fundamental el propio valor como elemento esencial del proceso de gastos de trabajo.

Marx señaló al respecto:

Todas las mercancías son no-valores-de-uso para sus poseedores, valores de uso para sus no-poseedores. Por eso tienen todas que cambiar de dueño. Pero este cambio de dueños constituye su [proceso de] cambio, y su cambio las relaciona recíprocamente como valores y las realiza en cuanto tales. Las mercancías, pues, tienen primero que realizarse como valores antes que puedan realizarse como valores de uso.

Por otra parte, tienen que acreditarse como valores de uso antes de poder realizarse como valores. Ya que el trabajo humano empleado en ellas sólo cuenta si se lo emplea en una forma útil para otros. Pero que sea útil para otros, que su producto satisfaga necesidades ajenas, es algo que sólo el cambio mismo puede demostrar.29

En la sociedad socialista, gracias a la propiedad social sobre los medios de producción, el valor de uso, el carácter pericial de las mercancías, la cantidad y la calidad del producto devienen elementos fundamentales del intercambio y el plan permite a priori la regulación de las distintas actividades que los productores deben mantener entre sí. Por primera vez se da una relación directa entre las necesidades del consumidor y las características del producto.

Anteriormente, esta se daba en forma indirecta, fetichista: las relaciones entre los hombres aparecían como relaciones entre las cosas. El objetivo real de la producción se convertía en un mero momento del mercado y la mercancía, como el objete inerme, devenía el regulador de la propia actividad de los hombres. Ahora resulta diferente: existe una relación muy directa entre las necesidades del hombre y la forma de satisfacerlas, la cual toma corporeidad antes de comenzar el propio proceso productivo y de manera planificada, consciente. Al hombre no se le antepone la mercancía, el trabajo es directamente social; sin embargo, el que sea útil, práctico, tangible, el carácter cualitativo y cuantitativo del trabajo deviene el principal problema del productor (lo cual también incluye el ahorro de gasto de trabajo), y la relación de valor aparece directamente como relación social de producción, pero establecida conscientemente.

Por propia experiencia reciente en Cuba y en otros países bajo el cálculo económico, sabemos que la producción de valores de uso, que es la esencia, pasa a un segundo plano; es la tendencia bajo el cálculo económico. Y este fetichismo engendra a su vez más relaciones monetario-mercantiles. Los estancamientos, el agotamiento propio del uso del cálculo económico exige como tributo para continuar desarrollándose económicamente nuevas y más profundas relaciones monetario-mercantiles, esto es, nuevos retrocesos.

Históricamente el intercambio real se ha alejado cada vez más de la ley del valor, que sólo se ha expresado de forma pura en las sociedades mercantiles menos desarrolladas.30

Y, a mi modo de ver, el fetichismo gana terreno en la conciencia de los hombres al no reconocer que, de los tres elementos que fundamentan la existencia y desarrollo de las relaciones mercantiles, dos han desaparecido o su tendencia es a disminuir y desaparecer: la propiedad privada sobre los medios de producción (el fundamental) y el aislamiento económico relativo, cuya tendencia es a ir disminuyendo paulatinamente en la medida que la sociedad se va integrando. La propiedad social sobre los medios de producción determina gradualmente a priori el carácter directamente social del trabajo. La tendencia es, pues, a ir reduciendo las diferencias socioeconómicas entre los productores y no a profundizarlas.

Somos dueños de los medios de producción y de nuestro destino, pero el fetichismo que crea el cálculo económico no coadyuva al proceso de desalienación del hombre, no lo hace sentir parte de este proceso. Y no sólo no lo desenajena sino que le incrementa la enajenación en la medida que estimula la creación y obtención de valores (dinero) por encima de los valores de uso capaces de satisfacer realmente sus necesidades.

El fetichismo del cálculo económico tiene su base en el fetichismo de las relaciones monetario-mercantiles y constituye una extensión y reforzamiento de este.

De lo que se trata es que Che vuelve a unir en un cuerpo teórico vivo y único la producción económica y la producción y reproducción del modo de actividad en que se produce la primera, esto es, las relaciones sociales que los hombres establecen en el proceso de producción y fuera de este. Dicho con otras palabras: no sólo hay que preocuparse de producir más, sino qué y cómo se produce, para qué se produce, para quién se produce y qué objetivos perseguimos con esa producción.

No sólo tenemos que ocuparnos de producir bienes materiales, también, parejamente, simultáneamente, hay que producir al hombre que va a manejar la herramienta, que va a contar, controlar, administrar, supervisar y dirigir el proceso productivo.

Che se percata que si se establecen mecanismos capitalistas, o mercantilistas, o pseudocapitalistas, no es posible aspirar, aunque haya mucho trabajo político, a que los hombres que vivan, trabajen y actúen bajo los efectos de estos mecanismos sean un dechado de virtudes, de la nueva moral. Si a usted los mecanismos lo obligan a actuar como administrador capitalista, «mercachiflero», «timbirichero», como obrero movido por el interés material directo, a través del dinero, usted no puede pensar ni actuar motivado por intereses de toda la sociedad y ser cada vez mejor y más puro. El ser social determina la conciencia social. O, como dice Raúl, el egoísmo, el objetivo de obtener sólo dinero engendrará más egoísmo, el feroz individualismo engendrará más individualismo.

No importa sólo la cantidad y calidad de bienes materiales elaborados, sino el modo en que se producen y las relaciones sociales que se desprenden de dicha manera de producir y distribuir lo producido.

Sin embargo, el que Che viera la conciencia como un elemento activo, como una fuerza material, un motor de desarrollo de la base material y técnica, no implica que soñara con quimeras románticas e irrealizables. Conocía al hombre y la naturaleza de éste al salir del cieno burgués:

El problema es que la gente no es perfecta ni mucho menos, y hay que perfeccionar los sistemas de control para detectar la primera infracción que se produzca, porque ésta es la que conduce a todas las demás. La gente puede ser muy buena, la primera vez, pero cuando basados en la indisciplina cometen actos de substracciones de tipo personal para reponer a los dos o tres días, después se va enlazando esto y se convierten en ladrones, en traidores y se van sumiendo cada vez más en el delito.31

Por ello, diseñó un sistema (Sistema Presupuestario de Financiamiento) que tenía en cuenta las limitaciones existentes, pero que motivaba, impulsaba a crear un nuevo espíritu de trabajo; estaba convencido que conciencia engendra conciencia, que valor y fe engendran valor y fe, que actitud honesta engendra más actitudes honestas, que buenos ejemplos multiplican los buenos ejemplos.32

Che aborda un tema que resultó incomprensible para muchos de sus contemporáneos y que actualmente lo es aún: la relación base-superestructura, ser social-conciencia social en el socialismo entre la modificación de las circunstancias y de la actividad humana, entre la producción de vida y conciencia.

Piensa que los avances, estancamientos o retrocesos operados en el plano ideológico no pueden explicarse de manera simplista a partir del mejor o peor trabajo político y de educación ideológica que se haya realizado. Aquellos se hallan condicionados por ese conjunto de relaciones materiales al que me he referido.

Es diferente querer quemar etapas, imprimir un ritmo superior a la conciencia, que saber y practicar que la nueva sociedad se hace conscientemente. El triunfo revolucionario inicial abre la posibilidad del cambio social, pero no es una garantía por sí mismo.

La vanguardia tiene que promover de modo dirigido y consciente la creación de las estructuras que permitan generar la nueva moral, la actitud comunista en las nuevas generaciones, y no puede abandonar a la espontaneidad este delicado proceso. Ni permitir que funcionen mecanismos, leyes y categorías que llevan a nuevas reformas y nuevos retrocesos que, con su repetición de accidente, van entrañando una definida corriente de retrocesos.

Che apuntaba que todo parte de la errónea concepción de querer construir el socialismo con elementos del capitalismo sin cambiarles realmente la significación. Así, se llega a un sistema híbrido que arriba a un callejón sin salida, el cual obliga a nuevas concesiones a las palancas económicas, es decir, al retroceso.

Che pensaba que la perpetuación y desarrollo de las leyes y categorías económicas del capitalismo prolonga las relaciones sociales de producción burguesas y con ellas los hábitos de pensamiento y motivaciones de la sociedad capitalista, aunque ahora el fenómeno se ha metamorfoseado bajo formas socialistas de la propiedad de los medios de producción. La vida le ha dado la razón.

Generalmente, cuando se presentan crisis en el funcionamiento de la economía socialista, lo que habitualmente ocurre es que la discusión gira en torno a la eficiencia económica, tiende a concentrarse en los aspectos técnicos y administrativos del problema y a omitir la dimensión socio-político-ideológica de las opciones debatidas. Sólo se cuestiona la superestructura o parte de ella, mientras la base queda al margen de toda sospecha.

El peligro que entraña esta deficiencia consiste en que, de verse afectada negativamente la superestructura por las relaciones económicas existentes, y de no ser, además, analizado dicho elemento en cualquier posterior debate sobre una posible transformación de este, la posibilidad de que se establezca una dinámica de progresivas regresiones en la conciencia social se acrecienta de modo dramático, como ya registra la historia.

A esta relación dialéctica era a la que hacía alusión Che al recalcar que los mecanismos de la economía de mercado y el uso indiscriminado e irreflexivo del incentivo material directo como propulsor de la producción tendían a adquirir fisonomía propia e imponer su dinámica independiente en el conjunto de las relaciones sociales.

El incentivo material directo, eso que Che llamó «el gran Caballo de Troya del socialismo», va minando el sistema socialista por dentro y lo lleva a nuevos retrocesos en la conciencia y en las relaciones sociales.

Che plantea detectar las estructuras que engendran los egoísmos y las ambiciones humanas para barrerlas, suplantándolas por nuevas instituciones y mecanismos sociales capaces de moldear las generaciones venideras en sentido diferente. No es romanticismo, sino la comprensión marxista leninista de que el ser social determina la conciencia social y de que la transformación de ambos sólo puede resolverse en la práctica y en forma coincidente.

De ahí que el modelo transicional que realiza Che no está concebido para adecuarse a esa realidad sino para transformarla.

Pero el análisis de Che no se detuvo aquí, sino que fue más allá y delineó lo que venía sucediendo y lo que iba a ocurrir de seguir por los caminos trillados del capitalismo en la relación ser social-conciencia. Profundizó en ella y estudió la interrelación de la estructura y de la superestructura.

Che y la nueva política económica

En nuestro libro analizamos la NEP [Nueva Política Económica] iniciada en la joven república soviética en 192133 bajo la dirección de Lenin y exponemos las ideas de Che al respecto. Sólo quiero subrayar que bajo la NEP la superestructura resultante fue influenciando cada vez más en forma más marcada las relaciones de producción. Y los conflictos provocados por la hibridación tienden a resolverse a favor de la superestructura generando nuevos retrocesos.

Che, partiendo de Marx, desarrolla la teoría del valor, reflexionando sobre ella de forma creativa en las circunstancias actuales. Percibe que la economía política del socialismo la había asumido acríticamente y extrapolado a partir de experiencias limitadas y no se había detenido a reflexionar sobre el periodo de transición con la profundidad que merece. Esta deficiencia es uno de los motivos principales de las inexactitudes, dogmatismo, superficialidades, escolasticismo, pragmatismo inconsistente y esquematismo que caracterizan lo que después de la muerte de Lenin más y más llegó a ser presentado como la economía política del socialismo.

Che caló profundamente en su naturaleza. Dio una visión totalmente nueva y original que se acerca a los principios y a la especificidad propia de la teoría que resulte del estudio serio, profundo y científico de este periodo.

Che y Fidel tienen el mérito de haber expuesto 25 años atrás esas deficiencias y Che, en particular, de indicar la fuente de esos desvaríos y caracterizar, señalar y enumerar los principios y las bases sobre los que la economía política debe desarrollarse.

En las páginas anteriores hemos planteado y dejado entrever los daños que ha hecho y hace el uso de las armas melladas del capitalismo en la construcción socialista en una nación.34 Che no se detuvo aquí, llevó el análisis a las relaciones económicas y políticas internacionales y en sus escritos y discursos describió y expuso el daño que ya hacía su uso a nivel internacional.

Previó que el empleo del cálculo económico en cada país minaba la cohesión del campo socialista por exacerbar el individualismo, el egoísmo y el nacionalismo, haciendo peligrar seriamente la conciencia internacionalista y su práctica efectiva, tanto entre los propios países socialistas como en las relaciones de estos con el mundo subdesarrollado.

La dirección de la revolución cubana, a través de él en diversos foros internacionales, planteó por primera vez la injusticia del intercambio desigual y la deuda externa.35

A lo que expusimos en nuestro libro, sólo quiero agregar que el comercio entre los países socialistas no se puede regir por la ley del valor. La determinación de un precio justo ha de tener en consideración el verdadero gasto de trabajo social de un país socialista en desarrollo en su intercambio con un país socialista desarrollado. Esto se debe a que la verdadera base del valor se halla en los gastos de energía física y mental que sufre el productor en el proceso productivo, de creación de valor. Los problemas de la productividad y la intensidad del trabajo son elementos derivados que, aunque importantes, son separables del propio proceso del gasto de trabajo social que es, en definitiva, la base de toda creación del valor y de riqueza.

Sería oportuno y sano para el sistema analizar cómo funciona y se da en la práctica este intercambio en los momentos actuales y su correspondencia con los principios marxista-leninistas.

Che forma parte del presente

La minimización de las diferencias entre el Sistema Presupuestario de Financiamiento y el cálculo económico parecería lógica a partir de un estudio no lo suficientemente profundo; pero si se analizan con detenimiento las contradicciones entre la lógica interna de uno y otro, salta a la vista la inviabilidad de la aspiración a resolver los problemas de fondo mediante una suerte de injerto indiscriminado de elementos de un sistema en otro.

No hay que olvidar que el Sistema Presupuestario de Financiamiento creado por Che «es parte de una concepción general del desarrollo de la construcción del socialismo y debe ser estudiado entonces en su conjunto».36

Cuando en una ocasión Che comentó, por ejemplo, la capacidad del sistema presupuestario y del cálculo económico para hacer uso prioritario de la estimulación material o moral, reflexionó que el Sistema Presupuestario de Financiamiento puede avanzar con el reconocimiento parcial del estímulo material si se desea, «porque el estímulo moral con la autogestión financiera sí que no camina ni dos pasos, se enreda en sus propias patas y se cae de cabeza pero seguro, es imposible».37

A Che no se le puede asumir parcialmente, acomodarlo a ideas y sistemas que son ajenos a su forma de pensar y actuar.

Como sabemos todos, el estudio del pensamiento y la acción de Che no responde a una coyuntura, ni a la celebración y/o conmemoración de un aniversario más. La hora de la rectificación es también la hora de Che.

Che no es pasado: su pensamiento y acción no sólo respondió a las condiciones concretas de los primeros años de la revolución. Che tampoco es sólo futuro: un sistema de ideas que se acerca a la perfección, a una sociedad más perfecta, más cercana al comunismo.

Humildemente pienso que Che es del presente, de nuestro presente. Porque si queremos que los hombres de hoy comiencen a ser como Che, si queremos hacer de nuestros niños los hombres nuevos del siglo veintiuno, debemos comenzar por comprender que Che es, en primer lugar, un hombre de este siglo, del siglo veinte, y que sus ideas fueron creadas por él para este siglo, para desde hoy hacer el hombre del mañana.

Fidel, en su intervención del 8 octubre de 1987, nos demostró con una lógica impecable toda la razón que asiste a Che en su pensar y actuar y apeló a nuestros militantes, a nuestros jóvenes, a nuestros economistas, a nuestros estudiantes, a nuestros cuadros del partido y el estado, a todo nuestro pueblo, para que estudiemos y conozcamos el pensamiento político y el pensamiento económico de Che como una necesidad insoslayable para el desarrollo de nuestra cultura política y para combatir la desorientación, el seguidismo, la intoxicación de un solo tipo de ideas; para estar más alertas, ser revolucionarios más consecuentes, encontrar soluciones nuevas a tantos problemas viejos y nuevos. «Quiero -dijo Fidel- que nuestro pueblo sea un pueblo de ideas, de nociones, de conceptos; que analice esas ideas, las medite, si quiere, las discuta».38

Debemos tener siempre presente estas palabras de Che en su carta a [Carlos] Quijano: «El socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarios para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó».39

Notas

1 Otros revolucionarios y/o pensadores anteriores o contemporáneos de Fidel y Che se habían percatado de esto, pero ninguno formuló y desarrolló el cuerpo de ideas realizado por ellos.

2 Fidel Castro: Discurso pronunciado en el acto de conmemoración del Día Internacional del Trabajo, La Habana, 1 de mayo de 1966 (Granma, 2 de mayo de 1966 y La Habana: Ediciones OR, 1977, pág. 12).

3 Castro, discurso pronunciado ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, el 12 de octubre de 1979, como presidente del Movimiento de Países No Alineados (La Habana: Resumen Semanal Granma, 21 de octubre de 1979).

4 Ernesto Che Guevara y Fidel Castro: El socialismo y el hombre en Cuba (Nueva York: Pathfinder, 1992), pág. 55.

5 Guevara asumió el cargo de jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) el 7 de octubre de 1959, y presidente del Banco Nacional de Cuba siete semanas después, el 26 de noviembre de 1959. El 23 de febrero de 1961, se estableció el Ministerio de Industrias con Guevara a su cargo.-NI

6 Ernesto Che Guevara, «La clase obrera de los EE. UU.: ¿amiga o enemiga?», abril de 1954 (fecha aproximada), en Ernesto Guevara Lynch . . . Aquí va un soldado de América (Buenos Aires: Sudamericana/Planeta Editores, 1987), pág. 71.

7 Guevara, carta a su padre, México, 27 de mayo de 1955, en Aquí va un soldado de América, pág. 96.

8 Guevara, carta a su tía Beatriz, México, 8 de enero de 1956, en Aquí va un soldado de América, pág. 122. En sus cartas, Guevara llamaba San Carlos a Carlos Marx.

9 Guevara, carta a su madre, México, agosto o septiembre de 1956 (fecha probable), en Aquí va un soldado de América, págs. 148-49.

10 Guevara, carta a Tita Infante, México, octubre de 1956 (fecha aproximada), en Aquí va un soldado de América, pág. 150.

11 Guevara, carta a su madre, México, octubre de 1956 (fecha aproximada), en Aquí va un soldado de América, pág. 152.

12 Alfonso Bauer Paiz, entrevista concedida al diario Granma, La Habana, 29 de octubre de 1977. También en Aquí va un soldado de América, pág. 157.

13 Guevara, «Reuniones bimestrales del Ministerio de Industrias en las que participaban los directores de empresas, los delegados provinciales y los viceministros», 21 de diciembre de 1963, El Che en la revolución cubana, tomo 6, pág. 423. Citado en Tablada, pág. 54.

14 Estos son datos suministrados por el licenciado Miguel Figueras Pérez, director general del Plan Perspectivo del Ministerio de Industrias en la época en que Che era el ministro.

15 Ibid.

16 Raúl Castro, discurso pronunciado con motivo del Día Internacional del Trabajo, en Camagüey, 1 de mayo de 1968 (La Habana: Resumen Semanal Granma, 12 de mayo de 1968)

17 Guevara, «Carta a José Medero Mestre», 26 de febrero de 1964, Obra revolucionaria, págs. 657-58.

18 Guevara, «Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento». El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 92.

19 Guevara, «Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento». El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 91.

20 Guevara, El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 55.

21 Guevara, «Reuniones bimestrales», 21 de diciembre de 1963, El Che en la revolución cubana, tomo 6, pág. 423. Citado en Tablada, pág. 54.

22 «Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista», capítulo 1 de La ideología alemana. En Marx y Engels, Obras escogidas (Moscú: Editorial Progreso, 1973), tomo I, pág. 38.

23 El 26 de julio de 1953, Fidel Castro dirigió un ataque contra el cuartel Moncada en Santiago de Cuba el cual marcó el comienzo de la lucha revolucionaria contra el régimen de Fulgencio Batista. Tras el fracaso del ataque, las fuerzas de Batista masacraron a más de 50 de los revolucionarios capturados. Castro y otros combatientes fueron capturados, juzgados y sentenciados a prisión. Fueron puestos en libertad en mayo de 1955 después de que una campaña pública de defensa obligó al régimen de Batista a decretar una amnistía.-NI

24 Guevara, El diario del Che en Bolivia (La Habana: Editora Política, 1988), pág. 296. Anotaciones del 26 de julio de 1967.

25 Guevara, El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 59-60.

26 Guevara, «Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento», El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 92.

27 La contabilidad, como expresión de un sistema que abarca la elaboración, compilación, anotación y presentación de los hechos económicos, permite que pueda llevarse a cabo, por medio de ella, el establecimiento y el control exacto de la correlación del desembolso de trabajo y materiales, de una parte, y los resultados de la producción, de otra, como compendio ideal de las relaciones económicas. Y el análisis del costo como el instrumento que nos permite realmente medir la eficiencia de la actividad productiva humana. La tendencia de ambos es y será más predominante cuanto mayor sea el carácter social de la producción. Ver Luis Álvarez Rom (Ministro de Hacienda en los años 60): «Las finanzas como un método de desarrollo político». Nuestra Industria, Revista Económica, número 1, La Habana, 1963.

28 Guevara, «La planificación socialista, su significado», en el presente número, pág. 178.-NI

29 Marx, El capital (México: Siglo XXI Editores, 1994), tomo I, vol. 1, pág. 105.

30 (a) Primera desviación-Capitalismo de libre concurrencia: Precio de producción (ley del valor) c + v + p Precio de mercado c + v + g’ (b) Segunda desviación-Capitalismo monopolista puro: Precios de monopolios = Precios de producción + Factores monopólicos (c) Tercera desviación-Capitalismo monopolista de estado: Precios de monopolios con fuerte intervención del estado + elementos de relaciones económicas internacionales que abarcan factores como: -Transnacionalización del capital y la producción -Intercambio desigual -Precio de monopolios internacionales -Carrera armamentista. Complejo militar-industrial -Política de subsidios -Proteccionismo -Otros factores (d) Cuarta desviación-Arribo a la sociedad socialista. Periodo de transición (e) Eliminación total-Sociedad comunista.

31 Guevara, «Consejos de dirección: Informe de la Empresa Consolidada de Equipos Eléctricos», 11 de mayo de 1964, El Che en la revolución cubana, tomo 6, págs. 106-7. Citado en Tablada, pág. 158.

32 «El Sistema Presupuestario de Financiamiento no sólo constituye un hecho original -en la teoría del periodo de transición existente hasta el momento de su aparición- por su concepción general sobre la naturaleza de la construcción de la sociedad comunista. Es, además, un modelo de dirección y control de la economía del periodo de transición al comunismo que constituye un arma para la destrucción de las relaciones económicas capitalistas, de las categorías mercantiles y de las formas ideológicas capitalistas. Es, en suma, promotor fundamental de las nuevas formas de relaciones humanas y de la conciencia comunista». Tablada, pág. 86.

33 Tablada, págs. 56-66; y Guevara, «Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento», «El socialismo y el hombre en Cuba» e, incluido en este número, «La planificación socialista, su significado».

34 Fidel Castro, «Muchas ideas del Che son de una vigencia absoluta y total», El socialismo y el hombre en Cuba, págs. 15-45.

35 Vea Guevara, discurso ante la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo, ONU, celebrada en Ginebra, Suiza, en marzo de 1964, Obra revolucionaria, págs. 448-65; y el discurso dado en el Segundo Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática, Argel, 24 de febrero de 1965, págs. 489-97.

36 Guevara, «Reuniones bimestrales», 12 de octubre de 1963, en El Che en la revolución cubana, tomo 6, pág. 387. Citado en Tablada, pág. 37.

37 Guevara, «Reuniones bimestrales», 22 de febrero de 1964, en El Che en la revolución cubana, tomo 6, pág. 447.

38 Fidel Castro, «Muchas ideas del Che son de una vigencia absoluta y total», en El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 35.

39 Guevara, en El socialismo y el hombre en Cuba, pág. 61.