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La cumbre del BRICS o el inicio de una nueva era

Fuentes: Rebelión

El día de hoy 22 de octubre se inaugura en Kazan, Rusia, la XVI  cumbre  del BRICS plus bajo la presidencia del presidente ruso Vladimir Putin. Sin lugar a dudas esta cumbre es mucho más que la reunión de un bloque geoeconómico. Se espera sea la inauguración de un Nuevo Orden Mundial.

Como se verá, de acuerdo a lo que reportan los medios internacionales, los ejes a ser tratados tienen que ver con la cooperación en áreas de política y seguridad, la economía y finanzas y los contactos culturales y humanitarios. Siendo así, se puede decir que el mundo está asistiendo a un acontecimiento que marcará el nuevo camino en su historia hacia pautas geopolíticas  que cambiarán su historia. Cambio que apunta a un relacionamiento multilateral de cooperación.

Este gran encuentro del foro, que a la fecha cuenta con 10 miembros y después, como todo indica,  se multiplicará de forma exponencial, apunta a una cuestión fundamental para un cambio de época: la inauguración de un nuevo sistema monetario  mundial. Es decir, el establecimiento de una moneda que se constituya en el nuevo signo monetario  de reserva e intercambio  comercial. Además de un nuevo sistema de mensajes de  entidades financieras a través del cual se realicen las transacciones interbancarias. Quien sigue, aunque sea ligeramente el movimiento financiero mundial, sabe que esos dos elementos que a la fecha siguen vigentes, el dólar y el SWIFT, están controlados desde fines de la Segunda Guerra Mundial por EE. UU. Y también que desde esos dos elementos, EE. UU. viene ejerciendo su hegemonía que, principalmente desde los años 90 del siglo pasado, controló el orbe a discreción en un mundo, por eso considerado monopolar. El llamado complejo industrial militar y  el dólar, por tanto, fueron y siguen siendo a la fecha, los dos pilares del poder prácticamente monopólico estadounidense.

Esta cumbre del BRICS plus, como se conoce a la suma de Estados que entrarán a formar parte a través de la condición no solo de miembros, sino también de países asociados, es la síntesis de un proceso que de alguna manera se adscribe a las transiciones hegemónicas que registra la historia contemporánea, en el marco del modo de producción capitalista, tiene la singularidad crucial del declive vertiginoso del imperio capitalista del norte, y en contrapartida, la emergencia de un grupo de países, que afectados por los desmanes de la asimetría, requieren de un cambio radical del sistema de relaciones internacionales.

Pero ese cambio,  que no será repentino, implica una transformación en términos culturales profundos con implicaciones que aún no estamos en condiciones de dimensionar, sobre todo porque significará una transición de un paradigma predominantemente occidental de siglos, a otro, oriental. Es esa la singularidad del acontecimiento al cual estamos asistiendo.

Por supuesto este proceso de cambio de era se está y se irá dando en un clima de mucha turbulencia. Eso simplemente porque, como diría aquel gran pensador italiano, Antonio Gramsci: lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El problema que hace turbulenta la transición, es que el recurso de lo que se resiste a morir, si bien ya fue varias veces la guerra, en este caso, los dispositivos bélicos ponen en riesgo la existencia humana en el planeta.

Por esa razón, como todo está concatenado, sobre todo si leemos el proceso en clave sistémica, el ordenamiento jurídico  mundial vigente que se configuró a finales de la Segunda Guerra Mundial en vigencia, no solo no contribuyó a la paz, sino que exacerbó y estimuló las guerras. Siendo así, la cumbre de los BRICS plus, además de abordar el cambio del Sistema Monetario Mundial, si quiere inaugurar un nuevo tiempo,  deberá apuntar a reformar las Naciones Unidas, organismo mundial que representa ese viejo que se resiste a morir.

Eso viejo que se construyó a finales de la Segunda Guerra Mundial, que acicateó la hegemonía norteamericana hasta convertirlo en gendarme mundial, creó organismos funcionales a la asimetría vigente: además de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y otros.  De  manera que si estamos hablando de la inauguración de una nueva era, todos esos dispositivos internacionales deben ser reemplazados por otros alternativos. Es muy difícil, en el presente, tener una proyección clara de lo que implicará el futuro del mundo. Pero lo que  parece inequívoco, es que la hegemonía de una potencia que gobernó el mundo durante un siglo, al no tener posibilidades de continuar, será reemplazada no solamente por hegemonías alternativas, sino por un nuevo ordenamiento correspondiente.

Para América Latina, esta transición es por demás interesante, porque se estaría abriendo, como ya se está viendo, un desprendimiento de nuestro sometimiento a la potencia del norte, para ser atraídos por el  fuerte magnetismo del bloque hegemónico emergente liderado por China. Por supuesto, si pensamos en la lógica de las transiciones hegemónicas emergentes, se podría avizorar una nueva asimetría liderada por  un nuevo hegemón. Pero dependerá de los pueblos de América Latina, capitalizar la transición sin arriesgar su soberanía. Y, desde esa consigna, dar nuestro aporte para la constitución de un relacionamiento más horizontal en el futuro.

Haciendo la pertinente salvedad de que  la cumbre aludida dará muchísimo que hablar y escribir, hay que hacer notar que como todo parto histórico, el marco en que se desenvuelve, está lastimosamente cargado de violencia; signado por conflagraciones violentas simultáneas, todas relacionadas. En África, Europa, Asia y Medio Oriente. Pero podemos afirmar, sin espacio para la duda,  que  los que logremos sobrevivir a este turbulento parto, estaremos asistiendo a un cambio de época en el mundo, con todo lo que eso implica.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.