Guillermo Lasso afirmó en referencia al acuerdo con Corea del Sur que en “un centro de recursos genéticos se podrá producir y patentar medicamentos, cosméticos, materiales de construcción, bioplásticos y más; todo ello con sostenibilidad ambiental y convirtiendo a la nación en un referente regional y mundial”. Esta afirmación contradice lo establecido en la Constitución de Ecuador para defender los conocimientos colectivos en el ámbito de las ciencias, tecnologías y saberes ancestrales y prohibir la apropiación de recursos genéticos.
El 22 de febrero de este año, el gobierno ecuatoriano anunció la creación del “Centro Nacional de Recursos Genéticos Corea – Ecuador” (1), que se oficializó mediante la firma de un convenio con la cooperación internacional con el gobierno coreano KOICA. La firma de este convenio posiblemente estuvo pensada como parte de la delegación de los “recursos estratégicos del país” a agentes externos, que luego se recogiera en la llamada Ley de Inversiones, archivada por la Asamblea Nacional.
El comunicado oficial señala: “Keunsik Han, director de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea, expresó que este [acuerdo] ayudará a recolectar la información genética de flora y fauna del país y podrá digitalizarla y almacenarla en el Sistema del Centro Nacional de Alta Genética”. El programa incluye la creación de siete biocentros en las provincias de Imbabura, Napo, Santa Elena, Loja, Galápagos y Pichincha.
Al contrario de lo señalado, tanto por el presidente como por el ministro del ambiente, de que este acuerdo es importante para proteger y preservar los recursos genéticos de importancia del país, una vez que la información esté digitalizada y en manos empresas coreanas, es imposible rastrear si una determinada secuencia genética ha sido utilizada en algún producto comercial valioso.
Como señala la TWN, organización internacional que sigue este convenio a profundidad, el uso de secuencias de información genética digitalizadas “plantea una amenaza existencial para el Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD) (2) debido a su potencial para socavar el tercer objetivo del Convenio (reparto de beneficios justo y equitativo)”.
A cambio de las secuencias genéticas de plantas, animales y microrganismos que conforman la biodiversidad ecuatoriana, el Ecuador recibirá 9 millones de dólares a ser usados entre 2022 hasta 2028 en trasferencia de tecnología de conservación biológica y provisión de equipamiento para los laboratorios de investigación. Como señaló el director de KOICA, la “conservación de la biodiversidad” será su digitalización.
Además, de acuerdo al comunicado de prensa oficial, Guillermo Lasso afirmó que en “un centro de recursos genéticos se podrá producir y patentar medicamentos, cosméticos, materiales de construcción, bioplásticos y más; todo ello con sostenibilidad ambiental y convirtiendo a la nación en un referente regional y mundial”.
Esta aseveración ignora que la Constitución del Ecuador establece que:
Art. 322.- Se reconoce la propiedad intelectual de acuerdo con las condiciones que señale la ley. Se prohíbe toda forma de apropiación de conocimientos colectivos, en el ámbito de las ciencias, tecnologías y saberes ancestrales. Se prohíbe también la apropiación sobre los recursos genéticos que contienen la diversidad biológica y la agro-biodiversidad.
Y posteriormente dice:
Art. 402.- Se prohíbe el otorgamiento de derechos, incluidos los de propiedad intelectual, sobre productos derivados o sintetizados, obtenidos a partir del conocimiento colectivo asociado a la biodiversidad nacional.
Hay que señalar, finalmente, que la mayor parte de la biodiversidad de valor comercial está asociada a conocimiento tradicional. ¿Están dispuestas las comunidades y pueblos custodios de esos conocimientos a compartirlo con el gobierno y empresas coreanas? ¿Han sido consultadas?
Por absurdo que parezca, las autoridades hablaron de un “Arca de Noé del Siglo XXI”, que transformará al Ecuador en pionero en “custodiar con la mayor tecnología del mundo muestra biología y recursos vivos”. Se trata de un Arca de Noé postmoderna, donde los seres vivos son transformados en secuencias génicas y el Arca será un sistema de computadoras albergadas en Ecuador y Corea, y tal vez en otras partes del mundo.
Con el descubrimiento de que en la molécula de ADN se encuentra la información sobre la herencia de los seres vivos, los biólogos moleculares encontraron analogías entre las ciencias biológicas y la informática. Así como la informática se basa en algoritmos, los seres vivos están determinados por la combinación de las cuatro bases nitrogenadas que se encuentran en el ADN (Adenina, Citosina, Guanina y Timina). Cuatro letras, ACTG, cuya secuencia, según los genetistas, determinaría quién somos y cómo somos.
El ADN se transcribe en ARN mensajero, y éste se traduce en una proteína. La información contenida en los genes constituye el “libro de la vida”. Al digitalizarse las secuencias de ADN, sus mensajes pueden ser interceptados, decodificados y programados. Así, se ha impuesto la biología molecular como la ciencia que explica todos los procesos biológicos, los que están determinados por los genes.
A inicios del presente milenio, un consorcio de científicos dio a conocer la decodificación del genoma humano, la quintaescencia de nuestra existencia, así como de una gran cantidad de seres vivos; esto ocurrió con el desarrollo de métodos de “decodificación del ADN” de manera muy acelerada.
Es así como los seres vivos, sujetos de derechos, quedan transformados en secuencias génicas, lo que facilita su mercantilización.
Al momento existen gran cantidad de bases de datos de secuencias genómicas de varios organismos vivos, especialmente bacterias, almacenadas en sistemas informáticos y ancladas al blockchain. Es esta tecnología la que se quiere usar para “conservar y preservar nuestra biodiversidad”.
Finalmente, es importante señalar que uno de los temas más controversiales en las discusiones que se llevan a cabo en el CBD y en el Protocolo de Nagoya (3), se refiere a la “Información digital sobre secuencias de recursos genéticos”, pues, el uso de secuencias génicas, en lugar de muestras físicas es cada vez mayor en el mundo de los negocios, generando grandes beneficios a las empresas.
El uso de estas secuencias como medio de transferir y explotar comercialmente la biodiversidad es cada vez mayor.
La Secretaría del Convenio creó un grupo especial de expertos en el tema, que incluye un delegado del Ecuador. Hacemos un llamado al Ministerio del Ambiente, punto focal del CBD, para que consulte con la sociedad las posiciones que va a llevar a estas negociaciones e informe los avances, ya que la gran mayoría de ecuatorianos desconocemos qué está haciendo el Ecuador en este escenario internacional.
Referencias:
1. MAATE (2022). Nuevo Centro Nacional de
Recursos Genéticos convierte al Ecuador en pionero en la investigación
científica sobre biodiversidad. https://www.ambiente.gob.ec/nuevo-centro-nacional-de-recursos-geneticos-convierte-al-ecuador-en-pionero-en-la-investigacion-cientifica-sobre-biodiversidad/
2. Convenio sobre la Diversidad Biológica. 1992. https://www.cbd.int/doc/legal/cbd-es.pdf
3. Protocolo de Nagoya sobre acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de su utilización al Convenio sobre la Diversidad Biológica. Entró en vigor en el 2014. https://www.cbd.int/abs/doc/protocol/nagoya-protocol-es.pdf