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La derrota de la Concertación: una opinión

Fuentes: Nueva Tribuna

Óscar Soto Guzmán fue el médico personal de Allende y testigo de excepción de los acontecimientos que se desarrollaron en el Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando un golpe de Estado dirigido por los militares derrocó al legítimo gobierno chileno. Es autor de «El último día de Salvador Allende» (RBA […]

Óscar Soto Guzmán fue el médico personal de Allende y testigo de excepción de los acontecimientos que se desarrollaron en el Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando un golpe de Estado dirigido por los militares derrocó al legítimo gobierno chileno. Es autor de «El último día de Salvador Allende» (RBA Libros, 2008), donde narra todo lo sucedido aquél nefasto día.

En una elección binominal, uno gana y el otro pierde. En Chile el 17 de enero, la Derecha (Piñera) obtuvo una estrecha victoria sobre el Centro- Izquierda (Frei); sin embargo, más que ganar, quienes han hecho todos los méritos para perder han sido los Partidos políticos de la Concertación por la Democracia que durante 20 años han recibido el apoyo de los chilenos. Son demasiadas las asignaturas que esta coalición ha dejado pendientes. Sin política decidida por los Derechos Humanos, han sido las organizaciones de base quienes han impulsado los juicios y condenas de los responsables de sus violaciones, con tímido y vergonzante apoyo del centro izquierda gobernante; han sido incapaces de cambiar los elementos esenciales de la Constitución pinochetista de 1980, que todavía permite un sistema electoral binominal que garantiza el statu quo, otorgándole a la Derecha con sólo el 36% de los sufragios la paridad en el Congreso y Senado, en una manifiesta tergiversación de la voluntad popular; igualmente los quórum que la Constitución especifica impiden que el Estado, ya reducido a su mínima expresión, pueda impulsar iniciativas económico-empresariales.

Todo está entregado por ley a la iniciativa privada. No hay país en el mundo con disposiciones semejantes. Teniendo, en estos últimos 20 años, varias oportunidades legales para derogar el decreto de amnistía de 1978, con el que Pinochet dejaba sin culpa todos los crímenes cometidos a partir del 11 de septiembre de 1973, ningún líder o Partido hizo suya esta iniciativa reclamada por todos los Organismos Internacionales de Derechos Humanos. A última hora Bachelet envió proyectos para que las Fuerzas Armadas no se beneficiaran de la venta del cobre de Codelco, y para que los tribunales civiles se encargaran de los juicios en que algún militar estaba comprometido. Tardía y poco creíble iniciativa, que dados los resultados electorales conocidos hoy dormirán el sueño de los justos.

Chile mantiene, en la región, una macroeconomía óptima, con excepción del 2009 su PIB ha crecido todos los años en forma importante. Sin embargo también mantiene uno de los peores índices de distribución de la riqueza. La tremenda falta de credibilidad de los políticos, lleva a un escepticismo enorme. Frei proclamaba «Estado y más Estado», pero su anterior gobierno privatizó el agua y los puertos. Todo este panorama se refleja en un padrón electoral de 8.285.186 personas, restándose la posibilidad de opinar a más de 2.500.000 electores que no se inscriben en los Registros. Solo el 9,2% de los electores registrados tiene entre 18 y 30 años. No hay interés, no hay motivación para participar, en particular entre los jóvenes que se auto marginan.

Los medios escritos de comunicación están en manos de dos grupos empresariales de categórica definición ideológica de Derechas, el Mercurio y la Tercera. Estos grupos forman la opinión pública y definen los temas a tratar. La Concertación no solamente ha sido incapaz de oponer alguna alternativa democrática a esta situación, sino que ha torpedeado cualquier iniciativa tendente a un órgano independiente y critico, al margen de esta dualidad. Lo ocurrido con el Diario El Clarín, que no logra aparecer después de 36 años de expropiación por la dictadura militar, lo ejemplifica con claridad.

La Concertación ha perdido la elección por su falta de iniciativa, querellas internas, incapacidad para renovarse y despertar en la juventud esperanza en un país mejor. Ahora deberá hacer su autocrítica, asumiendo la responsabilidad de entregar la Presidencia de la República a la derecha, que por vía electoral no lo lograba desde 1958.

– Óscar Soto Guzmán es cardiólogo y fue el médico personal de Salvador Allende.