Recomiendo:
0

La dialéctica entre las reformas y las contradicciones en Nueva Mayoría

Fuentes: Rebelión

Sería irreal, y sobretodo impolítico, desconocer que Nueva Mayoría atravesó por una de las semanas más conflictivas de su breve historia. Pero eso no obedece al minucioso registro de las disputas entre los dirigentes de sus partidos, que diariamente ofrece -y alienta- el sistema mediático formal, sino que esa algarada refleja objetivas contradicciones de intereses […]

Sería irreal, y sobretodo impolítico, desconocer que Nueva Mayoría atravesó por una de las semanas más conflictivas de su breve historia. Pero eso no obedece al minucioso registro de las disputas entre los dirigentes de sus partidos, que diariamente ofrece -y alienta- el sistema mediático formal, sino que esa algarada refleja objetivas contradicciones de intereses que emergen de manera simétrica al avance de las reformas propuestas por el programa del Gobierno. El primer round, lo ganó categóricamente en la Cámara de Diputados. Pero el que viene se disputará en el Senado, cuya cocina puede hacer que un proyecto que entró como caballo, salga como camello, tal como ocurrió en la Reforma Tributaria. Esa es la esencia de la contienda política de fondo a la que asistiremos en las próximas semanas.

En ese contexto, ya ni siquiera importa si la educación pública es un derecho social, o un bien de consumo; o si la reforma del Gobierno atropella la libertad de los padres a elegir la educación de sus hijos. Eso ya lo despejó la amplia votación contra el lucro, la selección y el copago, en la Cámara de Diputados, lo cual el Senado no puede revertir

En consecuencia, en la «Cámara Alta», estará en juego la ingeniería de detalles, como el arriendo de colegios, y su contraparte o espejo, la penalidad con cárcel de lucro en la educación, y todavía más allá, la posibilidad de que un eventual acuerdo entre la derecha y sectores de Nueva Mayoría, o más bien de la vieja Concertación, en el Senado, termine licuando, redefiniendo, o consensuando con la derecha; en definitiva «cocinando» el sentido de lo que se votó en la Cámara de Diputados, al estilo de lo que ocurrió con la Reforma Tributaria.

Un somero recorrido por los contenidos del sistema mediático formal, proporciona la demostración de esta tesis.

«Al analizar los pasos que le quedan a la reforma educacional, se planteó la preocupación por que el proyecto que pone fin al lucro, el copago y la selección sufra modificaciones profundas en el Senado respecto de lo que se aprobó en la Cámara. Y se coincidió en lo «dificultoso» que resulta dialogar con la oposición, bloque sobre el que se cuestionó una falta de «cohesión» interna. Este diagnóstico fue compartido -dicen los asistentes- por los titulares del Interior, Rodrigo Peñailillo, y de Educación, Nicolás Eyzaguirre. Este último, en tanto, graficó esa visión con lo sucedido durante la tramitación del proyecto en la Cámara Baja. Pese al crítico balance, algunos sectores de la Nueva Mayoría ya han iniciado contactos con la Alianza para consensuar perfeccionamientos a la reforma educacional en el Senado y, de esa forma, intentar lograr un acuerdo. Quien exteriorizó las intenciones fue el presidente de la DC, Ignacio Walker, horas después de la reunión sostenida el jueves. «Nos vamos a jugar para buscar un gran acuerdo en la reforma educacional», dijo ese día el senador, junto con recalcar que para que los proyectos «perduren» y tengan «legitimidad», no se puede «ganar por dos o tres votitos». (La Tercera)

En el lenguaje versallesco generado por 24 años de práctica del sistema electoral binominal, atropellar el programa que se ha propuesto al electorado, se reemplaza con fórmulas rituales tales como «viabilidad de los acuerdos», «amplios consensos», o «sumar a la minoría a las propuestas».

En aval de lo anterior, concurre la siguiente parrafada:

«Los senadores oficialistas Ricardo Lagos Weber (PPD) e Ignacio Walker (DC) están apuntando a que la reforma educacional que impulsa el Gobierno se logre aprobar con un acuerdo con la derecha en el Senado tal como lo ocurrido con la reforma tributaria.

El objetivo de poder lograr un acuerdo con la derecha se debe al diagnóstico que hicieron los presidentes de los partidos oficialistas y los ministros del comité político en una reunión que se realizó el jueves pasado, ocasión en que se planteó la preocupación que el proyecto que elimina el lucro, el copago y la selección sufra modificaciones profundas en el Senado respecto a lo que se aprobó en la Cámara Baja».

A mayor abundamiento:

«Otro senador del oficialismo que también está dispuesto a lograr un acuerdo con la derecha es el PPD Ricardo Lagos Weber, quien sostiene en entrevista en El Mercurio que «cuando uno impulsa reformas estructurales tiene que hacerlo con la mayoría. Hoy la tenemos en el Congreso, pero la mayoría se puede administrar de distintas formas. Una legítima es apretar el botón Sí o No en una reforma a la hora de votar. Eso es legítimo, para eso lo eligieron. Pero también se puede usar inteligentemente tu mayoría para sumar a la minoría a tus propuestas, como lo hicimos en la reforma tributaria» (…) El senador PPD también explica las lecciones que le dejó el acuerdo alcanzado con la derecha en la reforma tributaria, afirmando que «el tema del diálogo y la capacidad de llegar a acuerdos es bien fundamental, y es posible hacerlo sin perder el norte». (El Mostrador)

Lagos Weber representa el ala neoliberal de la Concertación, pero ahora ya no es hegemónica como antaño. Su correligionario en el Senado, Guido Girardi, manifestó:

«La educación no puede depender de la capacidad del bolsillo de cada uno. Por eso creo que se debe penalizar el lucro porque todos saben que está prohibido en las universidades pero la gran mayoría lucra porque los desincentivos para castigar el lucro son insuficientes, las sanciones y multas están muy por debajo de las utilidades que obtienen. Por ello soy partidario de reponer la sanción penal al lucro».

Establecido, el objetivo, cabe analizar la previa labor de zapa necesaria para lograrlo. En ese sentido, El Mercurio da cancha tiro y lado, en virtud de tecnologías de psicología conductiva, psicología social y condicionamiento de masas, obtenida de la CIA, cuando enarbolaba la guaripola de la oposición al Gobierno de Allende, que no escatimó ninguna de las vías, incluso la violenta.

El principal algoritmo de esa tecnología es la estrategia atribuida a Julio César, representada en la sentencia «divide y vencerás».

En tal sentido, la virulenta y desproporcionada campaña contra las declaraciones del Embajador en Uruguay, Eduardo Contreras, invocada todavía a más de dos semanas del origen, representa la mejor demostración. Como sea, el gambito de la cuña entre el PC y la DC en la entrega informativa de la semana, registra generosas menciones en la pauta del sistema mediático formal:

«Luego de que el Gobierno informara que repondrá en el Senado la indicación que permite a sostenedores arrendar colegios, que fue rechazada en la Cámara de Diputados, el presidente de la Democracia Cristiana, Ignacio Walker, aseguró que dicho punto no se aprobó porque el Partido Comunista «votó con la UDI». (Radio Cooperativa).

El presidente de la Cámara de Diputados, Aldo Cornejo, que dijo que en la DC están «cansados los toreos del PC»:

«Las relaciones con el Partido Comunista son difíciles, están en un momento complicado no por actuaciones institucionales del PC, sino que por hechos y declaraciones de sus miembros que han dañado la convivencia. No vamos a aceptar que se nos descalifique. Nosotros vamos a exigir respeto hacia la DC y es importante que el Gobierno también no mire para el lado y de alguna manera ordene este tema y podamos fijarnos reglas de convivencia mínimas sobre la base del respeto mutuo». (Radio Cooperativa)

Pero esa es tan solo una opinión. El jefe de comité de la bancada PC-IC, diputado Hugo Gutiérrez, aseguró -en alusión a los dichos de Cornejo- que no es su ánimo «torear» a nadie y que, hasta acá, nadie la ha expresado un reclamo formal:

«No tengo ninguna intencionalidad ni tampoco creo que la haya tenido ninguno de los parlamentarios de bancada del PC e Izquierda Ciudadana, de torear a nadie. Creo que hemos tenido un comportamiento ejemplar. Soy jefe de comité de la bancada del PC e Izquierda Ciudadana y digo con toda claridad que ninguna de las preocupaciones que Matías Walker ha expresado en los medios de comunicación me las ha expresado a mí».

De otra parte, el vocero de la Nueva Mayoría, senador Jaime Quintana (PPD) colocó paños fríos:

«Puedo asegurar que el PC ha sido un partido colaborador, leal con el programa de la Presidenta Bachelet y, si de repente en el fragor de la discusión parlamentaria propia del debate legislativo surgen voces, no tiene mayores consecuencias» tras lo cual aseguró que las relaciones institucionales entre la DC y el PC, y entre sus directivas, son completamente normales.

Algunas reflexiones personales de quién suscribe, y por tanto, no comprometen a nadie más, acerca de los hechos expuestos:

1.- En esta semana no hemos asistido ni al acabo de mundo, ni al inminente quiebre de la colación política que sustenta el actual Gobierno, sino tan sólo a la eclosión objetiva de las contradicciones del período, que por lo demás reflejan proporcionalmente los limitados alcances de las reformas en juego,

2.- Hoy, como ayer y mañana, la miope y torpe derecha chilena se opondrá por definición a toda reforma que afecte sus intereses, aun cuando ello amenace la estabilidad del país, o sus intereses de largo plazo.

3.- La derecha y el sector neoliberal de Nueva Mayoría tienen la capacidad potencial de bloquear, o al menos de reducir y acotar los efectos de las reformas incluidas en el programa de Gobierno.

4.- Nada de esto es un misterio, por cuanto es una deducción natural de los últimos treinta años de nuestra historia.

5.- Las reformas, e idealmente, los cambios en el sistema político chileno, no se lograrán sólo en virtud de un acuerdo político, como el de Nueva Mayoría, o por impulso de movimientos sociales dueños de la calle, sino por la combinación de esos elementos esenciales, capaces de generar una nueva hegemonía.

Bueno, es tan solo mi opinión, y admito que muchos podrán no compartirla. Pero, en ese caso, declaro solemnemente que mi madre no tiene nada que ver, y por tanto está libre de toda culpa.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.