Explicación del voto negativo al balance de Gestión de la Comisión Ejecutiva de Izquierda Unida Federal
Qué organización necesitamos y para qué
«La indignación, la frustración, la rabia, la desesperación… son los sentimientos que están forjando una nueva fuerza en la sociedad, que no termina de materializarse. Y lo más llamativo es que esos brotes de rebeldía se expresan fuera de las organizaciones que ya existen.
No debiera ser difícil hacer un diagnóstico: se producen arroyos, torrentes, incluso ríos que buscan una salida, pero ninguna de las organizaciones existentes es capaz de ofrecer un cauce de expresión y canalización de esta enorme fuerza potencial que late bajo la superficie y que, periódicamente, cada vez con más frecuencia, se desborda.
Izquierda Unida está en una situación privilegiada para jugar el papel de catalizador de ese potencial. En primer lugar porque una gran parte de su militancia ha participado en todos los movimientos que han demostrado la vitalidad de la sociedad en los últimos años.
Pero, como todos, sufre una esclerosis y necesita sacudirse el barro, la herrumbre acumulada en estos años pasados de «paz social».
Nuestra organización comparte con las demás un mismo defecto de partida en la concepción de cómo construir la organización de la izquierda: No podemos ser la organización (como quiera que se llame), que «se dirige» a la clase obrera, a los y las jóvenes, a las mujeres trabajadoras, a los pueblos de la nacionalidades oprimidas. ¡No! Debemos ser una parte de esa clase, de esos pueblos. La organización de la izquierda no debe ser sino la expresión organizada, de todos los desfavorecidos, especialmente la clase trabajadora, y construir su programa de reivindicaciones sobre las necesidades objetivas de aquellos a quienes representa.
Pero aún hay más, la política es ejemplo y no podemos aceptar la creación de una élite que se separa de su clase. No caben coches oficiales, sueldos mayores que los de la media, o cualquier otro privilegio, en una fuerza que pretenda que exista identidad y no recelo, hacia nosotros y nosotras. (…)
Esa horrible expresión de «la clase política» es el reflejo de que la mayoría de la gente es consciente de la existencia de una casta social, con su estatus y privilegios, separada del pueblo. ¡No podemos formar parte de la casta política! La lucha de clases no puede quedarse para los días de convocatoria de huelga general, es un compromiso cotidiano.
La Izquierda Unida que necesitamos no es la de ayer, sino la de mañana, la que se está forjando en la lucha, la que deber ser ocupada por miles de activistas dispuestos a transformar la sociedad, comenzando por la transformación de la izquierda».1
Del artículo «Izquierda Unida y nuestro futuro» (del que fui coautor) publicado en Rebelión, el día 21 de enero de 2013, es decir inmediatamente después de la X Asamblea Federal de IU.
La Gestión
No pertenezco a la CE, pero si se incluyese en la votación la gestión de la Presidencia Federal, a la que sí pertenezco, también mostraría mi desaprobación.
La cultura política de ocultar las diferencias, o de no votar en contra para conseguir concesiones en pactos o acuerdos entre bambalinas, me es totalmente ajena. Tampoco me veo sometido a disciplina de partido, con lo que expreso libremente mi opinión.
Tampoco juzgo personas, ese es otro terreno, se trata de valorar una gestión política y organizativa que, desde mi punto de vista, ha sido nefasta y ha puesto a IU al borde de la extinción.
Quienes defienden la aprobación de la gestión enumeran muchos méritos de IU, y se puede compartir en su casi totalidad, el problema es que al no analizar los deméritos presentamos un cuadro irreal, una manipulación de lo acontecido. Por ello debemos incidir precisamente en lo que se oculta, en nuestras deficiencias, pues de no ser así será imposible superarlas.
Algo inherente a una gestión es evaluar el cumplimiento de los acuerdos tomados en la X Asamblea Federal de IU. El incumplimiento de los acuerdos, la carta financiera, la transparencia, las resoluciones políticas… es patente. La comprometida «Refundación», que era una clara previsión de nuestra necesidad de soltar lastre y romper la esclerosis, jamás se ha llevado a cabo, hasta el punto de que el responsable federal debió dimitir de su cargo por el bloqueo de la mayoría de la CE a su labor.
Se ha perdido la mejor oportunidad que IU ha tenido desde su creación, de haberse convertido en el cauce de expresión de los anhelos de transformación que germinaron en la sociedad. En lugar de eso hemos visto como, ante nuestra incapacidad se buscaban otras vías de expresión que nos desbordaban, y se abría en IU la mayor crisis de las muchas sufridas a lo largo de nuestra historia, donde incluso el principal partido que forma parte de IU cuestiona públicamente la supervivencia de la organización en pleno proceso asambleario.
Es cierto que en estos momentos se vislumbra que aún tenemos la opción de volver a jugar un papel destacado, pero porque estamos viviendo una «reforma a medias», en la que conviven una organización en descomposición y la formación de facto de una nueva dirección política. Algo que se ha mantenido demasiado en el tiempo, y que se intenta presentar con el eufemismo de «bicefalia», cuando de lo que se trata es de una contradicción incompatible. Así se ha demostrado al presentar los documentos, que enfrentan abiertamente en concepciones políticas y organizativas a los dos principales sectores de la organización.
La situación de IU es responsabilidad de su dirección
Podemos echar la culpa al empedrado y buscar todo tipo de excusas, pero la responsabilidad de la actual situación de IU, es responsabilidad nuestra y, en primer y principal lugar, de la dirección federal. Nuestra militancia, una vez más, nos ha salvado del cao técnico, con una diferencia que se debe destacar, esta vez las compañeras y compañeros han tenido un nuevo liderazgo en el que referenciarse y que provocó una remontada, menor de la deseada pero suficiente para mantenernos a flote.
El balance de estos años de trabajo de IU no se puede hacer ni con una descripción parcial, relatando sólo una parte de la realidad, ni limitándose a enumerar las luchas en las que hemos participado, pues un balance se hace siempre en relación a las tareas y los objetivos planteados. Parecemos un mal alumno que justifica todo lo que sabe, lo que ha estudiado, y las dificultades que le han surgido, en su casa, en la calle, en el centro de estudio… para tratar de ocultar su incapacidad de superar las evaluaciones. Puede ser un alumno muy majo, pero eso no nos da una evaluación positiva.
Bloqueo de la información horizontal en los órganos, una obsesión por controlar, el centralismo al viejo estilo eliminando la opción de los debates previos a la reunión de los órganos, no sólo eso, sino que los informes llegan, con suerte, unas horas antes. No se pueden hacer aportaciones, ni debatir y en muchas ocasiones ni siquiera haberlos leído antes de comenzar la reunión, con lo que los CPF se convertían en una escenificación de la correlación de fuerzas entre los distintos partidos que dominan IU.
Esta forma de funcionamiento alimenta las camarillas y todo tipo de funcionamiento no orgánico y, además, deja marginadas a todas aquellas personas que no pertenecen a ningún partido o corriente o que, aun perteneciendo, no forman parte del círculo de los iniciados.
Además, también se da un enfoque que puede llevar a un grave error, al decir que los problemas de los órganos de dirección eran «de tamaño». Es un análisis pintoresco, pues la democracia interna no está determinada por el tamaño. Los instrumentos, y el esquema organizativo lo es, están determinados por la mano que los maneja, por la intención y los objetivos. Y eso es lo que ha fallado. Siempre se ha despreciado la discusión política en los órganos; un ejemplo paradigmático es lo sucedido en Grecia. Se acordó tener una discusión sobre la claudicación de Syriza como algo esencial para nuestra propia situación, y sólo se aportó un documento para ese debate, que duerme en algún cajón el sueño de los justos sin siquiera haber sido enviado al resto de la Presidencia. Y así con casi todo lo referente a la política internacional o de aquí.
Había alternativas a nuestra actuación
En cuanto al fondo político del análisis de gestión, puede resultar ilustrativo elegir algunas cosas que constan en negro sobre blanco, recurriendo a algunos artículos publicados hace tiempo y que pueden contrastar vivamente con lo que está defendiendo la dirección saliente. Este ejercicio podría ser muy largo, pero al menos merece la pena comprobar que sí había personas que veíamos otro análisis de la situación y pretendíamos otro enfoque, que el desastre se vio venir y se podrían haber tomado medidas políticas para evitar la grave crisis que ha atenazado a nuestra organización. Sobre todo porque todas estas ideas fueron planteadas por compañeros y compañeras en las reuniones de la Presidencia Federal y del Consejo Político Federal, y sirven hoy para poder considerar lo que cada cual ha defendido en estos años, en lugar de construir un relato a toro pasado.
En marzo de 2011, advertíamos:
«La izquierda sólo se puede refundar a partir de la entrada en la política de sectores que aún se mantienen al margen de los partidos, incluso de los sindicatos, con un sano instinto de que sonaparatos burocratizados, anquilosados y faltos de democracia interna, que tomen en sus manos las organizaciones, que elijan y controlen a sus representantes y liberados, que hagan que las decisiones se tomen de abajo a arriba y no desde cenáculos de políticos profesionales, como sucede ahora. Pero, he ahí el problema a resolver, sólo si el movimiento real de la clase obrera se refleja en estas organizaciones, volverán a ser instrumentos válidos para luchar por la transformación de la sociedad en lugar de refugio de gentes que han hecho de la política su forma de vida. El papel de quienes somos conscientes de este proceso debe colaborar a superar esta contradicción».2
En un artículo publicado en agosto de ese mismo año, señalaba:
«IU tenía ante sí una oportunidad única: lanzar un llamamiento a las bases de los sindicatos y a sus dirigentes y, también a las bases del PSOE (en ese momento traumatizadas), para construir un frente de izquierdas, con una consigna: derogación de todas las leyes de recortes de los derechos sociales (contrarreforma laboral, la edad de jubilación, empleo, privatizaciones, recursos ilimitados a los bancos…), y con un método: elegir los candidatos de forma democrática , en igualdad de oportunidades y por sufragio directo de quienes se sumasen a este frente. Era un mensaje claro, que hubiese encontrado amplio apoyo social. Los dirigentes de los sindicatos hubiesen tenido difícil oponerse a ese proyecto y el resultado de las elecciones municipales y autonómicas podría haber sido muy distinto.
Cuando planteamos esta idea en la Presidencia Federal de IU, que se celebró en septiembre de 2010, antes de la huelga general, todas las «familias» de IU lo consideraron interesante pero lo rechazaron y, por supuesto, de elección democrática de las candidaturas, sometiéndolas a laaprobación de la militancia a través de primarias como norma general en IU, ni hablar. Así, cacicadas como las de la ciudad de Madrid, donde la candidatura es impuesta por la camarillaregional, volvieron a hacerse con la aquiescencia de todos los sectores, ya que todos pactaronalgún puesto de salida a espaldas de la militancia».3
Y en octubre de 2012, se advertía:
«Quizá el error más grave, y que más consecuencias negativas puede tener para IU, es el deAndalucía. Nos estamos implicando en la política del PSOE y aceptando que «debemos aplicar los recortes del PP, por imperativo legal». En lugar de dar nuestro apoyo condicionado, desde el Parlamento, a un gobierno del PSOE en minoría, hemos cometido el error de aceptar la lógica socialdemócrata: «mejor hacer los recortes nosotros que dejarlos en manos del PP». ¡Craso error! Nosotros no debemos aceptar ningún recorte, ni del PP ni del PSOE, ya que en cualquier caso son la expresión de la política de la burguesía: un trasvase masivo de recursos de las rentas salariales a las rentas del capital. Nuestra política debe ser la contraria: trasvasar todos los recursos necesarios a las rentas del trabajo.» Rebelión 25/10/12 El cretinismo del PP y los resultados electorales.
En realidad la perspectiva, confesada, de un buen sector de la dirección de IU y del PCE era la de trasladar «el modelo andaluz», de pacto con el PSOE a la Moncloa. Lo que demuestra la total incomprensión de la situación política.
Como en una tragedia griega, IU se dirigió hacia la decadencia y no fue capaz de abordar la crisis de IUCM. El escándalo de Bankia salió muy caro, sobre todo por dejar que se pudriese y afectase al proceso electoral que llevaría a dejar a IU en la Comunidad en Madrid en una situación caótica, que sólo ha sido superada gracias a una militancia ejemplar, que ha tenido que soportar la incapacidad de la dirección federal, la podredumbre de la antigua dirección regional, la marcha de muchos efectivos a Podemos, y el cansancio y la confusión de nuestro entorno.
Desde los círculos dirigentes de IU y los partidos que en ella habitan, se dio cobertura a un desaguisado tremendo en la federación de Madrid, y en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 el coordinador general, saltándose los acuerdos de la Presidencia Federal hizo campaña por la candidata al ayuntamiento de Madrid, que no reconocía ya la dirección enfrentándose a quienes estábamos luchando por el triunfo de «Ahora Madrid».
Una buena parte de la dirección federal esperó a pronunciarse a ver el resultado electoral, si IUCM hubiese sacado grupo parlamentario y municipal, hoy estarían ocupando sus asientos en el CPF y la CE, de hecho se mantiene en los órganos a personas que han firmado una demanda contra IU Federal por la desfederación de IUCM.
Y por fin, en un artículo publicado en febrero de 2015, titulado «Izquierda Unida ¿Crisis permanente o crisis final?»4, se hace un balance general señalando los puntos débiles y valorando las opciones abiertas para IU, que reproduzco a continuación:
«La crisis y la movilización social lo cambió todo»
El contexto económico y político hizo aflorar las contradicciones sociales con gran tensión y la X Asamblea federal de IU en diciembre de 2012, ya expresó una corriente muy clara de choque entre dos tendencias enfrentadas en la organización. (…). La militancia buscaba una respuesta acorde a los tiempos de crisis y lucha, y la dirección estaba anclada en el pasado.
El ambiente en la asamblea era de radicalización, las delegaciones respaldaron las propuestas más audaces tanto en la política económica («la época del pacto social ha muerto»), como en derechos democráticos («disolución de los antidisturbios»), como en la estructura interna («limitación y control de los salarios de los cargos públicos a dos veces y media el SMI», «Soberanía de las asambleas de base en su ámbito y elección democrática de las listas electorales»). La dirección sufrió esta derrota con la calma de quien sabe que el papel se mete en un cajón. Las resoluciones de esa Asamblea jamás han visto la luz y, por supuesto, fueron ignoradas y violadas diariamente por la práctica de la nueva dirección a cuya cabeza se volvió a situar Cayo. Pero no hay mayor droga que el éxito, y aparentemente el futuro de la organización estaba preñado de éxitos, ya que los acontecimientos favorecieron el crecimiento del apoyo a Izquierda Unida que se reflejaba en todas las encuestas, aunque con más dificultad en la militancia. Para muchos dirigentes el aumento de apoyo electoral, que era su principal preocupación, parecía garantizado.
Pero se estaban acumulando errores de dirección, incapacidad para democratizar la organización o políticas erráticas, como la entrada en el gobierno andaluz con el PSOE o el apoyo al PP en Extremadura, que también pasaron factura.
Ahora queda claro que fueron vientos favorables y que, cuando el viento cambió de rumbo, no había pilotos en una nave que empezó a derivar al pairo de los acontecimientos, hasta que ha sido desarbolada. Pero entonces se atribuía al buen papel de una dirección que ni entendió su ascenso ni mucho menos ha comprendido su declive. Se ha limitado a subir y bajar sin entender. El ser humano, que es capaz de transformar la historia, es en muchas ocasiones un instrumento inerte de las fuerzas que se mueven en ella.
Ascenso y declive de IU: el resultado de las europeas
Aunque algunos no se han dado cuenta hasta las elecciones andaluzas, el cambio de signo se produjo con las elecciones europeas. Donde en realidad se desencadena la primera escisión de IU: Podemos. Dejemos para otra ocasión el análisis de esta nueva formación política, que en mi opinión encaja a la perfección en la descripción que Gramsci hizo de «partido carismático», para centrarnos en la evolución de la descomposición de IU [4].
Los pronósticos electorales eran tan positivos para IU en las vísperas de las elecciones de mayo de 2014 al Parlamento europeo, que el núcleo duro de su dirección despreció el cambio profundo que se había producido en el ambiente social. Las marchas de la dignidad de marzo habían demostrado que la capa más activa e implicada en el movimiento era muy consciente de la situación, y exigía una participación directa en la elaboración de las políticas y las listas electorales de las formaciones políticas.
El aparato de IU, parapetado tras las encuestas electorales, rechazó la posibilidad de una candidatura conjunta con la nueva formación, Podemos, que partía fundamentalmente de personas que habían pertenecido a IU o a su entorno. Desde luego, los promotores de esta nueva alternativa estaban más preocupados por las listas que por el programa a defender, pues defendían en esencia lo mismo que, sobre el papel, constaba en nuestro programa.
Al margen de la opinión que se tenga de Podemos, lo cierto es que el aparato de IU-PCE se atrincheró tras algo irrenunciable: el primer puesto era para Willy Meyer, hombre fuerte del aparato de ambas organizaciones, que llegaba a su tercer mandato como eurodiputado; el segundo, para Paloma López que expresaba el acuerdo de hierro con la burocracia de CCOO; y, por supuesto, nada de primarias, sino negociación pura y dura y algún puesto en la lista. El aparato, y el primero Cayo Lara, entendían muy bien que semejante tándem de salida no tenía nada que hacer en unas primarias, y prefirieron sacrificar todo en aras de una concepción burocrática de la política. Todo lo que conseguimos desde la izquierda de IU fue que Marina Albiol y Javier Couso fuesen en la lista en posición de posible salida. La postura de competir en una lista en primarias abiertas fue considerada anatema.
Cada día de campaña electoral reflejaba lo inevitable, IU se había aislado del movimiento que entonces estaba en auge, (…). Las encuestas y, sobre todo, el ambiente en la calle y en los mítines, iban pronosticando un progresivo descenso de IU y un ascenso de Podemos. (…)
Como dijo el propio A. Garzón: «Si IU hubiera hecho sus deberes históricos, Podemos hoy no existiría».
IU había desaprovechado la mayor ocasión de su historia para convertirse en el cauce de expresión de las aspiraciones de millones de personas que estaban rechazando la política del PP, y también la del PSOE, y buscaban donde expresarse. No es que Podemos hubiese interceptado el potencial crecimiento de IU, sino que la formación dirigida por Cayo Lara dejó un vacío enorme al negarse a refundarse, a poner la organización en manos de los militantes y de la clase trabajadora, y ese vacío fue ocupado por un grupo indefinido pero que se veía vinculado a los estallidos sociales del período previo.
La clave fundamental de Podemos es algo sencillo, la gente que participaba tenía la ilusión de que estaba construyendo su propia herramienta, no votando, sin poder opinar, a una herramienta esclerotizada, con una gran tradición pero, en casos como el de Madrid, infectada por dirigentes insertados en la política institucional de coche oficial, sueldos elevados y opacidad en las cuentas.
Posteriormente estalla el escándalo de Bankia. La implicación de la dirección de IUCM en la política del PP en la Comunidad de Madrid, y que algunos de ellos cobraban de Caja Madrid y respaldaban la política del capital financiero frente al pueblo trabajador madrileño, era algo que veníamos denunciando hacía muchos años. Pero al fin, tristemente y de la peor manera, el escándalo de las tarjetas black, la opacidad de FUNDESTE, se venían a unir a los tres millones de euros de deuda de IUCM con Hacienda y la Seguridad Social. El olor a podrido esta vez sí que entró en la calle Olimpo, y en las alturas de IU no se pudieron hacer los locos. (…)
El proyecto de Alberto Garzón: la necesidad de una revolución interna
Tras 29 años de existencia, Izquierda Unida se muestra agotada. Es una gran paradoja pues nunca había sido tan necesaria y tan posible como ahora. Después de tres décadas de lucha tenía la opción de romper el bipartidismo y, sin embargo, se descompone en una crisis interna letal. Su proyecto fundacional, su carácter de movimiento político y social no ha tenido éxito. (…)
El diagnóstico no puede ser más crudo, o Izquierda Unida lleva a cabo una revolución interna, con un giro radical en su política y métodos, o se enfrenta a la liquidación, eso sí con música de Joaquín Sabina, a coro con Almodóvar, el ex juez Garzón y Cristina Almeida.
No se trata de enterrar IU sino, precisamente, de todo lo contrario, de evitar su muerte y eso sólo se puede hacer rescatando su espíritu de partido de clase, no de secta, su programa de revolución democrática y socialista, no su adaptación al sistema. Ninguna reforma palaciega salvará a IU, sólo cabe una auténtica revolución interna, lo que quiere decir sustituir también a la actual dirección, aislada y esclerotizada.
Lo más parecido a esa opción de revolución interna en IU, es el movimiento que representa Alberto Garzón, que se ha convertido en una esperanza dentro y fuera de IU»Rebelión 2/5/2015 Izquierda Unida ¿Crisis permanente o crisis final?
Conclusión
Se llega a un enfrentamiento, que ha sido larvado y ahora es abierto entre dos concepciones de IU, en ambas hay matices y gentes muy diversas, pero existe un trazo medular. En la primera la idea de la refundación en una nueva fase que supone superación, trascender la propia organización, y la otra el conservadurismo más arcaico, incluidos sectores del naufragio de la tenebrosa IUCM que se agruparon en Zamora. Y el actual coordinador general se suma a este sector en el proceso asambleario haciendo patente lo que era un secreto a voces, su oposición al proyecto que encabeza Alberto Garzón. En estas circunstancias, la única opción es no aprobar la gestión de esta no dirección.
Por todo esto he votado No al balance de gestión en la Presidencia Federal.
Notas
1 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162561
2 «La refundación de la izquierda y el pacto social». http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121672
3 ¿Frente de izquierdas o pacto electoralista? http://nuevoclaridad.es/revista/index.php/revista/la-izquierda-a-debate/339-ifrente-de-izquierdas-o-pacto-electoralista
4 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198360
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.