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Análisis de Coyuntura - 1º Semestre de 2007

La distribución del ingreso: la estrategia de los de arriba y la articulación del campo popular

Fuentes:

En los últimos años, los trabajadores de Chile y el pueblo en general ha gatillado luchas a partir de demandas económicas, y todo parece prever que seguirá siendo así por al menos un tiempo; sin embargo, estas demandas han servido a la izquierda de intención revolucionara para aglutinar fuerza social que pueda ser politizada desde […]


En los últimos años, los trabajadores de Chile y el pueblo en general ha gatillado luchas a partir de demandas económicas, y todo parece prever que seguirá siendo así por al menos un tiempo; sin embargo, estas demandas han servido a la izquierda de intención revolucionara para aglutinar fuerza social que pueda ser politizada desde la acción directa de masas y las pequeñas conquistas, de manera que impulsen la confianza en la autoorganización popular para la transformación profunda de la sociedad.

Ahora bien, la crisis del neoliberalismo como paradigma de «estrategia de desarrollo» se expresa en la enorme brecha distributiva que condena a miles de chilenos a la miseria (Chile se encuentra en el decimosegundo lugar a nivel mundial de los países con peor distribución), y es en este aspecto en el que se enmarca la lucha económica que hoy permite a las organizaciones populares aglutinar fuerza con el horizonte de superar históricamente al capitalismo. La actual etapa de la lucha de clases en nuestro país parece enmarcarse en la redistribución de la riqueza, lo que es un asunto complejo en cuanto a las limitaciones que conlleva en plano estratégico debido al atraso en el desarrollo de conciencia de nuestro pueblo, lo que hoy se va revirtiendo en la medida que la lucha se desarrolla.

Los pilares distributivos, el gasto público

En materia económica la distribución de la riqueza (o del crecimiento económico) [i] se realiza, básicamente, mediante la aplicación de dos instrumentos: la política de gasto social y las condiciones de compra-venta de la fuerza de trabajo, que se manifiestan en el salario y el empleo.

Dentro de los marcos neoliberales solo el primer instrumento es un «pilar», así quedó demostrado el último 21 de mayo con el anuncio de echar mano al superávit fiscal, que engrosado por el alto precio del cobre no implicaba peligro alguno para los sacrosantos equilibrios macroeconómicos. De esta forma se aumentó el gasto social, reduciendo dicho superávit en la mitad (en 0,5% del PIB) como válvula de descompresión a los conflictos sociales vigentes y para acallar las criticas apabullantes al manejo del ministro de economía Andrés Velasco venidas desde la misma concertación, a fin de frenar en algo el resquebrajamiento progresivo de la coalición de gobierno. Sin embargo, los resultados de las políticas sociales «focalizadas» de la concertación son espantosos.

La última encuesta CASEN, «encuesta oficial», establece que la pobreza ha bajado en los últimos 12 años cayendo del 18,7% al 13,7%, sin embargo para arribar a este cálculo los tecnócratas fijaron el mínimo de sobrevivencia en «40 mil pesos mensuales» parámetro con el cual, según el economista Marcel Claude, «Chile avanza, pero hacia el subdesarrollo»; todo esto en razón que una persona para vivir en chile dignamente requiere $130.000 pesos mensuales, lo que significa que en cifra real y dura que el 80% de los chilenos es pobre. [ii]

No se puede hablar de un «fracaso de la política social» ni mucho menos de «victoria contra el flagelo de la pobreza» como señalan Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, toda vez que dentro de los marcos neoliberales no existe política social: la manipulación grosera de las cifras se condice con los programas sociales de control, de premio y castigo «focalizado».

Las condiciones de compra-venta de la fuerza de trabajo

En lo que respecta a las condiciones de compra-venta de la fuerza de trabajo, hay dos aspectos que es necesario tomar en consideración en la coyuntura; la modificación a la normativa que rige la negociación colectiva y la sindicalización, y por otra parte, el sueldo mínimo en cuanto instrumento distributivo.

1.- La normativa laboral como instrumento de acumulación y no de distribución

Bajo el actual patrón neoliberal, el crecimiento (o su estabilización) es lo que sustenta al empleo y al salario como pilares distributivos, el mecanismo es el siguiente: Uno de los elementos que permiten el crecimiento económico son las condiciones estructurales favorables que el Estado crea a fin de que la burguesía intervenga en el mercado internacional con cierta ventaja comparativa, un ejemplo de ello es la flexibilización de las leyes laborales, la limitación a la negociación colectiva y sindicalización, etc. inauguradas a sangre y fuego en dictadura. De esta forma el crecimiento obtenido se distribuye en la sociedad a través del «chorreo», es decir, el beneficio indirecto que reporta a los trabajadores y al conjunto del pueblo las utilidades de los empresarios lo que idealmente repercutiría en mejores salarios o en mayor inversión y por consiguiente generación de empleo.

Sin embargo, los efectos de la política del chorreo han sido devastadores en términos distributivos y han generado la enorme brecha existente entre ricos y pobres; así lo demuestra Rafael Agacino con el siguiente ejercicio: En una economía abierta, si eventualmente los precios internacionales bajan, existen dos posibilidades, o se disminuye la tasa de ganancia para mantener la competitividad o se disminuye otro componente de costos a la forma tradicional (una disminución de los salarios reales o un aumento de la productividad o una mezcla de ambas, pero cuyo resultado sea una disminución del costo salarial por unidad de producto). En este caso, el problema consiste en quién paga el costo del ajuste, y si es al revés, en quién aprovecha el mayor excedente. En el primer caso, habrán presiones evidentes por parte del capital para mantener o deteriorar el patrón distributivo actual; y si los precios marchan al alza, nada garantiza que éste mejore, salvo la filantropía patronal o la presión de los trabajadores. [iii]

En el actual orden neoliberal, los trabajadores se encuentran sin instrumentos legales y eficaces para negociar en condiciones favorables la venta de su fuerza de trabajo, el desmantelamiento de la legislación laboral clásica fue el instrumento de la burguesía para aumentar la tasa de ganancia en un sistema de economía abierta. Las modificaciones concertacionistas al Código del Trabajo, inauguradas con los Acuerdos Marcos Empresarios – CUT a inicios de los 90, han profundizado la precariedad laboral por la vía de la flexibilización, además de olear y sacramentar la limitación de la negociación colectiva y del derecho a la sindicalización, instalados en la dictadura para la marcha del nuevo patrón de acumulación neoliberal .

Sin embargo, en los últimos 4 años las movilizaciones de ciertas franjas del proletariado estratégico han cobrado enorme importancia a raíz de la superación, por la vía de la acción directa de masas, de los estrechos marcos legales y han negociando en condiciones más favorables la venta de su fuerza de trabajo. Estos «hechos» han llevado al bloque en el poder a ponerse al día y preparar su ofensiva por la vía de una modificación al Código del Trabajo en materia de negociación colectiva y sindicalización para volver a sus carriles al incipiente movimiento de trabajadores combativos y corregir esta forma «ilegal» de redistribuir la riqueza que acumulan a destajo los monopolios imperialistas nacionales y extranjeros.

Por ello, es que a simple vista nada nos dice que la modificación del Código del Trabajo en materia de sindicatos y negociación colectiva beneficiará a los trabajadores, pues con ello se atentaría contra el alma misma del neoliberalismo y su estrategia «distributiva» de chorreo; sin embargo, es necesario analizar más detalladamente este punto.

Actualmente, la legislación laboral contempla la posibilidad de una negociación colectiva interempresa, pero sólo cuando exista un acuerdo con el empleador. Si éste se niega, no hay negociación interempresa. Sin embargo, los trabajadores contratistas de Forestal Arauco lograron beneficios para miles de trabajadores del holding, pese a que la ley sólo contempla este mecanismo para la empresa en su individualidad y no con todas las subcontratistas, como un conjunto; lo mismo ocurrió en Agrosuper y CCU, donde los trabajadores de las distintas razones sociales que componen cada uno de dichos holdings encararon a la matriz, o de los contratistas del cobre, que vienen planteando sus demandas para todo el sector, otros ejemplos son la Coordinadora de Sindicatos de Cencosud y la Confederación de Trabajadores del Salmón. Estos «hechos» han sido rechazados por la Cámara de la Producción y el Comercio, Salmón Chile, la Asociación de Supermercados, la Sociedad Nacional de Agricultura, etc., señalando que este mecanismo está fuera de la legislación.

La modificación a los actuales mecanismos de negociación, tomará cuerpo el segundo semestre de este año cuando se envíe un proyecto de ley, «previo diálogo entre los actores involucrados» según señaló el ministro de trabajo Osvaldo Andrade, esto es, con el acuerdo de los grupos económicos. El gobierno no cree en un instrumento único de negociación, es más, señalan que pueden ser perfectamente varios, así como también existen diversos tipos de sindicatos. Pretenden evitar que por los hechos se establezcan negociaciones ilegales, como por ejemplo impedir que la negociación con la empresa principal involucre también a las empresas contratistas, para lo cual forzarán por la vía de la ley que los trabajadores negocien con sus empleadores directos [iv]. Por su parte la CUT reafirma la idea del gobierno (no podía ser de otra manera), en orden a contemplar básicamente tres tipos de negociaciones colectivas: la de los sindicatos interempresa con las pymes de un mismo rubro, la negociación supraempresa con el holding (los trabajadores «directos» de las filiales con el holding) y otra para los trabajadores contratistas.

Es aquí en donde hay que hilar mas fino y hacer un poco de historia. Mientras la negociación por rama agrupaba a los trabajadores por estructura vertical de producción perteneciente a un mismo rubro (propio del patrón de acumulación anterior), la negociación por holding se realizaría en condiciones de la actual estructura horizontal del capital y sus unidades productivas, absorbiendo a los trabajadores relacionados precisamente a distintas empresas pero pertenecientes a un mismo holding o conglomerado. Es bajo esta lógica es que se hace necesario leer las alternativas enunciadas en el párrafo anterior.

La propuesta de la CUT, en cuanto a que exista negociación de sindicatos interempresa con las Pymes de un mismo rubro, es positiva para el 80% de los trabajadores que están ligados en una misma rama a dichas Pymes (que no sean empresas subcontratistas). El problema se manifiesta cuando dicha entidad plantea dos negociaciones diferentes, haciendo distinción entre un trabajador «directo» de una filial perteneciente al holding, y un trabajador subcontratado por el mismo holding (la negociación supraempresa con el holding, para unos y otra para los trabajadores contratistas). Con ello desconoce en el fondo, al igual que el gobierno y la patronal, dos situaciones a saber: que es prácticamente imposible determinar que empresa es filial de un holding o simplemente subcontratista cuando es una realidad que los holding crean empresas fantasmas para encubrir relaciones laborales y precarizarlas; y en segundo lugar, desconocen que el trabajador subcontratado se encuentra ligado a la empresa principal en razón de que esta última, al igual que el empleador contratista directo, le extrae plusvalor (lo que significa que el trabajador subcontratado es doblemente explotado).

En el fondo lo que el gobierno pretende es que los trabajadores contratistas no negocien con la empresa principal y sólo lo hagan con su empleador directo o como rama subcontratista. Una negociación separada entre trabajadores contratistas y trabajadores «directos» de una empresa filial de holding es nefasto para la construcción y fortalecimiento del sindicalismo clasista, pues reafirma el carácter de trabajadores de primera y de segunda clase, cuando ambos, realizando tareas distintas, son explotados por el mismo capital; esto sólo condenaría a las expresiones, hoy de vanguardia, a los nichos de una reinventada legislación al servicio de la patronal.

2.- El Sueldo mínimo

El 21 de junio el Congreso Nacional aprobó y remitió al gobierno el proyecto de ley que eleva el monto del salario mínimo de $135 mil a $144 mil , con posibilidades de aumentar a $145 mil, desde el 1 de enero de 2008, si el Producto Interno Bruto (PIB) entre el cuarto trimestre de 2006 y el tercer trimestre del 2007, es superior a 5,8 %. El reajuste regirá a contar del 1 de julio para los trabajadores entre 18 y 65 años de edad. Para los trabajadores mayores de 65 y menores de 18 años, el ingreso mínimo quedó en $107.509, mientras que para fines no remuneracionales, se fijó en $92.827.

La estrategia de Velasco fue «alineada con las posibilidades de consolidar el crecimiento de la actividad económica que muestra el país» lo que se manifestó en oídos sordos a los pataleos de la CUT por no considerar su propuesta de subir el salario mínimo en 15 mil pesos anuales, hasta llegar a los 180 mil pesos al final del mandato de Bachelet. Sin embargo, más allá de los cálculos políticos que hoy sacan las diversas facciones del bloque en el poder, a fin de enfrentar un cuadro complejo, caracterizado por el resquebrajamiento de la unidad monolítica concertacionista de los 90 y la carrera presidencial, ha imperado el silencio de los cementerios que es el orden de los empresarios.

La nota de humor negro la puso el mismo ministro del trabajo que evitó comentar directamente ¿qué poder adquisitivo puede tener una persona con $144 mil? «Son $144 mil más $1.000 en enero», advirtió, en alusión a que si el país crece un 5,8% este año, los trabajadores pueden aspirar a contar con una «luquita» más en 2008; dijo además que «el salario mínimo es un paliativo a una ausencia: la carencia de los actores de poder suficiente para negociar sus condiciones laborales». En esa línea, explicó que él apuesta por suprimir el salario mínimo. [v] Con ello vemos cual es la intención del gobierno a mediano plazo.

Por otra parte la CUT llamó a los trabajadores a una movilización nacional para el próximo 29 de agosto: «Vamos a mostrarle al Gobierno y a los empresarios que los trabajadores no estamos dispuestos a aceptar que unos pocos ganen tanto. Vamos a movilizarnos para exigir un cambio sustancial en la ley de negociación colectiva, para que se eliminen todas las trabas que hay. También exigiremos una reforma previsional de verdad, para que se adelanten y amplíen los beneficios, y pediremos que se ponga en marcha la nueva justicia del Trabajo y el defensor laboral». [vi]

La verdad es que estos pataleos, no son más que eso. La CUT instala la discusión poniéndose a la cabeza de la representación de los trabajadores en el marco de un asenso de la movilización combativa de franjas que no responden a la lógica del sindicalismo clásico; sobre estas espaldas instala su demanda pingüe de sueldo mínimo y una movilización sin mayores pretensiones. Pero ¿qué es lo que realmente se puede esperar de la CUT y su llamado a «movilización»?, cuando la CUT llamó a paro nacional el 13 de agosto de 2003, las organizaciones populares sobrepasaron la convocatoria llamando a protesta popular, la más grande desde la dictadura, generando un importante precedente. Al año siguiente Martínez convocó a un paro para el 29 de julio, sin embargo, a mitad de marcha cambia la convocatoria a que cada organización decidiera la mejor manera de manifestarse, quitándole el piso a un nuevo paro nacional, dicha jornada no tuvo impacto alguno… y ahora convoca a «movilización» que se va a traducir en una jornada sin impacto, tanto por la decadencia de la CUT misma, como por la intención política de no mover el piso a Bachelet. La izquierda de intención revolucionaria y el conjunto del pueblo combativo y libertario no debe sumarse a dicha convocatoria, al contrario debe instalar una nueva, pero con contenidos claros y con horizonte estratégico, que le permita definir su actual piso de fuerza política y social organizada.

El campo popular y la reivindicación económica en el marco de la redistribución del ingreso

La discusión sobre la redistribución del ingreso está presente en las organizaciones populares en la medida que se instala la lucha por las demandas económicas. Sobre el sueldo mínimo han girado diversas posiciones: la Confederación General de Trabajadores manifiesta la necesidad de que el sueldo mínimo sea único y no diferenciado como es en al actualidad además que refleje las necesidades de las familias. El año pasado se levantó una Coordinadora por el Sueldo Mínimo en Santiago desde Andah Chile a Luchar y el SINTRAC, la que no tuvo continuidad, sin embargo, se señaló en su oportunidad la intención de luchar por un sueldo mínimo digno, que refleje realmente lo que cuesta la vida en Chile, a partir de una nueva canasta familiar. Por otra parte la CONFESIMA (Confederación de Sindicatos de Trabajadores Stgo. Poniente) planteará la necesidad de ampliar el debate entre los trabajadores y superar a la CUT, convocando a las organizaciones de la clase construir una coordinación que abra el debate sobre el ingreso mínimo digno.

La lucha económica, se manifiesta en todo el arco de las organizaciones sociales y por ello se hace necesario, más que acotarla a ciertos instrumentos distributivos como el salario mínimo, plantearla tácticamente en términos más amplios de manera que permitan a las organizaciones en lucha avanzar por objetivos claros y unitarios. Es imprescindible instalar en la lucha, que la redistribución del ingreso es imposible bajo el actual orden neoliberal, y lejos de plantear una salida o cambio de patrón de acumulación en el marco del capitalismo (como plantea el reformismo cuando añoran volver al modelo desarrollista) debemos ser capaces de tendenciar en el seno del movimiento popular la comprensión cabal de la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista de apropiarse el producto del trabajo; pues sólo a partir de ello vamos a poder evitar, como decíamos, desviaciones etapistas. Sólo de esta forma es posible dar a las demandas económicas un sentido genuinamente estratégico, que acompañado de la construcción de nuevas subjetividades en el marco de la acumulación de fuerzas de intención revolucionaria, permita abrir la discusión de un nuevo proyecto histórico comunista y libertario.

Por otra parte, es fundamental avanzar en la unidad de las expresiones del sindicalismo clasista en torno a la discusión sobre las posibilidades de enfrentar la modificación del Código del Trabajo con propuestas concretas, y que permitan nuclear en torno a ellas a los sectores del proletariado estratégico de avanzada, que hoy son receptivos a propuestas de construcción clasistas y de acción directa popular.



[i] El patrón de distribución del crecimiento, es el reparto de ese crecimiento de acuerdo a criterios que la propia sociedad considera adecuados. La determinación de tales criterios, depende en parte del poder de negociación que tenga cada sector social, y en relación a las correlaciones de fuerza existentes tanto en el mercado, como también por aquellas que se remiten a al Estado. En el primer caso, la estructura de reparto se determina a partir de las relaciones entre las propias clases (o fracciones de clase) vinculadas a la producción; en el segundo, esas mismas clases pugnan por imponer medidas que, sancionadas fuera del mercado, modifiquen el patrón distributivo originario. Tales medidas pueden orientarse a regular directamente las relaciones privadas, como la legislación laboral, o bien, a corregir   ex-post  el patrón distributivo como ocurre con cierto tipo de  políticas económicas y sociales. Rafael Agacino, «Acumulación, Distribución y Consensos en Chile», http://www.redem.buap.mx/rafael.htm

 

[ii] Marcel Claude, «La doble condena de ser pobres y no ser reconocidos como tales», en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52517

 

[iii] Rafael Agacino, Op cit.

 

[iv] «La irrupción de los Mega Sindicatos», La Nación Domingo, Domingo 10 de junio de 2007

 

[v] Osvaldo Andrade «Debiéramos haber logrado acuerdo con la CUT», El Sur 23 de junio de 2006

 

[vi] «Bachelet se alinea con los empresarios», en www.Argenpress.info, 22 de junio de 2006