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La empresa CELCO y el gobierno Bachelet

Fuentes: Porlalibre.org

Una de las principales promesas electorales de Michelle Bachelet fue promover la participación ciudadana, teniendo presente el conocido diagnóstico de que nuestra democracia es anodina y elitista, que concentra el poder en pequeños grupos que no representan a la sociedad. Por eso, la propuesta de la ahora Presidenta sonaba muy bien. Lamentablemente, se quedó solamente […]

Una de las principales promesas electorales de Michelle Bachelet fue promover la participación ciudadana, teniendo presente el conocido diagnóstico de que nuestra democracia es anodina y elitista, que concentra el poder en pequeños grupos que no representan a la sociedad. Por eso, la propuesta de la ahora Presidenta sonaba muy bien. Lamentablemente, se quedó solamente en eso: una promesa de campaña sin real sustento en la práctica.

Un ejemplo de lo anterior es la reciente aprobación -dada por el gobierno- para que la Celulosa Nueva Aldea en el valle del Itata entre en operaciones. Esto significa poner en marcha un proyecto devastador que pertenece al conocido multimillonario Anacleto Angelini, pese a toda la resistencia ciudadana. Agricultores, pescadores artesanales y autoridades locales se oponían a esta fábrica de pulpa de papel, pero una vez más en Chile priman los intereses económicos.

Ya no es creíble que la Presidenta o cualquier otro representante de la administración pública puedan hablar nuevamente de Gobierno Ciudadano, luego de tomar una decisión a espaldas de la población, y que ciertamente va en contra de los deseos de quienes tendrán que convivir con esta planta de aquí en adelante.

Es una confirmación de que en Chile, la institucionalidad ambiental es una entidad de papel, supeditada a los intereses económicos de los verdaderos poderes que operan a espaldas del país. No es ningún misterio para Chile que el grupo Angelini tiene enormes intereses en la celulosa y que la reciente aprobación de esta nueva planta en el valle del Itata, se hace cuando aún no terminan las repercusiones del desastre del Río Cruces en Valdivia que provocara otra planta de celulosa perteneciente al mismo multimillonario. No hay que ser muy inteligente para detectar las huellas que deja el paso de los poderes económicos que operan en Chile.

Este millonario negocio ha llevado a importantes empresas en el mundo a poner sus ojos en Sudamérica para instalar fábricas de celulosa. El propio Angelini quiere expandir sus redes por América Latina. 20 mil hectáreas de bosque en Uruguay son el objetivo ahora, aunque no se descarta que también incursione en Argentina y Brasil.

El riesgo es altísimo para el ecosistema, como ya quedó demostrado en Valdivia, pero poco importa porque Angelini seguirá con sus plantas de celulosa en Sudamérica y, obviamente, en Chile, porque así se lo permite el Gobierno Ciudadano de Michelle Bachelet.

El autor es economista y director ejecutivo de Oceana.