Libertad y Democracia Directa (SPD), partido de extrema derecha de la República checa, alcanzó el 10% de los votos y 22 escaños en las elecciones legislativas de 2017. «Queremos detener cualquier islamización del país», declaró el líder del partido y empresario Tomio Okamura, según recogieron Europa Press y Reuters. El pasado 25 de abril el […]
Libertad y Democracia Directa (SPD), partido de extrema derecha de la República checa, alcanzó el 10% de los votos y 22 escaños en las elecciones legislativas de 2017. «Queremos detener cualquier islamización del país», declaró el líder del partido y empresario Tomio Okamura, según recogieron Europa Press y Reuters. El pasado 25 de abril el dirigente ultraderechista promovió una reunión en Praga, a la que asistió Marine Le Pen, líder de Reagrupación Nacional (RN). Ganó en 2014 las elecciones al Parlamento Europeo en Francia; además logró, en la pugna con Macron, el 34% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. «La islamización y el globalismo son nuevos totalitarismos que amenazan a los países europeos», afirmó Le Pen en la capital centroeuropea (agencia AFP). Asistió también a la reunión de Praga Geert Wilders, del Partido por la Libertad holandés (PVV), que en las elecciones generales de 2017 fue el segundo partido en votos (13%); y, por videoconferencia, envió un mensaje Matteo Salvini, vicepresidente y ministro del Interior por uno de los dos partidos -la Liga Norte- que desde junio de 2018 gobiernan Italia.
El 8 de abril se organizó otro encuentro de políticos de extrema derecha en Milán; en la fotografía de familia estuvieron presentes, además de Salvini, Jörg Meuthen -de Alternativa por Alemania (AfD); el eurodiputado Anders Vistisen, del Partido Popular de Dinamarca; y Olly Kotro, del Partido de los Finlandeses, que en las elecciones parlamentarias del 14 de abril quedó en segunda posición, con un diputado menos que el partido socialdemócrata. En este contexto, se celebrarán entre el 23 y el 26 de mayo las elecciones al Parlamento Europeo. A estos comicios no es ajeno un documental estrenado en marzo, Steve Bannon: el gran manipulador, de la realizadora Alison Klayman. Exasesor y estratega de campaña del presidente Trump, Bannon ha fundado The Movement, un club con sede en Bruselas cuyo fin es aproximar a los partidos de la derecha extrema; en 2018 inició una gira por Europa -que incluyó la participación en un acto público de Hermanos de Italia o en el congreso del Frente Nacional francés-, para pedir la unidad ultraderechista con vistas a las elecciones europeas y arremeter contra la mundialización y el establishment.
Para profundizar en esta tendencia global, el politólogo Jesús Sánchez Rodríguez ha publicado Derecha Radical. Auge de una ola reaccionaria mundial (Editorial Popular, 2019). En su análisis propone la denominación Derecha Radical Populista Xenófoba (DRPX), y recoge las clasificaciones planteadas por diferentes autores. Entre otras, la que distingue a los partidos con rasgos «fascistas típicos», por ejemplo el Partido Nacional Demócrata (NPD) de Alemania, Jobbik en Hungría, Amanecer Dorado de Grecia, Attaka en Bulgaria o el Partido Nacional Británico (BNP); de otras organizaciones -«nueva extrema derecha»- de carácter populista y xenófobo, surgidas en los años 80 del siglo pasado: la Unión Democrática de Centro (suiza), el PVV holandés y los populistas nórdicos; por último, en el apartado de «híbridos» figuraría Reagrupación Nacional, el Partido de la Libertad (FPÖ) austriaco -que controla ministerios como Interior y Defensa en un gobierno de coalición con el partido conservador- y el Vlaams Belang flamenco, de Bélgica. Otras tipologías incluyen a partidos que comenzaron enfrentándose a las cargas fiscales, a lo que después añadieron la oposición a las élites y la inmigración; es el caso del Partido Popular danés y el Partido del Progreso noruego.
Jesús Sánchez Rodríguez es autor de Teoría y práctica democrática en el PCE (1956-1982), publicado en 2004 por la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM); colabora en el periódico Rebelion.org y sus artículos pueden seguirse en http://miradacrtica.blogspot.
Una de las discusiones pivota en torno al apoyo (electoral) de la clase obrera a la DRPX; muchas de las interpretaciones «parecen extraídas fundamentalmente del estudio del caso del Frente Nacional francés, y no está claro si son extrapolables», concluye el exprofesor de la UNED. Tal vez una de las excepciones sea la estrategia para ganar apoyos, a partir de 2008, de Amanecer Dorado en el distrito sexto de Atenas, con una importante presencia de población inmigrante; estuvo «más orientada a la publicidad que al trabajo efectivo, pero le resultó rentable electoralmente», explica Jesús Sánchez Rodríguez. La extrema derecha populista también ha utilizado a su favor la precarización laboral y la falta de expectativas (un informe del Foro Económico Mundial sobre el futuro del empleo -publicado en 2018- estima que las horas de trabajo que realizan máquinas o algoritmos pasarán del 29% actual al 52% en 2025). Otra cuestión es el rechazo al inmigrante basado en temores sociológicos y sin fundamento real (las estadísticas de Eurostat de enero de 2017 apuntan que la población de origen extranjero representa el 6,3% del total en Finlandia, el 5,2% en Hungría, el 4,4% en la República Checa, el 3,4% en Eslovaquia y el 1,7% en Polonia).
¿Qué políticas desarrolla la DRPX en el gobierno? El libro Derecha radical aborda el caso de Hungría, donde el FIDESZ-Unión Cívica Húngara gobierna desde 2010, con el líder del partido, Viktor Orbán, como primer ministro. Si al FIDESZ -un partido «ultranacionalista, conservador y profundamente cristiano», detalla Sánchez Rodríguez- se le agregan los votos de Jobbik -«más extremista y originado en tendencias nazis»-, alcanzan cerca del 70% de los sufragios en las últimas elecciones parlamentarias de 2018. Orbán convocó un referéndum, celebrado en octubre de 2016, con el fin de incumplir el sistema de reasentamiento de refugiados establecido por la UE. En enero de 2019 se produjeron movilizaciones significativas en Budapest contra la denominada «Ley de esclavos», que permite a los empresarios incrementar de 250 a 400 las horas extra anuales por trabajador y habilita un plazo de hasta tres años para abonarlas. «Hungría aprueba una ley para crear tribunales controlados por el Gobierno», tituló el 12 de diciembre la agencia Reuters; el ejecutivo también promovió leyes restrictivas para los medios de comunicación, rechazadas por la UE.
En Polonia gobierna el partido Ley y Justicia (PiS), fundado en 2001 por los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski, que en los comicios de 2015 sumó el 37,6% de los sufragios (otra formación de la derecha populista- kukiz’15- logró el 8,8% de los votos); «el PiS comparte muchos puntos ideológicos y estratégicos con el Fidesz húngaro», destaca Sánchez Rodríguez; «el recorte de los poderes del Tribunal Constitucional, el reforzamiento del poder policial y la demagogia xenófoba», además de una «estricta moral reaccionaria que ataca los derechos de las minorías sexuales y las mujeres», forman parte de su estrategia. Otro de los ejemplos clave es Italia, donde el populismo empresarial del Sivio Berlusconi, al frente de Forza Italia y el partido Pueblo de la Libertad, se tradujo en tres mandatos presidenciales a lo largo de casi una década, hasta 2011; para lograrlo, se apoyó en un imperio de televisiones privadas. En las elecciones generales de 2018 se impuso la coalición de derechas -de la que formaban parte la Liga Norte y Forza Italia-, con el 37% de los votos.
Del resultado de los comicios surgió un gobierno de coalición entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, con la presidencia de un tecnócrata, Giuseppe Comte. «En junio de 2018 Salvini anunció el cierre de los puertos italianos a los inmigrantes», recuerda el autor de Derecha radical. En septiembre el Gobierno aprobó el llamado «decreto Salvini» (avalado dos meses después por el parlamento), que restringía los derechos a los solicitantes de asilo y facilitaba las expulsiones; además el vicepresidente y ministro del Interior propuso un censo de la población de etnia gitana que vive en Italia (hace una década el ejecutivo de Berlusconi ya planteó esta medida). La Liga Norte defiende asimismo la «flat tax» o impuesto de tipo único. El libro de Jesús Sánchez Rodríguez trasciende la perspectiva europea de la DRPX, y analiza los casos de Brasil y Estados Unidos; «derrotado Bernie Sanders en las primarias demócratas, el discurso antiglobalización pasó a estar representado por la demagogia de Trump, que al fusionarlo con el discurso xenófobo anti-inmigración adquiría un nuevo sentido y una nueva potencia», concluye (ya en 2015, antes de acceder a la presidencia, Donald Trump se comprometió a la deportación de los 11 millones de inmigrantes «sin papeles» que viven en Estados Unidos).
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