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Entrevista al historiador Josep Pimentel, autor de La maleta (Ed. Calumnia)

“La ficción ayuda a explicar mejor la historia que quieres transmitir a los lectores”

Fuentes: Rebelión

“Disfruta recuperando la memoria de las personas que no tienen voz”; de este modo se presenta el historiador Josep Pimentel (Barcelona, 1973) en su último libro, La maleta, publicado por Edicions Calumnia en enero.

La novela de 113 páginas vio la luz en el aniversario de la proclamación del comunismo libertario en el municipio de Casas Viejas (Cádiz), durante la II República, en enero de 1933. También a uno de los personajes, Sebastià, le dejó huella el atentado de la procesión del Corpus de Barcelona, en 1896, cuando era un joven pacifista y propagandista.    

La maleta es “una de esas pequeñas gotas de agua” con las que se construye la memoria colectiva. El autor, Josep Pimentel, ha publicado Barricada. Una història de la Barcelona revolucionària (2014); Voces críticas ilustradas (2016); y Refugiados. Una historia del exilio de 1939 (2019). Colabora en el periódico La Directa, y en las revistas Orto; Ser Histórico y Catalunya. La siguiente entrevista se realiza por correo electrónico.

-¿Quién es Eliseo, cuya historia cuenta La maleta?

Eliseo es un obrero barcelonés, hijo de migrantes del sur de la península, que se estableció con su familia en el corazón de la Barcelona obrera en el primer tercio del siglo XX, primero en el populoso barrio Chino y después en el barrio obrero del Poblenou.

Eliseo es un personaje de ficción, es la suma de muchas historias y personas que he conocido. Tiene algo mío. Tiene algo de Pedro García Martínez, el hilo conductor de mi primer libro “Barricada, una historia de la Barcelona revolucionària”. Tiene algo de mi madre, que falleció de cáncer de páncreas, enfermedad que padece Eliseo. Y también tiene un poco de muchas de las historias personales que he conocido y he leído a lo largo de mi vida, de esos obreros que lucharon por un mundo mejor y lo consiguieron, aunque fuera durante un pequeño período de su vida.

-¿Tiene alguna carga simbólica la vieja maleta de cartón piedra de Eliseo, punto de partida de la narración?

Sí que tiene carga simbólica la vieja maleta. De cartón piedra eran las maletas que utilizaban las clases populares, la gente humilde, los verdaderos protagonistas de mis libros, de las historias que pretendo rescatar del olvido y compartir con los lectores.

Pero muchas otras maletas de personas anónimas que lucharon por un mundo mejor, se han perdido para siempre. Por ese motivo, es importante la recuperación de esta vieja maleta.

También esa maleta de Eliseo es el punto de partida de la novela y da nombre al libro. En ella se conserva la historia de Eliseo y de sus recuerdos: un diario, unas fotografías y unas cartas. Ha podido ser rescatada del olvido gracias al interés del nieto de Eliseo, Joan, y a una de sus hijas, Electra.

-“Identificabas fácilmente los coches expropiados porque llevaban pintadas las iniciales CNT-FAI, las que más, y también las de la UGT, las del POUM o las de la UHP”, describe el protagonista de la novela, en referencia a la Barcelona revolucionaria (verano de 1936). ¿Qué importancia tiene la descripción de ambientes?

La descripción de ambientes, de los espacios en donde se desarrolla la acción y la actuación de los personajes ayuda a dar verosimilitud al relato, hace que los hechos puedan ser vividos por los lectores de la manera en que fueron vividos o narrados.

El contexto de las historias es importante, intentar reflejar los olores, los colores, la luz… sin un buen marco narrativo la historia no funciona.

Por un lado, está el ambiente físico, el lugar concreto en el que ocurren las historias. En este libro es la Barcelona obrera y revolucionaria de la República y la Guerra Civil. Los pueblos de Oliete, Alacón, Híjar y Albalete El Luchador en las comarcas de Teruel, en el Aragón colectivizado. El camino del exilio a Francia. Las playas de Argelers. La Barcelona de finales de mil novecientos noventa y seis en la que los jóvenes okupas protestaban por el desalojo del Cine Princesa. Y un pequeño pueblo de la comarca de l’Alt Penedès desde donde Eliseo escribe sus memorias.

Por otro lado, está el ambiente psicológico, encarnado en los diversos personajes que aparecen en este libro y en su evolución. No entraré más en detalles, para que sean los lectores los que descubran a Eliseo, a Flora, a Sebastià, a Karl, a Joan…

Y por último las características socioculturales de los personajes. En este caso tiene importancia el ambiente proletario, libertario y sindical, de lucha y reivindicación social.

-¿Tiene ventajas la ficción frente a la investigación en archivos, los documentos, las entrevistas o las memorias para dar cuenta de una realidad (la guerra de 1936, colectivizaciones, exilio y campos de concentración)?

Creo que sí, que tiene ventajas. La ficción ayuda a explicar mejor la historia que quieres transmitir a los lectores y el público potencial es más amplio que en el ensayo.

Al narrar desde la perspectiva de un personaje, permite generar suspense, inquietud o que el lector participe y sea más atractivo el hilo de la historia.

El poder de la descripción narrativa establece el estado de ánimo que quieres transmitir al lector y que con el ensayo es más difícil de comunicar.

Aunque yo soy de ensayo, muchos lectores me habían comentado que era necesario explicar las historias que había rescatado de los archivos bajo el hilo narrativo. Y yo con este libro, al menos lo he intentado.

-¿Qué le responderías a un erudito/especialista que menosprecie por falta de rigor las novelas o películas sobre la II República y la guerra? ¿Y si considera la Historia Oral una metodología ‘periodística’?

Para mí, todas las formas de explicar una historia, un contexto o un conflicto son válidos. Cada una aporta desde su perspectiva elementos de interés. El ensayo es en esencia el medio en el que explicar la historia, pero no es el único. La narrativa también es perfectamente válida, hay muchos ejemplos: Homenaje a Cataluña de George Orwell o Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway. En cuanto al cine, también hay grandes películas que explican o narran ese período histórico como “Tierra y libertad” de Ken Loach o “La lengua de las mariposas” de José Luís Cuerda.

Bajo mi punto de vista, la Historia Oral es una especialidad dentro de la ciencia histórica que utiliza como fuente principal los testimonios orales para reconstruir la historia. Aunque la herramienta principal de obtención de datos es la entrevista, que obviamente también es un método periodístico, el historiador debe contrastar esa información, procurar no influir al testimonio a la hora de entrevistarlo y nunca renunciar al espíritu crítico.

-Según Joan, nieto de Eliseo, “la dictadura quebró toda una generación y la democracia profundizó en el olvido”. ¿Consideras que la memoria anarquista está, todavía hoy, por reivindicar?

Sí. Aunque hay mucho trabajo de hormiga hecho, aún queda mucho camino por recorrer.

Un movimiento que tuvo tanta fuerza y que desde las instituciones democráticas se ha procurado ocultar, minusvalorar o minimizar, requiere unos esfuerzos inmensos por tantas y tantas personas que están trabajando desde su pequeño espacio de contracultura que está procurando que ese olvido consciente del que Joan habla en el libro pueda ser rescatado.

Y en ello están trabajando muchos historiadores e historiadoras, pequeñas editoriales como Calumnia o Piedra Papel Libros, pequeñas librerías como la Pantera Rossa de Zaragoza, la Malatesta de Madrid o El Lokal de Barcelona, pequeños centros de Estudio como el CEL Federica Montseny de Badalona o la CNT de Jerez, que luchan por recuperar la memoria y el recuerdo de aquellos que padecieron el destierro, el olvido o el asesinato.

-Por último, ¿quieres trasladar algún mensaje al lector con la inserción de personajes como Flora, Karl o Sebastià?

Sí. Los tres representan tres puntos de vista diferenciados que ayudan a explicar la evolución del anarquismo o anarcosindicalismo durante la Barcelona revolucionaria del treinta y seis.

Flora es hija de anarcosindicalistas y se formó en la cultura obrera y proletaria de esa Barcelona libertaria. De origen turolense, no se lo pensó dos veces y al estallar la guerra civil y consolidarse las colectividades, no duda en irse a Alacón, el pueblo de su abuela, para participar en la obra constructiva de la revolución. Flora es una revolucionaria.

Karl, de origen sueco, fue una de los muchos milicianos internacionalistas que vino a luchar por la revolución y contra el fascismo. Encarna los ideales de esos jóvenes europeos que vinieron a luchar para frenar al fascismo y luchar por la revolución, con más ilusión y consciencia política que destreza militar.

Y Sebastià representa el papel del anarquista de origen acomodado, formado intelectualmente, pacifista y propagandista de finales del siglo XIX y que padeció la represión a raíz de los Procesos de Montjuic. Un hombre íntegro, ilustrado y sensible.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.