Me voy a presentar como un filósofo, y esto sin ninguna pedantería. No estoy de acuerdo con Santiago Alba cuando dice que no se califica así porque no pretende compararse con Aristóteles o Kant. De acuerdo, pero tampoco un físico pretender compararse con Newton o Einstein cuando se presenta de esta manera, o un historiador […]
Me voy a presentar como un filósofo, y esto sin ninguna pedantería. No estoy de acuerdo con Santiago Alba cuando dice que no se califica así porque no pretende compararse con Aristóteles o Kant. De acuerdo, pero tampoco un físico pretender compararse con Newton o Einstein cuando se presenta de esta manera, o un historiador con Howbsman o con Duby. Cierto es que la filosofía es, de por sí, una cosa ambigua pienso que un licenciado en filosofía, que enseña filosofía y que humildemente escribe temas de ensayo ( que quizás es hoy la actividad filosófica por excelencia) puede llamarse filósofo. Últimamente, en un libro muy recomendable del que hizo la recensión en este sitio web Joaquín Miras, la filosofía se plantea como forma de vida. El tema de lo que es la filosofía ya plantea una reflexión filosófica y lo importante es que ésta no sea una circularidad retórica sino que nos lleve a pensar sobre el saber, la sociedad y la vida humana.
También es complejo el papel de la filosofía en la educación secundaria. En varias comunidades autónomas del Reino de España se ha planteado la reivindicación de no reducir horas de filosofía. Igualmente estamos asistiendo a una misma reivindicación de compañeros de México. Pero como lo que es filosófico es problematizar esto es lo que voy ha hacer en este momento. Y quiero retomar aquí la vieja discusión, que algunos conocéis, entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno sobre el papel de la filosofía en la enseñanza secundaria. Básicamente Manuel Sacristán defendía que la filosofía no era un saber sustantivo y por lo tanto no tenía sentido una facultad propia sino que más bien había de ser un Instituto interdisciplinario donde pudieran formarse científicos de diferentes disciplinas. Gustavo Bueno, por el contrario, definía una filosofía académica como base del pensar filosófico. Esta discusión junto con otros artículos de intereés sobre el tema se encuentran hoy en el libro «Pierre Bordieu y la filosofía», editada por Montesinos. Podríamos remontarnos incluso a la vieja discusión entre Kant y Hegel, en la que el primero defendía la filosofía como la actividad de filosofar y el segundo como un saber sobre la propia tradición filosófica. En realidad, todos los argumentos implicados en las dos discusiones son interesantes y son más bien sus epígonos a los que no hay que considerar.
En todo caso yo quiero defender dos cosas : La primera que no podemos identificar el saber crítico con la filosofía y el segundo que hay que formar filosóficamente a todos los ciudadanos. La primera implica reivindicar algo diferente a la filosofía, que es una ciencia social histórica e integrada, en el sentido del que habla Wallerstein y al mismo tiempo una ciencia físico-natural también integrada. Esto, al nivel que sea, debe plantearse a nivel de enseñanza obligatoria. Hemos de entender que no podemos ir de lo más simple a lo más complejo sino partir de las estructuras globales para entender las particularidades. Y cualquier ciudadano tiene que tener estas nociones básicas para entender el mundo, la sociedad y para entenderse a sí mismo. Estos son quizás los únicos saberes sustantivos necesarios en la educación secundaria obligatoria. Esto aparte de los saberes intrumentales : lenguas y matemáticas. Y finalmente la filosofía.
Y la filosofía no debe ser sólo para una enseñanza post-obligatoria determinada ( en España el bachillerato) sino para las otras ( ciclos formativos) y para la enseñanza secundaria. Porque lo que debe ser la enseñanza de la filosofía es una reflexión sobre la vida humana a través de los conceptos desde los que la entendemos. Trabajar los conceptos de verdad, de bien, de justicia, de experiencia, de belleza …. aprender argumentación y retórica. Todo esto es, en realidad, un saber práctico porque todos vivimos a través de estos conceptos, todos argumentamos y discutimos. Y tener instrumentos para hacerlo es siempre a favor del auténtico ciudadano, crítico porque tiene criterio, que puede construir una sociedad democrático.
La conclusión es por tanto clara : la filosofía tiene un espacio, pero no es único, para formar a este ciudadano crítico. Y los intentos de eliminarla van siempre en esta línea, la de evitar este ciudadno que siempre será exigente con el poder. Defendamos la filosofía y también esta ciencia social integrada porque son las dos necesarias y complementarias.