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La forma genérica de la producción socialista es la Autogestión Empresarial Obrera

Fuentes: Rebelión

La Autogestión Obrera, es la forma característica del nuevo régimen de producción, surgido en las cooperativas. Autogestión Empresarial Obrera y Autogestión Administrativa Capitalista. La NEP, el Capitalismo de Estado y el cooperativismo. El socialismo se fortalece haciendo avanzar la autogestión obrera. El concepto de desarrollo económico en el socialismo. Las nuevas formas de propiedad socialista […]

La Autogestión Obrera, es la forma característica del nuevo régimen de producción, surgido en las cooperativas. Autogestión Empresarial Obrera y Autogestión Administrativa Capitalista. La NEP, el Capitalismo de Estado y el cooperativismo. El socialismo se fortalece haciendo avanzar la autogestión obrera. El concepto de desarrollo económico en el socialismo. Las nuevas formas de propiedad socialista y su desarrollo. Otras formas de propiedad y producción presentes en el socialismo. La Autogestión deberá aplicarse también a toda la vida social. Otros significados de la autogestión. Algunos temores.

El sistema capitalista organiza la producción en base a la explotación del trabajo asalariado. El dueño aporta capital y el trabajador la mercancía fuerza de trabajo. En la mercancía creada por esa unión, surge la plusvalía, el excedente, del cual se apropia el capitalista.

Para eliminar esa forma de explotación, en el seno del capitalismo los trabajadores formaron las cooperativas, donde apareció una nueva forma de organización de la cooperación, distinta al trabajo asalariado, caracterizada porque los propios trabajadores asociados, dueños colectivos de sus medios de producción, auto explotaban su fuerza de trabajo; administraban democráticamente su gestión productiva y; controlaban y distribuían el excedente.

Marx descubrió también la nueva forma de producción socialista

Carlos Marx no sólo descubrió la plusvalía y la ley general del desarrollo de la historia humana, también conocida como ley de la correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino que reveló, cómo del propio seno del capitalismo, en las cooperativas, había surgido esa nueva forma de producción, característica -genérica- del nuevo régimen, llamado a sustituir la explotación capitalistas del trabajo asalariado.

«… Las fábricas cooperativas de los obreros mismos… demuestran cómo al llegar a

una determinada fase de desarrollo de las fuerzas materiales productivas y de

formas sociales de producción adecuadas a ellas, del seno de un régimen de

producción surge y se desarrolla naturalmente otro nuevo.» C. Marx. (1)

«…. el decreto mas importante de cuantos dictó la Comuna dispuso una organización para la gran industria e incluso para la manufactura, que no se basaba solo en la asociación de obreros dentro de cada fábrica, sino que debía también unificar a todas estas asociaciones en una gran Unión; en resumen, en una organización que, como Marx dice muy bien en la Guerra Civil, forzosamente habría conducido en última instancia al comunismo,…» F.Engels (2)

Marx, y Engels, en éstas y en otras muchas referencias al cooperativismo, no dejaron lugar a dudas de que el sistema de trabajo, que caracteriza a las cooperativas surgidas de las propias entrañas del capitalismo -el trabajo autogestionado democráticamente de los propietarios colectivos asociados, quienes controlan el excedente, y organización que debía extenderse socialmente- era el llamado a sustituir el régimen de trabajo asalariado del Capitalismo y, es por tanto, el que corresponde a la forma de la organización del trabajo en la nueva sociedad socialista.

Ese nuevo, sistema de trabajo, la Autogestión Empresarial Obrera y Social (AEOS), es pues el nuevo régimen que caracteriza la producción socialista, como el trabaja asalariado tipifica al capitalismo.

En las cooperativas no se devenga salario, el cual esconde la explotación capitalista, sino que empieza a aplicarse por primera vez a escala individual y cada vez más precisa, el pago según el trabajo, y esto puede ser así debido al estricto control de costos y gastos que, en función de sus propios intereses, realiza directamente el colectivo de trabajadores, puesto que de ello depende el buen desenvolvimiento de la empresa o la cooperativa pues, mientras más rentable, más y mejores niveles de vida ofrece a sus trabajadores, que no siempre vienen recompensados en forma de dinero.

A propósito, en la Crítica al Programa de Gotha Marx explica: «… el derecho igual sigue siendo aquí, en principio, el derecho burgués, -de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo- aunque ahora el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras que en el régimen de intercambio de mercancías, el intercambio de equivalentes no se da más que como término medio, y no en los casos individuales» (3)

No serán, pues, las decisiones voluntarias de los hombres, sino la extensión paulatina a toda la sociedad del sistema de trabajo autogestionario empresarial obrero, la que irá determinando la ampliación del beneficio, más allá del dinero devengado por trabajo, lo que a su vez llevará a la gradual modificación de las funciones del dinero y su valor, y a cambios en la ley del valor, en como las demás categorías de la economía mercantil, incluido el mercado; en un proceso paulatino, donde el intercambio de mercancías irá cediendo terreno al intercambio de equivalentes, en la medida en que «el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos».

Este será un proceso lento complicado y prolongado que no es otro que el período de tránsito socialista. Marx lo describió así: «Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde….la dictadura revolucionaria del proletariado.» (4)

Lenin lo abordó de esta manera: «Pero para lograr que, a través de la NEP, el conjunto de la población tome parte en las cooperativas, es necesaria toda una época histórica. Será una época histórica particular, pero sin pasar por ella….no podremos alcanzar nuestro objetivo…» (5)

Entre las transformaciones revolucionarias a las que Marx se refiere, de una sociedad a la otra, las más importantes son las que se realizan en la base económica, en las relaciones de producción, las cuales Lenin precisa aquí para su aplicación práctica. Las «transformaciones económicas socialistas», no son otra cosa que la progresiva extensión de la Autogestión Empresarial Obrera a toda la actividad económica de la sociedad.

Autogestión Empresarial Obrera y Autogestión Administrativa Capitalista, son conceptos distintos.

Algunas empresas capitalistas modernas también utilizan, parcialmente, el sistema autogestionado surgido en las cooperativas, para buscar un mayor comprometimiento de los trabajadores en la solución de los problemas empresariales, pero constreñido a la forma de la gestión administrativa, y excluyendo, como norma, a los trabajadores del control de la propiedad y, desde luego, del excedente, dos principios del cooperativismo.

En esas empresas se mantiene el régimen de trabajo asalariado aunque se pagan primas y horas extras, según la labor realizada, de acuerdo con el derecho burgués de distribución vigente y, sólo algunas empresas les posibilitan participación limitada a los trabajadores, -especialmente a los empleados administrativos y altamente cualificados, o cuellos blancos- en las acciones y, por esa vía, en el excedente.

Las modernas empresas capitalistas que utilizan la autogestión administrativa, como forma de organización superior de la producción, están demostrando la natural e inevitable tendencia del sistema capitalista a brindar una mayor participación a los trabajadores en la gestión empresarial, como vía más segura para garantizar la subsistencia del sistema capitalista.

La propensión del capitalismo a la autogestión, fue identificada por Marx, en el Capítulo XXVII del III Tomo de El Capital, El papel de el crédito en la producción capitalista, al analizar las sociedades anónimas, cuando señala: «En las sociedades anónimas…..Este resultado del máximo desarrollo de la producción capitalista constituye una fase necesaria de transición hacia la reversión del capital a propiedad de los productores, pero ya no como propiedad privada de productores aislados, sino como propiedad de los productores asociados, como propiedad directa de la sociedad. … Y es, de otra parte, una fase de transición hacia la transformación de todas las funciones del proceso de reproducción aún relacionadas hasta aquí con la propiedad del capital en simples funciones de los productores asociados, en funciones sociales. .. Esto equivale a la supresión del régimen de producción capitalista dentro del propio régimen de producción capitalista y, por tanto, a una contradicción que se anula a sí misma y aparece «prima facie» como simple fase de transición hacia una nueva forma de producción…» (6)

El desarrollo de la autogestión administrativa por el propio capitalismo, que empieza circunscrito a la gestión y se extiende luego limitadamente a la propiedad, en la medida en que brinda participación a los trabajadores en las acciones, y a través de éstas, al excedente, es la muestra más fehaciente de que, el avance progresivo de la autogestión administrativa hasta incluir además de la gestión, también y en forma integra la propiedad y el excedente, es el camino de la solución de las contradicciones del sistema capitalista: la Autogestión Empresarial Obrera.

Pero el control completo de la propiedad y el excedente, por parte de los trabajadores, el paso más revolucionario en esa dirección, sólo es posible con la revolución social que realice la expropiación a los expropiadores y extienda, en proceso prolongado y complejo, el nuevo régimen de la Autogestión Empresarial Obrera a toda la sociedad.

La NEP, el Capitalismo de Estado y el cooperativismo

El proceso que debe conducir al control de los trabajadores sobre la gestión, la propiedad y el excedente, fue el que intentó en Rusia Lenin, cuando pretendió rectificar el camino de la NEP (Nueva Política Económica), que él mismo había impulsado a partir de 1921, pero siempre con un sentido de provisionalidad, como variante para salir del desastre en que fue sumida Rusia por la guerra impuesta por 14 potencias imperialistas, la contrarrevolución y la política económica del comunismo de guerra, que arruinaron el campo y la industria.

El Capitalismo de Estado, aplicado con la NEP tenía la intención de reactivar la economía mediante la liberalización del mercado y la producción agrícola e industrial, y favorecer la creación de empresas. Para lograrlo, las pequeñas y medianas fueron privatizadas y el Estado siguió siendo el propietario de los medios de producción en las ramas que se consideraron de interés nacional como el transporte y la industria pesada. Las finanzas y el comercio exterior se mantuvieron centralizados. El uso del dinero, que había sido sustituido por un sistema de trueques y cuotas en especies, fue restablecido. En las empresas del Estado, se estableció el trabajo asalariado como forma de organización de la producción, en manera parecida al capitalismo.

En 1923, en su trascendental artículo «Sobre la Cooperación» Lenin señala: » Al pasar a la NEP nos excedimos, pero no porque dimos demasiada preeminencia al principio de la industria y el comercio libres, sino porque olvidamos la importancia de la cooperación, no la valoramos como corresponde, dejamos de pensar en su enorme significación…

Ahora debemos comprender, para obrar en consecuencia, que el régimen social al que hoy debemos prestar un apoyo extraordinario es al régimen cooperativo…

Ahora bien, el régimen de cooperativitas cultos, cuando existe la propiedad social sobre los medios de producción, y cuando el proletariado ha triunfado como clase sobre la burguesía, es el régimen socialista…Ahora tenemos el derecho de afirmar que para nosotros, el simple desarrollo de la cooperación se identifica…con el desarrollo del socialismo y al mismo tiempo nos vemos obligados a reconocer que se ha producido un cambio radical en todos nuestros puntos de vista sobre el socialismo» (7)

El Jefe de la Revolución de Octubre se percató dos años después de iniciada la NEP, que no se le habían prestado la atención necesaria al régimen cooperativo, cuyo desarrollo y extensión «se identifica con el desarrollo del socialismo» y sin el cual no se podría alcanzar el objetivo de construir la nueva sociedad. La comprensión de que ese era el camino y no otro, lo llevó a reconocer que esto implicaba un «cambio radical en todos nuestros puntos de vista sobre el socialismo».

Poco después de dictar, ya no podría escribir, en enero de 1923, este documento histórico «Sobre la Cooperación», el último de carácter teórico sobre la construcción socialista, Lenin quedó definitivamente incapacitado para poder seguir ejerciendo la dirección del Partido y el gobierno rusos, y moría un año después.

Rusia no siguió este camino indicado por Lenin. Resultado de no haber extendido el sistema cooperativo, la autogestión empresarial obrera, en Rusia se fortaleció el Capitalismo de Estado en base al régimen salarial, que fue concebido inicialmente como transitorio y que, por demás se expandió también, a las empresas agrícolas estatales. En el seno del Partido Comunista se sucedieron históricas discusiones sobre el rumbo a seguir, pero terminaron cruentamente.

Después de la muerte de Lenin, la cooperativización, que debió transcurrir como un proceso progresivo estimulado y apoyado por el nuevo Estado revolucionario, fue en cambio forzada en el campo para los pequeños productores solamente y no se desarrolló en la industria ni en los servicios. Esto provocó un aumento de la centralización de la propiedad y de las decisiones en el Estado, hasta que la NEP misma fue derogada y sustituida por los planes quinquenales en 1928, los cuales partían de la más absoluta centralización y el control estatal central, lo que vino a ser una especie de santificación de una variante del capitalismo de Estado como «sistema de producción en el socialismo».

Aquella sociedad, en lugar de avanzar hacia la nueva forma de producción autogestionada empresarial obrera, se estancó y evolucionó a una forma distorsionada de la explotación asalariada por el Estado. Fue así como el Capitalismo de Estado, transfirió la esencia de su sistema asalariado característico de la producción capitalista, al Socialismo de Estado, en que se trastocó. Ahora, el excedente, en lugar de ser controlado por los capitalistas, era controlado por el Estado, sin participación real alguna por parte de los trabajadores mismos.

Esta deforme y nefasta herencia fue el origen de la dicotomía entre el pueblo trabajador y el estado explotador, y la que posibilitó la reversibilidad hacia el capitalismo de aquellos procesos socialistas, lo cual tuvo como base, el hecho de que no se consolidaron, extendieron ni, desde luego, llegaron a predominar en la sociedad, las nuevas formas de organización de la producción, basadas en la AEOS.

El socialismo se fortalece haciendo avanzar la autogestión empresarial

Para avanzar hacia el socialismo, Lenin había establecido claramente la necesidad objetiva de que todas las empresas pasaran al régimen cooperativo, es decir a la autogestión empresarial obrera. Esa hubiera sido la forma de realizar una verdadera socialización de los medios de producción y desarrollar el autocontrol de los trabajadores sobre el excedente y sus condiciones materiales de producción y existencia.

Esta es la esencia, en el orden interno, de la llamada revolución permanente de Marx: el continuo avance de la forma socialista de producción, a costa del capitalismo. Su violación por el socialismo fracasado, demostró en la práctica, que el proceso revolucionario sólo puede subsistir avanzando.

La experiencia del socialismo que no logró progresar hasta hacer predominar el cooperativismo, la AEOS, demostró específicamente también que es imposible avanzar en la nueva sociedad si no se democratiza el control de ese excedente, dando participación más directa en el mismo a los trabajadores y a los ciudadanos, a través de la diversificación y ampliación de la socialización de la propiedad y la apropiación, lo cual sólo es posible realizar a través del nuevo régimen de la organización de la producción.

El eventual papel obstruccionista del aparato burocrático que en nombre de la Revolución Proletaria, puede obstaculizar el avance socialista, así como las formas fundamentales de evitarlo, fueron previstos también por los clásicos, en sus análisis sobre la Comuna de París.

Sobre este particular, en su introducción de 1891 a la Guerra Civil en Francia de Marx, Engels señala: «La Comuna tuvo que reconocer desde el primer momento, que la clase obrera,….tenía, de una parte, que barrer toda la vieja máquina represiva utilizada hasta entonces contra ella, y de otra parte, precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos, sin excepción, revocables en cualquier momento. ¿Cuáles era las características del Estado hasta entonces?….a la larga estos órganos, a la cabeza de los cuales figuraba el poder estatal, persiguiendo sus propios intereses específicos, se convirtieron de servidores de la sociedad en señores de ella»

La forma, sigue Engels, en que la Comuna «amputó» esos lados peores del Estado, fue: «En primer lugar cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y de enseñanza por elección, mediante sufragio universal, concediendo a los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos. En segundo lugar todos los funcionarios, altos y bajos, estaban retribuidos como los demás trabajadores…..Con este sistema se ponía una barrera eficaz al arribismo y a la caza de cargos….» (8)

Ciertamente, el socialismo «real» se caracterizó por la ausencia de esos antídotos antiburocráticos: Los dirigentes estatales se añejaban en los cargos y estos significaban muchas prebendas.. Los fallos en los mecanismos democráticos del gobierno de los trabajadores, posibilitaron la existencia de funcionarios en el Estado que, «de servidores de la sociedad se convirtieron en señores de ella». De manera que, una garantía para el avance del proceso socialista, es el establecimiento de mecanismos que impidan el control de tales personas sobre el aparato burocrático, transitorio, pero inevitablemente necesario por un buen tiempo.

El concepto de desarrollo económico en el socialismo

Una de las más significativas experiencias del socialismo estatal centralizado, fue que el desarrollo económico del socialismo no radica en los avances que se logren en los descubrimientos y aplicaciones de la técnica y la ciencia, en altos niveles de producción, en las grandes inversiones en macro empresas, en el aumento de los presupuestos estatales para enfrentar al estilo paternalista del Estado de Bienestar, los problemas sociales, etc., sino en el avance de las relaciones socialistas, cooperativistas, autogestionarias en las unidades de producción y empresas de todo tipo, que ya hayan alcanzado un relativo desarrollo del capitalismo y concentren capitales de nivel medio y superior.

Es claro que mientras mayor sea el nivel de desarrollo científico-técnico del capitalismo, más aceleradamente se puede avanzar a las relaciones socialistas de producción, pero esto no niega que a partir de niveles inferiores de desarrollo capitalista, se pueda progresar en la sociedad socialista -entendida esta no como un reino de consumo o distribución, sino como una sociedad de «cooperativistas cultos», más equitativa, humana, solidaria, democrática y justa- que a la larga va a ser mucho más productiva, eficiente, más justamente repartida, popularmente apoyada y multidesarrollada que las actuales capitalistas de alto desarrollo, pero de más altos contrastes en todos los órdenes.

El desarrolló de medios y técnicas per se, no significó ningún avance objetivo del socialismo, pues aquellos grandes rendimientos, y descubrimientos científicos y técnicos no estaban en función de las nuevas relaciones de producción cooperativistas, la AEOS, sino que partían de, y servían a otros tipos de relaciones estatales y asalariadas, cuyos máximos beneficiarios no fueron los trabajadores, sino los funcionarios de los aparatos burocráticos que terminaron por pactar con el capitalismo.

En consecuencia, de no salir de la etapa estatal primaria de la Revolución socialista, y avanzar al cooperativismo extendido, como pretendió Lenin en 1923, el progreso del nuevo régimen social de producción, puede quedar estancado en el sistema basado en la propiedad estatal, la centralización y el trabajo asalariado, con todas sus consecuencias, incluida la eventualidad de la reversibilidad del proceso socialista, como quedó demostrado en Europa.

Una concepción desarrollista del «socialismo», que confía el eventual avance socialista, no al progreso de la AEOS, sino principalmente a la inversión de capitales extranjeros, que continúa explotando el trabajo asalariado, solo tenderá al fortalecimiento de las relaciones capitalistas de producción.

El desarrollismo capitalista, trasplantado a los intentos de hacer avanzar una economía socialista, va acompañado de todos sus vicios, especialmente la corrupción, el consumismo y el despilfarro concomitantes, que tienden, especialmente, al abuso de los recursos no renovables de la naturaleza y a la degradación del medio ambiente. Ambos excesos, consecuencias del mercantilismo propio del desarrollismo capitalista, pueden ser neutralizados solamente por el uso racional de los recursos que impone una concepción de desarrollo integral del ser humano en armonía con la naturaleza, presente únicamente en la autogestión social socialista.

Algunos teóricos de la izquierda han creído que el socialismo es la búsqueda de soluciones a los múltiple problemas sociales que aquejan a las mayorías desposeídas y desprotegidas, a partir de la actuación benevolente del Estado, en una repartición más equitativa de la renta nacional regenteada por éste, al estilo del «Estado de Bienestar».

En general estas concepciones tienen que ver con la idea, de que la solución a los problemas de fondo en la economía, se pueden resolver con una «inteligente o correcta» distribución del ingreso nacional, con un «mejor» manejo de la dirección económica y las inversiones, o la buena voluntad y la honradez de los dirigentes, los trabajadores y otros factores éticos y morales por el estilo, correspondientes a la superestructura. Estas ideas pierden de vista que tanto la distribución como el consumo, están históricamente determinados por las relaciones de producción.

C. Marx, en el Cap LI del Tomo III de El Capital, Relaciones de distribución y relaciones de producción, señala: «…las relaciones de distribución son esencialmente idénticas a estas relaciones de producción, el reverso de ellas, pues ambas presentan el mismo carácter histórico transitorio…..Las llamadas relaciones de distribución responden, pues, a formas históricamente determinadas y específicamente sociales del proceso de producción, de las que brotan, y a las relaciones que los hombres contraen entre sí en el proceso de reproducción de su vida humana. El carácter histórico de estas relaciones de distribución, es el carácter histórico de las relaciones de producción, de las que aquellas solo expresan un aspecto.» (9)

Es materialmente imposible, por tanto, concebir una verdadera distribución socialista, mientras las relaciones de producción no lo sean también. Y ya vimos que las relaciones de producción genéricas del socialismo no tienen que ver con el trabajo asalariado, sino con las nacidas en el cooperativismo, identificadas como la AEOS.

Las nuevas formas de propiedad socialista y su desarrollo

De acuerdo con el análisis de las experiencias socialistas intentadas en Europa y especialmente la yugoslava y la cubana, que han estado entre las que más se han acercado al cooperativismo, las nuevas formas de la propiedad socialista, de los colectivos de trabajadores, a funcionar bajo el sistema de la AEOS, pueden resumirse en tres tipos principales: las cooperativas tradicionales, las cooperativas socialistas y las empresas cogestionadas, tanto para la agricultura, como para la industria, los servicios y demás actividades del Estado. El tema: las formas de propiedad en el Socialismo ya ha sido abordado in extenso en otros trabajos (10).

Estas formas de propiedad socialistas deben verse en desarrollo, de las inferiores a las superiores, en dependencia del nivel alcanzado por las fuerzas productivas y según dicte la conveniencia práctica.

Fue expresado por los clásicos y la práctica posterior lo ha demostrado, que para desarrollarse plenamente, el sistema cooperativo, la AEOS, es necesario el apoyo del Estado producto de la Revolución, el cual debe ir inyectando y traspasando medios y recursos bajo su control, provenientes de sus distintas fuentes de ingresos, al nuevo sistema socialista, que debe ser apoyado especialmente en forma crediticia, y aprovecharse de la cooperación controlada con el capital extranjero.

El Estado, a sus distintos niveles, retendría la propiedad de las empresas que considere de importancia estratégica o de interés local del nivel correspondiente. El usufructo, la gestión y todo lo demás estarían a cargo del colectivo de trabajadores, que respondería ante el nivel comunal correspondiente, de los planes, pedidos, y sus demás intereses. Las instancias del gobierno, que atesoran la recaudación fiscal irán a su vez invirtiendo en nuevas micro, medias y mega empresas, según las necesidades y las posibilidades económicas, así como del financiamiento que consiga del banco nacional y las relaciones controladas (51-49) con el capital internacional y según las regulaciones establecidas.

El papel del Banco Central, deberá acrecentarse, diversificarse y expandirse para poder dar respuesta eficiente a las solicitudes de crédito, conocer las posibilidades de su realización y fiscalizar su ejecución.

Esta es la forma paulatina en que el aparato central del Estado se irá, a su vez, transformando, pasando sus funciones administrativas y de control de la producción a los colectivos de trabajadores y de ciudadanos, y quedando cada vez más y paulatinamente, solo para las cuestiones que vayan siendo imprescindibles, como por ejemplo: defensa y seguridad, relaciones internacionales, comercio exterior, orden interior, finanzas, sistema jurídico, instituciones de planeamiento social general, instituciones controladoras del medio ambiente y otras que la necesidad práctica demande, imposibles de precisar en un trabajo teórico.

Los tipos de propiedades de los colectivos de trabajadores podrían unirse territorial o sectorialmente, en uniones de cooperativas o uniones de empresas, en uniones de cooperativas y de empresas, para formar empresas mayores, más potentes o integrales, según convenga al desarrollo de la producción y sea decidido democráticamente por sus trabajadores, hasta convertirse todo el sistema en una gran unión de empresas autogestionadas.. La práctica irá demandando lo más conveniente.

Igualmente, las cooperativas y empresas o sus uniones podrían recibir inversiones extranjeras y cooperar con cualesquiera otras de las formas de propiedad y producción existente, según el interés compartido de sus trabajadores. No se debe temer a ese intercambio, pues práctica y teóricamente se ha demostrado la superioridad de la autogestión empresarial obrera, sobre el trabajo asalariado.

Un cuerpo de leyes generales deberá regular todo el funcionamiento de la AEOS y de estas formas genéricas de la propiedad socialista, así como de las otras que todavía tienen cabida en el Período de Transito Socialista.

Otras formas de propiedad y producción presentes en el socialismo

Igualmente los clásicos advirtieron, y la práctica ha demostrado, que las nuevas formas de propiedad y producción socialistas autogestionadas, que deben tender a ser predominantes en la nueva sociedad, no son las únicas en el Socialismo, pues se trata de una sociedad de tránsito del Capitalismo a la fase superior de la nueva formación económico-social Comunista.

C,Marx. En la Crítica al Programa de Gotha, escrita cuatro años después de la Comuna de París, hace ya más de un siglo y cuarto, expuso: «De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede…» (11)

En consonancia, la AEOS no implica la eliminación automática de otras formas pre-socialistas como la producción mercantil simple, el cuentapropismo individual o familiar, ni otras que la propia necesidad de la producción demande, ni tampoco la inversión extrajera controlada. El socialismo incluye, necesita, todo eso.

En particular, tal y como ha sido demostrado por las experiencias socialistas intentadas y como ha evidenciado la incapacidad del capitalismo desarrollado para acabar con la producción mercantil simple, debe respetarse el trabajo por cuenta propia que existe por necesidad natural y, que incluye la propiedad individual o familiar; la cual, siendo privada, no explota trabajo ajeno, no permite la reproducción ampliada, y no deja de ser tampoco una forma socializada de la propiedad, en tanto y cuanto significa la extensión y repartición de la propiedad en el seno de la sociedad; en verdad, una forma de socialización de la propiedad y la apropiación. Por su esencia (auto explotación del trabajo del mismo dueño, con sus propios medios de producción, y que controla a su vez el excedente), la forma de producción del trabajo por cuenta propia, es también autogestionaria. Su tendencia natural en el socialismo deberá ser, a la creación de cooperativas y a su paulatina reducción.

La AEOS deberá aplicarse también a toda la vida social.

La AEOS, para triunfar definitivamente, debe no sólo extenderse a todas las ramas de la economía y a todas las esferas de la producción material, sino también a todo el resto de la vida de la sociedad. Esto implica a toda la gestión productiva y social del Estado a todos sus niveles, incluida la salud pública, la educación, especialmente los centros de enseñanza superior (la autonomía universitaria), y los servicios generales que brindan las instituciones comunales. Esto se hace realidad a través de los órganos de poder del pueblo que genera cada proceso revolucionario, el cual debe controlar a sus niveles correspondientes los recursos necesarios para su funcionamiento autogestionado.

El verdadero poder descansa en la propiedad y en el control de los recursos materiales y financieros. Para que el poder del pueblo fuera firme, era necesario que la propiedad, los recursos y las finanzas fueran controlados escalonadamente por los distintos niveles de ese poder popular, la nación, la provincia, la región, o la comunidad. Así la propiedad social, se hubiera hecho, efectivamente, más socializada y hubiera dotado de poder real a las instancias de gobierno a cada nivel, las que a su vez hubiera debido controlar la recaudación de impuestos y el manejo del presupuesto correspondiente a cada nivel comunal.

Esta sería la forma de hacer que las comunidades administren y gestionen recursos propios, para enfrentar sus necesidades de todo tipo, no tengan que estar esperando asignaciones de «arriba» de presupuestos o recursos que necesitan. Igual, esto permitiría que las comunidades sientan más suyos los parques, las calles, los establecimientos públicos, las escuelas, los policlínicos, las áreas de esparcimiento, y demás instituciones sociales y productivas que existan y ellos mismos desarrollen, en un territorio dado.

El concepto de propiedad comunal a nivel de nación, provincia, región o comunidad, daría sentido a la instancia de poder del pueblo correspondiente, sería más consecuente con los fines de la sociedad socialista y ayudaría a desmitificar la noción de «propiedad del Estado» que tanto daño hizo al «socialismo real».

F. Engesl, en carta a Bebel el 18-28 de marzo de 1875, le escribre: «Habría que abandonar toda esa charlatanería acerca del Estado, sobre todo después de la Comuna, que no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra. … Por eso nosotros propondríamos decir siempre, en vez de la palabra Estado, la palabra Comunidad (Gemeinwesen), una buena y antigua palabra alemana que equivale a la palabra francesa Commune» (12)

Otros significados de la autogestión. Algunos temores.

Un Estado basado en la Autogestión Empresarial Obrera y Social, parece ser el único capaz satisfacer las expectativas socialistas, a saber: la más amplia participación social y, especialmente, de todos los trabajadores en las decisiones importantes que tengan que ver con todos los aspectos de la producción, la reproducción y la vida social; la integración de los intereses de la sociedad, las regiones, los colectivos de trabajadores, los trabajadores mismos y la naturaleza; el desarrollo armónico y proporcional de ramas y regiones y; el balance entre las satisfacción de las necesidades y la acumulación socialista.

El ánimo de lucro individual, sólo se neutraliza en un medio en el que predominen los intereses colectivos, tanto mediatos como inmediatos. En un medio social colectivista, determinado por el sistema cooperativo de producción y la autogestión comunitaria, se darían las condiciones que permitirían forjar el hombre nuevo, que soñara el Che y que debemos ir preparando para el futuro. En su avance, el sistema de Estados cooperativos a nivel internacional constituiría, en el futuro impredecible, la sociedad Comunista.

La fuerza centrífuga (desintegradora) que pueda generar la autogestión, el cooperativismo, a nivel empresarial, o regional, se compensaría con la fuerza centrípeta (integradora) que generaría la autogestión a nivel social en todos sus escalones. Por eso hay que ver la autogestión -no como un asunto de empresas cooperativas aisladas- sino como un movimiento de toda la sociedad.

Para garantizar que la AEOS se encamine por los objetivos del socialismo, y su funcionamiento no se preste a interpretaciones contradictorias, sería necesario crear un cuerpo de leyes que regule todo el funcionamientos de los distintos tipos de cooperativas y empresas autogestionadas, sus uniones, absorciones, niveles de cooperación con otros eslabones de la economía y con el capital extranjero, sus relaciones con el Estado y otros aspectos que sean necesarios.

El Socialismo que precisa planificación eficiente, pero solo la necesaria a cada uno de los niveles, y poder producir sobre la base de criterios generales y específicos de necesidades y demandas, incluye todavía -necesita- de un mercado que, como la mercancía, la ley del valor, la ley de la oferta y la demanda y las demás categorías de la economía mercantil, tenderán a desaparecer, pero no por la voluntad de los hombres, sino como resultado de la extensión del trabajo cooperativo autogestionario socialista, el desarrollo estructural y la paulatina extinción de la división social del trabajo, las clases y el Estado.

El mercado en el socialismo, el cual no debe confundirse con el «socialismo de mercado» -concepto que trata de unir elementos estáticamente inconciliables- tenderá naturalmente a irse modificando por la propia dinámica de la economía autogestionaria cooperativista, pero seguirá funcionando como el dinero y otras categorías mercantiles -cada vez menos-, debido también a la presencia del mercado externo y a la necesaria competitividad que deberán tener los productos del socialismo, mientras el mercado mundial no se transforme en intercambio, con el advenimiento paulatino del socialismo internacionalmente.


Ya en el socialismo fracasado, que no por ello dejó de aportar importantes experiencias, el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) había establecido un sistema de trueque internacional, para compensar el intercambio desigual y favorecer a los países menos desarrollados, que tendía más al intercambio de equivalentes que al de mercancías.

Una experiencia similar podría irse aplicando entre las empresas autogestionadas socialistas, que por su naturaleza obrera y colectivista deberán ser solidarias, -de lo que también se encargarían los impuestos progresivos-. Tal adecuación podría ir favoreciendo el desarrollo de las empresas mas atrasadas, a través de intercambios compensados o uniones voluntarias de empresas de distinto nivel de desarrollo científico-técnico, para beneficiar a las menos desarrolladas, además de la concesión de créditos, inversiones extranjeras y otras vías de recepción de financiamiento. Como las empresas cogestionadas (entre la comunidad y los trabajadores) mantienen la propiedad en la comunidad, ésta debe tener capacidad para influir en esta dirección.

Algunos revolucionarios rechazan la Autogestión Empresarial Obrera y Social (AEOS), porque la consideran contrapuesta a un Estado fuerte económica y militarmente, capaz de realizar la acumulación socialista y llevar adelante la Defensa del País. Nada más lejos de la verdad. Todo lo contrario.

Una economía estructurada sobre estas nuevas bases, debe garantizar un aumento sostenido de la producción con máxima eficiencia; -como no lo puede hacer el sistema estatal asalariado, por la falta de estímulos, el burocratismo y la corrupción que lo ha caracterizado-; aportar grandes sumas de dinero y recursos a la recaudación fiscal para los planes generales de desarrollo de la sociedad y su defensa; y legitimar el respaldo popular real y efectivo de los trabajadores armados en defensa de sus industrias, su tierra, y sus comunidades, verdadera base de la defensa del proceso revolucionario. Ni más ni menos que la concepción cubana de las Guerra de Todo el Pueblo, las zonas de defensa y la Milicias de Tropas Territoriales (MTT), pero, incluso, más acentuada y con bases más sólidas.

El proceso revolucionario que no es capaz de garantizar su defensa no sobrevive. El Concepto de Defensa Nacional, que integra factores militares, económicos, políticos, diplomáticos y sociales, falló en la URSS, a pesar de todos sus cohetes atómicos, porque el pueblo no se sintió comprometido con la necesidad de defender aquel Estado.

La paulatina extensión de la autogestión empresarial obrera y social hasta hacerla predominar, lleva a la desaparición progresiva de la contradicción Pueblo-Estado que segrega el socialismo estatal; es la forma de hacer real el poder de los trabajadores y de todo el pueblo y, por tanto, un tipo de estado más fuerte, imposible de destruir; garantiza la irreversibilidad del proceso socialista; y es la que puede abrir al mundo la senda segura hacia el Comunismo.

* Pedro Campos Santos. Lic. en Historia, ex funcionario del Servicio Exterior de Cuba. La Habana, agosto del 2006.

1) C. Marx. El Capital, T-III, Cap. XXVII. El Papel del Crédito en la Producción Capitalista. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.

2) F. Engels. Introducción de 1891 a la Guerra Civil en Francia, de C. Marx. C. Marx y F. Engels, OE en tres Tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973.

3) C. Marx. Crítica al Programa de Gotha, C. Marx y F. Engles, O.E en tres tomos, T-III, Editorial Progreso, Moscú 1974.

4) Idem

5) V.I. Lenin. Sobre la Cooperación. T- XXXIII. O.C. Editora Politica. La Habana.1964

6) C. Marx. Ibídem (1)

7) V.I. Lenin. Ibídem (5)

8) F. Engels.Ibídem (2)

9) C. Marx El Capital, Tomo III, Cap. LI, Relaciones de distribución y relaciones de producción. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1973.

10) Formas genéricas de la propiedad socialista, tomado del libro del autor, en preparación: «Urge a la Revolución Cubana avanzar hacia la autogestión empresarial obrera y social, para garantizar su continuidad histórica»: La Cooperativa ) Es la cooperativa tradicional, las primeras que surgieron en el capitalismo, que puede considerarse inferior, pues los medios de producción aportados son de propiedad original de los trabajadores y generalmente de bajo de un bajo nivel de desarrollo. Corresponde a pequeños campesinos unidos, pequeñas empresas industriales o de servicios, más bien de tipo artesanales. La Cooperativas Socialista. Aquí, la propiedad sobre los medios de producción se otorgaría directamente a los trabajadores en forma plena, por medio de un crédito, la venta o la cesión por parte del Estado. Los trabajadores determinarían autogestionadamente todo en la empresa, a través de sus órganos democráticamente elegidos. Esta forma de propiedad, generalmente ha sido referida a empresas medias a pequeñas por su nivel de desarrollo, debiendo quedar estatuido que son indivisibles e invendibles, y su fusión o unión con otras empresas quedar sujeta a leyes. Empresa Cogestionada (entre la Comunidad y el Colectivo de Trabajadores). La propiedad se mantendría total o parcialmente en la Comunidad (el nivel correspondiente, sea nación, provincial, municipio o comunal), pero los trabajadores la administran en base a los principios de la autogestión empresarial obrera. Podrían llamarse Cooperativas de Tipo Superior. Parecen las convenientes de aplicar a las empresas de interés nacional o estratégico, con alto nivel tecnológico, que demandan una enorme cantidad de recursos y personal altamente especializado que solo puede ser aportado por el presupuesto estatal o el capital extranjero. El carácter de propiedad Comunal y en usufructo compartido con los trabajadores, garantizaría que no haya eventuales subestimaciones de los intereses generales de la nación o el surgimiento de tendencias localistas, regionales o sectoriales perjudiciales.

11) C.Marx. Ibídem (3)

12) F. Engels, carta a Bebel el 18-28 de marzo de 1875. C.Marx y F.Engles. OE en tres tomos. Tomo III. Editorial Progreso, Moscú 1974