Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. Te preguntaba por la fraternidad, por su ausencia . Lo había hecho así: Hablas, en algún momento, de una vida hegemonizada por […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
Te preguntaba por la fraternidad, por su ausencia . Lo había hecho así: Hablas, en algún momento, de una vida hegemonizada por las ideas de igualdad, libertad y deliberación en común. ¿Por qué no hablas de la fraternidad?
La relación amistosa ha sido siempre el fundamento del ethos republicano. Aristóteles dedica nada menos que dos libros -o capítulos- de su Ética Nicomáquea a la amistad, la Filía. Solo si hay Filía hay relación ciudadana, relación entre ciudadanos, relación entre iguales que ponen a disposición de sus iguales, por propia voluntad incluso sus bienes. Pero es divisa de relación entre quienes ya se reconocen como iguales, y tiene que abarcar a todos los que viven en la polis. Por supuesto, en la época de Aristóteles, los pobres habían hecho valer su poder, habían luchado, y desde la batalla de Salamina, habían impuesto la democracia, que es la denominación del poder de los pobres, de los «muchos pobres», tal como escribe Aristóteles. Habían sido capaces de tejer una alianza hegemónica que abarcaba a cinco séptimas partes de la polis, según explica Arthur Rosenberg, un bloque social mayoritario hegemonizado por el demos, y se habían constituido en poder de los pobres, en Democracia. Para las fechas de Aristóteles, habían derrotado a los oligárquicos dos veces, el golpe de estado de los cuatrocientos, en el 411, y el de los Treinta Tiranos, del 404, que una vez en el poder organizaron una vastísima oleada de terror blanco cuyo fin era exterminar la democracia. En ambos casos, Trasíbulo fue el gran dirigente demócrata que derrotó al bando oligárquico, y tuvo, además la prudencia de recomponer la alianza social mayoritaria en torno a los pobres, la democracia. Para ello, se promulga la primera amnistía, la primera amnesia política de la historia; «olvidemos». En el régimen de la democracia, el régimen de los pobres, también ellos, en consecuencia, estaban incluidos en la Filia.
La Fraternidad, que es una parte fundamental en la divisa republicana democrática de la Revolución Francesa, tiene otro significado, un significado imperativo, militante, una meta a conseguir, aún no lograda.
¿Y qué recoge ese significado?
Recoge una aspiración de los pobres: que la república tenga en cuenta por igual a todos y nos considere a todos como hermanos comunes, sin distinción de fortunas, a la hora de ser iguales y libres, que seamos todos igualmente libres: también quienes somos pobres; y que para ello, se nos dote de los recursos materiales que eviten que tengamos que vivir por cuenta ajena, sometidos a voluntad ajena. Una divisa que exige que no se nos convierta en ciudadanos pasivos por causa de nuestra escasez de bienes. Que la tributación de impuestos no sea el discriminante entre diversas formas de ser ciudadano, plenas o limitadas, etc. Este tercer elemento de la divisa revolucionaria lo crea el gran Robespierre, nuestro Robespierre. Hasta entonces, existía una divisa republicana, que no había generado el entusiasmo que produciría la fórmula de Robespierre. Esta divisa anterior era «Libertad, Igualdad, Propiedad».
Que no es lo mismo.
No, no lo es. En 1791, durante el periodo de la Asamblea Legislativa, el poder burgués, la oligarquía se movía para desactivar el proceso revolucionario y terminar la revolución ya. En un momento dado la asamblea en la que era diputado Robespierre, debate la creación de un cuerpo armado que esté constituido por la ciudadanía y que preserve el régimen: la Guardia Nacional. El proyecto feuillant, el proyecto burgués, proponía que solo se admitiese a los ciudadanos cuya fortuna personal les obligase a pagar, como mínimo, un «marco de plata» al año. Se debatía quién tendría las armas, qué grupos sociales estarían armados y quiénes no. Era una forma, una más, de establecer la diferencia entre ciudadanos activos, en plenitud de derechos, y ciudadanos pasivos, excluidos de derechos por ser pobres. Robespierre intervino, atacó abiertamente mediante un discurso público, la propuesta del «marco de plata» y exigió que la Guardia Nacional estuviese abierta a la universalidad de los ciudadanos, con independencia de su fortuna. Y planteó que en la espalda del uniforme del cuerpo armado universal, constase, escrito, un lema: «Libertad, Igualdad, Fraternidad». Sustituía la «propiedad» por la «Fraternidad». «Fraternidad» es pues, la divisa de los pobres en lucha por la democracia, por su constitución como poder democrático con el fin de imponer ser reconocidos como iguales realmente. Fraternidad es la exigencia del reconocimiento de la igualdad, aún no lograda. Invita a luchar por imponerla. Exige la igualdad universal referida a los dos principios anteriores, libertad e igualdad, igual libertad, y es una consigna de lucha de clases, para decirlo sencillamente. Que nadie trate de bloquear el emerger de los pobres a la igualdad política plena. La divisa así formulada se hizo famosa. Porque su autor, atento a la situación concreta, capaz de entender el momento, supo intervenir de forma también concreta para evitar la derrota del demos, e incluso supo articular la consigna movilizadora que fue apropiada por los pobres. Ese movimiento cambió la situación, desencadenó nuevas fases de la Revolución, e hizo que la misma revolución y el mundo social posterior no fueran iguales. La frase se hizo, entonces universal. Se hizo «für ewig», se hizo eterna, porque fue un elemento concreto elaborado por una mente que comprendió el momento concreto y logró incidir en él, logró servir de movilizador, logró ayudar a transformarlo, transformando el futuro. No porque fuese una frase pensada para el futuro. Este es un buen ejemplo, que no se me ocurrió cuando tratábamos sobre si hay pensamiento «para la eternidad».
Muy bien traído ahora.
Fue entendida por las fuerzas organizadas de las masas populares, atentas a lo que se debatía. Mientras éstas existieron, Robespierre fue intocable. En cuanto la actividad organizada de masas se disgregó, la reacción no esperó más y mandó asesinar a Robespierre.
Por tanto, es cierto lo que tú me indicas, no debiera haber dejado fuera de mención el tercer miembro de la divisa. La razón, con todo, es esa, «Fraternidad» es la exigencia de universalización de las otras dos ideas. Desde luego, la Fraternidad no es como la Filia, virtud ya implantada en la polis. La fraternidad exige el reconocimiento de que todos somos hermanos, pero es una exigencia, contra los aristois, y contra su violencia, contra los pocos ricos poderosos y sus canalladas antigualitarias; la fraternidad es exigencia violenta de nosotros los pobres, contra la violencia de los capitalistas. Es exigencia porque se nos niega, se nos impide mediante la violencia ser iguales y libres, igualmente libres, como lo son los ricos, los capitalistas. La fraternidad no es amable. Nosotros, que queremos abrir un camino para la amabilidad, no podemos ser amables, tal como escribe Bertold Brecht, porque «también el odio contra la bajeza ensombrece la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz». Eso es la Fraternidad, una consigna de lucha de clases por la igualdad.
Es muy hermosa tu referencia al poema Brecht. Sacristán lo tradujo en varias ocasiones. Francesc Vicens me lo recitó una vez en alemán, cuando le entrevisté sobre su amigo de militancia y amigo personal. Criticas a los partidos fordistas y a los partidos light fashion. ¿Nos puedes dar algunos ejemplos concretos?
Los partidos fordistas fueron las fuerzas políticas que tenían un fuerte arraigo en la clase obrera organizada del periodo capitalista fordista, el de las grandes fábricas de cadena de montaje. Todo esto es anterior a los años 90. Lo era, por ejemplo, el PCF, el partido comunista francés. O la socialdemocracia sueca. El cambio del modelo productivo del capitalismo, que termina con la gran fábrica, se da durante los años 80. Nos lo explicaron Michael J. Piore y Charles F. Sabel –La segunda ruptura industrial-. Lester Turow –El futuro del capitalismo-. Horst Kern y Michael Schumann –El fin de la división del trabajo-, ellos y otros muchos, todos ellos con estudios empíricos. Nos lo explicó también Bruno Trentin –La città del lavoro- y Marco Revelli –Más allá del siglo XX-, que nos decían que el mundo político social que imaginábamos ya no existía. Nos lo explicaron muchas veces y lo olvidamos muchas más.
Estoy oyendo a Goytisolo en la voz de Paco Ibañez.
Aquellas fuerzas políticas, anteriores a la gran mutación del mundo del trabajo, eran instrumentos electorales, pero poseían un gran arraigo en la clase obrera, mediante los sindicatos, y podían movilizarla instrumentalmente para defender y preservar los derechos y leyes de los mismos trabajadores. Eso, lo que significaba el movimiento de CCOO, en los setenta, el sujeto social sobre el que se levantaba todo eso, dejó de existir.
Los partidos de izquierda quedaron desconectados de bases sociales, a la deriva. Ya no había un flujo de abajo arriba. Los nuevos dirigentes fueron cada vez más de «clases medias» y además carecían de experiencias de lucha. Ante la falta de base social organizada, su única posibilidad de incidir era el electorado y la negociación institucional.
Recordemos que llega a ser secretario general de CCOO en Catalunya, un funcionario del sindicato de CCOO, sin experiencia laboral fuera del mismo, hijo de un antiguo cuadro del sindicato… el mundo anterior había caducado y esta era la nueva era.
¿Estás hablando de Joan Coscubiela, el actual diputado de CSQES?
Sí.
Prosigue, por favor, te he interrumpido.
Los partidos pasaron a ser agencias electorales en manos de profesionales de la política. Las militancias dejaron de ser tales, dejaron de ser activistas sociales, para convertirse en afiliaciones cuya vida y actividad es interna al partido. Pero de esto ya hemos hablado tú y yo en otro apartado.
Pero está bien insistir.
La vida de los partidos gira -a vida o muerte- en torno a lo que sí puede y no puede atraer votos. Es el inmediatismo y el cortoplacismo. Nada tiene valor sino eso.
Tú me pides que dé siglas o cite ejemplos concretos. Como has percibido, he tratado de evitar hacerlo durante la entrevista.
Lo he percibido. ¿Por qué?
Porque creo que nada puede sustituir la experiencia y las conclusiones extraídas a partir de la misma a la hora de valorar los partidos, y más aún si uno es afiliado. Al decirte esto, estoy hablándote de mí mismo, de mi biografía, de mi propio caso. Esto es así, fue así en mí, por ejemplo. Además, al exponer mi opinión crítica concreta públicamente, se me hace aún más complejo y difícil el trabajo de transmisión de tradición intelectual de izquierdas a las nuevas personas de la izquierda, que están integrados en uno u otro partido, y que pueden sentirse dudosas, que perciben quizá que «yo no soy de los suyos», que los ataco. Pero dado que me lo pides, hago mi valoración concreta.
Sólo al batacazo electoral morrocotudo de IU/ICV, y el sorpasso de Podemos sobre esta formación pudo desmantelar al anterior grupo dirigente y sus divergencias convergentes -Lara, Llamazares, Willy Meyer- e introducir algún resquicio de política nueva, pero la formación sigue empeñada exclusivamente en lo electoral. Hasta la fecha. Antes del gran batacazo los escándalos de corrupción, se sucedían y habían sido ventilados. Estas informaciones, conocidas por las bases de afiliados, angustiaban, indignaban, desazonaban a los mismos. Pero esto no tenía efecto ni repercusión en el hacer de la dirección. Para el aparato institucional de profesionales y de cargos electos era como si no pasase nada. De no haber afectado al electorado, no hubieran tenido repercusión. Los afiliados, afiliados de muchos años en su mayoría, permanecían sin embargo en la organización; porque las organizaciones generan identidades. Eso no es malo, se debe a que uno pone en su afiliación lo mejor de sí mismo, su generosidad y desprendimiento; trata de que la organización sirva para mejorar el mundo social, y esto genera un nosotros incombustible…identitario.
El «batacazo» electoral de Podemos/Comunes-bcn encomú/mareas – «batacazo» estimado así por ellos mismos -«solo» 70 diputados, quizá porque se creen que las cosas… que todo el monte es orégano y que sin organizar la lucha, sin organizar la sociedad desde abajo, se puede lograr vencer- les hizo entrar en barrena interna, y ya se aprestaban a la confrontación en la cúspide, Iglesias Errejón, choque que quedó frenado de golpe, como queda en suspenso el mandoble que don Quijote va a descargar sobre la cabeza del pobre Vizcaíno, al darse cuenta del que el PSOE se estaba pegando 5 o 6 tiros seguidos en la sien, y que hay «ventana electoral nueva». Todo esto es al margen de sus bases afiliadas, que no tienen tarea activista en la sociedad y, parece ser, se han ido desmovilizando.
Perdona que te interrumpa. Será un batacazo como ellos dijeron y ahora tú nos recuerdas, pero…¡menudo batacazo sostienen algunos! ¡Nunca, ni por asomo, se había conseguido esos resultados electorales! Ni por el PSUC en los años de la transición. No todo monte es orégano pero este tiene buena pinta por ahora. Si somos realistas, si tocamos mundo real, dirían algunos, si no nos dejamos engullir por las instituciones, podemos avanzar.
Suscribo esa cautela condicional tuya. Referido a la bondad de los resultados sostengo otra: mejores fueron los resultados obtenidos por aquellos jóvenes de 1978, los dirigentes del PSOE-PSC. Y la cosa fue como fue. Como sabes -temo reiterarme más que excesivamente-, el problema es de concepción de modelo, de concepción de lo que es la política y se concreta en el ADN organizativo de la formación, que genera intereses profesionales etc.
De acuerdo. Prosigue por favor, de nuevo te he interrumpido antes.
En cuanto a CUP, pues el empate de la asamblea de Sabadell. sostenido sin pestañear como verdad por los que dirigen, es muestra de que lo electoral une, de que «lo que une lo electoral, no lo separe el hombre». La fuerza de cohesión que la identidad de grupo ejerce sobre sus afiliados, también puede verse aquí; seguro que todo esto ha sido un amargo trago para muchos afiliados, pero, tampoco aquí ha pasado nada, por lo menos hasta ahora.
El Procés Constituient a Catalunya es otro buen ejemplo de institución electoral en ciernes, nonata, sofocada y absorbida, en este caso, por la habilidad de las otras fuerzas de izquierdas. Juntaba numerosas asambleas en las localidades en las que se presentaba, pero eran tenidas por los promotores como asambleas electorales. No se proponían generar organización de base y menos aún organización que tratara de propulsar actividad social, crear tejido social estable.
Por otro lado, el fin electoral inmediato y único hace que las fuerzas más afines o más semejantes sean tu mayor enemigo… Es otra de las pruebas «papel tornasol» que sirven para comprobar si lo que opino es o no es correcto… y que muestran que lo electoral es lo fundamental.
Formo parte inevitablemente de ese mundo: del «cuerpo místico» de ese mundo, dado que no me he comprado ningún carnet. Pero esa copertenencia me produce desazón, indignación, me genera sarcasmo. Formo parte del mismo a mi pesar, aunque lo que quisiera es poder decir eso de «mi mundo no es de este reino» o alguna otra frase redonda en que me sintiese auto expresado al despedirme de esa realidad. Pero esa realidad: bueno, no creo que la cosa vaya nada bien. Ya asoman los malos tiempos, los Trumpos…Lo dejo aquí, porque creo haberte respondido suficientemente; sí sé que te he respondido sinceramente.
Lo podemos dejar aquí. Has dicho mucho y el asunto, como sabes, es casi interminable.
Mi tarea no es el trabajo de crítica política inmediata. Alguien ha de tratar de ser ahora estiércol de futuro y debe asumir la tarea de recuperar legado para ponerlo en conocimiento de las nuevas generaciones de hombres y mujeres jóvenes de la izquierda.
Te pregunto ahora por estos jóvenes.
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