El gran reto del socialismo, en cuanto forma social, consiste en establecer las bases económicas que permitan desarrollar su ideología en la sociedad, a través de las superestructuras política, estadal y cultural. Las enseñanzas de Marx nos llevan a la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción como punto de partida de […]
El gran reto del socialismo, en cuanto forma social, consiste en establecer las bases económicas que permitan desarrollar su ideología en la sociedad, a través de las superestructuras política, estadal y cultural. Las enseñanzas de Marx nos llevan a la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción como punto de partida de este proceso. Pero, la realidad ha demostrado que la entrega de los medios de producción a los trabajadores no se ha traducido en la construcción del socialismo. Hecho que ha ocurrido, más allá de las conspiraciones del imperio y de las traiciones, sabotajes y amenazas que ven en estas prácticas productivas los distintos sectores políticos «revolucionarios» que declaran la construcción del socialismo y se auto definen como tal.
No se trata tan sólo de eliminar la propiedad privada sobre los medios de producción para construir el socialismo; se requiere, incluso, hacer más productivo estos medios de producción en manos de los trabajadores. Para lo que se hace necesario construir estructuras organizativas que faciliten el desarrollo pleno del trabajador en el hecho productivo, que promuevan relaciones sociales- productivas entre los trabajadores que enaltezcan el compromiso y la responsabilidad con el trabajo y que optimicen la calidad de la comunicación entre los trabajadores. Todo esto, bajo una clara definición de responsabilidades y de autoridad entre ellos. Se requiere de una planificación de cara a los trabajadores, con una fuerte participación suya, y con una vista responsable a cubrir las necesidades de la sociedad.
Todos estos elementos, propios del hecho productivo socialista, dibujan la necesidad de un tipo de trabajador muy particular. Nos referimos a los gerentes o coordinadores del trabajo productivo; a sus conocimientos, a sus roles, a sus prácticas, a su ética y a sus valores; y en general a su ideología. Estos trabajadores en primer lugar han de reconocerse como tal y no como representantes del patrono (como des-clasados). En segundo lugar, debe poner sus esfuerzos al servicio de los trabajadores de la empresa y de la sociedad. En tercer lugar, debe demostrar al resto de los trabajadores que las nuevas relaciones de producción son más ventajosa y productivas; porque nacen de la eliminación de la explotación del hombre por el hombre. Nadie tiene el «derecho» de apropiarse de las ganancias (plus valor de otro) alegando la propiedad de los medios de producción. En cuarto lugar, debe impulsar colectivización del conocimiento y el desarrollo de las habilidades de los trabajadores para convertir el trabajo en una expresión humana y no en una forma de subsistencia. Y en quinto lugar, debe organizar el trabajo a través de una estructura basada en el compromiso y la responsabilidad con la empresa y la sociedad. Este trabajador es el llamado a desarrollar la ideología y los valores del socialismo.
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