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La guerra multidimensional del capitalismo imperial

Fuentes: Rebelión

El sistema capitalista mundial podría enfrentar la posibilidad inminente de una desaceleración económica, lo que plantearía consecuencias graves para las naciones periféricas, además de las principales naciones desarrolladas capitalistas (entre ellas, Francia y Alemania) que padecen en el presente los costos sociales de las recomendaciones neoliberales del FMI y del Banco Mundial para superar sus […]

El sistema capitalista mundial podría enfrentar la posibilidad inminente de una desaceleración económica, lo que plantearía consecuencias graves para las naciones periféricas, además de las principales naciones desarrolladas capitalistas (entre ellas, Francia y Alemania) que padecen en el presente los costos sociales de las recomendaciones neoliberales del FMI y del Banco Mundial para superar sus crisis internas; afectando también la estabilidad democrática y la garantía de respeto a las soberanías y los derechos humanos.

Es evidente que la economía global -centrada en el dólar- se duplicó durante los últimos 30 años, sin embargo, esto no significa que la riqueza se haya distribuido de un modo equitativo entre trabajadores y dueños de capital, lo que se traduce en mayores niveles de desigualdad económica y social, reflejándose en la situación desigual de un 1% que acumula diariamente más riquezas que el resto del 99% de la población mundial; lo cual supone la redefinición de la correlación de fuerzas, aparte de una situación signada de luchas y retos a asumir por los sectores populares empobrecidos, tomando en cuenta que la mayoría de los gobiernos favorecen políticas que le dan prioridad a las reglas del mercado, incluyendo aquellos que podrían señalarse de progresistas.

Esto obliga al diseño y debate de novedosas propuestas políticas y económicas que tengan, desde una óptica particular, pero sin obviar lo que acontece fronteras afuera, como eje central deslegitimar, enfrentar y derrotar a quienes pretenden controlar al sistema económico mundial, pasando por alto el respeto a los derechos humanos y la soberanía de los países víctimas de su apetencia de grandes ganancias. De ahí que no sean casuales situaciones como la disminución de los precios de productos primarios, como el petróleo en el caso venezolano, la aplicación estricta de planes de ajustes de gasto público y las solicitudes de préstamos de algunos gobiernos a las instituciones de crédito subrogadas del Departamento del Tesoro de Estados Unidos; todo esto orientado a mantener la hegemonía de las grandes corporaciones transnacionales y a frenar el avance de las economías emergentes, además del potencial de preeminencia que China y Rusia representan en un futuro inmediato.

Todos conocemos que la expansión incesante del mercado capitalista requiere de territorios, de recursos naturales y de mano de obra barata que le aseguren la obtención segura de ganancias, lo que ha colocado a la humanidad (junto con toda otra forma de vida) al borde de un colapso total. Sin embargo, poco se ha hecho para contener esta apetencia desbocada de los grupos capitalistas corporativos y para eliminar, por parte de las economías periféricas, la dependencia primario-exportadora tradicional a que parecen estar condenadas indefinidamente, en lo que muchos califican de subdesarrollo; lo que representa un serio problema para todo régimen que aspire saltarse tal realidad.

En consecuencia, se ha ido desarrollando a la vista de todo el mundo una guerra multidimensional -con dispositivos de manipulación y de agresión de toda clase que lesionan gravemente la vigencia del derecho a la autodeterminación de los pueblos- por parte del capitalismo imperial. Para justificarla, cualquier argumento es válido: combate al narcotráfico y al terrorismo, ayuda humanitaria o, simplemente, la amenaza inusual y extraordinaria de un gobierno catalogado de dictatorial y violador de los derechos humanos fundamentales. Todo en función de defender, asegurar y reproducir la hegemonía del capitalismo. Por ello, todo gobierno de izquierda, centro-izquierda y/o progresista que quiera abandonar el redil, estará siendo condenado a sufrir las consecuencias. A fin de lograr sus propósitos, este capitalismo imperial dispondrá, sin rubor alguno, de los organismos multilaterales existentes, llámense FMI, Banco Mundial, ONU o, su brazo armado, la OTAN; lo que importa es el sometimiento incondicional de los gobiernos y pueblos a sus intereses económicos y geopolíticos, así esto cause un genocidio irreversible a escala planetaria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.