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Entrevista a Cristián Cuevas, presidente de los trabajadores del cobre

«La huelga reventó como un volcán»

Fuentes: Punto Final

Todo es atípico en la movilización que han llevado adelante los trabajadores contratistas de Codelco. Han coordinado una larga huelga en centros mineros repartidos en el norte y centro del país, y no sólo se tomaron rutas de acceso a Andina, El Teniente o El Salvador, también se tomaron el derecho a negociar colectivamente, por […]


Todo es atípico en la movilización que han llevado adelante los trabajadores contratistas de Codelco. Han coordinado una larga huelga en centros mineros repartidos en el norte y centro del país, y no sólo se tomaron rutas de acceso a Andina, El Teniente o El Salvador, también se tomaron el derecho a negociar colectivamente, por sector o rama. Forzaron a los directivos de la empresa estatal a instalarse en la mesa de negociaciones, dejando en segundo plano a las empresas contratistas.

La Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), que lidera el movimiento, es de reciente formación (ver PF 642). Se plantea como objetivo estratégico la renacionalización del cobre y agrupa a sindicatos y a trabajadores sin sindicato, pero también se extiende a trabajadores contratados de Codelco y a subcontratados de empresas mineras privadas.

La pelea ha sido muy dura. Incluso la empresa estatal, en una maniobra que la CTC denunció como una práctica antisindical, negoció con trabajadores que no participaban en la huelga, a modo de «premio». Su propósito era dividir y desmoralizar a los huelguistas, lo que no consiguió.

Los dirigentes de la CTC son jóvenes, la mayoría exhibe una trayectoria laboral discontinuada -ejemplificando la realidad del trabajo flexible y precario- y asumen que están en una lucha que es social y política a la vez.

En el caso de Cristián Cuevas Zambrano (38), presidente de la Confederación, esta lucha comenzó cuando era adolescente y vivía en Lota. Su padre es minero del carbón y la familia, vinculada al Partido Socialista -Coordinadora Nacional de Regionales (CNR)-, participó en la lucha contra la dictadura militar. El tenía sólo 3 años para el golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende. «Me nació la conciencia cuando comenzaron las protestas, me impactaron los asesinatos de los hermanos Vergara Toledo, de Paulina Aguirre Tobar, el degollamiento de Manuel Guerrero, Santiago Nattino y José Manuel Parada… Me miré al espejo y dije que asumía una convicción permanente de lucha contra toda desigualdad e injusticia. Con la situación que se vivía bajo la dictadura, no podía quedarme tranquilo. Y entré a militar en el PS-Coordinadora Nacional de Regionales, un sector más ‘revolucionario’ del PS, según el concepto de la época», dice el presidente de la CTC.

Mientras cursaba la enseñanza media fue vicepresidente de la Federación de Estudiantes del Carbón. Luego, como coordinador de derechos humanos de la zona, participó en una huelga de hambre de 19 días por la desaparición de cinco compañeros vinculados al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Siempre en la CNR del PS, se vinculó en los años 90 al Movimiento Pueblo Intransigente.

En 1996 se trasladó a Los Andes en busca de trabajo y al año siguiente comenzó a trabajar como obrero en Sodexho Chile, transnacional dedicada al rubro alimenticio en la Minera Andina. «No había organización sindical pero sí muchos abusos. Formamos el Sindicato Sodexho Chile División Andina y empezamos a dar una pelea por las demandas de los trabajadores contratistas. Ahí empecé a ejercer un liderazgo que significó mi expulsión de Sodexho el 2003. Yo no tenía experiencia y no contaba con apoyo ni con relaciones políticas ni sociales. Pero seguí manteniendo el vínculo con los trabajadores contratistas de Codelco».

Hace poco comenzó a estudiar Trabajo Social en la Universidad Arcis, por medio de una beca, pero tuvo que congelar el semestre debido a la huelga.

¿En la actualidad milita en el Partido Comunista?

«Me vinculé al PC en 1999, en la campaña de Gladys Marín. Más por ella, como líder, que por concepción ideológica. Soy militante comunista dedicado al campo sindical. Presido la CUT-Provincial de Los Andes. El 2003 organizamos la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas de Codelco, que se consolidó con la huelga del año pasado y que después confluyó en la actual Confederación de Trabajadores del Cobre. He conocido la expulsión, el maltrato y todo lo que han vivido los trabajadores, pero creo estar legitimado en este movimiento social y no voy a renunciar a la vocación que asumí en mi adolescencia».

¿Es encargado de «movilización social» en su partido?

«No, eso es mentira. Fue inventado por el El Mercurio . Soy un dirigente intermedio con liderazgo en la región de Aconcagua y formo parte de la comisión nacional sindical del PC».

También se ha dicho que el PC está detrás de ésta y otras huelgas por sector o rama, como una manera de presionar por la reforma del sistema electoral binominal.

«Pensar eso es no entender los procesos de construcción de los movimientos sociales. En la Confederación participa un amplio espectro de miradas políticas: comunista, socialista, de derecha, concertacionista y una mayoría independiente. Sospechar que miles de trabajadores contratistas movilizados son del Partido Comunista, no da cuenta de la realidad. El movimiento de trabajadores no obedece a la orientación de un partido. Nuestra visión es transversal en lo político y en lo social. Lo importante es que este movimiento sea transformador y logre espacios significativos de mayor justicia social.

Además, la militancia ha ido cambiando. Ya no existe el militante de los años 70 u 80. Tampoco compartimos la postura de la derecha, que pretende el ‘apoliticismo’. Al contrario, nosotros queremos politizar el movimiento sindical y social, porque en una sociedad politizada se puede avanzar mucho más en derechos y beneficios. Pero eso no significa ser instrumento de un partido».

PERSECUCION SINDICAL

¿Nunca ha sido minero?

«No, pero he trabajado prestando servicios a la minería, en Codelco. Trabajé en los túneles, en el área industrial y en servicios de alimentación».

Se le critica que ahora no sea trabajador de ninguna empresa ligada a Codelco.

«Somos muchos los trabajadores contratistas que, por tener algún nivel de liderazgo, hemos sido despedidos y estamos en las listas negras. En Los Andes hay alrededor de 20 dirigentes sindicales que las empresas contratistas nunca más han vuelto a contratar, por orientación de Codelco. Por eso una de nuestras demandas es el libre ejercicio de la libertad sindical. Yo podría estar trabajando, pero tendría que ceder, y no le vamos a dar ese gusto a Codelco ni al modelo neoliberal, ni al sistema».

¿Cómo se explica que usted y otros dirigentes vetados para trabajar en Codelco puedan dirigir desde la CTC un movimiento como éste?

«Dentro de la Confederación hay mineros, trabajadores profesionales, de servicios, químicos y gente de todas las áreas. Yo no estaría en esta posición si no fuera por la legitimidad ganada entre los trabajadores a través de lo que hemos hecho, con honestidad y transparencia. Aquí no se puede ganar un cargo por secretaría ni por cuoteo. La característica de esta Confederación es que se ha construido desde la base, y la base nos conoce. La denostación y la infamia desencadenadas por las cadenas mercuriales no tienen eco en los trabajadores. Cuando hablamos, lo hacemos porque sentimos la exclusión, las prácticas discriminatorias, la inequidad. No hemos usufructuado de nuestros cargos en beneficio propio. Los dirigentes estamos en una situación tan empobrecida como cualquier trabajador, y mucho peor porque vivimos la inestabilidad laboral y la denegación del derecho al empleo… en democracia».

SINDICALISMO EMERGENTE

¿Qué opina del movimiento sindical actual y de sus proyecciones?

«Hubo atomización y desarticulación del movimiento sindical bajo dictadura. Y los años 90 fueron una década perdida para el movimiento social y político, pero hoy emerge una nueva generación alentada por los movimientos transfor-madores que vemos en Venezuela, Bo-livia y otros países. Creo que se abre una ventana que posibilita a los trabajadores recuperar el sentido de lucha que tuvieron en el siglo pasado. Esta nueva generación va a desplazar a quienes han actuado como diques de contención, a los dirigentes que han hecho del sin-dicalismo una cuestión meramente reivindicativa y descontextualizada de lo político y lo social.

El sindicalismo emergente vuelve al origen de la lucha sindical y apuesta al cambio en una situación compleja. La batalla que estamos dando es dura, porque tocamos los pilares del modelo económico neoliberal. Por tanto, lo único que quieren los sectores poderosos es neutralizar la posibilidad de un triunfo nuestro, para seguir contando con una sociedad controlada, donde no tienen que repartir las ganancias que usufructúan las empresas.

Las señales que han dado los trabajadores forestales, salmoneros, pesqueros, portuarios y contratistas del cobre son muy positivas en esta nueva emergencia sindical. Lo principal es que seamos capaces de converger para lograr los cambios que se necesitan y desplazar a los dirigentes que, desde nuestro punto de vista, usan la organización sindical para su provecho personal».

¿Dentro de ese tipo de «dirigentes» incluye a los de la Federación de Trabajadores del Cobre? Su presidente, Raimundo Espinoza, es socialista, pero no ha habido convergencia en esta huelga.

«No la hay, porque ellos responden a intereses corporativos y no de clase».

¿A pesar que Espinoza es socialista?

«Lo es, pero es impresentable que a uno le paguen alrededor de 5 millones de pesos mensuales -aparte de viáticos- por representar a los trabajadores. Eso le paga Codelco a Raimundo Espinoza, además de su sueldo, por ser parte del directorio de Codelco Chile. ¿Qué libertad puede tener ese dirigente para velar por los derechos de los trabajadores? Ninguna».

¿Y la presidencia actual de la CUT no pertenece a esa dirigencia que usted critica? No obstante, apoyó esta huelga desde el comienzo.

«En la CUT convergen los sectores público y privado, y también distintos sectores políticos. En mi opinión, ha tenido un viraje desde el 2003 y está haciendo lo correcto, pero no es fácil. Las luchas sindicales y sociales le van a permitir adecuarse y generar los cambios necesarios. Si la CUT convoca a una movilización el próximo 29 de agosto es porque está atenta a lo que ocurre en el conjunto de la sociedad. El llamado es a rechazar el salario mínimo que fijó el gobierno, negociación colectiva efectiva y por interempresa; reforma previsional que recoja las demandas de los trabajadores; reforma educacional, y cambio del sistema electoral. Esto es fundamental, más allá que nosotros pidamos una Asamblea Constituyente, que es lo que va a resolver a fondo esta situación».

LA CONSTITUCION ES ILEGITIMA

El llamado a realizar una Asamblea Constituyente se está oyendo en distintos países. ¿Se trata de seguir el ejemplo de Venezuela y Bolivia?

«La Constitución Política que tenemos es ilegítima y antidemocrática. Fue promulgada a partir del genocidio y la tortura. Aspiramos a avanzar hacia una Asamblea Constituyente, pero no como un discurso teórico de intelectuales de Izquierda. Tiene que ser algo sentido por el pueblo y para eso hay que volcarse a la gente para generar un debate. Si no cambiamos los pilares fundamentales que dejó la dictadura -los cuales la Concertación no ha sido capaz de modificar-, chocaremos contra una muralla que no va a permitir abrir espacios para lograr más democracia y justicia social».

¿Cuánta gente ha participado efectivamente en esta huelga?

«Movilizamos más de 20 mil trabajadores, con mayores o menores niveles de participación. Eso tiene enorme valor si pensamos que la mayoría de los trabajadores no está organizado en sindicatos. Y negociamos por sobre la legalidad del Código Laboral. Quiéranlo o no Codelco y los grandes empresarios, estamos haciendo una negociación sectorial o ramal. Y aunque se dice que es tripartita, en la mesa de negociaciones estamos solamente Codelco y la Confederación de Trabajadores del Cobre».

¿La quema de buses y otras acciones de violencia ayudan o perjudican la huelga?

«La violencia tiene su génesis en una situación de abuso permanente a la que han estado sometidos por muchos años los trabajadores contratistas. Se ejerce violencia cuando nuestras familias no tienen los mismos derechos y beneficios que otras, cuando hay exclusión. Eso genera frustración y rabia. La huelga dio la posibilidad de liberar todo eso y sentir que se podría obtener algo. Como lo hicimos en la dictadura militar, volvimos a rebelarnos contra situaciones injustas. La institucionalidad heredada, el Código Laboral y la Constitución no hacen posible un cambio para los trabajadores. Nos tomamos la calle, hacemos barricadas, tenemos piqueteros y grupos de contingencia, y ejercemos la rebelión social contra un sistema económico discriminatorio, lo cual es legítimo desde nuestro punto de vista. No pedimos permiso para ejercer nuestros derechos. En Rancagua y en Los Andes marchamos sin permiso, y con mucha energía.

Evidentemente hay actos que no compartimos y que escapan a la voluntad de la CTC, como la quema de buses. Son excesos que no fueron orientados desde nuestra organización, pero dan cuenta de una situación latente en la sociedad, donde parece que todo funcionara bien, pero en el fondo estamos agobiados. Y eso revienta en algún minuto. Esta huelga es como un volcán».

«La Izquierda no ha aprendido»

¿En qué cifra la esperanza de futuros cambios?

«En las nuevas generaciones, en la lucha que dieron los estudiantes secundarios, en la emergencia de nuevos movimientos sociales y nuevos liderazgos. Hay que apuntar hacia la convergencia y, en cierta forma, despersonalizar la lucha social y política, terminar con los ghettos sociales y los grupos sectarios que se entrampan en luchas reduccionistas, muy pequeñas, sin visualizar que lo principal hoy es la lucha por mayor democracia y equidad. La concentración de la riqueza es una bofetada a todo el país».

¿Cómo ve a la Izquierda en ese sentido?

«La Izquierda no ha aprendido, no ha comprendido su responsabilidad, no ha logrado tener una opinión común para conducir al país. Si no logra ponerse de acuerdo, si no ve la luz sobre la base de lo que pensaron Salvador Allende, Miguel Enríquez, Raúl Pellegrin, Aracelli Romo -por dar algunos nombres-, y lo transforma en unidad y lucha, estaremos muy perdidos. Debemos lograrlo, desplazando cuestiones que han hecho mucho daño a la Izquierda. Aún no hemos hecho suficientes esfuerzos».

¿Incluyendo a su partido?

«Todos somos responsables. Lo importante es seguir avanzando. Y creo que los que orientarán hacia la convergencia son los nuevos líderes que están emergiendo.