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La ideología humanista, nueva variante del imperialismo

Fuentes: Bolpress

Javier Zorrilla empieza el artículo «El humanismo universalista como respuesta a la crisis de violencia» señalando que «el interés central del humanismo universalista es la superación del dolor y del sufrimiento»[1]. Texto nada novedoso de los humanistas, pues tal postulado ya encontramos en la filosofía post aristotélica y en los principios de Buda. Por tanto […]


Javier Zorrilla empieza el artículo «El humanismo universalista como respuesta a la crisis de violencia» señalando que «el interés central del humanismo universalista es la superación del dolor y del sufrimiento»[1].

Texto nada novedoso de los humanistas, pues tal postulado ya encontramos en la filosofía post aristotélica y en los principios de Buda. Por tanto nada privativo de alguna corriente política, filosófica o religiosa; pues, es una aspiración fundamental y constitutiva del ser humano; obviamente tienes sus excepciones, en Bolivia Sánchez de Lozada y las prefecturas separatistas.

Mas adelante el texto, dentro de este contexto, afirma «haciendo uso de la fuerza, unos imponen sus intenciones a otros, yendo en contra del modo en que hubieran querido ser tratados» Otro discurso nada novedoso. Pues corresponde a Kant, quien expresó como imperativo categórico, que podemos sintetizar en dos enunciados: 1) «No obres nunca sino de manera que puedas querer que la máxima que rige tu obrar se transforme en ley universal» y 2) «Obra de tal modo que uses a la humanidad -tanto en tu propia persona como en la persona de cualquier otro- siempre como un fin, nunca como un medio».

Ahora bien, ¿cuál es la importancia de este enunciado en Kant? Que estas premisas se inscriben dentro del «deber ser» (moral) y no del «ser» que es el espacio político, espacio de disputas por el poder, única forma conocida en la historia para buscar cambios reales que hoy nos permite afirmar que es posible un mundo mejor. Sin embargo este imperativo kantiano, como un simple enunciado parece razonable e inofensivo. Por tanto es necesario explicar dentro del sistema filosófico política de Kant. Veamos.

Kant concibe al Estado «como condición de la existencia del derecho, no tiene otro fin que mantener y posibilitar el orden jurídico como un orden general y cierto de convivencia»[2]. Entonces la superación del dolor y del sufrimiento, en suma la búsqueda social de un mundo más humano es «algo que el estado no realiza»[3]. Texto que nos recuerdo al pasado inmediato de los bolivianos, la política de Sánchez de Lozada, Jaime Paz Zamora, Hugo Bánzer Suárez y Jorge Quiroga Ramírez que despilfarraron nuestros recursos naturales y que hoy vuelven a la palestra como si nada hubiese ocurrido (V.H. Cárdenas, Carlos Mesa, Jorge Quiroga)

No obstante lo señalado, Kant va mucho más allá, cuando niega rotundamente el derecho de los pueblos a la resistencia frente a los abusos de la clase dirigente; es decir, Kant manifiesta que la obligación de obedecer las leyes es absoluta y niega, en consecuencia, cualquier tipo de derecho de resistencia. Observemos: «Contra el supremo legislador del Estado no puede haber oposición legítima por parte del pueblo, porque un Estado jurídico no es posible más que por la sumisión de todos a su voluntad universalista legisladora; por tanto, no cabe admitir ningún derecho de insurrección» [4] Como se puede advertir, la filosofía kantiana planteada en términos políticos es parte del sustento ideológico político del liberalismo y posteriormente del neoliberalismo tan caro para nuestros países.

¿Simple coincidencia del partido humanista universal al enunciar una expresión? Creo que NO.

Zorrilla, luego de exponer tal desolador y violente contexto en que vivimos se pregunta: «¿Quién puede cambiar todo esto? La historia nos enseña que los pueblos bien orientados – si es que se lo proponen – producen los grandes cambios (…) Los humanistas universalistas» [5]

Texto muy ligero; pues hace una afirmación general y no concreta con ningún ejemplo. Entonces nos preguntamos ¿Qué pueblos nos enseña la historia?, forzando un poco quizá haya que mencionar Cuba como pueblo organizado. A nivel individual no podemos olvidar a Martín Luther King y luego a Mahatma Gandhi, que sin lugar a dudas fueron grandes humanistas. Quienes no obstante de tener miles o millones de seguidores por sus carismas y testimonio de vida, murieron asesinados. ¿Que queda del primero en estados unidos y del segundo en la india?… Ninguna.

A continuación el humanista Zorrilla escribe:

«Para difundir y profundizar el humanismo universalista hemos formado el Movimiento Humanista, que es una red internacional de voluntarios que trabajan en forma no violenta por el desarrollo personal para la transformación social»

Descomunal exabrupto, con uno no menos extremado salto atávico, el señor Zorrilla, tira al cesto de basura siglos de investigación en las ciencias sociales, no sólo a la corriente marxista, sino a todas las escuelas que dedicaron décadas de investigación, creando carreras en el intento de comprender nuestras sociedades y plantear posibles soluciones.

Irrespetuosamente el señor Zorrilla no se dio el trabajo de investigar, no sólo las corrientes en las ciencias sociales, sino la labor misma de la Iglesia Católica o mejor el trabajo de las comunidades eclesiales de base, llevando a la práctica los postulados de la teología de la liberación: Gutiérrez en el Perú; Pedro Casaldáliga y Leonardo Boff en Brasil; Luís Espinal, Adrián Paz y Gregorio Iriarte en Bolivia.

En suma, con una ligereza, inopia y sin explicación alguna vuelve a colocar a Hegel de cabeza para pregonar los postulados del Partido Humanista. Olvidando intencionalmente, o no, el trabajo de años, décadas de investigación que había empleado Marx en comprender toda la filosofía de Hegel, para luego explicar los procesos sociales.

Consecuente con su liviandad teórica, Aorrilla escribe otra perlita de antología: «(…) no importa de dónde venimos, sino adónde vamos, en una perspectiva de reconciliación y reciprocidad» [6]

Ni siquiera en sentido ontológico se puede admitir tal aseveración; pues importa y de sobremanera saber de donde venimos. Negar la memoria colectiva, (memoria corta, memoria larga) es condenarnos a vivir un totalitarismo sin pasado que George Orwell advierte acertadamente en su novela «1984»[7]

Siguiendo el texto de Aorrilla, se lee lo siguiente: «Se necesita la colaboración de todos y muy especialmente la de los periodistas». Y señala para qué: para la existencia de «espacios de discusión para que los expertos intercambien sus ideas y propongan soluciones a los problemas de la gente»[8]

Como se puede observar el texto, el señor Zorrilla, sin rubor alguno le atribuye al Partido Humanista una labor mesiánica y un desprecio antológico al pueblo que ellos se arrogan representar. Aquí encontramos nuevamente la filosofía kantiana y hegeliana (pre marxista). ¿Qué se infiere del texto?, frente a la ignorancia del pueblo y a su ineptitud de lograr cambios, aparece el Partido Humanista mundial, «para que los expertos intercambien sus ideas y propongan soluciones a los problemas de la gente». Postulado que ni el mismo Gonzalo Sánchez de Lozada en toda su demagogia se animó a señalar tremendo extremo.

En otro lugar del escrito se lee: «Necesitamos urgentemente un periodismo que esté a la altura de los tiempos.. Tal vez se requiera un cambio de mirada radical que conecte con el sentido original y más noble de una profesión» Le pregunto al señor Zorrilla si en nuestro país alguna vez hubo un periodismo «noble». Estoy hablando aquí de un periodismo corporativo, no individual, que por supuesto hay. Una lectura de Nacionalismo y coloniaje de Carlos Montenegro nos ilustrará el trabajo del periodismo en la vida republicana.

A donde apunta la demanda del señor Zorrilla; es decir, porque requiere un periodismo, según él «noble». «Para que el lector» – escribe más abajo – «el radio escucha, el televidente, (…) necesitan pluralismo en los análisis» (sic)

Nuevamente encontramos un párrafo cargado de mesianismo y lleno de prejuicio contra el pueblo trabajador. Esa mirada desde arriba al obrero, al campesino y la clase media, nos recuerda al pasado de los gobiernos civiles, a los coroneles que se auto titulaban el papel de «institución tutelar» del pueblo boliviano. Un pasado que no queremos volver a vivir. En el análisis de coyuntura que debe realizar, necesariamente cualquier partido político, se olvidaron que este pueblo pobre, ultrajado dio muestras suficientes de capacidad organizativa y decisión en las elecciones del 2005 y finalmente el último referéndum, donde, a pesar de toda la basura mediática y el papel de la Iglesia Católica en su jerarquía toda la prensa privada más la iglesia católica no lograron influir de manera decisiva en la percepción del pueblo sobre su voto por el si.

Finalmente señalar que en el texto analizado y en otros textos del partido humanista, como en la entrevista al candidato a la presidencia de Chile Tomás Hirsch, hay una ausencia absoluta de análisis sobre los modos de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción, lucha de clases, todo esto atravesado por un racismo extremo en Bolivia. En la entrevista a Tomas Hirsch se nota, además, que le incomoda la palabra revolución y prefiere llamar cambio a lo que sucede en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.

Notas

[1] ZORRILA Javier, El humanismo universalista como respuesta a la crisis de violencia. Normal 0 21 MicrosoftInternetExplorer4

http://javierzorrilla.blogspot.com/2009/03/el-humanismo-universalista-el-cuarto.html

 

[2] BOTELLA, CAÑETE Y GONZALO, El pensamiento político en sus textos, «De Platón a Marx», Ed, Tecnos, Madrid, 1994, p. 284

[3] Ibíd.

[4] Kant, Sobre la paz perpetua, presentación de Antonio Truyol y Serra. Traducción de Joaquín Abellan, Ed. Tecnos, Madrid, 1991

[5] ZORRILA Javier, El humanismo universalista como respuesta a la crisis de violencia

[6] ZORRILA Javier, El humanismo universalista como respuesta a la crisis de violencia

[7] Ibid.

[8] Ibíd.