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La batalla contra el Código da Vinci

La Iglesia impugna nuevas herejías

Fuentes: Rebelión

Cuando parecía que la Iglesia Católica había terminado sus grandes batallas contra las herejías, que ya no se discutiría más sobre los «sacrilegios» del heliocentrismo copernicano o la heterodoxa afirmación de Giordano Bruno sobre la vastedad del universo, he aquí que una nueva batalla comienza. Con motivo del estreno de la película «El código Da […]

Cuando parecía que la Iglesia Católica había terminado sus grandes batallas contra las herejías, que ya no se discutiría más sobre los «sacrilegios» del heliocentrismo copernicano o la heterodoxa afirmación de Giordano Bruno sobre la vastedad del universo, he aquí que una nueva batalla comienza. Con motivo del estreno de la película «El código Da Vinci», protagonizada por Tom Hanks, basada en la famosa novela de Dan Brown, el catolicismo ha emprendido una campaña muy dinámica y activa contra la novela, su autor y contra el filme.
Es cierto que Dan Brown, en su popular obra traducida ya a cuarenta y cuatro idiomas, hace afirmaciones atrevidas que contradicen dogmas seculares de la Iglesia. Básicamente en la novela se afirma que Jesús no era un Dios, que se casó con María Magdalena y tuvo una hija a la que llamaron Sara y que esa descendencia se ha prolongado hasta nuestros días. Para proteger a los sucesores se creó una cofradía secreta llamada el Priorato de Sion. Personalidades y sabios han pertenecido a esa secta como Isaac Newton, Victor Hugo, Botticelli y Leonardo de Vinci. Este último osó inmortalizar en su cuadro «La última cena» el enlace entre Jesús de Nazareth y María Magdalena incluyéndola en el cuadro. Por siglos esa figura se ha atribuido a San Juan Evangelista pero es cierto que sus rasgos andróginos hacen presumir que se trata de una mujer y no de un hombre.
Para colmo Brown la emprende contra la poderosa organización religiosa Opus Dei y afirma que es una secta que ha llegado a asesinar para proteger el secreto de la estirpe de Jesús. Uno de los personajes más siniestros es un monje albino llamado Silas que se encarga de los homicidios. En realidad el Opus Dei no es una orden religiosa, fue fundada en 1928 en España por José María Escrivá de Balaguer y se ocupa de promover la fe católica pero sus miembros no son monjes, como afirma Brown.
Esa no es la única inexactitud del libro. El Priorato de Sion tiene, en efecto, una base real. Documentos relativos a esa secta fueron descubiertos en la Biblioteca Nacional de Francia en 1975, pero la Iglesia afirma que se trata de una farsa construida por un tal Pierre Plantard quien fue condenado por fraude y estafa en 1953 y cumplió seis meses de prisión.
Recientemente el cardenal Tarsicio Bertone, actual Arzobispo de Génova, quien recibió el capelo en 2005 de manos del Papa Juan Pablo II, declaró que el libro está compuesto de un conjunto de falacias. «Es un peligro porque mucha gente puede creer que esas fábulas son reales», comentó el prelado quien ha sido vice rector de la omnipotente Congregación para la Doctrina de la Fe, que en una época fue dirigida por el actual Papa Ratzinger. En su demoledora diatriba contra el libro afirmó el cardenal Bertone que brinda argumentos corruptos que pueden envenenar a muchos.
Opus Dei envió una carta a Doubleday, editores de la novela, aclarando las inexactitudes históricas que contenía. Doubleday respondió que la obra era un compendio de ideas, conjeturas y obsesiones que vienen rodando por el mundo desde hace siglos y que no hay nada nuevo en esa obra de ficción que no haya sido dicho antes por otros. La reacción del Opus Dei es considerar la posibilidad de una reclamación judicial contra los editores.
Esta batalla ideológica del catolicismo, un poco anacrónica, es una demostración más del poder de los medios masivos de comunicación en nuestra era y de las inquietudes y desconciertos que puede causar una inocente obra de ficción cuando alcanza las cimas de la popularidad. Con 30 millones de ejemplares traducidos a 44 idiomas y 70 semanas encabezando la lista de libros más vendidos del New York Times, ha opacado las glorias de Harry Potter. La distribuidora de libros por internet, Amazon, lo sitúa en el más alto sitial de sus libros más vendidos.
En última instancia, como ha dicho Günther Gras, la literatura vive de las crisis y su función es profanar cadáveres, manifestó en un memorable discurso. Al final, todos seremos culpables o víctimas, en última instancia la imaginación tendrá la palabra definitiva.

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