Cuando murió Chávez, (murió es un decir porque se hizo inmortal) recuerdo los innumerables comentarios, el capitalismo y los camisas blancas celebraban, decían por doquier aquellos infieles: se vendrá abajo la Revolución, se vendrá abajo ese gusano del socialismo, mientras unos llorábamos otros celebraban en grandes bacanales, para unos la muerte de Chávez significó un […]
Cuando murió Chávez, (murió es un decir porque se hizo inmortal) recuerdo los innumerables comentarios, el capitalismo y los camisas blancas celebraban, decían por doquier aquellos infieles: se vendrá abajo la Revolución, se vendrá abajo ese gusano del socialismo, mientras unos llorábamos otros celebraban en grandes bacanales, para unos la muerte de Chávez significó un dolor inmenso y para otros la alegría de sus vidas, pensaron que atacarían Venezuela por la yugular y que le chuparían toda la sangre a la Revolución Bolivariana.
Sin embargo Venezuela sigue en pie, como lo sigue estando Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay y Argentina a pesar de los innumerables golpes blandos que lanza Estados Unidos. Por desgracia pocos países si hablamos de los que conforman Latinoamérica. ¿Qué pasó con los otros? ¿Por qué es tan marcada la diferencia en la geopolítica del hemisferio? De Centroamérica Nicaragua es el país más estable. Duele en el alma pensar en el México de las Adelitas y de Pancho Villa. En la República Dominicana de las hermanas Mirabal. En el Puerto Rico de Óscar López. En esa Colombia que tiene a su pueblo en los huesos. Y también cada país tiene corta época de plusvalía que fue pulverizada por los ingratos. No solo la colonización de siglos, los males propios derivados de ésta en las sociedades: racismo, exclusión, sistema de castas, y encima le agregamos la historia sangrienta contemporánea de las dictaduras, invasiones, violaciones a los Derechos Humanos, los genocidios porque tomaron a los pueblos totalmente desarmados.
No hablo de balas de fierro, hablo de las carencias que realmente aniquilan a un país: educación, falta de recursos, subdesarrollo, hambruna, pobreza extrema, amnesia colectiva. Por ahí nos han atacado y han logrado vencer en muchas regiones. Porque somos egoístas, cómodos, mediocres, avaros y azadones. Desconocemos la solidaridad y la dignidad.
Se desmoronará la Revolución Cubana dijeron cuando mataron a Ernesto Che Guevara, y el efecto fue contrario, el Che vive en el corazón de los hombres y mujeres soñadores que hacen del mundo un atisbo de esperanza. Cuba se acabó, dijeron cuando impusieron el bloqueo, y ahí está que Cuba es un ejemplo en el mundo entero. Nada ni nadie contra la dignidad.
Desde los tiempos de Jacobo Árbenz, Guatemala no es ni la sombra de aquella Revolución de antaño que hacía soñar a miles de campesinos y obreros. Fue el genocidio, dicen muchos buscando el pretexto perfecto para encubrir la mediocridad de la sociedad guatemalteca. Lo mismo le sucede a México, a los otros países que sucumben en el neoliberalismo impuesto por Estados Unidos con toda la autorización y contubernio de los desleales oligárquicos y las sociedades apáticas y mezquinas. Porque Estados Unidos puede ofrecer millones de dólares y poder pero, quien es honrado no vende su Patria y no pone a su hija de postre para que la devore el amo. Así es que la culpa es más del avaro y del azadón que del mismo comprador de conciencias. Uno defiende la tierra y a su gente con la vida. ¿De qué le sirve la vida a quien perdió la dignidad? Un pueblo sin dignidad es un lastre.
Podemos darle una vuelta a la historia de las dictaduras impuestas en el mundo, y en todas encontraremos que Estados Unidos tuvo aliados en los mismos países invadidos, que los genocidios y las traiciones fueron perpetrados desde dentro. Que el chivatazo, que la puñalada por la espalda, que las balas que mataron a los incondicionales fueron disparadas por una mano hermana, vaya pues, una mano regional. Una mano delatora que prefirió el verde del dólar que el de las montañas y la esperanza.
Decía Cristina Fernández el día de las votaciones que al terminar su mandato como presidenta regresará a la militancia, lo mismo hizo Mujica, también Lula. Me hizo pensar en la cantidad de cobardes que al terminar sus mandatos salen corriendo para Estados Unidos llevándose millonadas. (El caso reciente de Felipe Calderón, ex presidente de México que hasta hueso tiene en Harvard). O los que se quedan porque saben que vivirán impunes porque tienen el sistema político más corrupto del mundo y una sociedad dormida en su mediocridad.
Y reparo entonces en la militancia de décadas que tiene Cuba, en la militancia de las redes sociales en internet en países como Venezuela que no se queda ahí y la sacan a las calles para que se haga sentir el poder real del pueblo que defiende esa Revolución. En que esa misma Revolución reverdece en los arrabales que tan marginados han sido por los clasistas. Hace unos días miles de niños cubanos celebraban a Camilo, y eso es Memoria Histórica, sembrar la semilla de la dignidad en la infancia para que vaya creciendo en la adolescencia y tenga raíces profundas en la edad adulta. Eso es militancia en tiempo real. Eso es construir Patria.
Eso es un plan de trabajo a largo plazo. Eso es trabajar en un sistema que despierte las conciencias desde temprana edad y las alimente a lo largo de la vida como una educación integral que haga del ser humano una persona consecuente, digna y solidaria. Ante todo honrada. El resultado es que 191 países votaron para que Estados Unidos le quite el bloqueo a Cuba. Cuba venció, Cuba nunca estuvo equivocada. El pueblo cubano respaldó contra viento y marea y sigue en pie. Ese nivel de militancia es la que transforma las sociedades y cambia el rumbo de la historia. Ese nivel de compromiso y entrega. Un día Estados Unidos tendrá que firmar que deroga el decreto contra Venezuela. Un día el mundo se tendrá que levantar y exigir que Israel y Estados Unidos dejen en paz a Siria.
Es importante la militancia en tiempos de crisis, de lo contrario no estaríamos enterados de la verdad verdadera de las invasiones que ha realizado Estados Unidos en tantos países del mundo, escudado en guerras que él mismo inventa. El ejemplo de ahora mismo con Siria que solo quienes son honrados denuncian el genocidio que está viviendo este país. El mismo genocidio que está viviendo México y que solo los leales se atreven a denunciar.
Es absolutamente necesaria la militancia en tiempos de crisis y de democracia. Por esa razón cada día nacen más medios independientes, por la necesidad de luchar contra la imposición, la mentira, la doble moral de los medios vendidos al sistema. La clase oligárquica y el Imperio no descansan, buscan cualquier grieta para atacar, cualquier duda, cualquier desencanto para embestir. (¿Aló Argentina?) Lo formulan de una forma tan sutil que le hacen creer al que irá al matadero que aquel lugar es un paraíso de verdes praderas.
Es muy fácil comprar mentes, distorsionar pensamientos, cambiar actitudes cuando esa persona no tiene una formación integral que incluya como bastiones: la Memoria Histórica, la identidad, que comprenda la razón del patriarcado para ejercer la violencia de género, la homofobia como ente de crímenes de odio, la desigualdad social, la inequidad de género y la imposición de estrategias neoliberales como adiestramiento de una sociedad sin raíz que termina siendo esclava de sus propios males más que de los invasores.
La militancia nunca debe dormir en sus laureles, porque sucede lo que pasó con Argentina en las votaciones, que la clase media prefirió traicionar al progreso de su país. Una estocada más, el pueblo de pies descalzos ya está acostumbrado y es el que milita firmemente desde la era de Néstor, esa es la nueva plusvalía desde el proceso democrático, el mismo pueblo que defiende a Maduro en Venezuela. Los mismos que tienen en pie a Cuba.
Son salvables, claro que sí. Cada uno de los países que han sido y están siendo saqueados, violentados, esas sociedades que están siendo pulverizadas pueden darle un giro si hacen de la militancia un arma de guerra a través del conocimiento y el compromiso responsable. No lo permitirá el sistema por esa razón hay que hacer valer el enorme aporte de las redes sociales en internet, pero que no se quede ahí, hay que sacarlas a las calles para que las conozca el vecino panadero, el campesino, el estudiante de nocturna, el estudiante universitario. Hay que llevarla a los salones de clase, a las estéticas, a los talleres mecánicos, a las cafeterías, estaciones de tren y autobús. A las fiestas de fin de semana. Llevarlas a todos lados todos los días.
Todos podemos militar desde nuestras trincheras, no es más importante un doctor que un campesino, un licenciado que un albañil, todos valemos lo mismo y todos tenemos que luchar para que todos tengamos los mismos derechos y obligaciones. Para que esa tan soñada equidad social llegue finalmente. Para que ningún Imperio invasor nos devore nuevamente.
Es necesaria una militancia como la cubana y la bolivariana, como la zapatista, como la de los tiempos de Sandino, como la de Árbenz, a ese tipo de militancia la caracteriza el amor, la lealtad, la entrega e integridad, solo con un tipo de militancia así lograremos una revolución que nos trasforme como sociedad y nos vuelva más humana y amorosa. Que nos devuelva la tierra, la confianza, un sistema equitativo, la tranquilidad y el progreso. Nadie nos la dará, la tenemos que luchar nosotros mismos y sin militancia es imposible. Ninguna chicharra canta sin verano, ninguna libélula existe sin el riachuelo, y ninguna patria es digna querencia sin un pueblo que la defienda. No es fácil pero tampoco es imposible ya otros lo han demostrado, ¿qué estamos esperando?
Blog de la autora: Crónicas de una Inquilina
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.