«¿Unidad de la izquierda?». No tiene «la menor duda de que es necesaria». Y cualquier cosa que vaya en esa dirección, «será siempre mejor que nada». Pero no se hace ilusiones: la unidad de la izquierda, la unidad de todo lo que se mueve a la izquierda del [nuevo] Partido Demócrata [italiano] servirá de poco: […]
«¿Unidad de la izquierda?». No tiene «la menor duda de que es necesaria». Y cualquier cosa que vaya en esa dirección, «será siempre mejor que nada». Pero no se hace ilusiones: la unidad de la izquierda, la unidad de todo lo que se mueve a la izquierda del [nuevo] Partido Demócrata [italiano] servirá de poco: «No se va a ninguna parte, si no se vuelve a afrontar el verdadero nudo del problema»: el análisis de la globalización, el análisis de este capitalismo capaz de mercantilizarlo todo. Desde la producción, hasta las relaciones humanas. Un análisis no realizado hasta ahora. «Tampoco, y muy señaladamente, por parte del partido que edita tu periódico». Rossana Rossanda, la «muchacha» del siglo breve -fácil juego de palabras con el título de su último libro, autobiográfico: La muchacha del siglo pasado, que, con sus 39 ediciones, ha ganado el premio Strega del pasado año-, responsable de cultura del PCI a comienzos de los años sesenta, luego expulsada del partido, fundadora de Il Manifesto; en suma: una de las más autorizadas exponentes de la cultura de la izquierda italiana, parece escéptica ante el debate que tiene lugar en nuestros días sobre un nuevos sujeto unitario de la izquierda. Pero ni siquiera este adjetivo -«escéptica»- resulta adecuado. Porque ella lo que ve son los límites de esa discusión. Límites que arraigan propiamente en el rechazo, «por parte de todos», a enfrentarse con la cuestión olvidada: el capital. Qué es hoy, qué dominación ejerce.
Vamos por partes, Rossana. ¿Por qué crees tú que ahora todos hablan de «sujeto único» de la izquierda y no se usa ya la vieja -pero harto más clara- fórmula del partido? ¿De qué se trata?
No sabría decirte. Me guío por la intuición. Y supongo yo que con el «sujeto» se pretende dejar de lado una mayor articulación, a fin de que todas y cada una de las siglas puedan mantener sus virtudes y sus defectos. Sus aparatos y -¿por qué no?- su financiaciones. Sea ello como fuere, a mí me parece que también la elección de palabras como ésta refleja una difundida desconfianza en la forma partido. Forma muy exorcizada, pero poco analizada. En substancia: todos dan por descontado que un partido no puede sino ser regimentación vertical, antidemocrática. O por naturaleza, o por necesidades de funcionamiento. Pero todo eso proporciona una coartada para eludir una propuesta fuerte.
¿Y en qué consistiría una «propuesta fuerte»?
A mí no me gustan las polémicas, razón por la cual me guardo mucho de abrirlas. Pero no hace mucho, alguien, afirmando la necesidad de proceder de inmediato a una conjunción de la izquierda existente, ha sostenido que, en el fondo, los varios jirones de la izquierda italiana tienen mucho más en común entre sí que, por ejemplo, la Linke en Alemania. Pues bien; basta molestarse en leer los documentos del reciente congreso de esta nueva fuerza política alemana, para descubrir que ese partido perfila un análisis serio y eficaz de la evolución del capitalismo, definiendo para sí mismo un papel de oposición a la dominación del capital. Vieja palabra, es verdad, pero que a mí me parece que sigue siendo la más apropiada. He ahí la idea fuerte. La que falta en Italia.
¿No te parece que estás siendo poco generosa? En el fondo, Italia ha sido un poco la cuna de un nuevo pensamiento crítico. Basta pensar en Génova, en los Foros Sociales. Porque es de esta Italia de la que ha partido la idea de una relación fuerte entre política y movimientos sociales. ¿O no?
Y ahora reflexionamos sobre esos movimientos. Yo creo que son importantes. Lo han sido y lo seguirán siendo. Pero no es con espontaneidad que afrontaremos las cuestiones decisivas.
Para entendernos: el proyecto al que ha dado vida Rifondaziones Comunista, el de la Izquierda Europea, es el mismo «sujeto plural» que debería unir a la izquierda y que prevé formas estables de relaciones con lo «social». ¿Te parecen experimentos inútiles? ¿Acaso no es ésta la vía para renovar la política?
Aclarémonos: yo no soy indiferente a quien habla de la necesidad de construir una «masa crítica», capaz de gravitar sobre las instituciones alcanzando una dimensión suficiente como para hacer imposible su descarte en los equilibrios de gobierno. Hasta aquí, estamos todos de acuerdo. Pero en todo esto qued aun punto indefinido: ¿qué o a quién representa este sujeto, a qué «bloque histórico» de 2007 responde y qué se propone? ¿O es que hay alguien que sostenga que una sociedad compleja trae consigo la existencia de una miríada de «bloquecitos» históricos? Pero seamos serios, por favor. La definición de sujeto «plural» de la que se habla ahora alude a una suerte de conjunción o federación destinada a recoger el mayor número posible de sensibilidades, pero te repito que serviría sólo para eludir los asuntos más espinosos.
Que tendrían siempre que ver con la definición de una estrategia para salir de la dominación del capital. ¿No es así?
¿Quremos hablar claro?
De eso se trata precisamente aquí
Entonces tenemos que partir del primero de estos «asuntos espinosos». La pregunta es: ¿será un sujeto anticapitalista, o no? ¿Y qué significa ser «anticapitalista» en plena mundialización?
Tampoco aquí, Rossana, creo que se parta de cero. No puedes negar que esta izquierda, también y sobre todo la izquierda social italiana, haya tratado de definir los perfiles de una política antiliberal.
Decir «antiliberal» hoy ni siquiera significa una táctica, porque esa táctica debería insertarse en un horizonte y en un camino que ni siquiera han sido bosquejados. Queda claro: ni siquiera por parte de los movimientos. Que sin duda resultan más simpáticos porque al menos no reflejan los intereses, pobres e inevitables, de un aparato de partido. Pero te repito: toda esa miríada de antagonismos, cada uno tan radical como separado de los otros, ni de lejos pone en discusión un sistema poderoso y capaz de una represión doblada de consenso que ni siquiera habríamos podido imaginar hace treinta años.
¿Es entonces invencible el capitalismo?
Capitalismo al que habría que oponerse. Pero, en suma, ¿sabemos qué son hoy China o India? Son sólo los ejemplos más flagrantes del consenso al capitalismo. Un capitalismo que, dejado a su aire, traerá consigo nuevas y dramáticas guerras comerciales. Y eso no lo digo sólo yo; basta leer a Immanuel Wallerstein. Una terrible regresión. Pero ¿quién discute sobre eso en Italia? ¿Quién debate sobre eso en la izquierda? Nadie.
Pero si el cuadro es tal y como tú lo pintas, ¿por qué ha recobrado en Italia vigor la discusión sobre el papel de la izquierda? ¿Sólo por que se han divido y fragmentado los Demócratas de Izquierda?
Me temo que sí. Te diré más: aquí nos aferramos a la antigua idea de que todo gran partido representa un segmento social y electoral estable que, si se deja sin punto de referencia, esperar sólo a ser llenado por otros que reflejen su cultura y sus necesidades. Yo no estoy nada segura de la verdad de esta tesis que -seamos claros- ha alimentado también a las nuevas izquierdas de los años setenta. Porque la crisis de un gran partido no lo es nuca solamente de los grupos dirigentes; revela también muchas otras cosas: una difundida incertidumbre sobre lo que se es, nutrida por la reticencia a mirarse al espejo. La crisis de un partido altera las esperanzas y reorienta las necesidades. En suma, se pierde a mucha gente por el camino. Sin contar con el hecho de que un «gran partido», por su sola existencia, da seguridad; y no está dicho que los otros partidos, que se presentan como más «fieles a los orígenes», consigan atraer a sus ex adherentes. Es un error que hemos cometido todos, y en el que incurrió por mucho también -¿por qué no decírselo?- Rifondazione Comunista.
Pintas un cuadro con tintas bien obscuras. No obstante, si bien se mira, a esta izquierda italiana que, como tú dices, evita medirse con los problemas reales, a esta izquierda le ha bastado encontrar un mínimo de unidad de acción parlamentaria para conseguir un aumento de las pensiones mínimas…
Unas pocas decenas de euros brutos al mes para personas que reciben quinientos. Desarmante. Pero incluso en este caso: en Italia tenemos una izquierda que todavía no ha afrontado de cara el nudo de Europa. De esta institución que es una parte importante de la dominación capitalista global. Una dominación que, de hecho, hace muy difícil, casi imposible, cualquier hipótesis redistributiva. Y sin embargo, tampoco de eso habla la izquierda italiana. Se ocupa de otras cosas. Pero que no se me malentienda: yo digo que es mejor que nada que las diversas siglas de la izquierda se ponen de acuerdo para la unidad de acción en el plano institucional, a corto plazo. Lo que me parece es que no se arriesgan a llegar más lejos. Insisto: mejor que nada. Pero si luego llegan por fin a teorizar todo esto, bueno… a eso no hemos llegado.
Una última cosa, la menos relevante. Sobre [Walter] Veltroni. ¿Qué piensas de su discurso en el Lingotto?
¿Pero tenemos que hablar de eso? Lo único que me viene a la cabeza es que, en su primera salida pública como secretario general del Partido Demócrata, me ha parecido nacional-popular. De un nacional-populismo que definiría como post-berlusconiano. Más interesante me parece otra cosa…
¿Cuál?
De hecho, yo estoy convencida de que quien lo haya puesto aquí, le buscará luego competidor en su momento. En suma, creo que cuando se trate de decidir el nuevo candidato a primer ministro, estará ya quemado. Sabes, en esos ambientes, los odios y los rencores son verdaderamente mortíferos. Pero dejémoslo aquí… es sólo una impresión.
Rossana Rossanda es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaban de aparecer en Italia sus muy recomendables memorias políticas: La ragazza del secolo scorso [La muchacha del siglo pasado], Einaudi, Roma 2005. El lector interesado puede escuchar una entrevista radiofónica (25 de enero de 2006) a Rossanda sobre su libro de memorias en Radio Popolare: parte 1 : siglo XX; octubre de 1917, mayo 1968, Berlinguer, el imperdonable suicidio del PCI, movimiento antiglobalización, feminismo; una generación derrotada; y parte 2 : zapatismo; clase obrera de postguerra; el discurso político de la memoria; Castro y Trotsky; estalinismo; elogio de una generación que quiso cambiar el mundo.
Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench
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