Lanzamos vivas al saber que Lucio Gutiérrez iba a sumarse a la América Latina pisoteada, hasta que se fue a arrodillar ante el Sheriff. Este es mi mejor socio… llegó a decir. Usó a Chávez y su falso indigenismo. En fin, Lucio se tragó el lucio*. Había un júbilo porque Lula ganara hasta que supimos […]
Lanzamos vivas al saber que Lucio Gutiérrez iba a sumarse a la América Latina pisoteada, hasta que se fue a arrodillar ante el Sheriff. Este es mi mejor socio… llegó a decir. Usó a Chávez y su falso indigenismo. En fin, Lucio se tragó el lucio*.
Había un júbilo porque Lula ganara hasta que supimos de Eloísa.
Había una alegría por Bachelet hasta que nos enteramos de la miseria de los mapuches, la lucha de los pingüinos…
Victoreamos a Titi cuando al fin se derrotaba el tontonmacutismo de Haití hasta que llegó Regis Debray a convencerlo que dejara el poder lo que hizo a punta de bayonetas norteamericanas.
Sentimos admiración por la lucha de Daniel, en rojo y para el Alba, hasta que leímos a Cardenal y supimos de los atropellos contra Henry Ruiz, el único de los altos dirigentes sandinistas que se mantuvo firme.
Nos identificamos con el alcalde de la ciudad de México en la lucha del desafuero y hasta pensamos que era el mal menor en las elecciones hasta que oímos la otra campana con y sin ñéquete (tilde según la Rial Academia)
Pensamos que con Martín Torrijos, Panamá avanzaría hacia la izquierda festejando la salida de la Mocoso, aquella mujer que sin escrúpulo soltó a los terroristas amigos y cómplice de Posada Carriles por orden de Colin Powell y se fue a vivir junto a ellos en Miami.
Se pensó que Leonel impulsaría el boschismo hasta que hemos aprendido su apego a Bush, Cisneros, y las decepcionantes invitaciones a Jorge Castañeda, Zoé Valdez, Álvaro Vargas Llosa, Eric Chester (aquel gringo que llegó a decir que Juan Bosch era un agente de la CIA); para que ilustren sobre los nuevos tiempos.
¿Estamos contentos con Tabaré y los Tupamaros en el Uruguay?
¿Estamos contentos con Kichner en Argentina?
Apostamos por Ollanta y por Correa con la incógnita de saber si serían ciertos sus discursos.
Nos encantó la victoria de Zapatero al saber que el soquete de Aznar saldría del poder y que las tropas de españoles regresarían hasta que hemos visto el envío de esas mismas a contribuir con el »progreso» de Afganistán. Decisión dudosa contra la voluntad del pueblo español.
Esperamos con ansias que Shafik Handall subiera en El Salvador hasta que supimos de las manipulaciones de la embajada y los manejos electorales.
Y claro que la izquierda avanza, que la influencia de Estados Unidos sobre el continente disminuye por su política equivocada de dictadura económica, de favorecer a los ricos y querer extender 500 años más la miseria. Y peor, por la identificación del Partido Republicano con el nazismo: restricción de libertades, arbitrariedades jurídicas, invasiones criminales, legalización de la tortura, persecución de inmigrantes, corrupción comprobada, conflicto de intereses de sus máximos dirigentes, apoyo a Israel en sus acciones genocidas, construcción de muros…
¿Pero avanzamos más con falsas izquierdas o con derechas definidas, dictadores o gorilas?
Por avance entiendo yo construcciones de escuelas, hospitales, libertad, eliminación del poderío militar, elevación de la cantidad y la calidad de trabajos, disminución de corrupción, apoyo a las artes, calidad de vida…
Cierto que algunas victorias es como si abriéramos un coco y saliera coca-cola, ¡qué horror!
Los grandes cambios vendrán cuando se elimine la miseria, y que ella no sea la que empuje a la corrupción, no solamente económica, sino ideológica, esa que lleva a la gente a comportarse como borregos en las elecciones y a dirigentes de izquierda a pasarse a la derecha levantando la consigna de la panza primero.
Claro que muchos periodistas y defensores de la derecha celebran a una Bachelet no-radical porque ya esos tiempos de Allende pasaron. Hasta celebran a Kichner y Lula mientras sean izquierdistas que respeten al capital privado. Es más, aplauden y prefieren un derechista disfrazado de izquierdista que a un tradicional derechista para evitar así los grandes clamores sociales, que ya no aguantan más. Celebran a Daniel, que de travieso no tiene ni la Q, por sus hostias recibidas de Obando, en uno de los actos de mayor hipocresía.
E indudablemente que sufren de esa enfermedad que describe Facundo Cabral, creen que el pueblo es pendejo.
Hay todo un proceso lento de transición, y quizás no tan lento. Pero no podemos esperar de Venezuela lo que vimos en Cuba, porque los procesos han sido diferentes. Por eso todavía en Venezuela existen partidos pagados por los Estados Unidos para entrar en el juego de la »democracia» y en Cuba no. De ahí que exista una prensa paga por el departamento de Estado vía USAID, Súmate o la SIP en función de un supuesto respeto a la libertad de expresión. Cuán justo sería un artículo del actual presidente de la SIP Molina Morillo condenando a Posada Carriles, confeso asesino, en vez de seguir atacando a Cuba y los supuestos atropellos a periodistas inexistentes o fabricados en la embajada del malecón. O condenando al grupito del Nuevo Herald pagados por la CIA para desacreditar a Cuba. Pero la SiP no esta pa’eso.
Evo no puede convertir a Bolivia de un día al otro en una gran nación revolucionaria sin escorias como tampoco puede aplicar una nacionalización automática de todos los recursos y riquezas. Al otro día no hay Evo. Hay que avanzar con mucho tacto, con mucha inteligencia, y no con radicalismos bruscos que posterguen dichos avances. Como el costo de tantos años de masacres y oscuridad en el Chile post Allende.
A Argentina le tomará tiempo antes de que el pueblo todo tome conciencia de que tiene que tomar en sus manos sus destinos sin FMI, ni militares corruptos. Es ya una gran victoria que Pinochet sea juzgado, aunque sea por los robos múltiples. En el futuro todo chile lo condenará por los crímenes también.
Eloisa, o sus ideas, seguro que van a convencer a los brasileños de avanzar por una vía más limpia; pero para ello tendrán primero que transitar por el lulismo hasta convencerse de las enormes desigualdades sociales. Lula no es Fidel porque esencialmente el ejército brasileño no es el ejército cubano. Cada pueblo tiene sus características y sus niveles de conciencia para exigir más, o menos políticos que los defiendan.
Todavía tiene mucho peso el juego de engaño de las campañas electorales.
Un pueblo educado y con conciencia no necesita ni de la publicidad comercial, ni de la propaganda política, normalmente elaboradas, más que para orientar, para manipular. ¿Podría un pueblo, realmente educado y conciente, votar por la mayoría de los presidentes que gobiernan actualmente? ni pensarlo.
No les crean a los nuevos intelectuales que dicen que los tiempos son otros que ya no hay que combatir a los ricos, hay que convivir con ellos. No tenemos que ser enemigos de Estados Unidos, queremos ser amigo. Para que haya ricos es preciso que haya pobres. Y para ser amigo de Estados Unidos se requiere que estos sean respetuosos de los demás países sin que los engañen en sus rejuegos usureros ni que los invadan en su afán de control y robo de las riquezas que no les pertenecen.
Esos nuevos intelectuales son los mismos que defendían el marxismo hasta que se dieron cuenta que el marxismo no genera privilegios, genera bienestar colectivo. No genera yipetas y fincas a base de manejos corruptos. No es que los tiempos cambian, aunque claro que cambian, lo que les importa son sus riquezas personales malhabidas.
Vamos a seguir celebrando las victorias, las grandes y las pequeñas.
Eso si, la izquierda viene… aunque sea en rodillo.
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*Tragarse el lucio= no cumplir, engañar, (en el regionalismo cibaeño de República Dominicana).