Luego de 8 años en el gobierno, el progresismo parece haber dado todo de sí, y ya no tiene demasiado que ofrecer a los votantes de izquierda. El primer período mostró logros indudables en varios terrenos: recuperación de salarios, reducción de la pobreza y la indigencia, mejoras en el nivel del empleo, etc. Pero también […]
Luego de 8 años en el gobierno, el progresismo parece haber dado todo de sí, y ya no tiene demasiado que ofrecer a los votantes de izquierda. El primer período mostró logros indudables en varios terrenos: recuperación de salarios, reducción de la pobreza y la indigencia, mejoras en el nivel del empleo, etc. Pero también retrocesos en otros, como una concentración y extranjerización de la tierra como jamás se había visto, al punto que podría hablarse de una reforma agraria pero en sentido contrario.
Sin embargo, desde el punto de vista de la izquierda, los elementos más decepcionantes se dieron en el terreno de lo político. Fue allí donde las señales fueron más claras, en el sentido de hacia donde apuntaba el proyecto de futuro. Nadie esperaba ya, desde luego, que el Frente Amplio en el gobierno concretara en el 2005 lo que había sido su programa en 1971. Ya habían sido descartadas progresivamente medidas radicales como la reforma agraria o la estatización de la banca mucho tiempo antes. Pero tampoco era factible esperar retrocesos, que sin embargo se dieron.
Muchas de las medidas que el Frente Amplio criticaba mientras estuvo en la oposición, fueron llevadas adelante luego como la cosa más natural. De esa manera, se hicieron maniobras conjuntas con tropas yankis, se enviaron tropas a Haití, se concretó en el primer año de gobierno un Tratado de Protección de Inversiones con los EEUU (traducido al español: se le protegieron las inversiones al imperio), y se intentó por todos los medios un Tratado de Libre Comercio con ese país a pesar de que el programa planteaba exactamente lo opuesto.
Puede decirse, como bien lo señalaba un militante frenteamplista (contado por Constanza Moreira), que el FA en el gobierno mejoró muchas cosas pero no transformó absolutamente nada. Sin duda fue una administración mucho más eficiente que las anteriores de blancos y colorados, aunque mostró también diversas desprolijidades y oscuridades (por llamarles de una manera suave) cuyo caso más notorio fue el de PLUNA.
Se avanzó mucho en el tema de las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura, aunque sin dudas más a impulsos de las organizaciones de derechos humanos, de familiares, etc.., que a la propia acción del gobierno, que se limitó a la aplicación del art.4 de la ley de impunidad. Sin olvidar algunas cuestiones como las directivas concretas por parte del presidente Vázquez a sus ministros de no involucrarse en la campaña por la anulación de la ley de impunidad, o el ascenso a general del asesino de Nibia Sabalzagaray a pesar de habérsele advertido de quien se trataba; o el impulso al proyecto del «nunca más», de cuño ultraderechista, solo por mencionar algunos ejemplos.
Otras perlas personales del presidente Vázquez fueron sin dudas dos vetos a leyes votadas por su propia fuerza política. Quizá el menos recordado sea el veto a la ley de seguros por accidentes laborales (que beneficiaba a los trabajadores), que había obtenido amplias mayorías en el Parlamento, y que el presidente vetó porque encarecía los seguros a los empresarios. Y luego el veto a la ley de salud sexual y reproductiva (conocida popularmente como ley del aborto).
SEGUNDAS PARTES
No obstante, la izquierda siguió apostando a generar cambios profundos. Para lo que sería el segundo período de gobierno, trabajó en la generación de un programa que de alguna manera pusiera proa hacia la izquierda, y logró introducir algunas medidas que, si bien no eran el socialismo, podían ser consideradas anticapitalistas. Sin dudas las más importantes, y que generaban mayores expectativas, eran la creación de un frigorífico multimodal y una flota pesquera, y la convocatoria en el primer año de gobierno de una Convención Nacional Constituyente. Las primeras generaban cambios sustanciales en lo productivo, y la Constituyente permitía generar una discusión y participación a nivel popular donde todo estaría a consideración, y donde se podían establecer nuevas reglas de juego, diferentes a las que históricamente las clases en el poder habían establecido.
La candidatura de un ex guerrillero, perteneciente además al grupo mayoritario dentro de la fuerza política gobernante, apoyado por el Partido Comunista, sin duda podía albergar expectativas de un viraje a la izquierda. Sin embargo, nada de eso sucedió. En primer lugar, porque desde el inicio, al conformarse la fórmula presidencial, se pactó que la economía quedara a cargo del mismo equipo económico que en el primer gobierno: el equipo de Danilo Astori, premiado como el mejor ministro del mundo por los grandes grupos del capital trasnacional (premio que ya había recibido antes el ministro colorado Alfie).
De manera que con la economía en manos de Astori, y la mayor parte de las reformas ya efectuadas en el primer gobierno, fue muy poquito lo que se hizo en este segundo período. Hubo una mejora sustancial en la política internacional, se aprobaron leyes como la del aborto y la del matrimonio igualitario y poca cosa más. El buque insignia del presidente, el Plan Juntos, no ha contado con los recursos necesarios y el presidente parece querer llevarlo adelante con mucho voluntarismo y nada más. Quien sabe si pueda apuntarse un porotito más con la legalización de la marihuana.
DE AQUÍ EN MAS
Para el futuro, el panorama para la izquierda no puede ser más desolador. Para lograr un viraje hacia la izquierda, necesita al menos dos cosas: un programa de izquierda y un candidato de izquierda. Ambas cosas parecen difíciles de lograr. Porque además no alcanza con que el programa tenga aspectos de izquierda…además tienen que llegar a concretarse, cosa que como hemos dicho no necesariamente sucede.
Si bien la comisión de programa viene trabajando y es poco lo que se conoce, algunos síntomas señalan que el rumbo no ha de variar sustancialmente. El economista Jorge Notaro (economista con concepciones avanzadas y de cambio) que estaba trabajando en esa comisión en el área temática de la economía, acaba de retirarse porque lo que se viene imponiendo es la concepción del ministerio de economía, y porque además no se le permitía hacer públicas sus diferencias.
En cuanto a candidaturas, más allá de un fuerte movimiento desde las bases por candidaturas múltiples o alternativas, es más que evidente que el ex presidente Tabaré Vázquez contará con el apoyo mayoritario de los sectores y grupos del FA (recientemente el MPP, grupo fundado por el presidente Mujica, decidió su apoyo a Vázquez). Un Vázquez que, desde que dejó su investidura, no ha hecho más que mostrar a todo el mundo que es más conservador que lo que uno podía llegar a imaginarse. Su confesión de haber pedido ayuda a Bush contra Argentina, su participación descarada en el plebiscito por la derogación de la ley del aborto, sus planteamientos en torno al cambio de «actitud imperialista» de los EEUU y su llamado a una agenda común con el imperialismo, amén de sus disquisiciones acerca de lo obsoleto de los términos derecha e izquierda, son claras muestras de ello.
De manera que la situación es clara. Un Frente Amplio que se ha modificado sustancialmente desde lo que fue en su origen -una fuerza de izquierda que pretendía ser la alternativa al conservadurismo de la derecha- hasta transformarse en un partido tradicional más. Que como alternativa hacia el futuro presentará un programa conservador con un candidato más que conservador (tal vez el más conservador de los posibles) para llevarlo adelante.
Hace unos años, en Italia, se constituyó el Partido Demócrata, como fusión de los Demócratas de Izquierda (DS, social-liberales) y de la Margarita (ex -democristianos), conformación que sellaba definitivamente la mutación profunda de la izquierda proveniente del Partido Comunista Italiano. Al mismo tiempo, otros proyectos intentaban reconstruir los pedazos de la socialdemocracia dispersos por ahí.
Lo que importa traer a colación, es que el proceso nacía marcado por su subalternidad a las fuerzas social-liberales en el gobierno y que se configuraría como izquierda complementaria de gobierno, revelando la actitud de unos grupos dirigentes que redescubrían el valor de la realpolitik.
Del otro mundo posible se pasaba al otro gobierno posible…que vota la guerra, privatiza los servicios y las empresas públicas etc. Un camino incapaz de modificar las relaciones de fuerza, y que mostraba la consecuencias de una izquierda encerrada en la perspectiva de gobierno, fundada en una lógica de mediación e incompetente para pensar una alternativa a la izquierda liberal.
Hace pocos meses hubo en Italia elecciones municipales. El dato más relevante es que la abstención superó a los votantes.
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