Quien se aproxime a las páginas de diarios electrónicos o blogs de izquierda tendría serios problemas para formarse una imagen actual de Siria, por una parte Bashar Al-Asad es descrito como un gran humanista que defiende a su país del ataque combinado de los yihaidistas fanáticos y Estados Unidos, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, por […]
Quien se aproxime a las páginas de diarios electrónicos o blogs de izquierda tendría serios problemas para formarse una imagen actual de Siria, por una parte Bashar Al-Asad es descrito como un gran humanista que defiende a su país del ataque combinado de los yihaidistas fanáticos y Estados Unidos, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, por otra el temible dictador que no hace sino replicar por multiplicado el reinado de terror de su padre, Hafez al-Asad, tras la masacre de Hama de 1982, esta vez con la ayuda de Rusia e Irán.
Recordar que la crisis en Siria comenzó tras la violenta represión a civiles en respuesta a simples manifestaciones en 2011, en una réplica a la Primavera Árabe, todo antes que la pesadilla de Isis tomara forma.
Las atrocidades de su régimen y sus enemigos, sean estos radicales islámicos, potencias mundiales o los estados corruptos de Medio Oriente, han sido documentadas por informes independientes y reporteros tan prestigiosos como Robert Fisk o Patrick Cockburn, cuyos reportes parecen una isla de integridad profesional en medio de los evidentes sesgos, mentiras o medias verdades de la BBC, CNN, NBC, RT, Sputnik e Hispan TV.
La izquierda ha enfrentado desde siempre una disyuntiva de principios, conocidas son las disputas entre Lenin y Martov en la Asamblea Constituyente que sucedió al régimen de los zares. La Asamblea Constituyente fue perdida en forma abrumadora por los Bolcheviques, que eran minoría en los propios soviets, no obstante su resultado fue desconocido sin más por el tándem Lenin-Trotsky inaugurando una férrea dictadura policial.
Trostsky sabía de qué iba, en sus propias memorias consigna cuando, años antes de octubre de 1917, interrogó a Lenin sobre la forma cupular de adoptar decisiones, lejos de Rusia, por un puñado de personas, lejos de cualquier asamblea. «Adoptar decisiones así es una dictadura en toda la regla», dijo Trostky entonces a Vladimir, explicitando los principios.
«De qué te quejas», fue el título de un artículo de Emm Goldman dirigido a Trostsky cuando afrontaba la implacable represión de Stalin que abarca a toda su familia años después. Después de todo tocar a la familia del enemigo fue una idea del propio León en la lucha contra la aristocracia rusa, un resumen de su propia vida y principios.
El asunto no es desde luego sencillo, en Cuba no existían libertades políticas y hasta hace un tiempo no muy lejano las minorías sexuales eran condenadas a un campo de concentración, sin embargo, los pobres, una abrumadora mayoría en América Latina, encontraban más dignidad y derechos humanos en la isla, que en cualquier país de la región, donde la libertad de expresión parece una sofisticación de clase media, en medio del hambre y la falta de educación y salud.
En la propia región, Venezuela presenta un caso paradigmático del laberinto que enfrenta la izquierda con sus principios, el demoledor triunfo de la oposición en los comicios legislativos de 2015, fue seguido con desesperación por algunos intelectuales de izquierda que llamaban sin problemas a desconocer el resultado, mientras el gobierno hace un denodado esfuerzo por desconocer la voluntad de las mayorías, justificado suponemos en que los contextos justifican la ductilidad de los principios.
Lo cierto es que mientras la izquierda vive en su laberinto de principios, el mundo vive una encrucijada en la que probablemente no se ha hallado nunca en su historia.
Un reportaje en el periódico El País del domingo pasado informaba que «en los 4.000 millones de años que han pasado desde que estalló la vida en la tierra se han producido cinco episodios de extinción masiva de especies. El más famoso de todos ellos ocurrió hace 66 millones de años, en el Cretácico, cuando el impacto de un meteorito provocó la aniquilación de los dinosaurios y del 80% de las especies terrestres. Sin embargo, esta sexta extinción tiene una diferencia fundamental con las demás: nosotros somos los responsables» al referirse a la acelerada extinción de los mamíferos, una señal nada más puesto que se trata del retroceso del conjunto de los ecosistemas, donde el Cambio Climático es uno de los factores de mayor incidencia, como Antropoceno ha sido descrito adecuadamente el fenómeno, una descripción donde desgraciadamente el tiempo geológico no aplica.
Pero una gran parte de los habitantes de Estados Unidos de acuerdo a encuestas estima que el mundo se creó hace tres mil años y las teorías de Darwin y el Calentamiento Global son sólo mitos y leyendas.
Lo cual nos lleva a su nuevo líder.
La elección de Trump ha planteado un desafío escalofriantemente similar al vivido por Alemania a partir de enero de 1933. «Estados Unidos debe fortalecer y expandir en gran medida su capacidad nuclear hasta que el mundo entre en razón con respecto a las armas nucleares», dijo este jueves el nuevo líder, en respuesta el eterno presidente ruso, permanezca o no en la presidencia, Vladimir Putin, quien ha «pedido a los máximos jefes de sus fuerzas armadas el refuerzo del potencial nuclear del país mediante la incorporación de sistemas de cohetes capaces de superar de manera garantizada los actuales sistemas de defensa antimisiles y aquellos que se encuentran en desarrollo».
En medio de este debate sicopático la izquierda está en medio de un silencio que retumba.
La izquierda parece una fantasía masturbatoria donde el ciudadano de a pie rara vez cuenta, dijo una vez George Orwell, el respetadísimo Noam Chomsky ha agregado que no entiende muy bien a qué se refiere ser de izquierda.
Lo cierto es que mientras no nos enfrentemos con honestidad a la verdad la izquierda seguirá siendo y con razón un concepto vacío de significado justamente cuando el mundo reclama algo distinto acaso para su propia sobrevivencia.
*Periodista chileno
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.