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La lucha continúa en los documentales de Kurt Orderson

Fuentes: Rebelión

En sus largos y cortos documentales, el sudafricano Kurt Orderson arranca de las garras del olvido la historia familiar, personal y comunitaria de los habitantes de los Cape Flats, asentamiento en los suburbios de Cape Town al que, desde los años 50 y a causa de las políticas de segregración del régimen del Apartheid, su […]

En sus largos y cortos documentales, el sudafricano Kurt Orderson arranca de las garras del olvido la historia familiar, personal y comunitaria de los habitantes de los Cape Flats, asentamiento en los suburbios de Cape Town al que, desde los años 50 y a causa de las políticas de segregración del régimen del Apartheid, su familia se vió obligada a trasladarse junto a otros miles de desplazados.

Para Orderson, aprehender la historia es un ejercicio de encuentros con sus protagonistas, cuyos testimonios encuentran equilibrio y amplían su alcance en los documentos históricos que guían el análisis del director. En Breathe Again, su último trabajo, prosigue la línea de investigación emprendida años antes en The Prodigal Son, largometraje documental sobre la memoria personal y colectiva, en el que se embarcaba en un viaje en busca de las raíces del apellido familiar y que le llevaría de Cape Town a Barbados. Este periplo identitario, que comenzara reuniendo a todos los miembros del clan Orderson para tratar de encontrar pistas que le sirviesen como guía, le llevará a una concienzuda investigación sobre las razones de la llegada masiva de emigrantes de las Antillas a Sudáfrica. Incapaz de encontrar respuestas acudiendo a archivos y museos locales, Kurt se ve impulsado a deshacer el trayecto que su tatarabuelo hiciera un siglo antes para, tras recalar unos meses en los EE.UU. y experimentar la conexión instantánea con la gente de la diáspora, retornar a la isla caribeña originaria. Sin embargo, Barbados no será su última etapa; su viaje circular se completará en las aguas del Atlántico que bañan Cape Town, a donde volverá para compartir con su abuelo Derra y el resto de familiares sus descubrimientos sobre una identidad de líneas difusas y múltiples vértices compuesta de la historia esclavista, el pasado reciente sudafricano, la lucha por la liberación del régimen del Apartheid o la relación que los habitantes de las Antilla mantienen hoy día con África, llevándole a concluir que «no es importante tener lazos de sangre. Somos una familia esparcida por todos los rincones del mundo, y lo que nos mantiene conectados es la mística natural que fluye por el aire». Este fluir es la guía de trabajo de Orderson, quien ordena su narración orgánicamente haciéndola discurrir de una historia personal a un documento histórico, de un espacio real a un paraíso soñado sin provocar interrupciones bruscas en el espectador. Es a través del uso de entrevistas, del found-footage, de la recreación histórica a través de dibujos al carboncillo, de la voice-over que nos guía y con el vaivén de las olas del Atlántico como leitmotiv que las historias se van entrelazando para componer un marco amplio de reflexión de poderosos ecos simbólicos e históricos para la población africana y su diáspora. El agua funciona como metáfora sonora y visual que servirá de enlace narrativo y fundamento de la siguiente etapa de Kurt Oderson como documentalista y activista a favor de su comunidad: Breathe Again, su película más reciente.

Derick Orderson

En esta ocasión, el retrato de su tío Derick Orderson, activista y dotado nadador discriminado por la política racista del Apartheid, sirve al director para recuperar a uno de los muchos «héroes olvidados» a los que está dedicado el documental. A pesar de tener una plusmarca personal de 25.81 segundos en los 50m libres, tan sólo 2 segundos por detrás del record mundial del momento, Derick no pudo asistir a los Juegos Olímpicos. De haber sido oriundo de cualquier otro país la historia oficial de las gestas deportivas hubiese sido diferente, pero la segregración y falta de libertad de los deportistas negros sudafricanos en los años 70 impidió que compitiese a escala internacional hasta muchos años después. Lo personal y lo político iban inextricablemente unidos para quien crecía entonces en las Cape Flats sometido a decepciones y al terror diario del brazo militar represivo del Apartheid. La situación de desigualdad y discriminación constante provocó en este joven callado y humilde una engrega total en la lucha por la transformación de su comunidad, misión en la que ha perseverado día tras día como profesor de universidad, entrenador, fundador del Monwabisi Lifesaving Club en las proximidades del vibrante y conflictivo pueblo de Khayelitsha, y como nadador en múltiples competiciones a favor de la libertad de sus gentes. En los años 70, como tantos otros hombre y mujeres deportistas, hizo suyo el slogan del South African Council on Sport (SACOS): «No normal sport in an abnormal society» posicionándose contra la discriminación y protestando abiertamente por la situación de desigualdad en la que todavía vive la población negra sudafricana. El papel del SACOS en la lucha por la liberación del país como una de los brazos del movimiento de liberación, publicitando las abominaciones del régimen en la arena internacional, se intercala en la historia personal de Derick tomando su relevo y conviertiéndose en discurso central de un documental que recorre, a través de numerosos documentos históricos y entrevistas, la fundación del SACOS, los retos a los que se tuvo que enfrentar, sus logros y su legado.

Con la llegada de la libertad y la democracia a principios de los noventa, los postulados de esta institución se han olvidado, tal y como un viejo activista y deportista reconoce en un sentido mea culpa. De haber seguido sus enseñanzas: «hubiésemos llegado más lejos en la igualdad en el deporte, y nuestros jóvenes estarían compitiendo en los niveles más altos». Quedan por construir infraestructuras, desarrollar destrezas técnicas y crear asociaciones deportivas en las comunidades deprimidas para que existan las condiciones suficientes que lleven a que todo el mundo pueda operar al mismo nivel. Tal y como al final del documental nos recuerda la voice-over de Crystal (hermana del director que ya conocíamos por sus interesantes consideraciones en The Prodigal Son) sin este trabajo no se alcanzará la igualdad efectiva y veremos cómo el deporte seguirá siendo, como hoy, «un privilegio que sólo las élites se pueden permitir».  En un país en el que el deporte ha sido parte fundamental de la lucha política, entristece ver cómo los resultados están muy alejados de lo que soñaran hace tan poco aquellas mujeres y hombres deportistas, activistas que no dudaron en trucar la fama en el deporte internacional por un país en el que las oportunidades fueran las mismas para cualquiera de sus nacionales independientemente del color de la piel o la renta familiar.

Con personas como Kurt Orderson la lucha para lograr la igualdad en la Sudáfrica contemporánea sigue viva. Al perseverar en la concienciación comunitaria a través de la recuperación de historias de sus «héroes olvidados» éste y otros artistas demuestran, más allá de sus fronteras, que el camino marcado por los miembros del SACOS y sus camaradas combatientes no ha sido abandonado…

Blog de la autora: http://africaencine.com/2012/07/23/la-lucha-continua-en-los-documentales-de-kurt-orderson/