Reflexiones sobre la situación actual
I.- Contexto Económico, político y social.
El sistema capitalista venía desde hace por lo menos una década, tras la crisis del 2008, sufriendo el agotamiento progresivo de su modelo neoliberal, con una crisis profunda que trataba de realinear la economía a nivel mundial. En otras palabras, se pretendía reactivar el modelo explotador que venía sufriendo una baja sostenida en la tasa de ganancia. Esto se debe a la fuerte inversión de capital (que se hace en base a deudas) y al tiempo que se demora en recuperar dicha inversión en el mercado, situación que permitió que la deuda “corporativa” o empresarial se incrementara de forma ostensible.
En las últimas décadas se habían experimentado varias medidas económicas para sostener o incrementar la tasa de ganancia, pero que no fueron más que realidades efímeras. Entre estos intentos debemos recordar las burbujas tecnológicas, inmobiliarias o alimenticias, que permitieron por pocos años sostener las pingües ganancias, pero que al poco tiempo explotaban con la consiguiente crisis económica.
En este contexto, una vez más se repitió la premisa de extraer masas de capital productivo y redireccionarlo hacia el área especulativa, provocando un aumento de la inestabilidad y debilidad en la economía dependientes, producto de los capitales “golondrinas”.
Esta volatilidad vino acompañada por una nueva concentración geográfica de la industria, que aumento su productividad a base de una alta tecnología y bajos sueldos, que termino dirigiéndose hacia China, donde reinaba la mano de obra barata, un alto consumo de productos de bajo costo, un control férreo del tipo de cambio y un mercado cautivo, que aseguraba utilidades.
Esto insuflo una verdadera “burbuja industrial china”, que hoy es el motor de la economía mundial, donde gigantescas empresas, muchas de ellas norteamericanas, se encuentran extrayendo dividendos como verdaderos rentistas del sud este asiático. Sin embargo, esto significó que dejara a miles de trabajadores norteamericanos sin empleo, acelerando la baja en el nivel de vida, cierre de industrias, crisis en áreas como la automotriz, desprotección de su población, etc., abandonando el discurso de “interés nacional”, que retomó de forma distorsionada la campaña de Trump.
Contexto social.
Todo esto motivó que la burguesía que, hasta antes de este proceso “degenerativo”, se dividía dos sectores, claramente identificables, por una parte, el sector imperialista con intereses en todo el mundo y, por otra, una de carácter “nacionalistas” estadual o regional por su débil poder económico, en comparación con los gigantes del mercado mundial. Hoy se debe añadir, una tercera parte, que tiene una característica de “mutación”, ya que proviene del primer sector, que siendo imperialista en su origen, ve que no puede controlar el país que “explota”, por lo que se conforma con sólo extraer la renta por su patentes, productos o empresas en dicha región[1].
Esta confrontación evidente entre la burguesía “nacionalistas” más regional o estatal, la imperialista tradicional y la “mutación” rentista, ha hecho que la política norteamericana se vea estancada en sus decisiones, timorata en sus acciones y dubitativa en los argumentos. Con un debilitamiento constante y acelerado. Por esto no es extraño que en su interior las tensiones escisionistas resurjan con más fuerza, caso como Texas, es emblemático, aunque no el único.
Por su parte, la clase trabajadora expectante y pasiva, ve que sus condiciones de vida se le deterioran aceleradamente, transitando entre el populismo de la industria tecnológica y la demagogia seudo nacionalista de las industria armamentista y petrolera. Entendiendo, que dicha inoperancia, no sólo es en el juego imperialista, sino que es en el plano interno, donde ve que cada día aumenta la cesantía y los cierres de industrias, en el contexto de una inundación de productos chinos. Es decir, la crisis del sistema capitalista que muchas veces la vieron en los países que explotaba, hoy EE.UU. la tiene instalada en su interior, con el incremento de la pobreza, la cesantía, la violencia, etc., y lo está socavando lenta, pero de forma constante.
Esta crisis que venía sosteniendo de forma solapada, la pandemia del Sarz-Covid19 vino a desnudar en toda su amplitud, no se va a presentar con características eventuales, como la que se produjo durante la crisis del año ’29, ya que en ese tiempo EE.UU. era el “taller del mundo”, sino que de carácter permanente y degenerativa. Algo muy parecido sufrirá Europa. La que ha cerrado filas con su industria emblemática, declarándola estratégica, ya que el capital chino puede entrometerse con facilidad. Aunque debemos señalar que hasta 2019, China había comprado cerca de US$10 mil millones de dólares en bonos soberanos europeos.
Mientras la clase trabajadora se ve incrementada por la proletarización creciente de una pequeña burguesía desplazada de sus “emprendimientos”, por una burguesía nacional desesperada por mantener nichos de negocios o por una sobre abundancia de la competencia profesional, ve que su nivel de vida baja constantemente, llevándola a compartir destinos comunes con los trabajadores; cesantía, inseguridad, pobreza, incertezas, etc.
Esta situación con algunos matices, sobre todo en cuanto a la burguesía imperialista existente o inexistente en algunos otros países, se repite en Europa (Alemania, Francia e Inglaterra) y el mundo en general. Ante una contracción económica que se veía venir con años de anticipación, donde el FMI venía aplicando con fuerza, programas económicos restrictivos en los países que osaban desmarcarse de sus mandatos y luego regresaban por ayuda financiera, como Argentina, por ejemplo, la lucha de clases como la lucha interimperialista se desnuda con toda la claridad y abarca todos los países.
Pero al final, los grandes esfuerzos que realizaron el FMI y BM para evitar lo inevitable, es decir la contracción económica y la crisis general, se le presentó como efecto de una pandemia. Las múltiples medidas económicas nacional que buscaban rectificar y sobre llevar el modelo neoliberal que se agotaba con velocidad abrumadora, eran sólo para posponer la contracción mundial. Aterrada por la inestabilidad política y social debido a millones de desempleados, una población encrespada y una propaganda anticapitalista profunda, ve como la burguesía se retuerce en pro de encontrar una salida con estabilidad política. Pero, lo único que han entendido rápidamente, es que el modelo neoliberal no sirve para dicha tarea. Es por ello, que hoy vuelven a las viejas recetas keynesianas de liquidez por endeudamiento estatal, para dinamizar el mercado. Sin olvidar una vieja lección, que es que toda crisis conlleva concentración de capital y muerte de los bancos e industrias deficientes, lo cual la gran burguesía va a aprovechar sin miramiento alguno.
Contexto político.
El aspecto político se ha caracterizado en este período de agotamiento neoliberal, por tener tres sectores a nivel mundial, exceptuando China, Corea del Norte y Cuba. No por las mismas premisas, pero en rango general muy similares. Que no podremos tocar forma particular, porque nos alejaría del tema general.
El primero, cuya característica fue una implementación frustrada o a medias durante los ’90 y principios de siglo, hoy pretende escapar del neoliberalismo por medio de la reanimación de políticas keynesianas, donde la burguesía nacional pretendió por medio de la nacionalización de empresas y las riquezas nacionales, darle mayor viabilidad al capitalismo y minimizar la lucha de clases reanimando el estado como “arbitro”, ejemplos como los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela, Evo en Bolivia, entre otros, son emblemáticos.
Una variante de este sector fue el gobierno de Lula y de Dilma en Brasil, que pretendió fortalecer el Estado, para poder activar un asistencialismo al pueblo, pero sin tocar los intereses de la burguesía ni la propiedad de las riquezas nacionales, al igual que Kischner en Argentina. Podríamos caracterizarlos como gobiernos de tinte nacionalista pequeño burgués trasnochados y debilitados, ya que no pasaron de enfrentamientos discursivos y alegóricos, con afanes grandilocuentes.
El segundo grupo, son gobiernos en países que, no siendo totalmente neoliberales por sus economías industriales o filo industriales, disfrazaron el imperialismo con la ideología de la globalización, arrastraban un marcado proteccionismo económico. Hoy reaccionan a este agotamiento neoliberal con matices, escapando y aplicando medidas keynesianas, de un abierto proteccionismo como fórmula para mantener su industria, sus prebendas imperialistas o sus rentas. Ejemplos son EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Francia, etc. Todos y cada uno pretendiendo sobrevivir ante un creciente agotamiento del modelo (renegociando acuerdos comerciales) con el objetivo de traspasar los costos de la crisis a sus competidores o sus países o regiones dependientes.
El tercer grupo, está integrado por países neoliberales. Cada uno de ellos, fieles seguidores de las formulaciones del FMI y BM, que se negaban (niegan) a aceptar que existe un agotamiento del modelo, y emplazaban a los demás países que lo están abandonando evitar el proteccionismo. La mayoría de ellos, exportadores de materias primas y dependientes de los tratados comerciales que lo aferran a los vaivenes de la economía mundial. Por lo cual, están condenados a estar más abiertos a los efectos de cada crisis económica que se presente, debido a que por años han destruido la industria nacional y la agricultura, especialmente de granos. Los ejemplos van desde Chile hasta Ecuador. Pasando por gran parte de los países europeos, africanos y asiáticos.
Esta jerarquización se puede extender hacia el área de la sanidad, que coincide con la abierta destrucción del sistema de salud de carácter estatal.
II.- Pugna interimperialista.
En este panorama mundial los imperialismos se enfrentaron se forma cada vez más abierta. Desde que EEUU volvió a ser rector de la comunidad mundial, a fines de la década del ’90, donde se da cuenta que había perdido regiones de influencia a manos de antiguos aliados y comprende que la URRS le servía para contener las ansias hegemónicas del capitalismo europeo, japones y posteriormente chino. Es por ello, que los norteamericanos deben embarcarse en una estrategia de destrucción sus competidores; tuvo que volver a controlar Latinoamérica por el agresivo rol que estaba jugando Europa, lo cual logró sin mayores problemas. Ya antes lo había hecho en la crisis asiática con el Japón.
Pero en ambas situaciones, tuvo políticas distintas. No obstante aplastar a Japón y anularlo prácticamente estás últimas dos décadas, el país oriental hoy depende de EE.UU. para la defensa de una agresiva presencia China, por lo que se ha mantenido sumiso y a su diestra. En cambio, con Europa, luego de sacarla de Latinoamérica, se dio la tarea de socavar su “unidad”, y con ello al capitalismo alemán, con el objetivo de transformarla en un mercado cautivo. Llevando, incluso a la posibilidad de una guerra con Rusia, por la cuestión ucraniana. Sobre todo, cuando Alemania iba consolidando su acercamiento debido al gas ruso, lo cual logró. Esta situación definió a nivel internacional su “alejamiento” con los estadounidenses, lo que ha provocado sus múltiples desencuentros entre Merkel y Trump.
Cuando Japón y Europa, se mantenían en distintos niveles de dependencia con presencia norteamericana, se avocó a Rusia y China. Siguiendo una muy similar estrategia trato de arrinconarlos para controlar sus movimientos y sus aliados. Incluso provocó en varias ocasiones (Ucrania, Crimea, Siria, etc.) a Rusia para que se embarcara en una guerra contra Europa, pero hasta el momento Putin ha sido más hábil o quizás más paciente.
Por su parte, a China le ha aplicado la misma política que en Europa, ya que el país asiático ha implementado la vieja política norteamericana de la “diplomacia del dólar” (ahora es del yen) inundando con capitales Europa, América Latina, África y Asía. Aunque Beijing ha sido cautelosa de pretender provocar una confrontación abierta con los norteamericanos o erguirse en un liderazgo paralelo, en la economía mundial se ha transformado en la práctica en el “taller de mundo”.
Mientras EE.UU., ve como ha perdido su lugar en la producción industrial, sólo se digna en crear un cordón de contención alrededor del país asiático, con los tradicionales enemigos de China, como la India, Pakistán, Japón, con presencia en Afganistán, etc. Lo que ha empujado a Beijing a tener un creciente acercamiento con Rusia, en una alianza débil, pero muy peligrosa para los planes de hegemonía estadounidenses. Con lo cual es una virtual declaración de guerra, pero que no han pasado de las medidas económica y comerciales. Sin embargo, los espionajes; enfrentamientos en terceros países como Siria, por ejemplo; lucha de influencia en regiones y continentes; guerra tarifas comerciales; pretendida implementación de una guerra biológica, etc., han marcado estas últimas dos décadas entre el imperialismo norteamericano y chino.
Es en este contexto en que se desarrolla la coyuntura actual, no en un ambiente de estabilidad del capitalismo o parálisis del enfrentamiento interimperialista, sino de una sostenida crisis, que no han logrado detenerla y que con la pandemia se ha mostrado en toda su extensión.
En resumen, se presentan tres procesos fundamentales;
- Crisis terminal del modelo neoliberal en el contexto del capitalismo en decadencia.
- Búsqueda por la burguesía de la forma de cómo mantener la tasa de ganancia mediante el incremento de la explotación de los trabajadores, para lo cual necesitaba una contracción económica, que rebajara, mediatizara e hiciera desaparecer beneficios contractuales de los trabajadores, incrementando la cesantía, debilitando los contratos de trabajo, bajando los sueldos, etc.).
- Esperanzas de definir la multipolaridad internacional, sin llegar a una guerra abierta, que serviría para readecuar el sistema productivo eliminando los competidores, según los viejos preceptos de la competencia en el sistema capitalista.
III.- La pandemia y sus efectos políticos y sociales.
El surgimiento del coronavirus no se conocerá con facilidad en el mediano plazo o quizás nunca, debido al juego político interimperialista. Pero los efectos estarán muy claros al pasar los meses. Entre ellos, se encontrarán;
1.- Estancamiento económico por la paralización de las industrias y empresas a nivel mundial. Con la consiguiente destrucción de puestos de trabajo.
2.- Incremento de la cesantía entre los trabajadores, con la consabida pobreza entre las masas necesitadas de todo el mundo.
3.- Readecuación del mapa político a nivel mundial. Es claro que para Europa esta coyuntura, será el fin de la Eurozona o al menos el principio de un acelerado final. Transformando a este continente en tierra abonada para los nacionalismos burgueses, tipo Gran Bretaña, pero en un contexto de decadencia profunda.
El desarrollo de estos tres procesos, ratificarán que la lucha de clases se exacerbará. Los movimientos de masas y la lucha de los trabajadores por defender su inestable nivel de vida, llegará a un nivel de una lucha abierta.
Pero veamos estos procesos por separado;
1.- El estancamiento producto de una contracción económica, es sólo el agravamiento de lo que venía desarrollándose desde hacía una década que el economista M. Roberts, denomina la larga recesión. Por lo que no se puede acusar a la crisis sanitaria del coronavirus como la gestora de la crisis, sino que sólo de su agravamiento. La crisis, como dijimos, es producto de una baja sostenida de la tasa de ganancia, lo que se expresa en un aumento del capital constante y un tiempo, en extremo corto, para su recuperación, lo que implica un aumento de la deuda corporativa y su consiguiente escasez de liquidez, que hoy agrava la crisis.
Esto no implica que el capital desaparezca o simplemente se esfume, sino que los bancos y con ellos los carteles o grupos económicos se resguardan de la crisis traspasándoselas a los trabajadores. Es por ello, que el lenguaje burgués construye una imagen de que el “dinero se pierde” o que las inversiones se esfuman, pero en realidad se acumula en los grandes bancos, a la espera de que la economía se reordene por medio de la intervención del Estado.
En otras palabras, el Estado debe pedir préstamos a los grandes bancos de forma directa o indirecta por medio de la emisión de bonos, para poder reactivar la economía. El valor de los bonos depende de la situación política de cada país y los riesgos que implica. Estos préstamos, no se hacen con las mismas condiciones que el Estado presta a los bancos privados, con tasas que hoy están prácticamente en 0%, sino que, con resguardos leoninos, ya que de esta forma la burguesía financiera internacional y/o nacional se apropia de la liquidez necesaria y no arriesga el capital propio. Por su parte, el Estado debe restarle fondos a los gastos sociales para cancelar la deuda y sus intereses. De esta manera la burguesía transfiere los costos de la crisis a la clase trabajadora y la población en general.
2.- Mientras los trabajadores sufriendo la precarización del empleo, la cesantía y la incertidumbre, ven como los diversos gobiernos se niegan a una ayuda directa y efectiva, estos la redireccionan hacia la burguesía. Gobiernos como el de Trump, Bolsonaro, Duque y Piñera se erigen como los más reaccionarios ante los intereses de los trabajadores y los más escépticos y/o minimizadores de los efectos de la pandemia. Este negacionismo total o parcial, justifica su apresuramiento para poder volver a reactivar la actividad económica lo antes posible. Sin embargo, los otros gobiernos como Francia, Italia y Gran Bretaña que asumieron una actitud similar, pronto rectificaron, pero fue tarde para los miles de fallecidos. Gobiernos reaccionarios que han enfrentado las movilizaciones de los trabajadores con represiones abiertas, estas se han logrado aplacar u ocultar al confundirse con las cuarentenas voluntarias u obligatorias. Pero cuando se han flexibilizado las medidas de confinamiento, se han reactivado las protestas como en Francia o durante la misma cuarentena como en Colombia o con toque de queda en Chile, el 27 de Abril, etc. Sin nombrar las múltiples huelgas o movilizaciones del personal de la salud por no tener insumos, que se han repetido a nivel mundial.
3.- La geopolítica mundial se modificará en su dinámica de funcionamiento y las características de la interrelación entre los imperialismos. Sin olvidar la relación de estos con los países del mundo. El caso emblemático es Europa, con las crisis de Italia y España la correlación de fuerza se modificará substancialmente. Alemania ocupará la crisis para reforzar su poder rector y tenderá a la imposición de medidas draconianas, para reforzar su mercado cautivo, por medio del Banco Central europeo.
Por otra parte, los países más complicados como EE.UU., China, Irán, etc., han usado la política del enfrentamiento para poder minimizar sus ineptitudes o tardanzas sanitarias internas. Caso especial es Brasil, que teniendo una similar actitud que los países anteriores ha optado una política de abierto enfrentamiento interno interburgués y contra los trabajadores.
Interburgués debido a que la burguesía nacional se ha enfrentado a la burguesía estadual. Dicho enfrentamiento ha tomado la forma de posiciones contrarias ante la estrategia de la cuarentena y la protección de los trabajadores. Es claro, que este hecho se da en un proceso se “reacomodo” de los nichos de negocios al interior del país. Hay que recordar que Brasil hasta 20 o 30 años atrás, era un competidor tangencial de EE.UU. en la hegemonía de América de Sur, con una industria importante, intranquilizaba a los norteamericanos. Pero luego, de los sucesivos gobiernos que pretendieron ir salvando lo que les quedaba, terminaron con una economía en creciente dependencia, retrotrayendo a una basada en la exportación de materas primas, con lo que el imperialismo comenzó a precarizar la economía brasileña. Es por ello, que hoy existe un enfrentamiento entre la burguesía nacional más reaccionaria, que cambia el eje hacia el interior, ya que no tiene el poder suficiente para enfrentarse con los imperialismos (EE.UU., Europa, China o Rusia), por lo que hoy se enfrenta con la burguesía estaduales para arrebatarle sus nichos de negocios.
Por su parte, China se mantendrá durante este año en números azules en su economía, lo que significa que tendrá un crecimiento bajo, según los pronósticos internacionales, lo que podrá sostener el consumo de las exportaciones de otros países, aunque sea bajo. Aunque con la posibilidad cierta de que sufra un nuevo brote que puede ser mucho más fuerte que el de la región de Wuham. De esta manera el mundo capitalista pone sus esperanzas en China, ratificando su lugar a nivel mundial. Sin embargo, el deterioro de la economía norteamericana le pasará la cuenta al país asiático, debido a que es su socio más importante, más aún cuando Europa no pueda importar los niveles del año pasado.
Todo eso en un contexto de guerra abierta expresada en el valor del petróleo. Esta guerra comercial ha hecho que EE.UU., cerrara la producción de fracking en el Golfo de México, lo que provoca que dependa de las importaciones. Es por ello, que analistas internacionales ven que la desesperación norteamericana lo podría llevar a una aventura, tanto en Venezuela o en el Golfo Pérsico, para poder controlar el petróleo que necesita. Aunque cada día que pasa tiene menos recursos, tanto económicos como políticos, para poder sostener una guerra larga, menos con la hostilidad de China y Rusia.
IV.- Dinámica y algunas características generales de la pandemia.
Si hay algo que ha sorprendido en algo, es las similitudes a nivel mundial del proceso pandémico, cuyas características se repitieron de forma casi calcadas;
- La preocupación de los gobiernos por la economía, léase utilidades y sobrevivencia de la burguesía.
- El paso del escepticismo a la histeria en poco tiempo y, de esta a la “nueva normalidad”
- La presión de la población hizo que los gobiernos fueran tomando medidas más restrictivas. Demostrando la iniciativa timorata de los gobiernos.
- La manipulación, tergiversación y secretismo en la conducción de la pandemia, especialmente en el número de fallecidos o la extensión de ésta.
- La asimilación como fracaso del número de los fallecidos y la inutilidad del sistema de salud con el “prestigio” de los gobiernos, a nivel local. En ciertos casos a nivel internacional, como el de EE.UU., China, G.B., etc.
- El incremento del apoyo a los gobiernos (encuestas) ante la incertidumbre provocada por la pandemia, en un inicio, y un posterior desgaste más acelerado cuando se “normalizó” la aceptación de su existencia en la población.
- El desplazamiento del eje de la política interna, hacia problemas internacionales, como forma de minimizar las críticas. Ejemplos de ello, es EE.UU., Irán, China, etc.
- El rol de la prensa en cuanto a la histeria, que en un primer momento les sirvió a los gobiernos para la cuarentena voluntaria y, posteriormente en la obligatoria, le fue restando apoyo en la etapa siguiente. La abierta manipulación de la prensa en sembrar confusión e incertidumbre, fue reemplazado al son del gobierno de turno, por nuevos relatos como el de la “nueva normalidad” o el “regreso seguro”, que relativizó y banalizó el número de los contagiados, la extensión del problema y el incremento de los fallecidos. Todo con el objetivo de enmascarar la incoherencia del discurso oficial y centrar la culpa en la población insensible e irresponsable.
Estas y algunas otras características han permitido establecer con seguridad que la tardanza, la inoperancia, la actitud timorata y en algunos casos francamente criminal, no fue (y no está siendo) personal o particular, sino que responde a unas características compartidas por los gobiernos. Por esto debemos señalar que estos responden;
- Al sistema capitalista y al modelo neoliberal implementado por la burguesía, que busca cumplir con la tarea de mantener la tasa de ganancia a toda costa.
- A una burguesía depredadora, tanto con la naturaleza como con la humanidad. En cuanto a la depredación de los recursos naturales como la explotación de los trabajadores.
- La protección a toda costa de las ganancias de la burguesía por encima del bienestar de la clase trabajadora o cualquier otra clase.
- Haber centrado sus ejercicios económicos en buscar utilidades en todos los ámbitos de la actividad humana, transformándolas en un mero negocios, como es el caso de la salud de la población. Dejando de lado la salud pública y desmantelándola, por lo que hoy sufrimos las consecuencias. Incluso, en plena crisis los gobiernos insisten en tomar medidas económicas en beneficios de intereses particulares (clínicas privadas).
- Implementar un auxilio a las grandes empresas, escudándose en una ayuda generalizada.
- Hacer pagar los costos de la crisis a los trabajadores, como hemos dicho más arriba.
- Seguir desmantelando al Estado y depredando los recursos naturales, para cancelar los costos de la crisis y mantener la tasa de ganancias a la burguesía.
Sin duda, esta coyuntura mundial abre la situación política, pudiendo derivar hacia un proceso contrarrevolucionario o un proceso revolucionario. En un contexto de disgregación mundial (múltipolar) se abre la posibilidad del resurgimiento de un gendarme internacional. Esto en una perspectiva de enfrentamiento interimperialista abierta como está, transforma el periodo en un momento de extremo cuidado.
Ante lo cual, las masas del mundo tienen la palabra. En esta coyuntura se han mantenido a la expectativa atemorizadas, enclaustradas e incluso desarmadas ideológicamente. Pero sí de esta situación política sales convencidas de;
a.- Que se debe fortalecer la salud pública a toda costa.
b.- Que, no obstante, la verborrea neoliberal del “emprendedor” como ícono del esfuerzo moderno, siempre han sido los trabajadores los que cuentan para mover el mundo. Por lo tanto, resurja un auto reconocimiento, una auto valoración y el respeto por la labor productiva, que tendrá como expresión básica, la toma de conciencia como sujeto político.
c.- Que el Estado debe ser responsable directo del bienestar de la población.
d.- Que el Estado debe tener el control de las riquezas nacionales y de los fondos de pensiones, como base económica fundamental para el sistema de salud y educación.
e.- Que como sujeto político, la clase trabajadora, refuerce la unidad y la solidaridad, mediante intensificación de la lucha de clases y su expresión más básica en pro de sus intereses, que es la huelga.
De esta manera, la clase trabajadora comenzará a pasar a la ofensiva en contra la burguesía nacional e internacional.
La situación política y los efectos de la pandemia en Chile.
Chile no ha estado ajenos a esta pandemia y ha comenzado a sufrir sus efectos. Pero a diferencia de los demás países del mundo, Chile venía de un proceso de alzamiento popular, que hemos denominado, en los artículos anteriores, Revolución Democrática, que sigue estando abierta.
Esta situación se ha caracterizado por tener un gobierno tambaleante, que sólo sobrevivió a su caída por la ayuda de la oposición burguesa y pequeñoburguesa, expresada en las organizaciones políticas, desde la DC hasta el PC, pasando por el Frente Amplio y el PS, cuando firmaron el acuerdo de noviembre. Ya que este, no era más que el salvataje del modelo neoliberal que la burguesía financiera exportadora, les “obligaba” a sostener.
Posteriormente, cuando se había hecho claro, que durante los meses del verano no había descendido el malestar de la población y que en marzo se retomaría con fuerza, el gobierno no sobrepasaba el 6% de aprobación. Cundo los secundarios se comenzaban a encargar, de dejar en claro, que la normalidad iba nuevamente a crujir, se realizó la manifestación gigantesca del 8 de Marzo, cuya transversalidad giraba en dos ejes; reivindicaciones feministas y una abierta oposición al gobierno de Piñera. Con ello, se podía presagiar una multiplicación de malos momentos durante el primer semestre para el gobierno.
Es en este contexto en que empezamos a sufrir los efectos de la pandemia que azotaba al mundo.
I.- La pandemia y sus etapas.
Sin embargo, como la realidad es dialéctica, la coyuntura político social debe dar paso a la pandemia que viene a incrementar la base de apoyo del débil gobierno en una primera etapa. Este lógico incremento, debido a que en los inicios la histeria fue desatada, producto en gran parte del sensacionalismo del periodismo televisivo, la población buscaba confiar en quien pudiera sacarlos de la crisis. Con las Iglesias cerradas, la nula interacción social, el enclaustramientos voluntarios u obligatorios, el corte de las redes de apoyo, etc., fue una modificación dramática de la realidad para millones de personas. Es por ello, que la agresiva campaña comunicacional del gobierno, cae en un terreno abonado para la propaganda. Se trató, por todos los medios posibles, presentar a Piñera como el líder que se necesita. Se le intentó dotar con cualidades como líder cercano, comprensivo, eficaz, contundente, etc., pero que se fueron diluyendo con el paso del tiempo, por sus mismos errores. Aunque el oficialismo entendía que dichas esperanzas estaban asentadas no en las cualidades personales Piñera, sino que en las sobredimensionadas esperanzas que la población tenía en encontrar un liderazgo, ante el futuro obscuro que se le presentaba (cesantía, pobreza, etc.).
Discurso tras discurso, se pretendió establecer un liderazgo que la población en general veía con incredulidad, pero que un grupo pequeño entre los adeptos iniciales, logró atraer. Es por ello, que no es de extrañar que alcanzara su peak, en un 15%[2], a un mes de iniciar la coyuntura (al 26 de abril). Tomamos como referencia la encuesta de Pulso Ciudadano y Datainfluye, no la realizada por Cadem, que se ha mostrado como un vergonzoso vomito ideológico y mercenario del régimen político. Lo extraño es que no subiera más el apoyo a Piñera, aunque esto se explicaría debido al estallido social de Octubre.
Pero como dijimos más arriba, las coyunturas políticas, son procesos que si no te beneficias de ellos en los momentos de ascenso, tendrás que sufrir las consecuencias en su descenso.
Todo proceso tiene etapas, desiguales, discontinuas en muchos casos, pero combinadas, que podríamos caracterizar de forma simple en; ascenso, desarrollo y descenso. En este caso el gobierno se encontró con un ascenso caracterizado por la incertidumbre que llevó a una verdadera histeria colectiva; para luego pasar a un desarrollo que se ha comenzado a dar, quizá prematuramente, con una normalización de la pandemia (acostumbramiento); para concluir con un descenso que se caracterizará por una reflexión de las consecuencias de la pandemia y los efectos socio-económicos, que llevarán a una desesperación por la apremiante situación económica.
En la primera etapa, el segundo aire que en algún momento pretendió insuflar al gobierno, no le alcanzó para recomponer confianzas entre su electorado. No por ser poco el empuje, sino porque tenía que revertir un proceso de desprestigio ganado desde octubre. No bastó con bombardear a la población con sucesivas cadenas nacionales y puntos de prensa de Piñera, ya que lo poco y nada que podía ganar con estas alocuciones llenas de clichés y en extremo repetitivas, perdía con las dificultades que tenía para enrielar a su sector y a los ministros. Estos le habían perdido o deteriorado el respeto desde octubre, por su inoperancia y por el alejamiento de la primera línea, aun vergonzoso segundo plano. Todos recordaban que para apaciguar en algo la ira ciudadana, tuvo que evitar su exposición, por lo que todos veían con buenos ojos que pretendiera asumir el liderazgo repentino.
Errores comunicacionales, discursos confusos y repetitivos, falsedades obvias (como la preparación del gobierno desde el 3 de enero o el no contar los casos asintomáticos desde el principio), conflictos entre ministros y alcaldes, vocerías autoritarias, arrogantes y distantes, tardanza en tomar medidas, decisiones a destiempo, seguidismos a los alcaldes, etc., demostraron otra vez la incapacidad política de Piñera y su gobierno. Que sólo sobrevive por una oposición ausente, sin ideas, incapaz y comprometida con la burguesía de salvar el modelo.
II.- Las sucesivas etapas.
En la primera etapa era el momento más propicio para el posicionamiento político de Piñera, como hemos visto. El gobierno a pesar de sus deficiencias y la inexistencia de un interlocutor, de manera forzada logró un discurso meridianamente coherente; “Quédate en casa”; “Mantiene el aislamiento social”; “Protege a tus adultos mayores”; “a fines de abril y principios de mayo estará el peak de la pandemia”, “toque de queda para resguardar a la población”, etc.
Pero, no obstante, la pugna entre la mínima coherencia política del gobierno y los intereses de la burguesía financiera y exportadora, terminó demostrando que las presiones de esta eran más fuertes. Bastó que dos empresarios (y luego una visita a La Moneda de la SOFOFA), salieran diciendo que la normalidad debía ser reinstalada, no importando la pérdida de vidas, para que el gobierno, a los pocos días, cambiara el discurso. Para comenzar a instalar un nuevo relato confuso y voluntarista titulado “Hacia una nueva normalidad”, que tras las críticas generalizada reemplazó por uno no menos polémico denominado “retorno seguro”.
Sin embargo, a Piñera no le molestaba la idea de volver a la normalidad, el problema era los tiempos. Mientras el empresariado presionaba para que fuera lo más rápido posible, el gobierno pensaba en que debía esperar el peak de la pandemia. Ya que el gobierno, tenía pensada implementar la segunda etapa, cuando, las medidas económicas para “proteger el empleo”, que significó la suspensión de miles de trabajadores y el pago del sueldo por medio del seguro de cesantía, se consolidara. Debido a que, si era muy rápido el reintegro, quedaba en evidencia que las medidas no iban en ayuda de los trabajadores, sino del empresariado. Permitiendo que la burguesía no asumiera los costos de la crisis, traspasándoselas a los trabajadores.
Pero la presión fue insoportable, la burguesía entendía que los objetivos; el despido de 300 mil trabajadores, que las grandes empresas se pudieran adherir a la nueva ley y que se suspendieran a miles de trabajadores (516.000 al 27 de Abril), ya se había logrado. Se había puesto a resguardo al gran empresariado.
Con esto quedó claro, que el modelo neoliberal y el capitalismo en Chile, no iba a permitir que la crisis corriera a cargo de la burguesía. Protegiendo con uñas y dientes los fondos y ganancias de las AFP, el capital volvió a tomar la iniciativa, ante una perpleja clase trabajadora, que volvía a la postura defensiva. Ni un mes, el mundo empresarial pudo correr con los sueldos de los trabajadores, echándolos a la calle. Se reeditaba el régimen reaccionario ante la pasividad de los trabajadores que veían como se le iban restando mecanismo de defensa.
Sin duda, el influjo de esta “primavera reaccionaria legalista”, “autoconvenció” al régimen, apoyado en la encuesta CADEM, el sentimiento de “winner” (de ganador) y las pretensiones de una administración empresarial exitosa, más el ejemplo de países como Alemania, donde se comienza a flexibilizar las medidas de confinamiento, para impulsar la idea de ir en contra de lo que se había asegurado desde el inicio, a saber “que a fines de abril y principios de mayo estaba el peak de la pandemia”. Esto los llevó a instalar la política de obligar a los funcionarios públicos a volver al trabajo presencial. Política que reeditaba la lógica de los primeros días, del discurso incoherente, el enfrentamiento entre ministros, con los alcaldes, mientras la población volvía a recibir el golpe de incertidumbre que chocaba con una normalización ganada, a costa de las necesidades básicas insatisfechas.
Sin duda, esta segunda etapa, comienza con un nuevo zigzagueo político. Donde lo ganado en beneficios de la burguesía, es directamente proporcional en réditos para el gobierno. Allanado el camino para un desgaste mayor, gracias a la confusiones y contradicciones de un gobierno que cada paso que da, es un esfuerzo hercúleo por mantener la unidad del gabinete y su sector, que gira en otra lógica que tiende a la disgregación.
Es claro que esta etapa se enmarcará en los resultados reales del incremento de la pandemia y su fusión con el frio del invierno y sus enfermedades estacionales. Más allá de las estadísticas que la periodista Alejandra Matus pone en duda, al plantear el número de fallecidos “anormalmente incrementado” en marzo y una eterna búsqueda del peak de la pandemia, la realidad establecerá que lo más álgido se parecerá más a una meseta extendida con puntos muy altos, que un sube y baja en un par de semana, lo que tensará aún más la débil unidad del gobierno debido a las diversas estrategias planteadas en su interior.
Al parecer existe un convencimiento infantil en el gobierno sobre los efectos de la incertidumbre de la población por el aumento de la cesantía y de la pobreza, que incrementará una cierta oposición a las manifestaciones, cuando comience a reactivarse la economía y el empleo sea el catalizador y atenuador de los sentimientos de rebeldía. Apuesta arriesgada y muy confusa de parte del gobierno. Ya que para llegar a estas conclusiones se asientan en premisas equivocadas. Se parte, de la idea que la pobreza, al igual que en dictadura, focalizará las protestas en los barrios populares y que la pequeña burguesía tenderá a estar tan desesperada que se alejará de las calles, buscando con ello, el cobijo del capital o cierta liquidez en el gobierno.
Dos premisas que difícilmente están bien concebidas, ya que hoy las diferenciaciones entre la pequeña burguesía y la clase trabajadora es infinitamente más atenuada que bajo la dictadura, ya que el proceso de proletarización y la sobre dimensión de profesionales liberales en el país, han llevado a una mimetización social, más profunda que lo que se percibe. No obstante, siempre existe una costra arribista, pero el grueso mantiene los lazos con la población, barrio o villa que lo vio nacer, no solamente de carácter sentimental, sino fundada en su misma situación socio económica profundamente inestable.
No cabe duda, que las protestas y cacerolazos que han comenzado a sentirse en distintas ciudades y sobre todo el 27 de abril, es un ensayo focalizado de la realidad que se comenzará a sentir en la tercera etapa, que como hemos señalado se caracterizará por una “reflexión de los efectos, activa”. Donde el gobierno cargue con las decisiones que ha tomado y la falta de liderazgo.
III.- Situación política.
Desde Octubre del 2019, Chile sigue estando en una crisis política abierta, caracterizada, como dijimos en los artículos anteriores por la profundo deterioro del régimen político y, especialmente, del gobierno. Todas y cada una de las instituciones están en crisis, el Ejecutivo, el Parlamento, los partidos políticos, la Iglesia, las FFAA., etc., y la pandemia vino sólo a confirmar lo demostrado con insistencia, que son profundamente inoperante.
Pero a que se debe que un gobierno tan inoperante, con una oposición inservible y unas FFAA tan desacreditadas, no haya caído. Simplemente por la falta de una dirección política revolucionaria que dirija los esfuerzos de las masas explotada hacía su liberación. No ha bastado el gigantesco empuje de las masas, debido a la traición de las organizaciones políticas que creían que defendían sus intereses. Este proceso complejo de frustración con empuje de rebeldía, que está sufriendo la clase trabajadora, conlleva un periodo de búsqueda de una nueva representación política y un programa que lo represente. No será fácil, pero con la fuerza, la convicción y la lucha en contra del régimen de Piñera, logrará realizar esta etapa de construcción de una alternativa clasista y revolucionaria, no sin problemas, pero lo hará.
El estado de enfrentamiento en las calles, que perduró desde octubre y que hoy tras un interregno de incertidumbre, vuelve a ocupar su lugar para defender incluso la vida, debido a que el gobierno se niega a decretar cuarentena, como es el caso de Mejillones o de Antofagasta, se mantiene tan vivo. El sentimiento de repudio generalizado contra Piñera, se expresa en cada una de las manifestaciones que mantienen la esperanza de la victoria de la revolución democrática.
Por su parte, la burguesía y sus representantes políticos conscientes o “inconscientes”, léase desde Kast hasta el FA y la timorata dirección del PC, han permitido que el gobierno, no obstante, su zigzagueo pueda gobernar sin mayores obstáculos. Los problemas han venido de parte de las masas movilizadas.
Es tal el desprecio por los trabajadores que tiene el gobierno, que incluso alcaldes de su propio sector político deben salir en defensa de la comuna, no por un espíritu altruista, sino porque saben que tendrán que pagar los costos políticos ante un gobierno que entiende que su derrota ya está oleada y sacramentada.
Piñera, se autoconvence que puede seguir blandiendo las insignias de un apoyo político y de una recomposición electoral, pero la realidad le dice que ha llegado a su punto más alto. Por lo que comenzará a caer nuevamente debido a los efectos que provocará la política clasista (en defensa de la burguesía) que implementa y el choque con la realidad que conlleva la condena de la clase trabajadora.
Esto determina que Piñera siga siendo reo de dos dinámicas, que se presentaron desde el inicio de su gobierno;
1.- Que ante la pasividad del gobierno la población se queda paralizada y expectante. Por ello, desde mediados de marzo a principios de abril, Piñera sube en las encuestas, ya que la población estaba esperando que hacía. Este pequeño “momentum” político, donde las expectativas, fueron más fuertes que la frustración, tendió a un compás de espera. No era el primero, ni el más largo, pero la “paz social” reinó.
2.- Pero, ante el mínimo atisbo de movimiento o iniciativa política que quiera tomar el gobierno, la población, en general, comprende que terminará perjudicada, aunque un sector pequeño esperaba que las medidas los beneficiara. Este sentimiento de perjuicio colectivo de parte del gobierno determina que se vea la movilización, la protesta y la organización como instrumentos legítimos para enfrentar las políticas del gobierno. Ante el más mínimo movimiento surge la oposición instintiva y natural de una clase explotada cansada del régimen.
Es en esta coyuntura, que no obstante su mínimo incremento en las encuestas, Piñera no pueda salir a la calle. Es un gobierno enclaustrado, visto por la población como ajeno y distante de sus intereses.
IV.- Lo que viene.
Lo anterior, hace que los meses que se aproximan sean de alta tensión, por lo que muy pocos se atreven a lanzar un pronóstico, ya que la carga de enfrentamiento social será gigantesca. Esto se deberá a que;
1.- La crisis política abierta el 18 de Octubre todavía no se cierra y debe tener un final. Esta situación prerrevolucionara en el contexto de una revolución democrática que tiene los límites de un régimen democrático burgués, que se enfrenta al movimiento de masas con un gobierno débil y dubitativo, no puede perdurar mucho más tiempo.
En otras palabras, o el movimiento social derrota al régimen y hace que Piñera renuncie (adelantando las elecciones o dejando el poder súbitamente) o existe un aplastamiento de las reivindicaciones populares por medio de la fuerza. Esta última opción, es tanteada y preparada por Piñera, ya que a hecho un gasto enorme con el toque de queda que dota de una remuneración elevada tanto a carabineros como a los militares, más la compra del material represivo (guanacos, zorrillos, etc.) y dos barcos de guerra dados de baja por la armada australiana, determina que pretende atraer sus favores para una eventual represión abierta a la población. No obstante, esta posibilidad cierta, Piñera se excusó de encabezar el acto de aniversario de carabineros el 27 de abril, porque no está dispuesto a solidarizar con el desprestigio de la institución, con la propia le basta.
Existe una tercera opción, difícil y compleja, pero en política, todo puede pasar. Esta implica que el régimen tenga un vuelco reaccionario y logre controlar la situación política mediante prebendas, negociaciones y chantaje económico y social. Para ello, Piñera tiene que lograr revertir la desconfianza popular, con un;
A.- Mejoramiento de las expectativas económicas y sociales por medio de un paquete de medidas focalizadas en la pequeña burguesía, para que abandonen el movimiento;
B.- aúne a la burguesía tras él, y con ello la oposición se sienta obligada a seguir dándole sustento político y, por último,
C.- salga airoso de la crisis sanitaria.
Sin duda es una tarea titánica, para un gobierno débil, zigzagueante, personalista y con los niveles de aprobación más bajos de la historia. Pero hay un aspecto de los tres, que para Piñera es imprescindible y que ha venido logrando lentamente, cual es la unidad de la burguesía tras su gobierno, obviamente a costa de beneficios económicos y el traspaso de la crisis a los trabajadores. Pero este apoyo sólo le permitiría un acto de fuerza, pero no de “paz social”. Para esto es absolutamente necesario que logre atraer a la pequeña burguesía ávida de apoyo económico y que se encuentra expectante ante las medidas del gobierno. Sin embargo, con la política del gobierno de dotar a la burguesía financiera la capacidad de evaluar y distribuir el capital que iría en su ayuda, sólo hace que se incremente la diferencias entre esta clase y Piñera. Con esta política el gobierno viene a colocar una lápida a su posible reencuentro electoral con la pequeña burguesía que se sentirá estafada nuevamente.
2.- La crisis económica con cesantía y aumento de la pobreza. Siguiendo a los economistas la cesantía tendría que subir a dos dígitos durante estos meses, lo que provocará un fuerte remezón en la economía nacional por debilitar el consumo. La clase trabajadora con esta crisis retrocederá a los niveles de los años ‘80, donde reinaba la desesperanza, campeaba el PEM y el POJH[3], los sueldos de miseria y un consumo centrado en sólo la alimentación.
Lo que para la burguesía será una “rectificación” de la economía centrada en el consumo sin base productiva real, fundada sólo en el crédito, para el trabajador será una crisis profunda de disponibilidad de liquidez para alimentación, arriendo y pagos de servicios básicos. Retomando el uso de una economía natural, cooperativas de compras, ollas comunes y un incremento de los problemas sociales conlleva la cesantía y la pobreza, cargada por la incertidumbre.
3.- Movilización social y descontento generalizado entre los sectores poblacionales, estudiantiles y laborales. Sin duda, en este sector se concentrará lo más dramático de la crisis económica. En un principio con una actitud introvertida (depresión, frustración, ira, individualismo, etc.), pero será tarea de la vanguardia de la clase trabajadora empujarla hacia el proceso colectivo y la protesta social en contra del gobierno. Los estudiantes, en especial, se volverán a transformar en el catalizador de las tensiones socio políticas de las familias donde la ira retenida se fusionará con las necesidades básicas insatisfechas.
Es de aquí donde el descontento y la protesta social resurgirá en torno, ya no en la salvación individual, sino en un programa colectivo, donde la conciencia política jugará un rol fundamental para poder abrir un camino hacia la solución de sus problemas. En otras palabras, las masas despertaran de un largo sueño que duró ’30 años, donde el consumo a crédito obnubilo su mente y opaco su conciencia, transformándolo en un individualista inconsciente y egoísta que está tomando conciencia de la peor forma. El otrora defensor de “su empresa”, hoy ve que, ante la menor dificultad, es desplazado y desechado a costa de sus ahorros del fondo de cesantía o simplemente despedido. No importaron, los miles de millones ganados, acumulados por las empresas y repartido entre sus accionistas (ejemplo CENCOSUD), sólo se buscó no perder su dinero a costa del trabajador.
Sin embargo, este es un proceso que generará conciencia política, que tendrá que ser moldeada por la experiencia de lucha, pero acompañada por una vanguardia socialista y revolucionaria, que logre un programa que contemple las esperanzas más sentidas de las masas. No basta con gritos y consignas, hoy se debe levantar una organización que luche consecuentemente por eliminar el modelo neoliberal, defendiendo los recursos naturales y las necesidades de las grandes mayorías.
4.- Deslegitimación de la oposición política y nulo contacto con las necesidades de la población. La oposición política parlamentaria al gobierno Piñera la podemos separar en dos sectores;
a.- La oposición burguesa que va desde la DC hasta el PS. Este sector gira en torno a las necesidades de sus “inversionistas”, es decir, de quienes representan. Tanto, la DC y los demás como el PRSD, PPD y PS, son una expresión más de los tentáculos con que la burguesía controla a las masas y las mantiene en el modelo neoliberal, para extender la existencia del capitalismo explotador. Su verborrea oculta sus intenciones. Incluso su historia, que da más de algún ejemplo de militancia consecuente y clasista como es en el caso del PS, hoy le ayuda para oculta su rol vergonzoso del sector más leguleyo, que siempre tuvo, y que hoy controla sin contrapeso la organización.
Este sector representativo de la burguesía, hoy sólo espera que Piñera haga el trabajo sucio (léase aplastamiento de las masas) con el menor apoyo público, no así en privado, debido a las necesidades que le expresa el empresariado que se centra en la importancia de sustentar el modelo de explotación. Su participación es tangencial, timorata y muy expectante, obviando los casos de muertos políticos como Ricardo Lagos, que cual “pope” pretende dirigir a sus discípulos hacia una desvergonzada defensa de los intereses de sus patrones, no entendiendo que ninguno está dispuesto para una muerte política prematura.
En el segundo sector, está la oposición pequeño burguesa, tanto de derecha como de izquierda. Aquí podemos ubicar al Frente Amplio y al PC. Ambos juegan el rol de incomodar al gobierno y a la oposición, cual niño asustado, que se niega a crecer. Es decir, ambos tantean políticas oportunistas incapaces de generar un programa concreto. Esto se debe a que como un sector social que pretende obtener prebendas de las clases burguesa, por medio del gobierno (participar en el juego político parlamentario, por ejemplo) necesitan su venia. Por lo que no pretenden afectarla en su estructura real de poder, es decir sus intereses económicos. Algún psicoanalista, podría decir que están en la etapa infantil de su desarrollo. Pero esto no le quita la posibilidad de reclamar y gritar consignas, que luego tienen que explicar o desechar. Proponer soluciones, pero evitando enfrentar al sistema que los puede desbancar. Tantean independencia y luego corren a cobijarse en el seno de la institucionalidad.
Esta actitud es mucho más grave en el PC, por su historia y su imagen. Pero ya, sabemos que su historia está marcada por su infantilismo crónico dominado por un stalinismo de primera hora, que transmutó en un oportunismo pequeños burgués, con pretensiones keynesianas, que oculto tras su permanente victimización de los derechos humanos, como si fuera su máximo objetivo, ya que la revolución o el socialismo lo habían declarado muerto desde los tiempos de la política de “humanización del capitalismo” de Gladys Marín.
V.- ¿Qué Hacer?
Todo esto implica que ante un gigantesco movimiento de oposición y una crisis económica que pegará muy fuerte en Chile, con su seguidilla de cesantía y pobreza, la izquierda socialista y revolucionaria tiene que, desde ahora, avocarse a avanzar a la constitución de un programa popular y revolucionario, que aglutine a las masas tras objetivos concretos. Constituyendo así la base para una organización revolucionaria clasista y disciplinada, pero amplia y autocrítica.
Sin duda alguna, estamos en una coyuntura extraordinaria, la decadencia de la oposición socialdemócrata oportunistas y leguleya. Por lo que las esperanzas de las masas, permiten llegar a ellas con un discurso de clase y revolucionario, haciendo carne sus reivindicaciones mínimas y transformarlas en un puente hacia la comprensión de la necesidad de una nueva sociedad de carácter socialista, democrática, participativa y donde reine la libertar, lejos del estereotipo contrarrevolucionario stalinista. Para ello,
- Debemos comenzar generando grupos activos y participativos, de discusión y acción en cada lugar, grupo o sector donde se encuentre la conciencia de clase desarrollada de forma instintiva, para profundizarla y canalizarla.
- En cada sindicato y población se debe promover la solidaridad de clase y la lucha colectiva ante la política burguesa.
- Ante la represión del gobierno, fortalecer la organización y coordinación entre sectores para su expulsión.
- Para todo esto se debe promover permanentemente la inclusión de pobladores, estudiantes y trabajadores, en cada lucha, respetando su lugar, su nivel, su fuerza y su condición. Las vanguardias sirven sólo cuando son representativas de las necesidades del pueblo, emergen de sus profundidades y actúan coordinadas y en representación de este y para su bienestar. Cualquier otra cosa es voluntarismo autoflagelante y heroísmo absurdo.
¡Por el pago íntegro del sueldo mientras dure la pandemia!
¡Reemplazo de la ley de protección del empleo por una que beneficie al trabajador!
¡Por la moratoria del pago de luz, agua y gas por el tiempo que dure la pandemia!
¡Por el retiro de fondos de las AFP a cargo de las ganancias de las empresas!
¡Por una ley que prohíba el reparto de utilidades de las empresas y que con dichos fondos se cancelen los sueldos de los trabajadores despedidos o suspendidos!
¡Por la expropiación del 10% de las fortunas más altas, para ir en ayuda de los más necesitados!
¡Por una ley que obligue traer las inversiones de capitales nacionales en el extranjero, para crear empleo!
¡Por el Socialismo Siempre!
1/ Es claro que este sector, no obstante, su agresividad política, en su interior entiende que está derrotada. Al no poder imponer sus criterios a China, se conforma con extraer plusvalía, pero entiende que sólo es una etapa que no durará mucho tiempo, ya que la industria nacional irá absorbiendo lenta o aceleradamente, según el rubro, lo necesario para reemplazar la presencia extranjera. El plagio se inserta en esta dinámica. Por ello, este sector burgués norteamericano empuja una política agresiva, pero sólo como fachada para la negociación.
2/ Para el día 30 de abril, Piñera baja nuevamente a un 13,2, según la encuesta Pulso Ciudadano.
3/ Programas de empleo que implemento de la dictadura de Pinochet, durante la recesión de los años ’80, producto de una alta cesantía. PEM era el Plan de Empleo Mínimo y POJH, Programa de Ocupación para Jefes de Hogar.