Recomiendo:
0

La marca de Volodia Teitelboim en la política de los comunistas

Fuentes: El Siglo

Sin perjuicio de que el legado del compañero Volodia tiene dimensiones muy amplias, que desde esa perspectiva contribuyó decisivamente a la elaboración de la política del Partido en distintos tiempos históricos, como una forma de homenaje, quisiera compartir lo que él significó en la elaboración de la Política de Rebelión Popular de Masas, convocada a […]


Sin perjuicio de que el legado del compañero Volodia tiene dimensiones muy amplias, que desde esa perspectiva contribuyó decisivamente a la elaboración de la política del Partido en distintos tiempos históricos, como una forma de homenaje, quisiera compartir lo que él significó en la elaboración de la Política de Rebelión Popular de Masas, convocada a partir de septiembre de 1980.

La RPM es la conclusión necesaria luego del período de resistencia del PC y las fuerzas populares, una vez instalada la dictadura fascista y que significó bajas muy fuertes, incluyendo tres direcciones del PC. La conclusión de que se trataba de un régimen que no iba a dejar el poder sino por una lucha mucho más intensa, llevó a la necesidad de incorporar otras formas de lucha de parte del sector popular.

En ese momento la dirección del Partido se encontraba radicada en el exterior y un sector importante de dirigentes nacionales del Partido instalados clandestinamente en el país conducían el equipo de dirección interior.

Es en el Pleno de Mayo de 1981 – meses después del discurso del compañero Luis Corvalán llamando a la rebelión del pueblo- que se somete a discusión en el Comité Central los alcances de esta convocatoria.

En ese debate había posiciones distintas y Volodia tuvo la capacidad política para, sin disminuir una toma de posición, sin relativizar la necesidad de avanzar con esta política, lograr una síntesis del conjunto de la dirección del Partido. Me atrevo a sostener que para la nominación de Rebelión Popular de Masas, la intervención que hace el compañero Volodia fue de primer orden.

En la plenaria, tuvo la capacidad para argumentar que no hay un antagonismo excluyente entre las formas de lucha tradicionales y aquellas más agudas, como necesidad para enfrentar a una dictadura.

Explicitó que cualquier forma de lucha que abrace el PC siempre será una forma de lucha de masas, porque el PC concibe el proceso de transformaciones a partir de la toma de conciencia y de la movilización de las masas y que las luchas que lleva adelante el PC siempre tendrán un contenido democrático y, por tanto, popular.

Tuve la oportunidad de compartir con la genialidad del compañero Volodia también en otros momentos al participar en una reunión de los PC de América del Sur en Montevideo. El encabezaba la delegación, viajaba desde Moscú y junto a Carlos Zúñiga fuimos desde Chile a participar en esa misión. El compañero Volodia, tuvo el gesto y la confianza de entregarnos a nosotros, que fuimos desde el interior, la intervención principal.

Luego viene otro momento histórico, a propósito de la crisis que compromete al movimiento comunista y revolucionario a nivel mundial: el derrumbe del socialismo en Europa del Este y la desaparición de la URSS.

Ese momento tuvo, en el caso de Chile, una particularidad que lo complejizaba todavía más: coincidía el derrumbe del socialismo en Europa del Este con la salida, por la vía del desplazamiento del dictador, y el inicio del proceso de transición post dictadura que se daba con un debate en el seno del PC y de las fuerzas revolucionarias acerca de la legitimidad y vigencia del uso de formas de lucha más aguda a esas alturas. Esa diferencia generó acciones, escisiones que fueron dolorosas y tuvieron costos fuertes en la vida de muchos de destacados luchadores.

La segunda dificultad era que se abría la obligación de una nueva síntesis en el seno del PC al reunir a contingentes marcados largamente por lo que fue su exilio con contingentes formados estrictamente en la vida clandestina por 15 o más años.

Los comunistas, igual que todos los seres humanos, somos seres sociales y por tanto influidos por el medio ambiente donde nos desarrollamos y se trataba de que esas marcas que iban a converger lo hicieran para potenciar las capacidades del Partido y no para confrontarlo y debilitarlo.

La salida que se impuso finalmente no fue aquella por la cual luchó el movimiento popular y el PC. Fue una salida negociada que tenía como condición la exclusión del Partido. En ese momento algunos se aprovecharon para desatar una suerte de fiebre anticomunista y que, al lado del derrumbe, justificaban esta exclusión porque se estaba hablando supuestamente de un proyecto sin destino, fracasado.

En esos momentos álgidos, el compañero Volodia tuvo la grandeza histórica de acceder a la petición del colectivo dirigente de ser quien encabezara, en calidad de secretario general, al Partido en el período inmediato.

Había que luchar por la vigencia histórica del PC cuando se puso de moda su destrucción por la vía de cambiarle el nombre o de cambiar su política, buscando anular este instrumento al servicio de la lucha de la clase trabajadora.

Si uno revisa las intervenciones del compañero Volodia, es reiterado el concepto: «No nos permitamos el ensimismamiento, asumiendo que el Partido es un fin en si mismo. Somos un instrumento a favor de la lucha del pueblo, debemos abrir puertas y ventanas y salir a encontrarnos con la gente».

El otro concepto que contiene una profundidad autocrítica, no individual sino de todos nosotros, y que Volodia empezó a acuñar hace mucho tiempo: los movimientos o partidos que se autodefinen como partidos revolucionarios, tienen su prueba de fuego sobre la base de un conocimiento cabal, lo más integral posible de su propia realidad y para disponerse a aportar a las transformaciones necesarias deben «pensar con cabeza propia», señaló más de alguna vez. Este planteamiento es la respuesta, frente al pensar en forma mecánica, por la vía de cierto seguidismo que el Partido tuvo, al menos, en el plano internacional.

Hay una apelación a que el conjunto del Partido, desde el militante más nuevo al más antiguo, desde el con menos responsabilidad hasta el con más responsabilidades, deben sentir la obligación de aportar activamente a la elaboración de su política, definido esto como el intelectual colectivo.

Un gran intelectual, reconocido por la comunidad nacional e internacional no sólo en el plano político sino también en el de la literatura y el arte, en su cumpleaños número 80 tuvo la grandeza de asumir – recordando el poema de Neruda- que con el Partido no terminaba en sí mismo. Es decir, Volodia se socializa en el Partido y asume en forma concreta que el conjunto es el que elabora y por tanto el intelectual es un colectivo que debe transformar nuestra realidad en beneficio de los trabajadores y en lucha contra quienes decretaban la muerte del PC demostrando que el Partido existe y existirá porque es una necesidad del pueblo.

El compañero Volodia mostró siempre un necesario optimismo histórico de quien sabe que está luchando, a pesar de la adversidad, por banderas legítimas y justas. Esto lo llevó a sentir una vitalidad y juventud en la inteligencia y el corazón.

Como él mismo lo dijera, más allá de lo que cronológicamente apuntaba el calendario, «yo no cumplo 80, cumplo cuatro veces 20». Y esa forma de sentirse siempre joven, lo hizo ser un «muchacho del siglo XX», abrazando siempre -por más de 75 años- la causa que levanta su partido, el Partido Comunista de Chile.